“Aquel día vinieron a él los saduceos, que
dicen que no hay resurrección, y le preguntaron, diciendo: Maestro, Moisés
dijo: Si alguno muriere sin hijos, su hermano se casará con su mujer, y
levantará descendencia a su hermano. Hubo, pues, entre nosotros siete hermanos;
el primero se casó, y murió; y no teniendo descendencia, dejó su mujer a su
hermano. De la misma manera también el segundo, y el tercero, hasta el séptimo.
Y después de todos murió también la mujer. En la resurrección, pues, ¿de cuál
de los siete será ella mujer, ya que todos la tuvieron? Entonces respondiendo
Jesús, les dijo: Erráis, ignorando las Escrituras y el poder de Dios. Porque en
la resurrección ni se casarán ni se darán en casamiento, sino serán como los
ángeles de Dios en el cielo. Pero respecto a la resurrección de los muertos,
¿no habéis leído lo que os fue dicho por Dios, cuando dijo: Yo soy el Dios de
Abraham, el Dios de Isaac y el Dios de Jacob? Dios no es Dios de muertos, sino
de vivos. Oyendo esto la gente, se admiraba de su doctrina”.
Mateo 22:23-33
INTRODUCCIÓN
Llegamos hoy a la segunda pregunta de tres que
los enemigos de Jesús le hicieron. No olvidemos que en su última semana de vida
sus enemigos se han unido para tratar de atraparlo en alguna respuesta a sus
preguntas maliciosas. La primera fue
realizada por los estudiantes de los fariseos unidos con los herodianos y era
respecto a si era licito dar tributo a César. Ahora aparecen los saduceos haciéndoles
una pregunta con la que generalmente ridiculizaban a los fariseos y que esta
relacionada con la resurrección de los muertos. Sin embargo, Jesús demostrara
una vez más su superioridad respondiendo de una forma que todas las personas
que lo escucharan se maravillaran.
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La pregunta de la resurrección |
LOS SADUCEOS
“Aquel día vinieron a él los saduceos, que
dicen que no hay resurrección…”
Mateo 22:23
Aquí vemos al grupo de los saduceos que se
preparan para hacerle una pregunta a Jesús con el fin de hacerlo caer en una
trampa. Ya anteriormente vimos a los fariseos y los herodianos unidos en este
fin, dos grupos totalmente opuestos en creencias al igual que los saduceos,
pero que en esta ocasión deciden hacer un solo frente en contra de Jesús. Los saduceos
era un grupo aristocrático, ricos y minoritario que gozaban de gran influencia
ya que actualmente uno de ellos estaba fungiendo como sumo sacerdote. Al contrario
de los fariseos, que era el grupo mayoritario, estos solo reconocían como
libros inspirados por Dios a la ley de Moisés, es decir, los cinco libros del
pentateuco, y no reconocían como Escrituras los libros de los profeta y demás
Escritos, y mucho menos la tradición oral de los escribas. Eran personas muy
materialistas, no eran tan celosos en cuanto a compartir con los gentiles con
tal de que los dejasen permanecer ejerciendo sus funciones y lucrarse por
ellas, también negaban la existencia del espíritu, los ángeles y por
consiguiente no creían en la resurrección de los muertos, tal y como se deja
ver en un pasaje de Hechos: “Porque
los saduceos dicen que no hay resurrección, ni ángel, ni espíritu; pero los
fariseos afirman estas cosas”,
(Hechos 23:8). Fueron los hombres de esta secta religiosa la que se presentaron
ante Jesús con la pregunta acerca de la resurrección.
LA PREGUNTA EN CUANTO A LA RESURRECCIÓN
“… y le preguntaron, diciendo: Maestro,
Moisés dijo: Si alguno muriere sin hijos, su hermano se casará con su mujer, y
levantará descendencia a su hermano. Hubo, pues, entre nosotros siete hermanos;
el primero se casó, y murió; y no teniendo descendencia, dejó su mujer a su
hermano. De la misma manera también el segundo, y el tercero, hasta el séptimo.
Y después de todos murió también la mujer. En la resurrección, pues, ¿de cuál
de los siete será ella mujer, ya que todos la tuvieron?
Mateo 22:23-28
La pregunta que los saduceos le realizaron
a nuestro Señor estaba relacionada con la doctrina de la resurrección, doctrina
que era creída y enseñada por los fariseos. Aunque la resurrección no estaba
muy clara en las paginas del Antiguo Testamento, los fariseos llegaron a
interpretar algunos pasajes a través de los cuales la enseñaban. Por ejemplo,
consideraban la expresión de Isaías, “tus muertos vivirán”, como una referencia
a la resurrección de los muertos: “Tus
muertos vivirán; sus cadáveres resucitarán. ¡Despertad y cantad, moradores del
polvo! porque tu rocío es cual rocío de hortalizas, y la tierra dará sus
muertos”, (Isaías 26:19). También, consideraban el
pasaje del profeta Daniel como otra evidencia a favor de la doctrina de la resurrección:
“Y muchos de los que duermen en el polvo de
la tierra serán despertados, unos para vida eterna, y otros para vergüenza y
confusión perpetua”,
(Daniel 12:2). Aun las palabras de fe de Job eran consideradas como parte de
las Escrituras que confirmaban la resurrección: “Yo sé que mi Redentor vive, y al fin se levantará
sobre el polvo”, (Job 19:25). Sin
embargo, los saduceos no creían en la inspiración divina de estos libros y los
textos que usaban de la ley de Moisés eran muy pocos creídos por ellos. Por ejemplo,
citaban un pasaje de Números haciendo referencia a las palabras “dar la ofrenda
del Señor al sacerdote Aarón” esta en tiempo infinitivo y es de carácter permanente,
y de allí Aarón debería estar todavía vivo: “Así ofreceréis también vosotros ofrenda a Jehová de
todos vuestros diezmos que recibáis de los hijos de Israel; y daréis de ellos
la ofrenda de Jehová al sacerdote Aarón”, (Números 18:28). También usaban otro de Deuteronomio
usando las palabras: “este pueblo se levantará”, como una referencia a la resurrección:
“Y Jehová dijo a Moisés: He aquí, tú vas a
dormir con tus padres, y este pueblo se levantará y fornicará tras los dioses
ajenos de la tierra a donde va para estar en medio de ella; y me dejará, e
invalidará mi pacto que he concertado con él”, (Deuteronomio 31:16). El problema con usar este
pasaje es que después de usar el verbo “levantará”, añade otro verbo que es “fornicará”,
haciendo referencia al pecado de la idolatría que el pueblo cometería después de
la muerte de Moisés, mas que a la resurrección. En conclusión, los saduceos no creían
en la resurrección y por ello habían formulado una pregunta que tenía como propósito
ridiculizar a los fariseos al no poder contestarla y ahora se la hacen a Jesús:
y le preguntaron, diciendo: Maestro, Moisés
dijo: Si alguno muriere sin hijos, su hermano se casará con su mujer, y
levantará descendencia a su hermano. Hubo, pues, entre nosotros siete hermanos;
el primero se casó, y murió; y no teniendo descendencia, dejó su mujer a su
hermano. De la misma manera también el segundo, y el tercero, hasta el séptimo.
Y después de todos murió también la mujer. En la resurrección, pues, ¿de cuál
de los siete será ella mujer, ya que todos la tuvieron?
La
pregunta giraba alrededor de un texto del libro de Deuteronomio que era conocida
como la ley del levirato y decía que su un hombre moría sin haber engendrado un
hijo a través de su esposa, su hermano menor tenia que casarse con ella y darle
descendencia: “Cuando hermanos
habitaren juntos, y muriere alguno de ellos, y no tuviere hijo, la mujer del
muerto no se casará fuera con hombre extraño; su cuñado se llegará a ella, y la
tomará por su mujer, y hará con ella parentesco. Y el primogénito que ella
diere a luz sucederá en el nombre de su hermano muerto, para que el nombre de este
no sea borrado de Israel. Y si el hombre no quisiere tomar a su cuñada, irá
entonces su cuñada a la puerta, a los ancianos, y dirá: Mi cuñado no quiere
suscitar nombre en Israel a su hermano; no quiere emparentar conmigo. Entonces
los ancianos de aquella ciudad lo harán venir, y hablarán con él; y si él se
levantare y dijere: No quiero tomarla, se acercará entonces su cuñada a él
delante de los ancianos, y le quitará el calzado del pie, y le escupirá en el
rostro, y hablará y dirá: Así será hecho al varón que no quiere edificar la
casa de su hermano. Y se le dará este nombre en Israel: La casa del descalzado”, (Deuteronomio 25:5-10). La ley establecía
a través de estos versículos que el pariente más cercano tendría que redimir a
su cuñada, casándose con ella y dándole descendencia, y si se negaba, el tal
era humillado por su indiferencia. Fue basada en esta parte de la ley que los
saduceos hicieron su pregunta maliciosa, porque si esta se caso hasta siete
veces no pudiendo concebir hijos con ninguno de ellos, entonces, ¿de quién será
mujer en la resurrección de los muertos si con los siete se caso en vida? Veamos
la respuesta de nuestro Señor.
LA RESPUESTA DE JESÚS
“Entonces respondiendo Jesús, les dijo:
Erráis, ignorando las Escrituras y el poder de Dios. Porque en la resurrección
ni se casarán ni se darán en casamiento, sino serán como los ángeles de Dios en
el cielo. Pero respecto a la resurrección de los muertos, ¿no habéis leído lo
que os fue dicho por Dios, cuando dijo: Yo soy el Dios de Abraham, el Dios de
Isaac y el Dios de Jacob? Dios no es Dios de muertos, sino de vivos. Oyendo
esto la gente, se admiraba de su doctrina”.
Mateo 22:29-33
Los saduceos querían avergonzar a Jesús haciéndole
una pregunta que ni los fariseos o escribas habían podido contestar, se creían muy
listos pensando que lo podían avergonzar apoyándose de un texto del Antiguo
Testamento; pero lo cierto es que los avergonzados fueron ellos. En primer
lugar, les reprocha su gran ignorancia de las Escrituras y del poder de Dios: Entonces respondiendo Jesús, les dijo:
Erráis, ignorando las Escrituras y el poder de Dios. Para empezar estos hombres solo decían reconocer una
parte de las Escrituras, y por consiguiente no tenían el panorama completo de
su palabra y, por otro lado, ignoraban el poder de Dios al pensar que era
imposible la resurrección de los muertos. Luego viene el Señor y responde de dos
formas diferentes a la pregunta de estos hombres. Primero les dice que su afirmación
es falsa, porque en la resurrección Dios proveerá de cuerpos totalmente
diferentes que no tendrán necesidad de tener relaciones conyugales, es decir,
ya no habrá distinción de sexo entre hombre y mujer, sino serán seres como los ángeles,
sin sexo: Porque en la resurrección ni se casarán ni
se darán en casamiento, sino serán como los ángeles de Dios en el cielo. En el Nuevo Testamento, el apóstol Pablo
habla un poco acerca de que, al momento del arrebatamiento de la iglesia, al
escuchar la final trompeta, los muertos en Cristo resucitaran y su cuerpo será
totalmente diferente: “He
aquí, os digo un misterio: No todos dormiremos; pero todos seremos
transformados, en un momento, en un abrir y cerrar de ojos, a la final
trompeta; porque se tocará la trompeta, y los muertos serán resucitados
incorruptibles, y nosotros seremos transformados. Porque es necesario que esto
corruptible se vista de incorrupción, y esto mortal se vista de inmortalidad”, (1 Corintios 15:51-53). Por medio de
esta respuesta Jesús ataco dos extremos. El primero era el creer que en la
eternidad no existirían cuerpos, ya que estos eran considerados materia y la
materia no podía coexistir en un plano espiritual, tal y como los griegos lo veía.
Sin embargo, esto no es así, sino en la eternidad seremos resucitados con un
cuerpo. El otro extremo era pensar que si se resucitaba nuestro cuerpo iba a
tener necesidad de tener relaciones conyugales, bueno pues, Jesús dice que nuestro
nuevo cuerpo será como el de los ángeles, asexual, y por consiguiente ya no se hará
diferencia entre hombre y mujer. La segunda cosa que Jesús les dice a estos
saduceos que no creían en la resurrección es el testimonio que existe en la ley
de Moisés de esta doctrina, y les dice: Pero respecto a la resurrección de los muertos, ¿no
habéis leído lo que os fue dicho por Dios, cuando dijo: Yo soy el Dios de
Abraham, el Dios de Isaac y el Dios de Jacob? Dios no es Dios de muertos, sino
de vivos. En los libros del Pentateuco podemos encontrar
esas afirmaciones que Dios hacia respecto a los patriarcas: “Y dijo: Yo soy el Dios de tu padre, Dios de
Abraham, Dios de Isaac, y Dios de Jacob. Entonces Moisés cubrió su rostro,
porque tuvo miedo de mirar a Dios”,
(Éxodo 3:6). Como lo dice Jesús, cuando Dios dice que es Dios de Abraham, Dios
de Isaac y Dios de Jacob, lo dice en tiempo presente, no dice que fue Dios de
ellos, sino que es el Dios de ellos ahora, por tanto, no es Dios de muertos,
sino de vivos, porque ellos, Abraham, Isaías y Jacob, viven y un día resucitaran
también, así como todos aquellos que creemos en Él. Al escuchar estas palabras,
las personas que estaban allí quedaron atónitas de escuchar la sabiduría y
entendimiento que Jesús tenia de la doctrina: Oyendo esto la gente, se admiraba de su doctrina. La palabra que aquí se traduce como “admirar”
proviene del griego ekplésso (ἐκπλήσσω), que literalmente hace referencia a un gran asombro de
golpe que la gente recibió, y así, lejos de avergonzar a Jesús, fueron los
saduceos los que tuvieron que retirarse avergonzados y nuestro Señor fue enaltecido
por nuestro Padre celestial.
Muy bien ahora ya entendí, gracias
ResponderBorrarLa pregunta que debí hacerme era ¿Ser como ángeles? Ya casi lo tenía hehe gracias ya comprendo.
ResponderBorrarEstaba turbada, pero ya entendí. Muchas gracias, Dios le siga bendiciendo.
ResponderBorrarExcelente muchas gracias ☺️
ResponderBorrarmuy edificante estudio
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