“Porque no quiero, hermanos, que ignoréis que nuestros
padres todos estuvieron bajo la nube, y todos pasaron el mar; y todos en Moisés
fueron bautizados en la nube y en el mar, y todos comieron el mismo alimento
espiritual, y todos bebieron la misma bebida espiritual; porque bebían de la
roca espiritual que los seguía, y la roca era Cristo. Pero de los más de ellos
no se agradó Dios; por lo cual quedaron postrados en el desierto”.
1 Corintios 10:1-5
INTRODUCCIÓN
Cuando llegamos al capítulo 10
uno podría pensar que se rompe el hilo del pensamiento que se viene
desarrollando desde el capítulo 8 referente a lo sacrificado a los ídolos ya
que en este se presentan una serie de analogías respecto al pueblo de Israel en
el desierto, sus pecados y el fin que tuvieron. Si recordamos el capítulo 8
retoma una de las preguntas que los corintios le habían hecho al apóstol
concerniente a que si era lícito comer de lo sacrificado a los ídolos ya que
algunos creyentes que habían adquirido un conocimiento superior a otros lo
estaban haciendo. Sin embargo, Pablo les dice a estos que se abstengan de tales
cosas por amor a los débiles en la fe ya que esa conducta estaba dañando sus
débiles conciencias y algunos podían tropezar en la fe. Posteriormente en el
capítulo 9 Pablo pone su ejemplo personal de cómo ha renunciado a sus derechos
de apóstol con tal de contribuir aún más con la efectividad de la proclamación
de la palabra de Dios, y como se hace a los libres, esclavos, judíos o gentiles
para ganarlos a Cristo. Finaliza este capítulo poniendo el ejemplo de la
disciplina y negación de los atletas que compiten por un premio terrenal, así
el cristiano tiene que considerar su conducta y disciplinar su vida negándose a
algunas cosas si quiere alcanzar la meta de ganar a muchos para Cristo y llegar
al cielo. Ahora llegamos al capítulo 10 donde enlaza su enseñanza del dominio
propio y la disciplina para alcanzar la meta final con algunos ejemplos del
Antiguo Testamento de personas que gozaron de la oportunidad y bendiciones de
Dios para entrar en la tierra prometida pero no lo lograron. Es muy seguro que
los fuertes en la fe habían llegado a la convicción de que los ídolos no eran
nada y por eso comían de lo que se sacrificaba a los dioses paganos, pero otros
habían llegado al extremo de participar de los grandes banquetes que se
realizaban en Corinto donde había borracheras y orgias contaminándose que esta
maldad. Pablo quiere advertirles el cuidado que como cristianos deben tener al
guardarse de estas contaminaciones y no pensar que por el hecho de ser miembro
de la iglesia o participar de sus ceremonias o sacramentos son salvos.
Israel en el desierto |
UNA ALEGORÍA ENTRE ISRAEL Y LA IGLESIA
“Porque no quiero, hermanos, que ignoréis que nuestros
padres todos estuvieron bajo la nube, y todos pasaron el mar; y todos en Moisés
fueron bautizados en la nube y en el mar, y todos comieron el mismo alimento
espiritual, y todos bebieron la misma bebida espiritual; porque bebían de la
roca espiritual que los seguía, y la roca era Cristo”.
1 Corintios 10:1-4
La palabra “porque” hace un enlace directo con lo que se viene hablando en el
capítulo anterior. Los fuertes en la fe no estaban considerando lo serio que
era que sus hermanos débiles tropezaran de la fe por sus comportamientos
externos al comer de lo sacrificado de los ídolos, y algunos de ellos confiando
en sus conocimientos posiblemente habían caído en el extremo de hasta
contaminarse en los festines paganos. Ellos posiblemente creían que porque pertenecían
a la iglesia y participaban en los sacramentos ya tenían su salvación
asegurada; pero Pablo los insta a considerarlo seriamente. Con las palabras: no quiero, hermanos,
que ignoréis, se introduce en el ejemplo del pueblo de Israel. No se
trata aquí de que los corintios no conociesen la historia, más bien el énfasis
del apóstol está en que comprendan la enseñanza espiritual que hay detrás de
ella. Él les habla acerca de nuestros padres, considerando que en Cristo todos
somos ahora un solo pueblo: “Porque él es nuestra paz, que de ambos pueblos hizo uno,
derribando la pared intermedia de separación, aboliendo en su carne las
enemistades, la ley de los mandamientos expresados en ordenanzas, para crear en
sí mismo de los dos un solo y nuevo hombre, haciendo la paz”,
(Gálatas 2:14-15). Les recuerda como los israelitas estuvieron bajo la nube
durante su peregrinaje a través del desierto y Dios no se apartó de ellos
dirigiéndolos con una columna de nube en el día y una columna de fuego en la
noche: “Y Jehová
iba delante de ellos de día en una columna de nube para guiarlos por el camino,
y de noche en una columna de fuego para alumbrarles, a fin de que anduviesen de
día y de noche. Nunca se apartó de delante del pueblo la columna de nube de
día, ni de noche la columna de fuego”, (Éxodo 13:21-22). A parte de
esto Pablo dice que les dividió el mar rojo para que pasaran en seco cuando
huían del faraón: “Y los hijos de Israel fueron por en medio del mar, en seco, teniendo las
aguas por muro a su derecha y a su izquierda”, (Éxodo 14:29).
Ahora
bien, viene Pablo y hace una comparación entre las bendiciones y privilegios
que Israel tenia versus los que tiene la iglesia. El enfoque principal de esta
sección es mostrar un paralelo entre la salvación del Éxodo y la que hoy Cristo
Jesús ofrece. Pablo comienza a hacer su analogía al decir que en Moisés fueron
bautizados en la nube y en el mar, en donde la palabra bautizados viene del griego baptídso (βαπτίζω) la cual significa sumergir o teñir. En este sentido
Israel estuvo sumergido literalmente en la nube que los rodeaba así como cuando
pasaron el mar rojo llegaron a estar cubiertos por las paredes de agua que les
permitieron pasar en seco. Con esto el apóstol ilustra el acto divino que Dios
uso para recordarle a Israel que obra salvífica al liberarlos para siempre de
Egipto. De igual forma la iglesia de Corinto practicaba el bautismo en agua,
una ordenanza para todo cristianos que simboliza la muerte, sepultura y
resurrección de Cristo, así como un testimonio público que morimos a la antigua
vida y la iglesia en Corinto podía sentirse segura por el simple hecho de
haberlo practicado. También Israel fue alimentado durante su travesía por el
desierto: y todos comieron el mismo alimento espiritual, y todos
bebieron la misma bebida espiritual. El alimento
espiritual al cual se refiere Pablo es el mana del cielo: “E hizo llover sobre ellos maná para que
comiesen, y les dio trigo de los cielos”, (Salmo 78:24); y la bebida
espiritual de la cual habla es el agua que Moisés hizo brotar de la roca en
Horeb: “He aquí
que yo estaré delante de ti allí sobre la peña en Horeb; y golpearás la peña, y
saldrán de ella aguas, y beberá el pueblo. Y Moisés lo hizo así en presencia de
los ancianos de Israel”, (Éxodo 17:6). Con esta agua sacio la sed de
los israelitas y de sus bestias: “Toma la vara, y reúne la congregación, tú y Aarón tu
hermano, y hablad a la peña a vista de ellos; y ella dará su agua, y les
sacarás aguas de la peña, y darás de beber a la congregación y a sus bestias”,
(Números 20:8) Cuando dice: porque bebían de la roca espiritual que los
seguía, alude a una tradición rabínica que aseguraba que
durante el éxodo de Israel en el desierto esta roca los siguió por todas partes
proveyéndoles el agua para calmar su sed y la de sus bestias y Pablo afirma que
esta roca era Cristo: y la roca era Cristo. Así como Israel tenían su comida y bebida espiritual también la
iglesia tiene la santa cena cuyos elementos son el pan y el vino los cuales
representan el cuerpo y sangre de Cristo. Los cristianos corintios se sentían
orgullosos por practicar este sacramento pero Pablo está a punto de decirles
que no se confíen ya que Israel ni aun con todos estos privilegios se salvó.
LAS BENDICIONES PRESENTES Y SACRAMENTOS NO SON GARANTÍA DE NUESTRA SALVACIÓN
“Pero de los más de ellos no se agradó Dios; por lo cual
quedaron postrados en el desierto”.
1
Corintios 10:5
A pesar que Israel gozo de estos privilegios y
vieron mover la mano de Dios no se salvaron debido a su gran incredulidad: Pero de los más de
ellos no se agradó Dios; por lo cual quedaron postrados en el desierto.
Cuando estaban en Cades-barnea a punto de entrar a la tierra prometida Moisés
envió doce espías los cuales al ver a sus habitantes se atemorizaron y
comenzaron a murmurar en contra de Moisés y el Señor (a excepción de Josué y
Caleb): “Vosotros
a la verdad no entraréis en la tierra, por la cual alcé mi mano y juré que os
haría habitar en ella; exceptuando a Caleb hijo de Jefone, y a Josué hijo de
Nun. Pero a vuestros niños, de los cuales dijisteis que serían por presa, yo
los introduciré, y ellos conocerán la tierra que vosotros despreciasteis. En
cuanto a vosotros, vuestros cuerpos caerán en este desierto”,
(Números 14:30-32). Esta actitud desagrado tanto a Dios que ninguno de ellos entre
en la tierra prometida. Así Pablo aconseja a los corintios que no se confíen ya
que solo porque sean bautizados y participen de la cena del Señor no significa
que ya son salvos. Cada cristiano tiene que vivir consiente de su salvación sin
embargo eso no significa que no deber cuidarse de no contaminarse de este mundo
ya que las mismas Escrituras nos exhortan a vivir en temor y temblor delante
del Señor: “Por
tanto, amados míos, como siempre habéis obedecido, no como en mi presencia
solamente, sino mucho más ahora en mi ausencia, ocupaos en vuestra salvación
con temor y temblor”, (Filipenses 2.12). El apóstol Pablo estaba
consciente de la seguridad de su salvación, pero al mismo tiempo sabía que su
libertad estaba condicionada a vivir en completa santidad: “¿Qué, pues, diremos? ¿Perseveraremos en el pecado
para que la gracia abunde? En ninguna manera. Porque los que hemos muerto al
pecado, ¿cómo viviremos aún en él?”, (Romanos 6:1-2). Los corintios
tenían que considerar bien sus acciones velando de no contaminarse con el
paganismo y fornicación que en los sacrificios a los ídolos ocurría y eso es
algo que todos nosotros debe considerar también. Como hijos de Dios debemos
cuidar nuestra santidad como una preciosa joya.
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