“Ciertamente la luz de los impíos será apagada, y no resplandecerá la centella de su fuego. La
luz se oscurecerá en su tienda, y se apagará sobre él su lámpara. Sus pasos vigorosos serán acortados, y su
mismo consejo lo precipitará. Porque red será echada a sus pies, y sobre mallas
andará. Lazo prenderá su calcañar; se
afirmará la trampa contra él. Su cuerda está escondida en la tierra, y una
trampa le aguarda en la senda. De todas partes lo asombrarán temores, y le
harán huir desconcertado. Serán gastadas de hambre sus fuerzas, y a su lado estará preparado quebrantamiento. La
enfermedad roerá su piel, y a sus
miembros devorará el primogénito de la muerte. Su confianza será arrancada de
su tienda, y al rey de los espantos será
conducido”.
Job 18:5-14
INTRODUCCIÓN
Todas
las personas en su sano juicio desean lo mejor de la vida para su existencia.
Desean prosperar, tener un buen trabajo, seguridad, salud, paz, una buena
familia, y en general hacer realidad todos sus sueños. Pero, la realidad es que
sin Dios el hombre está destinado al fracaso total por causa del pecado. En el
libro de Job se nos muestra en palabras de Bildad la suerte de los malvados.
El destino de los pecadores |
I.
DESTINADO
A UN FUTURO INCIERTO.
“Ciertamente la luz de los impíos será apagada, y no resplandecerá la centella de su fuego. La
luz se oscurecerá en su tienda, y se apagará sobre él su lámpara. Sus pasos vigorosos serán acortados, y su
mismo consejo lo precipitará”.
En
primer lugar los impíos están destinados a un futuro incierto. Todos los seres
humanos desean lo mejor para sí mismos y por eso se esfuerzan trabajando duro
por alcanzar sus sueños y un bienestar en su existencia. Pero lo cierto es que
sin Dios todos nuestros esfuerzos son vanos: “Si Jehová no edificare la casa, en vano
trabajan los que la edifican; si Jehová no guardare la ciudad, en vano vela la guardia”, (Salmo
127:1). Aunque el hombre se esfuerce
jamás lograra edificar una buena vida si persevera en el pecado, ya que por
causa de su pecado vendrá la tragedia.
II.
DESTINADOS
A CAER EN LA TRAMPA DEL PECADO.
“Porque red será echada a sus pies, y sobre mallas
andará. Lazo prenderá su calcañar; se
afirmará la trampa contra él. Su cuerda está escondida en la tierra, y una
trampa le aguarda en la senda”.
En
segundo lugar, los pecadores están destinados a caer en la trampa del pecado.
El pecado y sus consecuencias son parecidos a un anzuelo con su respectiva
carnada. Cuando el pez observa la carnada suculenta y atractiva se acerca a
ella creyendo que disfrutara de un buen bocadillo, pero cuando lo muerde el
anzuelo traspasa su boca provocándole un terrible dolor y quedando así a merced
del pescador. Así es el pecador, el cual al ser seducido por el pecado
experimenta un placer temporal pero con el tiempo este mismo pecado lo
destruye. Santiago nos explica muy bien el proceso de este pecado, comparando
el final de aquel que obedece a Dios versus los que se dejan arrastrar por sus
bajas pasiones: “Bienaventurado
el varón que soporta la tentación; porque cuando haya resistido la prueba,
recibirá la corona de vida, que Dios ha prometido a los que le aman. Cuando
alguno es tentado, no diga que es tentado de parte de Dios; porque Dios no
puede ser tentado por el mal, ni él tienta a nadie; sino que cada uno es
tentado, cuando de su propia concupiscencia es atraído y seducido. Entonces la
concupiscencia, después que ha concebido, da a luz el pecado; y el pecado,
siendo consumado, da a luz la muerte”, (Santiago 1:12-15).
III. DESTINADOS A VIVIR EN TEMOR.
“De todas partes lo asombrarán temores, y le harán
huir desconcertado”.
En
tercer lugar, los pecadores están destinados a vivir e temor. El libro de
proverbios dice: “Huye
el impío sin que nadie lo persiga; mas el justo está confiado como un león”,
(Proverbios 28:1). Sin Cristo en el corazón, el pecador vive con muchos
temores, le teme a la muerte, a la violencia, a las tragedias, a la brujería, a
las enfermedades, a los malos espíritus, etc. Sin embargo, solamente Cristo
puede dar esa confianza y gozar de su protección divina: “En el amor no hay temor, sino que el perfecto
amor echa fuera el temor; porque el temor lleva en sí castigo. De donde el que
teme, no ha sido perfeccionado en el amor”, (1 Juan 4:18).
IV. DESTINADOS A DESFALLECER Y ENFERMAR SIN ESPERANZA.
“Serán gastadas de hambre sus fuerzas, y a su lado estará preparado quebrantamiento. La
enfermedad roerá su piel, y a sus miembros devorará el primogénito de la
muerte”.
En
general, no hay ninguna esperanza a los impíos ya que estos están destinados a
desfallecer y enfermar sin esperanza. Las enfermedades son un mal en nuestra
sociedad y aunque existe la medicina que trata de aliviar la condición del ser
humano, muchas veces estas no son del todo sanadas. Pero lo bueno es saber que
contamos con un Dios que es capaz de sanar cualquier enfermedad, aun aquellas
que la ciencia no puede sanar: “y dijo: Si oyeres atentamente la voz de Jehová tu Dios, e
hicieres lo recto delante de sus ojos, y dieres oído a sus mandamientos, y
guardares todos sus estatutos, ninguna enfermedad de las que envié a los
egipcios te enviaré a ti; porque yo soy Jehová tu sanador”, (Éxodo
15:26). ¡Qué triste es saber que los impíos no gozan de esta promesa!
V.
DESTINADOS
AL INFIERNO.
“Su
confianza será arrancada de su tienda, y al rey de los espantos será conducido”.
Finalmente,
los impíos están destinados al infierno. La peor tragedia de todas es esta,
estar condenados por toda la eternidad. Un día todos moriremos y aquellos que
nunca se arrepintieron de sus pecados e hicieron a Cristo el Señor de sus vidas
se enfrentaran a la condenación eterna. Por eso Jesús llama a los hombres a ser
salvos a través de él y así escapar de este destino inexorable: “De cierto, de
cierto os digo: El que oye mi palabra, y cree al que me envió, tiene vida
eterna; y no vendrá a condenación, mas ha pasado de muerte a vida”,
(Juan 5:24).
CONCLUSIÓN.
Cristo
nos ofrece la vida eterna, una vida plena libre de la maldición del pecado,
pero todos aquellos que perseveren en el pecado están destinados a:
1. Un futuro
incierto.
2. A caer en
la trampa del pecado.
3. A vivir
en temor.
4. A
desfallecer y enfermar sin esperanza.
5. A ser
condenados en el infierno.
muy bueno el documento me sirvió de mucho
ResponderBorrarhay un error en esta parte:
ResponderBorrarUn día todos moriremos y aquellos que nunca se arrepintieron de sus pecados e hicieron a Cristo el Señor de sus vidas se enfrentaran a la condenación eterna.