La generosidad de los filipenses (Filipenses 4:14-20)


 

“Sin embargo, bien hicisteis en participar conmigo en mi tribulación. Y sabéis también vosotros, oh filipenses, que, al principio de la predicación del evangelio, cuando partí de Macedonia, ninguna iglesia participó conmigo en razón de dar y recibir, sino vosotros solos; pues aún a Tesalónica me enviasteis una y otra vez para mis necesidades. No es que busque dádivas, sino que busco fruto que abunde en vuestra cuenta. Pero todo lo he recibido, y tengo abundancia; estoy lleno, habiendo recibido de Epafrodito lo que enviasteis; olor fragante, sacrificio acepto, agradable a Dios. Mi Dios, pues, suplirá todo lo que os falta conforme a sus riquezas en gloria en Cristo Jesús. Al Dios y Padre nuestro sea gloria por los siglos de los siglos. Amén”.

Filipenses 4:14-20

 

INTRODUCCIÓN

 

                En esta ocasión estudiaremos la parte final del pensamiento que Pablo inicio allá en el versículo 10 de este capítulo 4 de la carta del apóstol Pablo a los Filipenses, donde Pablo expresa su agradecimiento a dicha iglesia por su gran corazón generoso que los había impulsado a apoyar su ministerio económicamente. Con esto, estaríamos muy cerca de finalizar el estudio de esta maravillosa carta que iniciamos hace un tiempo atrás, no cabe duda de que ha sido de gran edificación haberla considerado. Por hoy, estudiemos estos versículos.

 

generosidad-filipenses
La generosidad de los filipenses

LA GRAN GENEROSIDAD DE LOS FILIPENSES

 

“Sin embargo, bien hicisteis en participar conmigo en mi tribulación. Y sabéis también vosotros, oh filipenses, que, al principio de la predicación del evangelio, cuando partí de Macedonia, ninguna iglesia participó conmigo en razón de dar y recibir, sino vosotros solos; pues aún a Tesalónica me enviasteis una y otra vez para mis necesidades”.

Filipenses 4:14-16

 

                 En estos versículos Pablo resalta la gran generosidad y amistad que la iglesia de Filipos tenia hacia Pablo y su ministerio: Sin embargo, bien hicisteis en participar conmigo en mi tribulación. Definitivamente eran unos buenos amigos ya que habían apoyado al apóstol durante los momentos difíciles de su ministerio, habían buscado la forma no solo de darle apoyo moral o consolarlo en los momentos difíciles, sino, aun, algunos de ellos habían sido enviados a apoyarlo en momentos claves de su ministerio: “Mas tuve por necesario enviaros a Epafrodito, mi hermano y colaborador y compañero de milicia, vuestro mensajero, y ministrador de mis necesidades”, (Filipenses 2:25). Aquí Epafrodito, quien había sido enviado a Pablo por los filipenses para apoyarlo, es llamado como el “ministrador de mis necesidades”. Ahora, no solo lo apoyaban moralmente y a través de personas que le ayudaban en su ministerio, sino, también apoyaban financieramente su ministerio: Y sabéis también vosotros, oh filipenses, que, al principio de la predicación del evangelio, cuando partí de Macedonia, ninguna iglesia participó conmigo en razón de dar y recibir, sino vosotros solos…  Mientras estuvo en Filipo, creyentes como Lidia se encargaba de sus necesidades: “Entonces una mujer llamada Lidia, vendedora de púrpura, de la ciudad de Tiatira, que adoraba a Dios, estaba oyendo; y el Señor abrió el corazón de ella para que estuviese atenta a lo que Pablo decía. Y cuando fue bautizada, y su familia, nos rogó diciendo: Si habéis juzgado que yo sea fiel al Señor, entrad en mi casa, y posad. Y nos obligó a quedarnos”, (Hechos 16:14-15), pero al salir de Filipos, estos continuaron apoyando a Pablo, es más, en estos versículos se afirma que fue más de una vez que Pablo recibió su ayuda estando en Tesalónica: … pues aún a Tesalónica me enviasteis una y otra vez para mis necesidades. Es muy probable que la iglesia de Macedonia a la cual Pablo le reconoce su ayuda económica en 2 Corintios sea Filipos: “Asimismo, hermanos, os hacemos saber la gracia de Dios que se ha dado a las iglesias de Macedonia; que en grande prueba de tribulación, la abundancia de su gozo y su profunda pobreza abundaron en riquezas de su generosidad”, (2 Corintios 8:1-2). Definitivamente los verdaderos ministerios necesitan al menos dos tipos de ayuda de parte de los creyentes, la primera es la ayuda en el campo ministerial, es decir, como Epafrodito y Timoteo, asistirles, como un equipo de trabajo que le ayudan en la oración y demás actividades relacionadas con el trabajo de la predicación del evangelio. Además, necesita la ayuda económica, ayuda que debe estar destinada al avance del evangelio y la manutención del ministro, ya que, si trabaja en el ministerio, es aceptable de que viva de él: “¿No sabéis que los que trabajan en las cosas sagradas, comen del templo, y que los que sirven al altar, del altar participan? Así también ordenó el Señor a los que anuncian el evangelio, que vivan del evangelio”, (1 Corintios 9:13-14). Ahora, con esto los creyentes debemos tener mucho cuidado ya que no se trata de apoyar supuestos “ministerios” que solo ven el evangelio como una fuente de ganancia, antes debemos discernir antes de ser victimas de algunos estafadores que en el nombre de la religión buscan el dinero de la gente.

 

LA AYUDA ENVIADA A TRAVÉS DE EPAFRODITO

 

“No es que busque dádivas, sino que busco fruto que abunde en vuestra cuenta. Pero todo lo he recibido, y tengo abundancia; estoy lleno, habiendo recibido de Epafrodito lo que enviasteis; olor fragante, sacrificio acepto, agradable a Dios”.

Filipenses 4:17-18


                   Ahora, Pablo estaba convencido de una cosa: No es que busque dádivas, sino que busco fruto que abunde en vuestra cuenta. Pablo no era un ministro que obligaba a todas las iglesias que había fundado a que le dieran una aportación económica: “Si nosotros sembramos entre vosotros lo espiritual, ¿es gran cosa si segáremos de vosotros lo material? Si otros participan de este derecho sobre vosotros, ¿cuánto más nosotros? Pero no hemos usado de este derecho, sino que lo soportamos todo, por no poner ningún obstáculo al evangelio de Cristo”, (1 Corintios 9:11-12). Sin embargo, permitía que algunas de ellas mostrasen su generosidad para que en ellas abundase la bendición de parte de Dios y esto realmente es así, ya que cuando uno es generoso con la obra de Dios somos bendecidos de su parte y abundamos en muchos frutos, y de igual forma, aquel que recibe la ayuda es bendecido por Dios por medio de aquellos a quienes el mismo Señor usa para tal fin: Pero todo lo he recibido, y tengo abundancia; estoy lleno. Esta ayuda económica que el apóstol había recibido fue enviada por medio de Epafrodito: habiendo recibido de Epafrodito lo que enviasteis; olor fragante, sacrificio acepto, agradable a Dios. Esta afirmación que encontramos en este versículo nos lleva al segundo punto que queríamos tocar tocante a la afirmación que algunos hacen de que Filipenses es la unión de dos cartas que Pablo escribió en diferentes momentos.

 

            Si nos damos cuenta, casi al final de su carta el apóstol agradece a los filipenses la ayuda que le enviaron por medio de Epafrodito, pero, allá en el capitulo 2 de esta misma carta dijo que Epafrodito había estado gravemente enfermo y que por poco se muere: “Mas tuve por necesario enviaros a Epafrodito, mi hermano y colaborador y compañero de milicia, vuestro mensajero, y ministrador de mis necesidades; porque él tenía gran deseo de veros a todos vosotros, y gravemente se angustió porque habíais oído que había enfermado. Pues en verdad estuvo enfermo, a punto de morir; pero Dios tuvo misericordia de él, y no solamente de él, sino también de mí, para que yo no tuviese tristeza sobre tristeza. Así que le envío con mayor solicitud, para que, al verle de nuevo, os gocéis, y yo esté con menos tristeza”, (Filipenses 2:25-28). ¿Cómo es posible que casi al inicio Epafrodito estaba recuperándose de una enfermedad que casi lo mata y al final de la misma carta Pablo está diciendo que acaba de recibir su valiosa ayuda de parte de este mismo? Bueno, algunos afirman que esta es una evidencia de que aquí tenemos otra carta, de hecho, la consideran la primera carta que Pablo dirigió a los filipenses, la llaman la carta del agradecimiento y constituye la parte de Filipenses 4:10-20, mientras que a Filipenses 1:1-4:9, 21-23, le llaman la carta de la amistad y consideran que fue escrita posteriormente, luego, con el tiempo fueron unidas en un solo volumen tal y como hoy la tenemos.

 

NADA NOS FALTARA EN CRISTO JESÚS

 

“Mi Dios, pues, suplirá todo lo que os falta conforme a sus riquezas en gloria en Cristo Jesús. Al Dios y Padre nuestro sea gloria por los siglos de los siglos. Amén”.

Filipenses 4:19-20

                 

                 El apóstol Pablo finaliza su agradecimiento con estas palabras: Mi Dios, pues, suplirá todo lo que os falta conforme a sus riquezas en gloria en Cristo Jesús. Al Dios y Padre nuestro sea gloria por los siglos de los siglos. Amén. Definitivamente solo Dios puede suplir todas nuestras necesidades, según sus riquezas en gloria en Cristo Jesús, el Señor sabe qué es lo que necesitamos y sabe proveer no solo lo material, sino también lo espiritual, todo para nuestro bien y para que sus propósitos se cumplan en nosotros, a todo esto, Pablo le agrega un “amen”, es decir, un, “así sea”. Si confiamos en Dios nada nos faltará, el Señor siempre tendrá cuidado de nosotros y estaremos siendo guiados por su divina providencia.


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