“Jesús
le dijo: El que está lavado, no necesita sino lavarse los pies, pues está todo
limpio; y vosotros limpios estáis, aunque no todos. Porque sabía quién le iba a
entregar; por eso dijo: No estáis limpios todos. Así que, después que les hubo
lavado los pies, tomó su manto, volvió a la mesa, y les dijo: ¿Sabéis lo que os
he hecho? Vosotros me llamáis Maestro, y Señor; y decís bien, porque lo soy.
Pues si yo, el Señor y el Maestro, he lavado vuestros pies, vosotros también
debéis lavaros los pies los unos a los otros. Porque ejemplo os he dado, para
que como yo os he hecho, vosotros también hagáis. De cierto, de cierto os digo:
El siervo no es mayor que su señor, ni el enviado es mayor que el que le envió.
Si sabéis estas cosas, bienaventurados seréis si las hiciereis”.
Juan 13:10-17
INTRODUCCIÓN
Nos
encontramos en este momento sublime de las escrituras donde nuestro Señor
Jesucristo nos da una preciosa lección de humildad y servicio a los demás.
Jesús acaba de lavarles los pies a sus doce apóstoles y se preparan para
compartir la pascua, pronto instaurara la cena del Señor, aunque esta parte ya
no la presenta el apóstol Juan en este evangelio. Ya el diablo ha puesto en el
corazón de Judas Iscariote la semilla de la traición y pronto terminara
vendiendo a su Maestro por treinta piezas de plata. En estos versículos uno
puede ver dos grandes contrastes. Por un lado el amor y servicio que Jesús
prestaba a sus discípulos y como se preparaba para morir en la cruz para
salvación de muchos, una actitud digna de alabanza; pero por el otro lado, uno
ve a otro, un hombre que se preparaba para realizar la más vil y cruel de las
traiciones, y esto era así porque no había sido lavado de sus pecados.
No todos estáis limpios |
NO TODOS ESTABAN LIMPIOS
“Jesús
le dijo: El que está lavado, no necesita sino lavarse los pies, pues está todo
limpio; y vosotros limpios estáis, aunque no todos. Porque sabía quién le iba a
entregar; por eso dijo: No estáis limpios todos”.
Juan 13:10-11
Aquí
encontramos una pequeña metáfora que nos habla de la obra redentora que Jesús
realizaría en la cruz del Calvario: El que está lavado, no necesita sino lavarse los pies, pues
está todo limpio; y vosotros limpios estáis… Lo cierto es que la
obra redentora de Cristo es efectiva porque salva al creyente de una sola vez y
para siempre, y no necesita este hacer más: “Y ciertamente todo sacerdote está día tras día ministrando y
ofreciendo muchas veces los mismos sacrificios, que nunca pueden quitar los
pecados; pero Cristo, habiendo ofrecido una vez para siempre un solo sacrificio
por los pecados, se ha sentado a la diestra de Dios”, (Hebreos
10:11-12). Todos los que hemos creído en Cristo estamos limpios por su sangre
bendita y no debemos andar en pecado: “Si decimos que tenemos comunión con él, y andamos en
tinieblas, mentimos, y no practicamos la verdad; pero si andamos en luz, como
él está en luz, tenemos comunión unos con otros, y la sangre de Jesucristo su
Hijo nos limpia de todo pecado”, (1 Juan 1:6-7); pero si pecamos
acudimos a Cristo para que nos limpie de esa maldad, pero eso no significa que
hayamos perdido la salvación, sino que acusados por nuestra conciencia,
volvemos rápidamente a él para que nos limpie de la suciedad: “Hijitos míos, estas
cosas os escribo para que no pequéis; y si alguno hubiere pecado, abogado
tenemos para con el Padre, a Jesucristo el justo”, (1 Juan 2:1).
Solo aquellos que nunca han sido lavados con la sangre de Cristo y nunca han
experimentado el milagro del nuevo nacimiento se regocijan en una doble vida,
por eso Pedro los compara con animales que por naturaleza vuelve a su
inmundicia: “Pero
les ha acontecido lo del verdadero proverbio: El perro vuelve a su vómito, y la
puerca lavada a revolcarse en el cieno”, (2 Pedro 2:22). Estas
ilustraciones aunque son un tanto grotescas nos ofrecen un buen ejemplo del
porque el verdadero cristiano no puede volver al pecado y permanecer en él
mucho tiempo. Alguien puede tratar de educar a un perro en comer solo del
alimento que se le da en su recipiente el cual es exclusivo solo para él, pero
este al enfermar y vomitar tiene una extraña tendencia a regresar a su vómito y
comer de él; pero por qué. Bueno, porque es un perro. Luego, alguien podría
tomar una puerca y lavarla, perfumándola y teniéndola bien aseada en su casa;
pero a la primera oportunidad correrá al lodo y se revolcara en él con gran
alegría, pero por qué. Bueno, porque es una puerca. Tanto el cerdo como el
perro traen en su naturaleza hacer esas cosas que a nuestra vista son
grotescas, pero no lo son para ellos, porque es parte de su naturaleza. Pero la
naturaleza de una oveja es diferente, jamás la veremos haciendo estas cosas y
lo mismo es con aquel que ha sido lavado con la sangre de Jesús, sus pecados le
han sido perdonados, han sido limpios de toda su inmundicia y hoy poseen una
nueva naturaleza la cual no se regocija en el pecado. Solo alguien que no ha
nacido de nuevo puede permanecer en sus pecados, y de hecho entre los doce había
uno que todavía no era limpio, y por ello Jesús dijo: y vosotros limpios estáis, aunque no todos.
Porque sabía quién le iba a entregar; por eso dijo: No estáis limpios todos.
Tristemente Judas no estaba limpio porque no había permitido que la palabra de
Jesús lo limpiara y esta es la condición de muchas personas hoy en día, muchos
van a la iglesia y hasta tienen membresías en estas, pero no están limpios,
solo son unos religiosos que cumplen ciertas reglas los días de culto pero el
resto del mundo viven en el mismo desenfreno de este mundo, esto es terrible
porque sus almas van rumbo al infierno.
JESÚS FUE UN VERDADERO LÍDER QUE DIO EL EJEMPLO
“Así
que, después que les hubo lavado los pies, tomó su manto, volvió a la mesa, y
les dijo: ¿Sabéis lo que os he hecho? Vosotros me llamáis Maestro, y Señor; y
decís bien, porque lo soy. Pues si yo, el Señor y el Maestro, he lavado
vuestros pies, vosotros también debéis lavaros los pies los unos a los otros.
Porque ejemplo os he dado, para que como yo os he hecho, vosotros también
hagáis”.
Juan 13:12-15
Realmente
Jesús fue un verdadero líder que supo dar el ejemplo. Todo lo que Él enseño y
predico lo vivió, no solo decían lindos discursos sino los vivía y así nos
enseña a nosotros como se debe ejercer el verdadero liderazgo. A pesar de que
Él era el Maestro, lavo los pies de sus discípulos, solo para enseñarles la
grandeza que hay detrás del servicio: Vosotros me llamáis Maestro, y Señor; y decís bien, porque lo
soy. Pues si yo, el Señor y el Maestro, he lavado vuestros pies, vosotros
también debéis lavaros los pies los unos a los otros. Porque ejemplo os he
dado, para que como yo os he hecho, vosotros también hagáis. El
verdadero espíritu del liderazgo está en el servicio. Un líder no es solo aquel
que da órdenes, sino alguien que le sirve a los demás, les ayuda a crecer y
madurar, va con ellos adelante para alcanzar sus metas y trabaja duro a su lado
dándoles ejemplo en todo, muy diferente al liderazgo que los fariseos querían
imponer, donde solo decían que hacer, pero ellos no lo hacían: “Sí que, todo lo que
os digan que guardéis, guardadlo y hacedlo; mas no hagáis conforme a sus obras,
porque dicen, y no hacen. Porque atan cargas pesadas y difíciles de llevar, y
las ponen sobre los hombros de los hombres; pero ellos ni con un dedo quieren
moverlas”, (Mateo 23:3-4). En el Nuevo Testamento encontramos que
los líderes de las iglesias deben ser ejemplos para sus miembros. Por ejemplo,
Pablo le decía a Timoteo que debía esforzarse por ser ejemplo en todo delante
de los demás: “Ninguno
tenga en poco tu juventud, sino sé ejemplo de los creyentes en palabra,
conducta, amor, espíritu, fe y pureza”, (1 Timoteo 4:12). También
Pedro les decía a los ancianos cual es la forma correcta de apacentad la grey
de Dios: “Ruego a
los ancianos que están entre vosotros, yo anciano también con ellos, y testigo
de los padecimientos de Cristo, que soy también participante de la gloria que
será revelada: Apacentad la grey de Dios que está entre vosotros, cuidando de
ella, no por fuerza, sino voluntariamente; no por ganancia deshonesta, sino con
ánimo pronto; no como teniendo señorío sobre los que están a vuestro cuidado,
sino siendo ejemplos de la grey. Y cuando aparezca el Príncipe de los pastores,
vosotros recibiréis la corona incorruptible de gloria”, (1 Pedro
5:1-4). Esta es la forma de cómo se debe ejercer el liderazgo, a través del
ejemplo y servicio, no hay otra forma.
NO DEBEMOS OLVIDAR QUE SOMOS SIERVOS QUE ESTÁN BAJO AUTORIDAD
“De
cierto, de cierto os digo: El siervo no es mayor que su señor, ni el enviado es
mayor que el que le envió. Si sabéis estas cosas, bienaventurados seréis si las
hiciereis”.
Juan 13:16-17
No
debemos olvidar que somos personas a quienes sus pecados les han sido
perdonados y que si hoy hemos sido bendecidos y tenemos un puesto de autoridad
en la iglesia o en el mundo, es por la misericordia de nuestro Dios y no para
vanagloriarnos de ello: De cierto, de cierto os digo: El siervo no es mayor que su
señor, ni el enviado es mayor que el que le envió. Si sabéis estas cosas,
bienaventurados seréis si las hiciereis. Muchos cristianos pueden
caer en este error, donde se les ha olvidado que si hoy han sido exaltados no
es por su propia mano, sino por la gracia que se les ha dado y por ello todos
nosotros debemos mantenernos en humildad, sirviendo a los demás por
agradecimiento y no esperando nada a cambio.
gracias!
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