“Estas cosas os he hablado, para que no tengáis tropiezo. Os
expulsarán de las sinagogas; y aun viene la hora cuando cualquiera que os mate,
pensará que rinde servicio a Dios. Y harán esto porque no conocen al Padre ni a
mí. Más os he dicho estas cosas, para que cuando llegue la hora, os acordéis de
que ya os lo había dicho. Esto no os lo dije al principio, porque yo estaba con
vosotros.”.
Juan 16:1-4
INTRODUCCIÓN
El
discurso de despedida de Jesús a sus discípulos continua a lo largo del
capítulo 16 y finalizara aquí, aquel discurso que comenzó en el capítulo 13 en
el aposento alto y que se ha estado desarrollando hasta el momento finalizara
aquí. El propósito de este discurso, que es de los mas largos que tenemos en la
Biblia, es el preparar a sus discípulos para enfrentar la muerte de nuestro
Señor, ya que faltaban horas para que sus captores llegasen y se lo llevasen,
Él esperaba que después de su muerte la fe de sus discípulos no desmayara hasta
el día en el que tendría que resucitar y aparecerles de nuevo. Hasta el
momento, les ha confirmado que su momento de partir de esta tierra esta muy
cercano, que seria entregado en manos de pecadores para sufrir y morir, también
los alentó prometiéndoles una morada celestial, la ayuda del Espíritu Santo,
les hablo acerca de la importancia que como discípulos suyos den frutos y que
la única forma de lograrlo es permaneciendo unidos a Él, también les mando
amarse los unos a los otros y que el mundo los odiaría por todo esto tal y como
lo han odiado a Él. Ahora después de todo esto, el Señor es claro al
advertirles de las persecuciones y sufrimientos que les esperaban a ellos y a
todo aquel que decida ser su discípulo por parte de este mundo de pecado.
Persecuciones por la causa de Cristo |
PALABRAS DE ADVERTENCIA
“Estas cosas os he hablado, para que no tengáis tropiezo”.
Juan 16:1
Jesús
siempre ha sido sincero con todas las personas. A aquellas que llegaban a Él
para escuchar palabras de vida eternas les dejo muy claro que si no abandonaban
sus pecados y lo seguían jamás alcanzarían la vida eterna. Esta sinceridad
provocaba que algunos aceptaran sus pecados y se alejaran de ellos, pero en
otros, provocaba rechazo ya que no les gustaba que los confrontara con la
verdad, tal y como le paso con aquellas personas que lo seguían porque los
había alimentado, después de la multiplicación de los panes y los peces, y no
porque creyeran en Él y estuviesen dispuestos a abandonar sus pecados: “Desde entonces muchos de sus discípulos volvieron atrás, y
ya no andaban con él. Dijo entonces Jesús a los doce: ¿Queréis acaso iros
también vosotros? Le respondió Simón Pedro: Señor, ¿a quién iremos? Tú tienes
palabras de vida eterna”, (Juan 6:66-68). Y así como era sincero al
declararle a la gente la verdad del evangelio, también lo era con sus
discípulos al mostrarles que por el hecho de ser sus seguidores tendrían
persecuciones, por ello les ha estado dirigiendo estas palabras y las que
mencionara a continuación: Estas cosas os he
hablado, para que no tengáis tropiezo. La Nueva Versión
Internacional de la Biblia traduce este versículo de la siguiente manera: “Todo esto les he dicho para que no flaquee su fe”,
(Juan 16:1, NVI). Todas estas palabras eran con el propósito de alentarlos y
prepararlos para que cuando viniese el momento de la prueba, la fe de sus
discípulos no flaquease y estos tropezaran. Comprender esto es muy importante,
porque en nuestra vida cristiana habrán momentos de dificultad, donde ante las
duras pruebas la fe parece flaquear, pero es necesario recordar las promesas de
Dios, ya que por un lado no debe extrañarnos el encontrarnos en dificultades
por causa de la justicia, y por otro, no debemos olvidar que nuestro Señor nos
ayudara a vencerlas: “Amados, no os sorprendáis del
fuego de prueba que os ha sobrevenido, como si alguna cosa extraña os
aconteciese, sino gozaos por cuanto sois participantes de los padecimientos de
Cristo, para que también en la revelación de su gloria os gocéis con gran
alegría. Si sois vituperados por el nombre de Cristo, sois bienaventurados, porque
el glorioso Espíritu de Dios reposa sobre vosotros. Ciertamente, de parte de
ellos, él es blasfemado, pero por vosotros es glorificado”, (1 Pedro
4:12-14). Si somos participantes de los padecimientos de Cristo y somos
vituperados por ello, somos bienaventurados, ya que esto es consecuencia de que
el Espíritu Santo reposa en nosotros, y no solo eso, sino que nosotros
glorificamos el nombre de Dios mientras que su nombre es blasfemado por sus
enemigos.
PERSECUCIONES POR CAUSA DE CRISTO
“Os expulsarán de las sinagogas; y aun viene la hora cuando
cualquiera que os mate, pensará que rinde servicio a Dios. Y harán esto porque
no conocen al Padre ni a mí”.
Juan 16:2-3
Aquí,
en pocas palabras, el Señor les advierte a sus discípulos las persecuciones que
les esperaba por causa de la justicia. El Señor les advierte de dos cosas que
estos hombres harían para perseguirlos. La primera era que serian expulsados de
las sinagogas: Os expulsarán de las sinagogas.
La sinagoga era un lugar donde los judíos se reunían para orar y estudiar la
ley de Moisés y los profetas, para los judíos, el pertenecer a una sinagoga era
de tal importancia que no podían concebir el judaísmo sin pertenecer a una
sinagoga, por lo que ser expulsado de ella representaba quedar excluido de la
religión de sus padres, ser un hereje y por ende quedar en estado de condenación
eterna. Así que el ser expulsado de la sinagoga para un judío representaba un
impacto muy grande, casi era semejante a ser desterrado de todo lo que amamos y
tiene significado para nosotros. Podemos ver en este evangelio como los
fariseos usaron esto de amenazar con expulsar a aquellos que creyeran en Jesús
como Mesías para meterle miedo a la gente y que estos los obedeciesen: “Esto dijeron sus padres, porque tenían miedo de los judíos,
por cuanto los judíos ya habían acordado que, si alguno confesase que Jesús era
el Mesías, fuera expulsado de la sinagoga”, (Juan 9:22). Cuando
Pablo se dirigía a cualquier pueblo o ciudad, generalmente él buscaba una
sinagoga ya que sabía que allí encontraría a los judíos y era allí donde les
compartía el mensaje del evangelio, pero después de un tiempo, una parte de su
audiencia creía, pero la mayoría no, y estos judíos terminaban expulsando a
Pablo y este era obligado a continuar su predicación en otro lugar de la
ciudad: “Y entrando Pablo en la sinagoga, habló con
denuedo por espacio de tres meses, discutiendo y persuadiendo acerca del reino
de Dios. Pero endureciéndose algunos y no creyendo, maldiciendo el Camino
delante de la multitud, se apartó Pablo de ellos y separó a los discípulos,
discutiendo cada día en la escuela de uno llamado Tiranno”, (Hechos
19:8-9). De esta forma, los discípulos de Cristo fueron expulsados de las
sinagogas y considerados como herejes, y no solo eso, sino nuestro Señor
advierte que llegarían incluso a querer quitarles la vida creyendo que con esto
le estaban haciendo un favor a Dios: y aun viene la
hora cuando cualquiera que os mate, pensará que rinde servicio a Dios.
Con esto no podemos menos que recordar las palabras del apóstol Pablo cuando le
testificaba al rey Agripa cómo él, antes de su conversión, siendo un fariseo
celoso de su religión y creyendo que el cristianismo era una herejía que tenia
que ser exterminada, la persiguió sin compasión creyendo que estaba dándole un
servicio a Dios: “Yo ciertamente había creído mi
deber hacer muchas cosas contra el nombre de Jesús de Nazaret; lo cual también
hice en Jerusalén. Yo encerré en cárceles a muchos de los santos, habiendo
recibido poderes de los principales sacerdotes; y cuando los mataron, yo di mi
voto. Y muchas veces, castigándolos en todas las sinagogas, los forcé a
blasfemar; y enfurecido sobremanera contra ellos, los perseguí hasta en las
ciudades extranjeras”, (Hechos 26:9-11). A lo largo de la historia
estas palabras de Cristo se han cumplido, muchos han perseguido a los
cristianos creyendo que le hacen un favor a sus divinidades, y aun, durante el
tiempo de la santa inquisición, millones de cristianos fueron torturados hasta
la muerte en nombre de la iglesia católica creyendo que con esto prestaban un
servicio a Dios, pero no es así, sino que nunca conocieron a Dios el Padre, ni
a nuestro Señor Jesús: Y harán esto porque no
conocen al Padre ni a mí; y por ello el diablo segando a estos hombres,
levantando persecuciones terribles sobre la iglesia, pero a pesar de ello, el
Señor la ha sostenido.
¿ESTO NO SE LOS HABÍA DICHO ANTES?
“Más os he dicho estas cosas, para que cuando llegue la hora, os
acordéis de que ya os lo había dicho. Esto no os lo dije al principio, porque
yo estaba con vosotros”.
Juan 16:4
Aquí
queda claro una vez más la razón por la cual les estaba diciendo estas cosas: Más os he dicho estas cosas, para que cuando llegue la hora,
os acordéis de que ya os lo había dicho. Estas palabras quedarían
hoy más que nunca guardadas en su corazón, especialmente cuando viniese la hora
de la prueba y el padecimiento por causa de su nombre, y realmente, Jesús ya
les había advertido en el pasado acerca de padecer por su causa. Por ejemplo,
en su mensaje en el sermón del monte, Él hablo acerca de la bienaventuranza de
padecer por la justicia y su nombre: “Bienaventurados
los que padecen persecución por causa de la justicia, porque de ellos es el
reino de los cielos. Bienaventurados sois cuando por mi causa os vituperen y os
persigan, y digan toda clase de mal contra vosotros, mintiendo. Gozaos y
alegraos, porque vuestro galardón es grande en los cielos; porque así
persiguieron a los profetas que fueron antes de vosotros”, (Mateo
5:10-12). También, cuando lo comisionó como apóstoles, para darles autoridad de
echar fuera demonios en su nombre y sanar dolencias, y enviarlos a predicar su
evangelio, les advirtió que serían entregados a concilios y azotados en las
sinagogas y llevados delante de gobernadores y reyes: “He aquí, yo os envío como a ovejas en medio de lobos; sed,
pues, prudentes como serpientes, y sencillos como palomas. Y guardaos de los
hombres, porque os entregarán a los concilios, y en sus sinagogas os azotarán;
y aun ante gobernadores y reyes seréis llevados por causa de mí, para
testimonio a ellos y a los gentiles. Mas cuando os entreguen, no os preocupéis
por cómo o qué hablaréis; porque en aquella hora os será dado lo que habéis de
hablar. Porque no sois vosotros los que habláis, sino el Espíritu de vuestro
Padre que habla en vosotros”, (Mateo 10:16-20). En esta ocasión les
decía a sus discípulos que tuvieran cuidado de estos hombres, y de ser posible,
evitarlos; pero ahora era totalmente diferente, porque después de su muerte y
resurrección la persecución con su iglesia seria implacable, y por ello, ahora
mas que nunca, les dirige estas palabras, porque ya no estaría con ellos y de
esta forma nunca se las había hecho ver ya que Él se encontraba con ellos: Esto no os lo dije al principio, porque yo estaba con
vosotros. Lo cierto es que a lo largo de la historia la iglesia ha
sido perseguida, y hoy en día las cosas no son fáciles, ya que cuando alguien
quiere consagrarse en santidad para Dios recibe oposiciones, ya sea a través de
la oposición del diablo y sus demonios, el mundo o su misma carne, pero no
debemos desmayar, sabiendo que el Señor nos advirtió que no seria fácil, pero
que encima de todo esto, Él nos daría la victoria final porque las fuerzas del
mal jamás prevalecerían sobre el bien: “Y yo también
te digo, que tú eres Pedro, y sobre esta roca edificaré mi iglesia; y las
puertas del Hades no prevalecerán contra ella”, (Mateo 16:18). La
iglesia jamás será vencida porque esta edificada sobre el fundamento que es
Cristo y es nuestra fe en Él que nos da la victoria.
Juan 16:2-3 alli queda claro que los que matan no conocen ni al Padre ni a Jesús Cristo. ¿Será que ese "dios" del A.T. que lleva muerte es verdaderamente Dios? ¿Será que Jesús Cristo es lo mismo que ese jesucristo que lleva muerte con las cruzadas, con la inquisición, con las armas que bendicen los capellanes militares?
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