“No hablo
de todos vosotros; yo sé a quienes he elegido; más para que se cumpla la
Escritura: El que come pan conmigo, levantó contra mí su calcañar. Desde ahora
os lo digo antes que suceda, para que cuando suceda, creáis que yo soy. De
cierto, de cierto os digo: El que recibe al que yo enviare, me recibe a mí; y
el que me recibe a mí, recibe al que me envió”.
Juan 13:18-20
INTRODUCCIÓN
Aquí
nuestro Señor Jesucristo ratifica que aquellos que han sido elegidos por Él, no
se perderán, pero allí entre ellos había un traidor el cual entregaría a su
Maestro en manos de sus enemigos para que estos lo maten. Este traidor era
Judas Iscariote. Aunque esta parte de la historia de Jesús es muy triste, sin
embargo, era necesario que ocurriera porque ya estaba profetizado en las
Escrituras, así estaba escrito y Judas tenía que cumplir esta parte de la
profecía. Uno puede ver en estos versículos lo bajo que un hombre puede caer
al practicar la traición la cual es uno de los pecados más viles que pueden
existir.
La vileza de la traición |
JESÚS SABIA A QUIENES HABÍA ELEGIDO
“No
hablo de todos vosotros; yo sé a quienes he elegido…”
Juan 13:18
Si
había algo que Jesús sabía desde el principio es que uno de sus doce discípulos
lo iba a traicionar: No hablo de todos vosotros; yo sé a quienes he elegido.
Cuando Jesús quiso elegir a sus doce apóstoles la Biblia dice que paso toda la
noche orando: “En
aquellos días él fue al monte a orar, y pasó la noche orando a Dios. Y cuando
era de día, llamó a sus discípulos, y escogió a doce de ellos, a los cuales
también llamó apóstoles: a Simón, a quien también llamó Pedro, a Andrés su
hermano, Jacobo y Juan, Felipe y Bartolomé, Mateo, Tomás, Jacobo hijo de Alfeo,
Simón llamado Zelote, Judas hermano de Jacobo, y Judas Iscariote, que llegó a
ser el traidor”, (Lucas 6:12-16). Esto doce fueron escogidos por
Jesús con el propósito de que estuviesen con Él y les dio autoridad para
predicar, sanar y echar fuera demonios; pero uno de ellos, Judas Iscariote,
llegaría a ser la persona que lo traicionaría, ahora, esto nunca lo tomo por
sorpresa, porque desde el principio sabía que lo haría, sin embargo, Jesús
preparaba a sus once discípulos restantes para que cuando el momento de la
prueba llegara la fe de ellos no desfalleciera y por eso les aseguraba que
ellos habían sido elegidos por Él.
LA PROFECÍA QUE HABLABA DEL TRAIDOR
“… más
para que se cumpla la Escritura: El que come pan conmigo, levantó contra mí su
calcañar. Desde ahora os lo digo antes que suceda, para que cuando suceda,
creáis que yo soy”.
Juan 13:18-19
Desde
el Antiguo Testamento se había profetizado la traición de Judas: más para que se
cumpla la Escritura: El que come pan conmigo, levantó contra mí su calcañar.
Esta profecía mesiánica se encuentra en uno de los Salmos: “Aun el hombre de mi paz, en quien yo confiaba,
el que de mi pan comía, alzó contra mí el calcañar”, (Salmo 41:9).
La traición es una de las acciones más viles que una persona puede cometer ya
que viola la confianza que se puede depositar en una persona y en este Salmo lo
podemos ver, ya que dice que la traición vino de aquella persona que llama: el hombre de mi paz,
en quien yo confiaba, el que de mi pan comía. Si nos damos cuenta,
el traidor era una persona que se consideraba un verdadero amigo, alguien que
inspiraba confianza, que transmitía paz, serenidad y que comía de su mesa. En
el Antiguo Testamento aquellos que se invitaban a comer a la mesa eran personas
que se consideraban de gran confianza y un gesto de verdadera amistad, así como
lo hizo David con Mefi-boset: “Y vino Mefi-boset, hijo de Jonatán hijo de Saúl, a David, y
se postró sobre su rostro e hizo reverencia. Y dijo David: Mefi-boset. Y él
respondió: He aquí tu siervo. Y le dijo David: No tengas temor, porque yo a la
verdad haré contigo misericordia por amor de Jonatán tu padre, y te devolveré
todas las tierras de Saúl tu padre; y tú comerás siempre a mi mesa”,
(2 Samuel 9:6-7). No cabe duda que lo más vil que una persona puede hacer es
tomar ventaja de esta amistad, fingir ser una persona en la que se puede
confiar y a espaldas estar planeando una traición, esto verdaderamente es
diabólico, y Judas lo hizo, ya que fingía ser un hombre de confianza, porque
hasta era el tesorero del grupo, eran uno de los doce que compartía con Jesús,
comía y dormía a su lado, y quién podría decir que la traición vendría de él,
pero así ocurrió. En la Biblia podemos encontrar algunos ejemplos de personas
que se rebajaron a la vil práctica de la traición, y así podemos recordar la
traición de Dalila sobre Sansón la cual lo engaño con sus encantos femeninos
para que este le revelara el secreto de su fuerzo y luego que lo obtuvo lo dio
a conocer a sus enemigos por la paga que recibiría: “Y aconteció que, presionándole ella cada día
con sus palabras e importunándole, su alma fue reducida a mortal angustia. Le
descubrió, pues, todo su corazón, y le dijo: Nunca a mi cabeza llegó navaja;
porque soy nazareo de Dios desde el vientre de mi madre. Si fuere rapado, mi
fuerza se apartará de mí, y me debilitaré y seré como todos los hombres. Viendo
Dalila que él le había descubierto todo su corazón, envió a llamar a los
principales de los filisteos, diciendo: Venid esta vez, porque él me ha
descubierto todo su corazón. Y los principales de los filisteos vinieron a
ella, trayendo en su mano el dinero”, (Jueces 16:-18). También
podemos recordar la actitud traidora de Saúl hacia David, fingiendo tenerle
cariño trataba de engañarlo para que los filisteos lo mataran: “Entonces dijo Saúl
a David: He aquí, yo te daré Merab mi hija mayor por mujer, con tal que me seas
hombre valiente, y pelees las batallas de Jehová. Mas Saúl decía: No será mi
mano contra él, sino que será contra él la mano de los filisteos”,
(1 Samuel 18:17). Y podemos recordar la traición de Joab sobre Abner, el cual
llevándolo con engaños a una esquina lo apuñalo: “Y saliendo Joab de la presencia de David,
envió mensajeros tras Abner, los cuales le hicieron volver desde el pozo de
Sira, sin que David lo supiera. Y cuando Abner volvió a Hebrón, Joab lo llevó
aparte en medio de la puerta para hablar con él en secreto; y allí, en venganza
de la muerte de Asael su hermano, le hirió por la quinta costilla, y murió”,
(2 Samuel 3:26-27). Y así podríamos seguir buscando en la Biblia ejemplos de
personas traidoras, que tomando ventaja de la confianza que se les tenía y
fingiendo un afecto traicionaron vilmente a las personas que los consideraban
sus amigos. No cabe duda que Judas es el mayor ejemplo que hoy existe de
traidor, de hecho, de entre los doce apóstoles, su nombre es uno de los más
recordados por su infame traición.
DEBEMOS SER FIELES A CRISTO PARA PODER SER RECIBIDOS POR EL PADRE
“De
cierto, de cierto os digo: El que recibe al que yo enviare, me recibe a mí; y
el que me recibe a mí, recibe al que me envió”.
Juan 13:20
Así
como la traición es considerada como una de las más infames y viles de las
acciones que un ser humano puede cometer, así la fidelidad es considerada una
gran virtud y en primer lugar, se espera que nosotros seamos fieles a Cristo,
poniendo por obra su palabra. Si somos fieles a Cristo, se nos asegura que al
recibirle recibimos también a su Padre quien es quien lo ha enviado, y quien
recibe al que Cristo envía lo recibe también a Él, porque ambos están en
completa comunión: De cierto, de cierto os digo: El que recibe al que yo
enviare, me recibe a mí; y el que me recibe a mí, recibe al que me envió.
En contraste con la traición de Judas, tenemos la gran fidelidad de Cristo, el
cual a pesar de que sufrió a manos de sus enemigos, fue fiel hasta la muerte a
su ministerio y a la misión que Dios le había encomendado. Quiera Dios que
nosotros también seamos fieles a nuestro Señor, vivamos conforme a su voluntad
y seamos encontrados fieles obreros delante de su presencia: “Y dijo el Señor:
¿Quién es el mayordomo fiel y prudente al cual su señor pondrá sobre su casa,
para que a tiempo les dé su ración? Bienaventurado aquel siervo al cual, cuando
su señor venga, le halle haciendo así. En verdad os digo que le pondrá sobre
todos sus bienes. Más si aquel siervo dijere en su corazón: Mi señor tarda en
venir; y comenzare a golpear a los criados y a las criadas, y a comer y beber y
embriagarse, vendrá el señor de aquel siervo en día que éste no espera, y a la
hora que no sabe, y le castigará duramente, y le pondrá con los infieles. Aquel
siervo que conociendo la voluntad de su señor, no se preparó, ni hizo conforme
a su voluntad, recibirá muchos azotes. Mas el que sin conocerla hizo cosas
dignas de azotes, será azotado poco; porque a todo aquel a quien se haya dado
mucho, mucho se le demandará; y al que mucho se le haya confiado, más se le
pedirá”, (Lucas 12:42-48). Bienaventurados aquellos que al final de
los tiempos sean encontrados como fieles mayordomos de Cristo, que no
traicionaron la gracia bendita que le otorga al hombre la oportunidad de
escapar de la condenación eterna.
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