“Pues mirad, hermanos, vuestra
vocación, que no sois muchos sabios según la carne, ni muchos poderosos, ni
muchos nobles; sino que lo necio del mundo escogió Dios, para avergonzar a los
sabios; y lo débil del mundo escogió Dios, para avergonzar a lo fuerte; y lo
vil del mundo y lo menospreciado escogió Dios, y lo que no es, para deshacer lo
que es, a fin de que nadie se jacte en su presencia. Más por él estáis vosotros
en Cristo Jesús, el cual nos ha sido hecho por Dios sabiduría, justificación,
santificación y redención; para que, como está escrito: El que se gloría,
gloríese en el Señor”.
1 Corintios 1:26-31
INTRODUCCIÓN
Llegamos
al final del primer capítulo de la primera carta del apóstol Pablo a los
corintios. Con estos versículos el apóstol concluye su mensaje referente a
dónde el hombre puede encontrar la verdadera sabiduría y poder. Ya se vio que
lo más necio de Dios es más sabio que la sabiduría del hombre, y que lo más
débil de Dios es más fuerte que el máximo poder humano, y que el verdadero
poder y sabiduría se encuentran escondidos en el mensaje de la Cruz. Ahora
Pablo concluirá presentando la gloria del cristianismo, la cual no se encuentra
fundamentada en nada de este mundo ni tampoco reservada para un grupo exclusivo
de personas.
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La Gloria del Cristianismo |
NO HAY NADA DE QUE JACTARSE
“Pues mirad, hermanos, vuestra
vocación, que no sois muchos sabios según la carne, ni muchos poderosos, ni
muchos nobles; sino que lo necio del mundo escogió Dios, para avergonzar a los
sabios; y lo débil del mundo escogió Dios, para avergonzar a lo fuerte; y lo
vil del mundo y lo menospreciado escogió Dios, y lo que no es, para deshacer lo
que es, a fin de que nadie se jacte en su presencia”.
1 Corintios 1:26-29
En
estos versículos el apóstol les recuerda a los creyentes de Corinto que no hay
nada de que jactarse, sino más bien recuerden su humilde procedencia: Pues mirad,
hermanos, vuestra vocación, que no sois muchos sabios según la carne, ni muchos
poderosos, ni muchos nobles. En su mayoría la iglesia del primer
siglo se conformó de personas de la clase baja, muchos de ellos esclavos.
Muchos de ellos no habían tenido la oportunidad de estudiar ya que ese
privilegio era exclusivo de la familia real, los altos funcionarios y la
nobleza, de hecho, los doce apóstoles en su mayoría eran hombres de humilde
condición, algunos pescadores y del vulgo. La gente pobre y especialmente los
esclavos eran vistos con desdén, estos últimos no tenían derechos ya que eran
considerados como herramientas humanas. Sin embargo, también entre los
cristianos existía gente noble. Por ejemplo, encontramos a Dionisio un ilustre
filosofo de Atenas que se convirtió al evangelio: “Mas algunos creyeron, juntándose con él; entre
los cuales estaba Dionisio el areopagita…”, (Hechos 17:34). También
tenemos a Sergio Paulo un procónsul quien se convirtió también al cristianismo:
“Entonces el
procónsul, viendo lo que había sucedido, creyó, maravillado de la doctrina del
Señor”, (Hechos 13:12). Entre los creyentes de Berea se encontraban
unas mujeres de familias distinguidas: “Así que creyeron muchos de ellos, y mujeres griegas de
distinción, y no pocos hombres”, (Hechos 17:12). Y en Tesalónica
también se contaron entre los cristianos mujeres de la nobleza: “Y algunos de ellos
creyeron, y se juntaron con Pablo y con Silas; y de los griegos piadosos gran
número, y mujeres nobles no pocas”, (Hechos 17:4). No obstante, aun
así la enorme mayoría de la comunidad cristiana estaba conformada por la clase
baja. Por eso, ahora el apóstol les recuerda que a pesar de su humilde
procedencia, ahora en el cristianismo su condición delante de Dios era
completamente diferente, pero no porque ellos (aun los de cuna noble) tuvieran
algo extraordinario de que jactarse, sino porque Dios en su infinita
misericordia había querido bendecirlos, tal y como lo hizo con su pueblo Israel
cuando lo saco de Egipto: “No por ser vosotros más que todos los pueblos os ha querido
Jehová y os ha escogido, pues vosotros erais el más insignificante de todos los
pueblos; sino por cuanto Jehová os amó, y quiso guardar el juramento que juró a
vuestros padres, os ha sacado Jehová con mano poderosa, y os ha rescatado de
servidumbre, de la mano de Faraón rey de Egipto”, (Deuteronomio
7:7-8).
Una vez más Pablo contrasta
aquello que el hombre aprecia con lo que Dios ofrece: sino que lo necio del mundo escogió Dios, para
avergonzar a los sabios; y lo débil del mundo escogió Dios, para avergonzar a
lo fuerte. A los ojos del mundo Dios se complace en escoger aquellos
que a los ojos de los hombres son los más despreciables y viles de este mundo
con el objetivo de mostrar en ellos su gloria. Por ejemplo, escogió a Abrahán
un hombre de 75 años con una esposa estéril para convertirlo en el padre de una
gran nación, escogió a Moisés, un hombre de 80 años que se encontraba olvidado
en Madián apacentando las ovejas de su suegro para convertirlo en el gran
legislador y profeta que Israel jamás volvió a tener, eligió a David, el más
insignificante de todos sus hermanos para convertirlo en el mejor rey que
Israel ha tenido, y finalmente, escogió a sus apóstoles, hombres sin educación
y de humilde condición para convertirlos en los predicadores de su evangelio y
así confundir a lo sabio y fuerte de este mundo: “Entonces viendo el denuedo de Pedro y de Juan,
y sabiendo que eran hombres sin letras y del vulgo, se maravillaban; y les
reconocían que habían estado con Jesús”, (Hechos 4:13). Esto es lo
que hace precioso el evangelio el cual convierte a hombres y mujeres que a los
ojos del mundo son insignificantes e incluso despreciables y los exalta por
medio de su gracia: y lo vil del mundo y lo menospreciado escogió Dios, y lo que
no es, para deshacer lo que es. Sin embargo, esto no significa que
los corintios deben jactarse de esto, porque todo lo bueno que tienen lo han
recibido y de no ser por su gracia no serían nada, y por ello el apóstol les
dice: a fin de
que nadie se jacte en su presencia. Todo lo que tenemos le pertenece
al Señor, aquellas cosas visibles e invisibles por Él han sido creadas y aunque
el hombre se jacte de ser alguien, lo cierto es que Dios es el único soberano
de todo: “Porque
de él, y por él, y para él, son todas las cosas. A él sea la gloria por los
siglos. Amén”, (Romanos 11:36).
LA GLORIA DEL CRISTIANISMO
“Más por él estáis vosotros en
Cristo Jesús, el cual nos ha sido hecho por Dios sabiduría, justificación,
santificación y redención; para que, como está escrito: El que se gloría,
gloríese en el Señor”.
1 Corintios 1:30-31
Aquí
encontramos la mayor gloria que una persona puede alcanzar en la vida, Cristo
en el centro de su vida: Más por él estáis vosotros en Cristo Jesús. El ser
humano puede jactarse de su sabiduría, su poder, su apariencia, su dinero y
muchas otras cosas más, pero todo esto es efímero y no permanece para siempre y
por ello el profeta decía que la gloria del hombre es como la flor, que por un
tiempo es hermosa pero al siguiente día se marchita: “Voz que decía: Da voces. Y yo respondí: ¿Qué
tengo que decir a voces? Que toda carne es hierba, y toda su gloria como flor
del campo”, (Isaías 40:6). Sin embargo, la mayor gloria se encuentra
en tener a Cristo en el corazón, lo cual Pablo llama la esperanza de gloria: “a quienes Dios
quiso dar a conocer las riquezas de la gloria de este misterio entre los
gentiles; que es Cristo en vosotros, la esperanza de gloria”,
(Colosenses 1:27). Ahora bien, Pablo nos dice los resultados de tener a Cristo
en el corazón: el
cual nos ha sido hecho por Dios sabiduría, justificación, santificación y
redención. Cuando Dios obra en la vida de los seres humanos, hace
una obra completa que merece la total admiración: otorga la sabiduría a través
de la revelación de su palabra, declara justo al hombre y libre de la
condenación eterna, lo santifica limpiándolo de todo pecado y lo redime en toda
su vida. Esta es la verdadera gloria del cristianismo, que aun siendo pecadores
el Señor nos restaura y nos otorga sus buenas dádivas.
Muy bueno gracias
ResponderBorrarBendiciones hermosa enseñanza gracias.
ResponderBorrarUna berdad k al principio la sizañ salio enmedio de trigo pero aora Dios quiere k el trigo salga enmdio dela sizañia bendiciones hmnos animo
ResponderBorrarExelente... bendiciones!!!
ResponderBorrarAunque uno se sienta insignificante, Dios te elige para engrandeserte porq te ama infinitamente. Debemos ser siempre humilde. Y lo.mejoe de nosotros saldrá, no para jactarnos sino para su Gloria.
ResponderBorrarMe es de mucha bendicion todo lo q estoy aprendiendo.
ResponderBorrarEl Señor lo siga usando para edificación de Su pueblo.
Me gustó mucho esta ermosa enseñanza
ResponderBorrarGracias pastor Walter, sus enseñanzas son una bendición para el pueblo cristiano. El Señor lo recompense.
ResponderBorrarSolamente podemos decir gracias Señor, gracias Señor que el Dios de toda Gloria se siga Glorificando en sus vidas mis hermanos
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