“Entonces habló Jesús a la gente y a sus
discípulos, diciendo: En la cátedra de Moisés se sientan los escribas y los
fariseos. Así que, todo lo que os digan que guardéis, guardadlo y hacedlo; mas
no hagáis conforme a sus obras, porque dicen, y no hacen. Porque atan cargas
pesadas y difíciles de llevar, y las ponen sobre los hombros de los hombres;
pero ellos ni con un dedo quieren moverlas”.
Mateo 23:1-4
INTRODUCCIÓN
Continuamos el estudio a través de este
maravilloso evangelio que Mateo escribió y hoy llegamos al capítulo 23 el cual
contiene las denuncias y amonestaciones que Jesús realiza en contra de los
fariseos y escribas. No olvidemos que los escribas y fariseos en su mayoría
fueron enemigos de nuestro Señor durante el tiempo de su ministerio y como
tales representaban los principales líderes religiosos de su tiempo. El
capítulo en sí se puede dividir en tres partes, la primera es la observación de
Jesús a una religión hipócrita que cargaba a las personas de pesadas cargas que
sus líderes no querían mover (Mateo 23:1-12), luego, la segunda división
consiste en los siete ayes de Jesús (Mateo 23:13-36), y finalmente, la tercera
división corresponde al lamento de Jesús por Jerusalén (Mateo 23:37-39). Este
discurso parece haber sido dado por Jesús en el templo, ya que en el próximo
capitulo se nos dice que se retiró de él: “Cuando Jesús salió del templo y se iba, se acercaron
sus discípulos para mostrarle los edificios del templo”, (Mateo 24.1), y de igual forma, algunos
opinan que el día en el que nuestro Señor les dirigió estas palabras era
martes. No olvidemos que Jesús se encuentra en su última semana de ministerio.
Hoy iniciaremos estudiando los primeros 4 versículos.
Una religión de pesadas cargas |
LA CÁTEDRA DE MOISÉS
“Entonces habló Jesús a la gente y a sus discípulos,
diciendo: En la cátedra de Moisés se sientan los escribas y los fariseos”.
Mateo 23:1-2
Este discurso es dirigido a dos de los
grupos religiosos importante en Judá en el tiempo de Jesús, los escribas y
fariseos. Los escribas eran un grupo cuyo origen se rastrea hasta el mismo
sacerdote Esdras, al cual se le considera uno de los más ilustres escribas: “Este Esdras subió de Babilonia. Era escriba
diligente en la ley de Moisés, que Jehová Dios de Israel había dado; y le
concedió el rey todo lo que pidió, porque la mano de Jehová su Dios estaba
sobre Esdras”, (Esdras 7:6). Antes
de Esdras, ya habían existido otros escribas que se dedicaban a transcribir la
ley de Dios y a documentar la historia de los reyes de Israel, sin embargo,
Esdras llevo este oficio a otro nivel. Esdras es descrito como un escriba
diligente en la ley de Moisés, y la Nueva Versión Internacional de la Biblia lo
traduce como un maestro muy versado en la ley de Dios: “Este Esdras llegó de Babilonia. Era un
maestro muy versado en la ley que el Señor, Dios de Israel, le había dado a
Moisés. Gozaba de la simpatía del rey, y el Señor su Dios estaba con él”, (Esdras 7:6, NVI). Como Escriba, Esdras
se dedicó no solo preservar la ley de Moisés y los profetas, sino también a
enseñar sus estatutos en Israel: “Esdras
se había dedicado por completo a estudiar la ley del Señor, a ponerla en
práctica y a enseñar sus preceptos y normas a los israelitas”, (Esdras 7:10, NVI). Después de cumplidos
los 70 años de cautiverio los judíos comenzaron a regresar a su nación, y
Esdras se preocupó por estudiar las Sagradas Escrituras y enseñárselas para que
el pueblo viviera de acuerdo a ellas. De hecho, de acuerdo con la tradición
judía, se le atribuye a Esdras el haber preservado todos los libros del Antiguo
Testamento que constituían la ley, los profetas y demás escritos, así como
haberlos clasificado tal y como ahora se tiene en el canon hebreo. Por tanto,
fue Esdras quien llevo este oficio a otro nivel que consistía no solo en realizar
las copias fidedignas de la ley, sino en interpretar y enseñar sus estatus con
el fin de instruir al pueblo judío en el correcto caminar con Dios. El otro
grupo al cual el Señor le reprocha su hipocresía es a los fariseos, una secta
de la cual ya en otras ocasiones hemos comentado y que su fin era vivir de
acuerdo a la ley y los profetas, era una secta muy celosa de sus tradiciones y
rigurosa en sus normas religiosas. El objetivo con el cual se creó esta secta
fue bueno al principio ya que después de sufrir las consecuencias de haber
abandonado la ley de Dios y haber pasado 70 años exiliados de su nación, se determinó
fundar un grupo que fomentara el vivir de acuerdo a la ley de Moisés y los
profetas, sin embargo, en función de este fin, la secta se perdió tratando de
introducir una serie de normas que ayudaban al cumplimiento de los mandamientos
y preceptos de Dios. Así llegaron a establecer cientos de normas relacionadas
al lavatorio de manos, el no trabajar en el día de reposo y una serie de prácticas
religiosas que hacían más por ser vistos que por servirle a Dios. Estos hombres
eran los responsables de enseñarle al pueblo la ley de Dios y por ello se
sentaban en la cátedra de Moisés en las sinagogas: En la cátedra de Moisés se sientan los escribas y los
fariseos.
Cátedra de Moisés en medio de las ruinas de una sinagoga |
La
cátedra de Moisés se traduce de las palabras griegas καθέδρα Μωσεύς (kazédra Moseús), y una cátedra era la silla donde el
maestro de la ley se sentaba a enseñarle a los judíos. Los judíos acostumbraban
reunirse en las sinagogas el día de reposo, es decir, el sábado. Cuando el
momento de leer las escrituras llegaba, el encargado de la sinagoga le otorgaba
la oportunidad a un maestro el cual se levantaba de donde estaba sentado junto
al pueblo, y de pie leía la parte de las escrituras del rollo de las Escritura
que le daban, luego venia, y lo enrollaba, y se lo entregaba al encargado de la
sinagoga, y sentándose en la catedra, comenzaba a explicar el significado de lo
que había leído. Esta costumbre la podemos ver en el evangelio según Lucas
donde Jesús entra a una sinagoga en el día de reposo: “Vino a Nazaret, donde se había criado; y en
el día de reposo entró en la sinagoga, conforme a su costumbre, y se
levantó a leer. Y se le dio el libro del profeta Isaías; y habiendo
abierto el libro, halló el lugar donde estaba escrito: El Espíritu del Señor
está sobre mí, Por cuanto me ha ungido para dar buenas nuevas a los pobres; me
ha enviado a sanar a los quebrantados de corazón; a pregonar libertad a los
cautivos, y vista a los ciegos; a poner en libertad a los oprimidos; a predicar
el año agradable del Señor. Y enrollando el libro, lo dio al ministro, y se
sentó; y los ojos de todos en la sinagoga estaban fijos en él. Y comenzó
a decirles: Hoy se ha cumplido esta Escritura delante de vosotros”, (Lucas 4:14-21). Aquí vemos como el
Señor entró en la sinagoga en el día de reposo, según la costumbre de los judíos,
y dice el texto que se levantó a leer, porque estaba sentado junto con todo el
pueblo, luego, puesto de pie, leyó el rollo del profeta Isaías y un texto de
Isaías 61, al terminar de leerlo, le devuelve el libro al ministro, y se vuelve
a sentar, pero se sienta en una silla diferente, que era la silla del maestro,
llamada la cátedra de Moisés, donde sentado, le explicaba e instruía al pueblo
acerca de lo leído en la palabra de Dios. Por tanto, los escribas y fariseos tenían
un gran privilegio y responsabilidad, ya que ellos eran los que tenían que
sentarse en la cátedra de Moisés para enseñarle al pueblo la ley del Señor,
para que estos las comprendiesen y la pusiesen por obra.
UNA RELIGIÓN QUE CARGA A SUS MIEMBROS
“Así que, todo lo que os digan que guardéis,
guardadlo y hacedlo; mas no hagáis conforme a sus obras, porque dicen, y no
hacen. Porque atan cargas pesadas y difíciles de llevar, y las ponen sobre los
hombros de los hombres; pero ellos ni con un dedo quieren moverlas”.
Mateo 23:3-4
En estos versículos el Señor valida que la
enseñanza que estos hombres daban de las Escrituras eran verdaderas y por
tanto, tenían que guardarlo en su corazón y obedecerlo: “Así que, todo lo que os digan que guardéis,
guardadlo y hacedlo. Sin embargo,
Jesús señala el pecado de estos lideres religiosos que enseñaban la palabra de
Dios, pero la violaban de tres formas diferentes. El primer pecado de
estos líderes religiosos era enseñar la ley, pero no la ponían por obra, es más,
sus obras eran contrarias a lo que enseñaban: mas no hagáis conforme a sus obras, porque
dicen, y no hacen. Este
es un error y pecado terrible de muchos predicadores hoy en día, ellos predican
un evangelio de salvación, pero sus obras privadas son contrario a lo que predican,
dan consejos acertados para la vida de acuerdo a la Biblia, pero ellos no la
ponen por obras, ofrecen el camino de salvación por el cual algunas personas
entran, pero ellos no caminan por él y, por tanto, su alma se pierde, mientras
muchos de los que lo oyen hereda la vida eterna y por ello, Charles Spurgeon,
hablando del cuidado que el ministro debe tener de sí mismo, dice que la
primera cosa que este debe asegurarse es de ser salvo y hallarse en el camino
de salvación, porque: “Perderse
bajo la sombra de un púlpito, es cosa muy terrible, ¡pero lo es mucho más
perecer desde el púlpito mismo!”.
Por eso el apóstol Pablo amonestaba a aquellos judíos que se jactaban
delante de los gentiles de ser mejores que ellos porque conocían la ley, pero
de que servía conocerla si no la ponían en práctica, en tal caso ambos grupos
estaban bajo la misma condición de condenación eterna: “He aquí, tú tienes el sobrenombre de judío,
y te apoyas en la ley, y te glorías en Dios, y conoces su voluntad, e instruido
por la ley apruebas lo mejor, y confías en que eres guía de los ciegos, luz de
los que están en tinieblas, instructor de los indoctos, maestro de niños, que
tienes en la ley la forma de la ciencia y de la verdad. Tú, pues, que enseñas a
otro, ¿no te enseñas a ti mismo? Tú que predicas que no se ha de hurtar,
¿hurtas? Tú que dices que no se ha de adulterar, ¿adulteras? Tú que abominas de
los ídolos, ¿cometes sacrilegio? Tú que te jactas de la ley, ¿con infracción de
la ley deshonras a Dios?”, (Romanos 2:17-23). El segundo pecado de estos
lideres religiosos era cargar al pueblo con una serie de tradiciones y normas
religiosas que se volvían cargas insoportables que lejos de traer paz al corazón
de los judíos, traían pena y desolación: Porque atan cargas pesadas y difíciles de llevar, y
las ponen sobre los hombros de los hombres. Israel intento vivir de acuerdo
a la ley, pero por la dureza de su corazón y su naturaleza pecaminosa, les fue
imposible hacerlo de acuerdo a ella, pero los fariseos y escribas habían llevado
esto al máximo de sus posibilidades, porque a la ley de Dios le habían incluido
una serie de normativas que no tenían nada que ver con la verdadera ley y lo
que hacían eran producir en ellos un yugo demasiado pesado para llevar. Por ejemplo,
con respecto a guardar el día de reposo, que es el sábado, el mandamiento
original prohibía trabajar ya que el propósito era apartar ese día para
dedicarlo a la búsqueda de Dios: “Acuérdate
del día de reposo para santificarlo”, (Éxodo 20:8). La ley era
sencilla y su verdadero espíritu era que el hombre pudiese apartarse ese día de
sus quehaceres cotidianos, que no trabajase, que no llevase cargas pesadas y
meditara en la ley divina. Sin embargo, vinieron estos hombres y a esta ley le
incluyeron una serie de normativas que de acuerdo a la Mishná llegaban a no
menos de 39, entre las normativas que habían establecido se prohibía que se
llevaran zapatos clavados (porque el clavo era una carga), que un solo hombre
cargara pan (se permitía que lo cargaran dos hombres), que se usara muleta, que
la mujer cargara bolsa, que llevara aguja en la ropa, y aun discutían si era
lícito llevar pierna de madera. Así por cada mandamiento y precepto de la ley
podemos imaginarnos la innumerable cantidad de normativas que anexaron lo cual provocaban
una enorme carga en los hombres. El tercer pecado de estos escribas y
fariseos era que estas pesadas cargas que imponían a su gente, ellos no las querían
mover ni siquiera con un dedo: pero ellos ni con un dedo quieren moverlas. Estos hombres habían
hecho de la religión judía una pesada carga de normativas que lejos de acercar
al hombre con Dios los alejaba de Él, porque ponían demasiado difícil el camino
que se tenía que llevar, pero lo peor de todo es que estos lideres religiosos
obligaban a la gente a ir por este camino con pesadas cargas, pero ellos no lo hacían.
Hoy en día vemos como algunos lideres espirituales hacen lo mismo con su gente,
les exigen muchas cosas, pero ellos no son ejemplo de ello, ejercen señorío sobre
la gente como si ellos fuesen sus jefes, cuando la Biblia enseña que los pastores
deben apacentar el rebaño siendo ejemplo en lo que hacen: “Ruego a los ancianos que están entre
vosotros, yo anciano también con ellos, y testigo de los padecimientos de
Cristo, que soy también participante de la gloria que será revelada: Apacentad
la grey de Dios que está entre vosotros, cuidando de ella, no por fuerza, sino
voluntariamente; no por ganancia deshonesta, sino con ánimo pronto; no como
teniendo señorío sobre los que están a vuestro cuidado, sino siendo ejemplos de
la grey. Y cuando aparezca el Príncipe de los pastores, vosotros recibiréis la
corona incorruptible de gloria”, (1 Pedro 5:1-4). De igual forma, Pablo le dice a
Timoteo que se esfuerce en ser ejemplo en todo, ya que este es el liderazgo que
la iglesia necesita: “Ninguno
tenga en poco tu juventud, sino sé ejemplo de los creyentes en palabra,
conducta, amor, espíritu, fe y pureza”, (1 Timoteo 4:12).
De estas tres formas, con lideres
que enseñaban, pero no hacían, que ponían pesadas cargas a los hombres y que
ellos no querían mover ni siquiera con un dedo, hacían de la religión una
pesada carga que lejos de acercar al pueblo a Dios los alejaba. Sin embargo, el
verdadero evangelio tenía como propósito liberar al hombre de todas estas pesadas
cargas, por eso Pablo enseñaba la salvación por fe y no por obras, una fe que
descansa en lo que Jesús ya hizo, esta verdad trae paz a nuestro corazón y con
la ayuda del Espíritu Santo a andar en sus preceptos, los cuales no son
gravosos a nosotros, sino una delicia, y sobre todo, tenemos a Cristo, nuestro
Maestro que no solo nos dice que debemos llevar nuestra cruz, sino Él ya lo
hizo y va delante de nosotros siendo ejemplo e inspiración para nosotros.
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