“Saludad a todos los santos en Cristo Jesús. Los hermanos
que están conmigo os saludan. Todos los santos os saludan, y especialmente los
de la casa de César. La gracia de nuestro Señor Jesucristo sea con todos
vosotros. Amén”.
Filipenses 4:21-23
INTRODUCCIÓN
Con estos tres versículos estaríamos finalizando el estudio de la epístola de apóstol Pablo a los Filipenses. No cabe la menor de las dudas que como los demás libros de las Sagradas Escrituras, Filipenses es una carta maravillosa, sus temas principales son el gozo y el agradecimiento, además de desprender un sentimiento de amistad y hermandad al ver el tipo de relación en Cristo Jesús que esta iglesia y Pablo tenían, lo cual nos desafía a nosotros a imitar. Ahora, en estos últimos tres versículos, el apóstol Pablo se despide de sus lectores y como en toda la Escritura encontramos más enseñanzas que edifican nuestra vida cristiana, especialmente si entendemos el trasfondo etimológico de las palabras que el apóstol dirige a los filipenses y su profundo significado espiritual. Ahora pues, nos dedicaremos a estudiar los últimos versículos de esta carta y así finalizar su estudio.
La despedida del apóstol Pablo |
LOS QUE SALUDAN
“Saludad a todos los santos en Cristo Jesús. Los hermanos
que están conmigo os saludan. Todos los santos os saludan, y especialmente los
de la casa de César”.
Filipenses 4:21-22
En estos dos versículos el apóstol Pablo pide que saluden a todos los
creyentes de Filipos y al mismo tiempo dice que los que estaban con él les
saludaban: “Saludad a todos los santos en Cristo
Jesús. Los hermanos que están conmigo os saludan. Todos los santos os saludan.
Al considerar las palabras en griego resaltan algunas cosas interesantes. En
primer lugar, la palabra griega que se traduce como “saludad” o “saludan”, es aspázomai
(ἀσπάζομαι), la cual literalmente
significa: “encerrar en los brazos” o abrazar. De esta manera el amor
fraternal del apóstol se deja ver y si hay una característica que debe
distinguir a la iglesia cristiana debe ser eso precisamente, el amor fraternal,
el cariño sincero entre los hermanos. Ahora, es interesante ver los dos
calificativos que el apóstol usa para referirse a los cristianos, en primer lugar,
los llama santos. La palabra santo se traduce del griego jágios
(ἅγιος), la cual hace referencia
a algo que ha sido sacado de en medio o puesto aparte, y eso es lo que
somos los cristianos, hemos sido sacados de este mundo, hemos sido puestos
aparte para ser consagrados para un propósito especial, para seguir un camino
diferente al que antes llevábamos, para vivir de una manera diferente a la vida
de pecado que antes llevábamos, y en este sentido es que somos santos delante
de Dios. En segundo lugar, Pablo llama a los cristianos hermanos,
palabra que se traduce del griego adelfós (ἀδελφός),
la cual literalmente significa eso, hermano. Los creyentes debemos vernos
como verdaderos hermanos, no de sangre, sino en la fe, y así como
existe un vinculo de amor que une a los hermanos de sangre, de igual manera los
hermanos en Cristo debemos estar unidos en el vínculo del amor. Ahora, Pablo
pedía que saludaran a todos los creyentes de Filipos y les decía que les
saludaban todos los santos que estaban con él incluyendo los de la casa de
César: Todos los santos os saludan, y especialmente
los de la casa de César. Con esto no necesariamente debemos
entender que los de la “casa de César” se refieren a los parientes del
emperador, es más probable que se refiera a las personas que le servían de
cerca. Es increíble ver el poder que el evangelio tiene de alcanzar a
las personas de todos los estratos sociales, incluyendo aquellas que se
encuentra en posiciones de mayor privilegio o estatus, definitivamente Pablo ocupaba
bien su tiempo ya que a pesar de que se encontraba en una prisión, no había
perdido tiempo en quejarse de su situación, antes había testificado en Roma a
todo aquel que lo oía, incluyendo las personas que le servían al César.
LA GRACIA SEA CON VOSOTROS
“La gracia de nuestro Señor Jesucristo sea con todos
vosotros. Amén”.
Filipenses 4:23
Este saludo deja ver el gran cariño y aprecio que el apóstol Pablo sentía
por la iglesia de Filipos, los llama santos y hermanos, ya que definitivamente
eso eran para él, eran hombres y mujeres elegidos por Dios para vida eterna,
sacados de este mundo para vivir para el Señor y ser parte de una familia en
Cristo Jesús. Ahora, Pablo les desea que la gracia siempre este con ellos: La gracia de nuestro Señor Jesucristo sea con todos vosotros.
Amén. La palabra gracia
se traduce del griego járis (χάρις),
la cual podría definirse como la influencia divina ejercida sobre el corazón
del creyente para traer a su vida las bondad y misericordia inmerecida de Dios.
definitivamente eso es la gracia, una bondad inmerecida a través de la cual alcanzamos
todas sus promesas de vida eterna y eso es lo único que necesitamos, que su
gracia nos alcance, porque entonces conoceremos a Jesús, nuestro Señor y
Salvador. Hoy en día es importante no olvidar que todo lo que tenemos es por
gracia: “Pero por la gracia de Dios soy lo que soy;
y su gracia no ha sido en vano para conmigo, antes he trabajado más que todos
ellos; pero no yo, sino la gracia de Dios conmigo”, (1 Corintios
15:10). Definitivamente el apóstol Pablo sabia que era por gracia todo lo
que había logrado, el conocer a Cristo, sus victorias alcanzadas,
incluso su trabajo destacado en la obra del Señor era por la gracia de Dios y
no por méritos humanos o por sus muchas habilidades y preparación, antes, la
gracia de Dios actuaba en él por medio de todas estas cosas. De igual
forma nosotros debemos comprender que necesitamos esta gracia actuando sobre
nosotros y no nos referimos a una especie de poder espiritual sensacional, sino
a esa misericordia y respaldo divino que actúa a favor de nosotros, dándonos la
victoria aun en medio de nuestras debilidades: “Y me
ha dicho: Bástate mi gracia; porque mi poder se perfecciona en la debilidad.
Por tanto, de buena gana me gloriaré más bien en mis debilidades, para que
repose sobre mí el poder de Cristo”, (2 Corintios 12:9). La carta
finaliza con la palabra Amén, una palabra exclusiva de la fe cristiana. La palabra
Amén proviene de la palabra hebrea Amen (אָמֵן),
la cual a su vez se translitera al griego en su respectivo equivalente con el
mismo sonido: Amen (ἀμήν). Esta palabra
literalmente significa: “Así sea”, o “ciertísimamente asi es”, de tal forma que
lo que Pablo esta haciendo es reafirma con fe que todos sus deseos de bienestar
hacia los filipenses así serian. Es interesante considerar que en los
textos más tempranos o antiguos la palabra Amén no aparece lo cual sugiere a
algunos que fue una palabra que se injerto posteriormente, de allí que algunas
versiones de la Biblia como la Nueva Traducción Viviente (NTV) o la versión Dios
Habla Hoy (DHH) no la incluyan. Como haya sido, la verdad es que es un gran
final.
Excelente, explicación final de la carta del apóstol Pablo a los Filipenses.
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