“Y estando juntos los fariseos, Jesús les
preguntó, diciendo: ¿Qué pensáis del Cristo? ¿De quién es hijo? Le dijeron: De
David. Él les dijo: ¿Pues cómo David en el Espíritu le llama Señor, diciendo: Dijo
el Señor a mi Señor: Siéntate a mi derecha, Hasta que ponga a tus enemigos por
estrado de tus pies? Pues si David le llama Señor, ¿cómo es su hijo? Y nadie le
podía responder palabra; ni osó alguno desde aquel día preguntarle más”.
Mateo 22:41-46
INTRODUCCIÓN
Llegamos al final del capitulo 22 del
evangelio según Mateo. Si recordamos una vez más, este capitulo inicio con la parábola
del banquete de bodas, la cual formaba parte de un total tres parábolas que venían
desde el capítulo anterior y confrontaban el pecado de los líderes religiosos
que rechazaban a Jesús como Mesías. Luego, vemos la presentación de tres
preguntas que sus enemigos realizaron a Jesús, la primera fue realizada por los
discípulos de los fariseos y herodianos, la segunda fue realizada por los
saduceos y la tercera por los fariseos. Estas preguntas fueron, la pregunta del
tributo al César, la pregunta de la resurrección de los muertos y la pregunta
del mayor de los mandamientos, respectivamente. Ahora, al llegar al final de
este capitulo llegamos a la pregunta que Jesús les realizara a los fariseos,
con la diferencia que ellos no podrán responderles.
La pregunta de Jesús |
LA PREGUNTA DE JESÚS RESPONDIDA POR LOS FARISEOS
“Y estando juntos los fariseos, Jesús les
preguntó, diciendo: ¿Qué pensáis del Cristo? ¿De quién es hijo? Le dijeron: De David”.
Mateo 22:41-42
En esta ocasión es Jesús quien les hace la
pregunta a los fariseos: Y
estando juntos los fariseos, Jesús les preguntó, diciendo: ¿Qué pensáis del
Cristo? ¿De quién es hijo? Después
de haber fracasado en su propósito de tentar a Jesús con alguna pregunta difícil,
es el Señor Jesús que les hace una pregunta que los llevara a responder a la interrogante
de: ¿Quién es Cristo? Las preguntas de sus enemigos tenían como propósito capturar
a Jesús en alguna palabra que pudieran usar para desacreditar su ministerio,
pero lo cierto es que no lograron su fin; sin embargo, ahora, Jesús les realiza
una pregunta que los llevara a que la gente entienda una verdad en cuanto a la su persona, su carácter mesiánico y divino,
algo que estos hombres prefieren callar, pero al fracasar en sus malvadas
intensiones, el Señor los sorprende con esta pregunta que no se esperaban. Cuando
Jesús les pregunta de quién es hijo el Cristo, se está preguntado de quién es
hijo el Mesías. No olvidemos que la palabra Cristo es la equivalente en el
idioma griego a Mesías, la cual es de origen hebreo. La respuesta la dan
inmediatamente los fariseos: Le
dijeron: De David. Aunque
su pregunta era acertada en cierto sentido, no estaba totalmente interpretada a
su máximo nivel de comprensión. Definitivamente, el Mesías tendría que ser hijo
de David, ya que seria el descendiente que se sentaría para siempre en su trono
para reinar. Esto llevaba a los judíos a ver al Mesías en una especie de líder militar
que los dirigiría en su lucha militar que los liberaría de la opresión de los
gentiles, pero este pensamiento estaba lejos de la verdad, ya que la misión del
Mesías iría más allá de eso. No obstante, la pregunta de Jesús no tiene como propósito
hacer referencia a la misión verdadera del Mesías, sino mas bien a su
naturaleza.
LA SEGUNDA PREGUNTA DE JESÚS QUE NO PUDIERON RESPONDER
“¿Pues cómo David en el Espíritu le llama
Señor, diciendo: Dijo el Señor a mi Señor: Siéntate a mi derecha, hasta que
ponga a tus enemigos por estrado de tus pies? Pues si David le llama Señor,
¿cómo es su hijo?”.
Mateo 22:43-45
La primera pregunta tenía como propósito recibir
una respuesta obvia, y así fue, pero esta respuesta abre la puerta para que
Jesús formule otra pregunta que por si solo lleva por deducción lógica su
respuesta: ¿Pues cómo David en el Espíritu le llama
Señor, diciendo: Dijo el Señor a mi Señor: Siéntate a mi derecha, Hasta que
ponga a tus enemigos por estrado de tus pies? Pues si David le llama Señor,
¿cómo es su hijo? Aquí nuestro
Señor les cita un Salmo que ellos conocían y que se le atribuye al rey David: “Jehová dijo a mi Señor: Siéntate a mi
diestra, hasta que ponga a tus enemigos por estrado de tus pies”, (Salmo 110:1). Este es un Salmo que definitivamente
se refiere al Mesías y en este sentido Dios Jehová le dice a “mi Señor”:
Siéntate a mi diestra, hasta que ponga a tus
enemigos por estrado de tus pies.
La palabra Jehová se traduce del hebreo Yahvé (יְהויָה),
mientras que la palabra Señor se traduce
del hebreo Adom (אָדוין), que es una raíz de donde proviene la
palabra Adonai, que significa Señor y es un titulo con el que se conoció
delante de los judíos. Sin embargo, nuestro Señor al momento de citar este Salmo,
lo hace en la versión griega de la Septuaginta y utiliza la palabra griega kúrios
(κύριος) para
referirse tanto a Dios como al Mesías: Dijo el Señor a mi Señor: Siéntate a mi derecha, hasta
que ponga a tus enemigos por estrado de tus pies. En este sentido, no hay diferencia entre Dios y el
Mesáis, ya que ambos son Kúrios, es decir, el Señor, especialmente
porque le esta diciendo que se siente a su diestra lo cual es su propio trono. Por
ello viene David en este Salmo y llama al Mesías, al Cristo, “mi Señor”,
reconociendo su carácter divino, y por ello Jesús les pregunta a los fariseos: Pues si David le llama Señor, ¿cómo es su
hijo? Ciertamente el Cristo, o Mesías, es hijo
de David, porque desciende de él y esto lo vuelve en el heredero legal de su trono
y Jesús cumple con este requisito, tal y como el apóstol Mateo demuestra al
inicio de este evangelio en la genealogía: “Libro de la genealogía de Jesucristo, hijo de David,
hijo de Abraham”,
(Mateo 1:1). No obstante, no solo es hijo de David, sino que también es Hijo de
Dios, y por eso David en su Salmo 110:1 lo llama “mi Señor”, y con esto Jesús
revela que ciertamente Él no solo es el Cristo, sino también el Hijo de Dios
que se sentara a la diestra de su Padre. Por tanto, Jesús es Dios mismo, y a través
de esta pregunta el Señor lo deja muy claro, y de eso las Escrituras dan
testimonio. El mismo Jesús en otra ocasión ratifico su deidad al hacerse igual
a su Padre: “Yo y el Padre uno
somos”, (Juan 10:30). De igual forma, los
apóstoles lo reconocieron como Dios, así lo hizo el apóstol Pedro: “Respondiendo Simón Pedro, dijo: Tú eres el
Cristo, el Hijo del Dios viviente”, (Mateo 16:16). Lo reconoció Natanael después que
Jesús le declaro que lo había visto cuando estaba debajo de la higuera: “Respondió Natanael y le dijo: Rabí, tú eres
el Hijo de Dios; tú eres el Rey de Israel”, (Juan 1:49). Juan escribió su evangelio para
demostrar que Jesús es Dios: “Pero
éstas se han escrito para que creáis que Jesús es el Cristo, el Hijo de Dios, y
para que, creyendo, tengáis vida en su nombre”, (Juan 20:31). El apóstol Pablo reconoció la deidad
de Jesús: “E indiscutiblemente, grande es el misterio
de la piedad: Dios fue manifestado en carne, justificado en el Espíritu, visto
de los ángeles, predicado a los gentiles, creído en el mundo, recibido arriba
en gloria”, (1 Timoteo 3:16). Y aun el incrédulo de
Tomás lo reconoció como Dios: “Entonces
Tomás respondió y le dijo: ¡Señor mío, y Dios mío!”, (Juan 20:28).
LOS FARISEOS NO PUEDEN RESPONDER A ESTA ASEVERACIÓN
“Y nadie le podía responder palabra; ni osó
alguno desde aquel día preguntarle más”.
Mateo 22:46
Es increíble ver como Jesús cambia las
cosas a su favor, esto nos muestra que todo esta en control de Dios y no existe
nada que no vaya a favor de sus escogidos. Aquellos hombres malos comenzaron
esta serie de preguntas difíciles para tentar a Jesús y atraparlo en alguna pregunta,
pero su plan fracaso, sin embargo, Jesús cambia las cosas a su favor haciéndoles
otra pregunta que termina por deducir basado en el Salmo 110:1 de David, que el
Cristo no solo es hijo de David, sino también el Hijo de Dios al cual su Padre
le ha dado que se siente a su diestra en su trono celestial. Desde este momento
ya nadie se atrevió a preguntarla nada más.
Que bendición leer tal maravillosa reflexión, que Jesús los bendiga por siempre!! un fuertísimo abrazototote!
ResponderBorrarIgualmente Dios los bendiga
ResponderBorrar😇😭
Es para mí una gran bendición esta reflexión,ya que me ayuda a poder compartir con el grupo que he creado en mi WhatsApp para mis amigos católicos. Muchas bendiciones,el señor haga prosperar este ministerio.
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