La elección de los primeros 7 diáconos (Hechos 6:1-7)


 

“En aquellos días, como creciera el número de los discípulos, hubo murmuración de los griegos contra los hebreos, de que las viudas de aquellos eran desatendidas en la distribución diaria. Entonces los doce convocaron a la multitud de los discípulos, y dijeron: No es justo que nosotros dejemos la palabra de Dios, para servir a las mesas. Buscad, pues, hermanos, de entre vosotros a siete varones de buen testimonio, llenos del Espíritu Santo y de sabiduría, a quienes encarguemos de este trabajo. Y nosotros persistiremos en la oración y en el ministerio de la palabra. Agradó la propuesta a toda la multitud; y eligieron a Esteban, varón lleno de fe y del Espíritu Santo, a Felipe, a Prócoro, a Nicanor, a Timón, a Parmenas, y a Nicolás prosélito de Antioquía; a los cuales presentaron ante los apóstoles, quienes, orando, les impusieron las manos. Y crecía la palabra del Señor, y el número de los discípulos se multiplicaba grandemente en Jerusalén; también muchos de los sacerdotes obedecían a la fe”.

Hechos 6:1-7

INTRODUCCIÓN

 

                En esta oportunidad iniciaremos el estudio de un nuevo capítulo en el libro de Hechos de los Apóstoles, hasta ahora el Señor nos ha permitido estudiar los primeros 5 capítulos de este maravilloso libro a través del cual podemos conocer los inicios de la iglesia cristiana, ahora Lucas, en este capítulo 6, nos introduce a una nueva sección que nos habla más de la vida de los primeros creyentes, específicamente, del cuidado de las viudas, la elección de lo que algunos consideran que son los primeros 7 diáconos y el extraordinario crecimiento que aun continuaba en esta iglesia. Algunos opinan que entre los eventos narrados en Hechos 5 y Hechos 6 hay un lapso de 5 o 6 años, por lo que el tiempo ya había pasado y la iglesia se encontraba más organizada.

 

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La elección de los 7 diáconos


EL CUIDADO DE LAS VIUDAS EN LA IGLESIA

 

“En aquellos días, como creciera el número de los discípulos, hubo murmuración de los griegos contra los hebreos, de que las viudas de aquellos eran desatendidas en la distribución diaria”.

Hechos 6:1

 

                  Lucas inicia esta nueva sección con las palabras: En aquellos días… Nuestra mente occidental pudiera creer que se tratan de días cercanos a los acontecimientos narrados en el capítulo 5; pero realmente no es así. La palabra “días”, se traduce del griego jeméra (ἡμέρα), la cual no habla que habían pasado unos pocos días, sino muchos, tanto así que a veces se traduce como edad o era, como para referirse a una buena cantidad de años transcurridos. Por esto, algunos opinan que entre Hechos 5 y Hechos 6 había transcurrido entre 5 a 6 años. Ahora, durante este tiempo la iglesia había crecido, no sin que se presentaran los primeros problemas internos: … como creciera el número de los discípulos, hubo murmuración de los griegos contra los hebreos, de que las viudas de aquellos eran desatendidas en la distribución diaria. Durante este tiempo la iglesia atendía a diario a las viudas, proveyéndoles alimentación; sin embargo, hubo una queja relacionada con las murmuraciones que se habían levantado al interior de la iglesia ya que los griegos se quejaban de que sus viudas eran descuidadas y solo se atendían a las viudas de los hebreos. La palabra que se traduce como “griegos” proviene del griego jelenistés (Ἑλληνιστής), que literalmente significa “helenistas”. Un helenista era un judío que se había criado en el extranjero y que generalmente hablaba griego como su lengua materna, mientras que los hebreos son los judíos que habían nacido en Israel y su lengua era el arameo y hebreo. Generalmente la mente judía tendía a clasificar como más santo aquello que estaba más cerca del templo, así, la nación santa era Israel, pero más santo su capital Jerusalén, pero más santo el Templo, pero mayor el lugar santísimo, y así tendían a clasificar y santificar las cosas. De esta forma, tendían a ver con mayor prioridad y privilegio a los judíos que habían nacido en Israel, versus los judíos helenistas y este prejuicio había influenciado a la iglesia de tal forma que las viudas helenistas eran desatendidas en la distribución diaria que se tenía. La versión de la Biblia, Nueva Traducción Viviente, traduce este versículo capturando el pensamiento que hemos desarrollado: “Al multiplicarse los creyentes rápidamente, hubo muestras de descontento. Los creyentes que hablaban griego se quejaban de los que hablaban hebreo diciendo que sus viudas eran discriminadas en la distribución diaria de los alimentos”, (Hechos 6:1, NTV).

 

            Es interesante ver cómo los primeros cristianos comprendieron el evangelio de Cristo, recordemos que la iglesia que recién había surgido en Jerusalén y aún no se había comenzado a propagar en otras partes del mundo recibía su instrucción y dirección de los apóstoles del Señor, los cuales a su vez habían pasado 3 años y medio con Jesús siendo instruidos en aquello que ahora estaban haciendo. La vida cristiana no solo consistía en la predicación del evangelio para salvación de almas, o en la vida en comunión y adoración, sino, en la ayuda que prestaban a los más necesitados. Ya vimos en capítulos anteriores cómo los creyentes traían el precio de sus propiedades y las ponían a los pies de los apóstoles para que estos lo distribuyesen y no hubiese entre ellos algún necesitado. Ahora vemos como la iglesia cada día distribuía alimento a las viudas, un grupo vulnerable en la sociedad de aquel entonces. Desde el Antiguo Testamento Dios se ha identificado con los más necesitados: “Padre de huérfanos y defensor de viudas es Dios en su santa morada. Dios hace habitar en familia a los desamparados; saca a los cautivos a prosperidad; más los rebeldes habitan en tierra seca”, (Salmos 68:5-6). Recordemos que en esta cultura el gobierno familiar era patriarcal lo que significa que todo sustento en el hogar dependía de un hombre, al morir este y no tener otro pariente que le redimiese o familia que la recibiera, la viuda quedaba totalmente desamparada y como le paso a Rut, solo le quedaba espigar lo que caía de las cosechas en los campos. El apóstol Pablo daba algunos criterios en cuanto a saber cómo se debía tratar una viuda: “Honra a las viudas que en verdad lo son. Pero si alguna viuda tiene hijos, o nietos, aprendan estos primero a ser piadosos para con su propia familia, y a recompensar a sus padres; porque esto es lo bueno y agradable delante de Dios. Mas la que en verdad es viuda y ha quedado sola, espera en Dios, y es diligente en súplicas y oraciones noche y día. Pero la que se entrega a los placeres, viviendo está muerta. Manda también estas cosas, para que sean irreprensibles”, (1 Timoteo 5:3-7). Pablo exhortaba a la familia de la viuda a cuidarla, luego, más adelante brinda otros criterios para seleccionar a aquellas viudas a las cuales se les tendría que ayudar: “Sea puesta en la lista solo la viuda no menor de sesenta años, que haya sido esposa de un solo marido, que tenga testimonio de buenas obras; si ha criado hijos; si ha practicado la hospitalidad; si ha lavado los pies de los santos; si ha socorrido a los afligidos; si ha practicado toda buena obra. Pero viudas más jóvenes no admitas; porque cuando, impulsadas por sus deseos, se rebelan contra Cristo, quieren casarse, incurriendo así en condenación, por haber quebrantado su primera fe. Y también aprenden a ser ociosas, andando de casa en casa; y no solamente ociosas, sino también chismosas y entremetidas, hablando lo que no debieran. Quiero, pues, que las viudas jóvenes se casen, críen hijos, gobiernen su casa; que no den al adversario ninguna ocasión de maledicencia. Porque ya algunas se han apartado en pos de Satanás. Si algún creyente o alguna creyente tiene viudas, que las mantenga, y no sea gravada la iglesia, a fin de que haya lo suficiente para las que en verdad son viudas”, (1 Timoteo 5:9-16). Hoy en día la iglesia también debe identificar aquellos grupos vulnerables e indefensos para involucrase en su ayuda, tal y como la iglesia del primer siglo hacía.

 

EL CUIDADO DE LAS VIUDAS EN LA IGLESIA

 

“Entonces los doce convocaron a la multitud de los discípulos, y dijeron: No es justo que nosotros dejemos la palabra de Dios, para servir a las mesas. Buscad, pues, hermanos, de entre vosotros a siete varones de buen testimonio, llenos del Espíritu Santo y de sabiduría, a quienes encarguemos de este trabajo. Y nosotros persistiremos en la oración y en el ministerio de la palabra”.

Hechos 6:2-4


                    Ante tal situación, los apóstoles se pronunciaron al respecto: Entonces los doce convocaron a la multitud de los discípulos, y dijeron: No es justo que nosotros dejemos la palabra de Dios, para servir a las mesas. Vemos aquí como se les llama a los apóstoles, “los 12”, lo cual sugiere que Matías ya había tomado su rol como sucesor de Judas, ahora, la afirmación de los apóstoles pudiera parecer pretenciosa al decir que ellos que estaban entregados a la enseñanza y predicación no podía dedicarse a servir las mesas de las viudas de los griegos, pero la verdad es que no debemos verlo tan mal, ya que de alguna manera ellos tenían razón. La iglesia debe caracterizarse por crear diferentes ministerios que busquen aumentar el alcance de esta, así, habrá personas a las cuales Dios ha dotado con los dones de la enseñanza y predicación totalmente entregados a eso, pero, otros serán llamados a otros ministerios no menos importantes como estos, tal y como podría ser el servicio a los santos, la oración y otros que se destacan durante la realización del culto y otras áreas de servicio que la misma iglesia pueda tener. Por tanto, la propuesta fue buscar 7 varones que pudieran dedicarse a brindar este servicio dentro de la iglesia: Buscad, pues, hermanos, de entre vosotros a siete varones de buen testimonio, llenos del Espíritu Santo y de sabiduría, a quienes encarguemos de este trabajo. Y nosotros persistiremos en la oración y en el ministerio de la palabra. Para algunos aquí tenemos la elección de los primeros diáconos, aunque no todos concuerdan en esta aseveración, lo cierto es que los apóstoles exhortaron a la congregación a elegir de entre ellos a 7 varones que se dedicar a servir en las mesas de las viudas de los griegos, estos deberían cumplir ciertos requisitos: De buen testimonio, llenos del Espíritu Santo y de sabiduría. El buen testimonio es indispensable para poder ejercer un ministerio o servicio dentro de la iglesia, no importa de cual se trate, todos los servicios prestados en la iglesia son digno y de gran importancia y es determinante la pureza espiritual para ser efectivos en nuestro trabajo en la obra de Dios, de igual manera, ser lleno del Espíritu Santo, habla de ese respaldo sobrenatural que tenemos de parte del Espíritu Santo como consecuencia de nuestra consagración y comunión que tengamos con Él. No debemos olvidar de nuestra lucha no es contra seres humanos, sino contra el reino espiritual de Satanás, nuestras armas no son carnales, sino espirituales, por tanto, es determinante nuestro nivel de comunión y santidad delante de Dios, si nos encontramos sucios o en pecado, nuestra efectividad en la obra de Dios será pobre o nula, pero si vivimos para Dios, en santidad, no habrán estorbos para que el poder del Espíritu Santo se manifieste a través de nuestras vidas para su gloria y avance del reino de Dios. Finalmente, se pidió que estos varones fueran hombres de sabiduría, es decir, personas que saben aplicar correctamente el conocimiento para gloria de Dios, de manera acertada y beneficio de los demás. Alguien puede tener mucho conocimiento, pero la sabiduría es otra cosa. De esta manera, los apóstoles solicitaron que se eligieran 7 varones que cumplieran estas características para dicho servicio y así ellos persistirían en la oración y en el ministerio de la palabra. No debemos olvidar que nuestros pastores necesitan personas que les ayuden en el ministerio, personas que sea un apoyo en tantas tareas y como el cuerpo de Cristo debemos encontrar esa área en la cual habremos de desempeñarnos.

 

LA ELECCIÓN DE LOS PRIMEROS DIÁCONOS

 

“Agradó la propuesta a toda la multitud; y eligieron a Esteban, varón lleno de fe y del Espíritu Santo, a Felipe, a Prócoro, a Nicanor, a Timón, a Parmenas, y a Nicolás prosélito de Antioquía; a los cuales presentaron ante los apóstoles, quienes, orando, les impusieron las manos”.

Hechos 6:5-6


                   Como ya lo mencionamos, no todos consideran que estos hombres puedan ser llamados los primeros diáconos, pero un buena parte de comentaristas bíblicos consideran que si, al final, la propuesta de los apóstoles agrado a los discípulos y fue la congregación que eligió a estos varones para tal servicio. Es importante hacer notar que los que eligieron a los primeros diáconos fue el pueblo, así como hoy en día estos deben elegirse basado en los requisitos que la misma palabra de Dios establece en estos versículo y en los encontrados en 1 Timoteo: “Los diáconos asimismo deben ser honestos, sin doblez, no dados a mucho vino, no codiciosos de ganancias deshonestas; que guarden el misterio de la fe con limpia conciencia. Y estos también sean sometidos a prueba primero, y entonces ejerzan el diaconado, si son irreprensibles. Las mujeres asimismo sean honestas, no calumniadoras, sino sobrias, fieles en todo. Los diáconos sean maridos de una sola mujer, y que gobiernen bien sus hijos y sus casas. Porque los que ejerzan bien el diaconado, ganan para sí un grado honroso, y mucha confianza en la fe que es en Cristo Jesús”, (1 Timoteo 3:8-13). Ahora, a continuación, se nos presentan sus nombres, todos nombres de origen griego que los judíos solían también usar: y eligieron a Esteban, varón lleno de fe y del Espíritu Santo, a Felipe, a Prócoro, a Nicanor, a Timón, a Parmenas, y a Nicolás prosélito de Antioquía. En primer lugar, tenemos a Esteban, cuyo nombre se traduce del griego Stéfanos (Στέφανος), y se traduce como “corona”, el cual la misma Biblia declara que era un varón lleno de fe y del Espíritu Santo, el cual, como veremos más adelante, presentara un testimonio excepcional acerca de Cristo, con un increíble dominio de las Escrituras y gran coraje delante de los judíos lo cual lo llevara a la muerte, convirtiéndose así en el primer mártir de la iglesia cristiana. Luego tenemos el nombre de Felipe, el cual no es el Felipe de los 12 apóstoles del cordero. Felipe es conocido como Felipe el evangelista: “Al otro día, saliendo Pablo y los que con él estábamos, fuimos a Cesárea; y entrando en casa de Felipe el evangelista, que era uno de los siete, posamos con él”, (Hechos 21:8). Este es el mejor modelo que tenemos del ministerio de evangelista, su enfoque en predicar solamente a Cristo para ganar almas, así lo vemos, evangelizando personalmente al funcionario etíope (Hechos 8:26-32), así como predicando el mensaje del evangelio a multitudes en Samaria, dando inicio así a la primera iglesia en dicho lugar (Hechos 8:4-25). Luego, se nos menciona a Prócoro, Nicanor, Timón y Parmenas, después de este pasaje, la Biblia no vuelve a mencionarlos y aunque existen tradiciones que hablan de ellos y hasta son venerados como santos en algunos lugares, la verdad es que dicha información no es muy confiable. Finalmente, tenemos a Nicolás prosélito de Antioquía, del cual algunos padres de la iglesia primitiva como Ireneo y Eusebio de Cesárea afirmaron que fue el fundador de la secta de los nicolaítas que se menciona en el libro de Apocalipsis 2:6, 15). No obstante, no todos los padres de la iglesia primitiva estuvieron de acuerdo con estas afirmaciones. Al final, estos 7 hombres de buen testimonio, llenos del Espíritu Santo y de sabiduría fueron elegidos entre toda la congragación y los apóstoles les impusieron las manos para instalarlos en su privilegio y encomendarlos para la santa labor para la cual habían sido elegidos: a los cuales presentaron ante los apóstoles, quienes, orando, les impusieron las manos. Vemos la costumbre de la imposición de manos para orar e instalar a los nuevos miembros que toman un ministerio dentro de la iglesia, costumbre que no debemos abandonar.

 

LA IGLESIA CONTINÚA CRECIENDO

 

“Y crecía la palabra del Señor, y el número de los discípulos se multiplicaba grandemente en Jerusalén; también muchos de los sacerdotes obedecían a la fe”.

Hechos 6:7


                Finalmente, encontramos otro versículo que nos habla del increíble crecimiento que la iglesia experimentaba en aquel entonces: Y crecía la palabra del Señor, y el número de los discípulos se multiplicaba grandemente en Jerusalén; también muchos de los sacerdotes obedecían a la fe. Es increíble ver como aun los sacerdotes obedecían a la fe, una muestra del verdadero poder del mensaje del evangelio que puede alcanzar aun a los religiosos mas fieles y así liberarlos de sus creencias erradas.

 


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