Una Historia de Redención (Rut 3:8-13)



“Y aconteció que a la medianoche se estremeció aquel hombre, y se volvió; y he aquí, una mujer estaba acostada a sus pies. Entonces él dijo: ¿Quién eres? Y ella respondió: Yo soy Rut tu sierva; extiende el borde de tu capa sobre tu sierva, por cuanto eres pariente cercano. Y él dijo: Bendita seas tú de Jehová, hija mía; has hecho mejor tu postrera bondad que la primera, no yendo en busca de los jóvenes, sean pobres o ricos. Ahora pues, no temas, hija mía; yo haré contigo lo que tú digas, pues toda la gente de mi pueblo sabe que eres mujer virtuosa. Y ahora, aunque es cierto que yo soy pariente cercano, con todo eso hay pariente más cercano que yo. Pasa aquí la noche, y cuando sea de día, si él te redimiere, bien, redímate; más si él no te quisiere redimir, yo te redimiré, vive Jehová. Descansa, pues, hasta la mañana”.
Rut 3:8-13

INTRODUCCIÓN


            A través del libro de Rut uno puede ver como Dios en esta historia esboza su plan de redención. La historia se ubica en tiempo de los jueces de Israel, y no narra la trágica historia de una familia que busco escapar de la escasez y en lugar de eso enfrentó una tragedia terrible. Podemos aprender también como podemos nosotros buscar la redención de todos nuestros errores cuando por causa de nuestra desobediencia a Dios nos encontremos en situaciones similares.

Rut
Rut espigando en los campos de Booz

I.                   NO BUSCAR LA REDENCIÓN FUERA DE LA VOLUNTAD DIVINA.


“Aconteció en los días que gobernaban los jueces, que hubo hambre en la tierra. Y un varón de Belén de Judá fue a morar en los campos de Moab, él y su mujer, y dos hijos suyos. El nombre de aquel varón era Elimelec, y el de su mujer, Noemí; y los nombres de sus hijos eran Mahlón y Quelión, efrateos de Belén de Judá. Llegaron, pues, a los campos de Moab, y se quedaron allí.   Y murió Elimelec, marido de Noemí, y quedó ella con sus dos hijos, los cuales tomaron para sí mujeres moabitas; el nombre de una era Orfa, y el nombre de la otra, Rut; y habitaron allí unos diez años”.
Rut 1:1-4

Esta historia bíblica comienza con una familia que buscando salvar su vida lo perdieron todo. En tiempos de los jueces en Israel hubo una gran hambruna que azoto toda la nación y en Belén existía una familia que escucho que en Moab había mucho alimento y mejores posibilidades de vivir, por lo que decidieron partir, sin saber que solo les esperaba la muerte. Al evaluar la decisión que esta familia tomo podemos encontrar varios errores que cometieron. Primero siendo israelitas decidieron abandonar su tierra para ir a una tierra pagana, a un pueblo enemigo de Dios. El segundo error que cometieron fue que permitieron que sus hijos se casaran con dos moabitas, algo que Dios había prohibido. Muchas personas creen que la solución de sus problemas esta fuera de la voluntad de Dios sin saber que como esta familia solo les espera la tragedia. Al final el marido murió, los dos hijos murieron, y Noemí, la madre quedo viuda y en completa humillación: “Y murieron también los dos, Mahlón y Quelión, quedando así la mujer desamparada de sus dos hijos y de su marido”, (Rut 1:5).

II.                RECONOCER NUESTRO PECADO Y VOLVER A DIOS CUANDO TODO VA MAL.


“Entonces se levantó con sus nueras, y regresó de los campos de Moab; porque oyó en el campo de Moab que Jehová había visitado a su pueblo para darles pan. Salió, pues, del lugar donde había estado, y con ella sus dos nueras, y comenzaron a caminar para volverse a la tierra de Judá. Y Noemí dijo a sus dos nueras: Andad, volveos cada una a la casa de su madre; Jehová haga con vosotras misericordia, como la habéis hecho con los muertos y conmigo. Os conceda Jehová que halléis descanso, cada una en casa de su marido. Luego las besó, y ellas alzaron su voz y lloraron, y le dijeron: Ciertamente nosotras iremos contigo a tu pueblo. Y Noemí respondió: Volveos, hijas mías; ¿para qué habéis de ir conmigo? ¿Tengo yo más hijos en el vientre, que puedan ser vuestros maridos?  Volveos, hijas mías, e idos; porque yo ya soy vieja para tener marido. Y aunque dijese: Esperanza tengo, y esta noche estuviese con marido, y aun diese a luz hijos, ¿habíais vosotras de esperarlos hasta que fuesen grandes? ¿Habíais de quedaros sin casar por amor a ellos? No, hijas mías; que mayor amargura tengo yo que vosotras, pues la mano de Jehová ha salido contra mí”.
Rut 1:6-13

Al leer la historia uno puede darse cuenta el terrible fin que tuvo esta familia. La peor tragedia para una mujer en aquel entonces era quedarse viuda y sin descendencia y eso le ocurrió a Noemí. Sin embargo, vemos que Noemí al reconocer su error y la tragedia en la cual se encontraba decidió tomar la mejor decisión: volverse a Dios y así le pidió a sus dos nueras que se regresaran a su pueblo y dioses, y buscaran nuevos esposos porque ella ya no podría dárselos.

III.             RENUNCIAR A TODO PARA GANARLO TODO.


“Y ellas alzaron otra vez su voz y lloraron; y Orfa besó a su suegra, mas Rut se quedó con ella. Y Noemí dijo: He aquí tu cuñada se ha vuelto a su pueblo y a sus dioses; vuélvete tú tras ella. Respondió Rut: No me ruegues que te deje, y me aparte de ti; porque a dondequiera que tú fueres, iré yo, y dondequiera que vivieres, viviré. Tu pueblo será mi pueblo, y tu Dios mi Dios. Donde tú murieres, moriré yo, y allí seré sepultada; así me haga Jehová, y aun me añada, que sólo la muerte hará separación entre nosotras dos. Y viendo Noemí que estaba tan resuelta a ir con ella, no dijo más”.
Rut 1:14-18

Cuando Noemí les dijo a sus nueras que ella ya no tenía más hijos para darles, Orfa decidió irse de regreso a sus dioses; pero Rut tomo una decisión muy diferente, decidió renunciar a todo y dedicarse a cuidar a su suegra renunciando a la posibilidad de volver a casarse y tener hijos que era el mayor sueño de las mujeres del Medio Oriente. Ella renuncio a todo y decidió convertirse a Jehová su Dios: porque a dondequiera que tú fueres, iré yo, y dondequiera que vivieres, viviré. Tu pueblo será mi pueblo, y tu Dios mi Dios. Donde tú murieres, moriré yo, y allí seré sepultada; así me haga Jehová, y aun me añada, que sólo la muerte hará separación entre nosotras dos.

Rut nos enseña un principio básico en el evangelio, renunciar a todo para ganarlo todo y esto por supuesto que es una gran paradoja.  Nuestro Señor Jesús enseño este principio al decir: “Porque todo el que quiera salvar su vida, la perderá; y todo el que pierda su vida por causa de mí y del evangelio, la salvará”, (Marcos 8:35). También enseño que es necesario morir a nosotros mismos para llegar a dar mucho fruto: “De cierto, de cierto os digo, que si el grano de trigo no cae en la tierra y muere, queda solo; pero si muere, lleva mucho fruto”, (Juan 12:24). Y esto fue lo que hizo Rut, renuncio a sus dioses, a su pueblo y a la posibilidad de volverse a casar y tener hijos, para dedicarse a ser una viuda pobre y cuidar a su suegra Noemí mendigando en los campos para alimentarse diariamente.

Sin embargo, cuando renunciamos a nosotros mismos por causa de Dios lo ganamos todo, ya que la actitud de Rut fue valorada en gran manera por Booz quien le pidió a Rut que se quedara en sus campos recogiendo las espigas ya que nadie le molestaría allí y la bendijo por su gran generosidad hacia su suegra Noemí: “Entonces Booz dijo a Rut: Oye, hija mía, no vayas a espigar a otro campo, ni pases de aquí; y aquí estarás junto a mis criadas.  Mira bien el campo que sieguen, y síguelas; porque yo he mandado a los criados que no te molesten. Y cuando tengas sed, vé a las vasijas, y bebe del agua que sacan los criados. Ella entonces bajando su rostro se inclinó a tierra, y le dijo: ¿Por qué he hallado gracia en tus ojos para que me reconozcas, siendo yo extranjera?  Y respondiendo Booz, le dijo: He sabido todo lo que has hecho con tu suegra después de la muerte de tu marido, y que dejando a tu padre y a tu madre y la tierra donde naciste, has venido a un pueblo que no conociste antes.  Jehová recompense tu obra, y tu remuneración sea cumplida de parte de Jehová Dios de Israel, bajo cuyas alas has venido a refugiarte”, (Rut 2:8-12). Cuando decidimos honrar a Dios, Dios se encarga de horrarnos y bendecirnos en medio de nuestras necesidades.

IV.              DEBEMOS BUSCAR A CRISTO PARA QUE NOS REDIMA.


Finalmente, uno puede aprender de esta historia que para redimirnos de nuestros pecados debemos buscar a Cristo. En Israel existía una tradición avalada por la ley de Moisés que decía que si un hombre moría sin dejar descendencia, su descendiente más cercano tenía que tomar a su mujer y casarse con ella para procrear un hijo que continuara con su linaje, y a esto se le conocía como redención. Fue por eso que Noemí exhorto a Rut a que buscará a Booz que era el pariente más cercano y así lo hizo, tal y como lo leímos al inicio de este estudio.

CONCLUSIÓN.


Como resultado Booz redimió a Rut, se casó con ella y llegaron a engendrar a Obed, y Obed engendro a Isaí, e Isaí engendro a David, el primer rey de Israel, y no solo eso, sino que también Rut se convirtió en una descendiente de nuestro Señor Jesús: “Salmón engendró de Rahab a Booz, Booz engendró de Rut a Obed, y Obed a Isaí. Isaí engendró al rey David…” (Mateo 1:5-6). Así Dios honro a fe de Rut, y puede hacerlo con nosotros si decidimos renunciar a todo, volvernos a Dios y confiar en Cristo como redentor.



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