“Al
oírlas, muchos de sus discípulos dijeron: Dura es esta palabra; ¿quién la puede
oír? Sabiendo Jesús en sí mismo que sus discípulos murmuraban de esto, les
dijo: ¿Esto os ofende? ¿Pues qué, si viereis al Hijo del Hombre subir adonde
estaba primero? El espíritu es el que da vida; la carne para nada aprovecha;
las palabras que yo os he hablado son espíritu y son vida. Pero hay algunos de
vosotros que no creen. Porque Jesús sabía desde el principio quiénes eran los
que no creían, y quién le había de entregar. Y dijo: Por eso os he dicho que
ninguno puede venir a mí, si no le fuere dado del Padre”.
Juan 6:60-65
INTRODUCCIÓN
Después
de su discurso las personas comienzan a reaccionar de maneras diferentes, uno
rechazándolos, otros preocupados por las exigencias de su doctrina. La mayor
parte de su discurso a estado dirigido a estos judíos que solo lo buscaban
porque esperaban obtener un favor divino de Él, pero ahora por un momento,
Jesús comienza a dirigirse a sus discípulos, es decir, aquellos que estaban
decididos a seguirle como Maestro y habían puesto en su persona sus esperanzas
mesiánicas. En esta ocasión Jesucristo recalca que su doctrina no son simples
palabras proveniente de cualquier hombre, sino son divinas, son espíritu y
verdad las cuales dan vida eterna a todos aquellos que las reciben. El no creer
en sus palabras implica la perdición del alma en el infierno.
Sus palabras son espíritu y verdad |
¿SON SUS PALABRAS DURAS?
“Al
oírlas, muchos de sus discípulos dijeron: Dura es esta palabra; ¿quién la puede
oír?”.
Juan 6:60
Después
de haber oído todo el discurso que Jesús les había dirigido a los judíos, los
discípulos de Jesús dijeron: Dura es esta palabra; ¿quién la puede oír? ¿A qué
se referían los discípulos de Jesús con esta declaración? La palabra griega que
el apóstol Juan utiliza para dura es sklerós (σκληρός) la
cual sugiere algo fuerte, contundente e impetuoso, no porque sea de carácter
áspero o insultante, sino porque es difícil de aceptar. Su mensaje era claro,
sus palabras afirmaban que en Él se encontraba la vida eterna y que tenían que
recibirlo para heredar las promesas de Dios; pero para algunos judíos era
difícil de aceptar esta doctrina. En el evangelio todo se resume en la fe, en
creer todo aun sin ver, y llamar las cosas que no son como si ya existiesen: “Es, pues, la fe la
certeza de lo que se espera, la convicción de lo que no se ve”,
(Hebreos 11:1). El hombre no alcanzar las promesas de Dios a través de su
raciocinio, sino a través de creer con fe al mensaje del evangelio. Aquellos
judíos tenían muchos prejuicios e ideas erradas en cuanto a la persona del
Mesías, pero cuando Jesús quiso explicarles la verdadera doctrina de salvación
estos se negaron a creer y por ello su palabra era dura, porque demandaba
renunciar a cualquier idea equivocada y aceptar el evangelio como un niño
sencillo.
JESÚS ES EL PAN QUE DESCENDIÓ DEL CIELO PORQUE ASCENDIÓ AL PADRE
“Sabiendo
Jesús en sí mismo que sus discípulos murmuraban de esto, les dijo: ¿Esto os
ofende? ¿Pues qué, si viereis al Hijo del Hombre subir adonde estaba primero?”.
Juan 6:61-62
En
estos versículos el apóstol Juan nos brinda una evidencia más de la divinidad
de Jesús al mostrarnos en su persona un atributo único de Dios, su
omnisciencia. Nuestro Señor conocía los pensamientos de sus discípulos y sabía
que murmuraban entre si acerca de las reacciones de los judíos y por ello les
dice: ¿Esto os
ofende? Obviamente la actitud de sus discípulos no era desafiante y
altanera como la de los otros judíos, pero su asombro ante las reacciones de
los demás era evidente y posiblemente algunos de ellos les era difícil
comprender completamente todas sus palabras. Por esto mismo Jesús les da una
razón por la cual debían creer en que Él era el pan que descendió del cielo,
algo que corroborarían en el futuro, su ascensión al cielo: ¿Pues qué, si
viereis al Hijo del Hombre subir adonde estaba primero? Jesús les
decía que Él era el pan que había descendido del cielo, y como descendió de
allí un día tendría que volver a ascender para estar con su Padre, y esto
ocurrió justo después de su resurrección: “Y habiendo dicho estas cosas, viéndolo ellos, fue alzado, y
le recibió una nube que le ocultó de sus ojos. Y estando ellos con los ojos
puestos en el cielo, entre tanto que él se iba, he aquí se pusieron junto a
ellos dos varones con vestiduras blancas, los cuales también les dijeron:
Varones galileos, ¿por qué estáis mirando al cielo? Este mismo Jesús, que ha
sido tomado de vosotros al cielo, así vendrá como le habéis visto ir al cielo”,
(Hechos 1:9-11). Después de esto, todas sus enseñanzas debieron cobrar sentido,
pero en este momento a lo mejor les parecía difícil entender sus palabras, por
lo que lo único que tenían que hacer era creer en Él. Quizás al principio nos
sea difícil comprender algunas doctrinas del evangelio, pero lo que necesitamos
hacer es creer y con el tiempo nuestra fe nos conducirá a conocer toda la
verdad.
SUS PALABRAS SON ESPÍRITU Y VERDAD
“El
espíritu es el que da vida; la carne para nada aprovecha; las palabras que yo
os he hablado son espíritu y son vida”.
Juan 6:63
Jesús
nos afirma que todo lo que proviene del Espíritu es lo que da vida: El espíritu es el
que da vida; la carne para nada aprovecha. Por causa del pecado el
hombre es incapaz de comprender las cosas espirituales, porque es carne, es
decir, posee una naturaleza dañada por el pecado la cual lo impulsa solo a
pecar: “Porque
los que son de la carne piensan en las cosas de la carne; pero los que son del
Espíritu, en las cosas del Espíritu”, (Romanos 8:5). Y por consiguiente el hombre carnal es incapaz
de entender las cosas espirituales: “Pero el hombre natural no percibe las cosas que son del
Espíritu de Dios, porque para él son locura, y no las puede entender, porque se
han de discernir espiritualmente”, (1 Corintios 2:14). Por esta
razón nuestro Señor Jesús le dijo a Nicodemo que era importante que el hombre
naciera de nuevo a través del Espíritu a fin de heredar la vida eterna: “Respondió Jesús: De
cierto, de cierto te digo, que el que no naciere de agua y del Espíritu, no
puede entrar en el reino de Dios. Lo que es nacido de la carne, carne es; y lo
que es nacido del Espíritu, espíritu es”, (Juan 3:5-6). Para poder
nacer de nuevo el hombre solo necesita creer en Jesús, en sus palabras, y esto
es suficiente para ser salvo y por ello decía: las palabras que yo os he hablado son espíritu
y son vida. Jesús enseña en repetidas ocasiones y a través de
diferentes formas que en Él se encontraba la vida eterna, y lo único que se
necesita es tener fe en su persona; pero aquellos judíos lo despreciaron, despreciando
al mismo tiempo la vida eterna.
NO CREER EN SUS PALABRAS IMPLICA LA PERDICIÓN DEL ALMA
“Pero
hay algunos de vosotros que no creen. Porque Jesús sabía desde el principio
quiénes eran los que no creían, y quién le había de entregar. Y dijo: Por eso
os he dicho que ninguno puede venir a mí, si no le fuere dado del Padre”.
Juan 6:64-65
Al
final algunos judíos no creyeron rechazando así la vida eterna y condenando su
alma a eterna perdición: Pero hay algunos de vosotros que no creen. Ahora
bien, la explicación que Juan da nos enseña más acerca de su atributo de
omnisciencia que es la capacidad de Dios de conocerlo todo, incluso lo que va a
pasar en el futuro. El apóstol dice que Jesús sabía desde el principio que
estos judíos no creerían por lo que su incredulidad no lo tomo por sorpresa,
incluso sabía desde el principio que Judas Iscariote un día lo traicionaría: Porque Jesús sabía
desde el principio quiénes eran los que no creían, y quién le había de entregar.
Esto nos enseña que en Dios hay un conocimiento previo que le muestra quienes
son los que creerán y quienes no lo harán y a esto Pedro lo llama la
presciencia de Dios: “elegidos según la presciencia de Dios Padre en santificación
del Espíritu, para obedecer y ser rociados con la sangre de Jesucristo”,
(1 Pedro 1:2). Según este pasaje los cristianos hemos sido elegidos para ser
santificados y obedecer a Dios por medio de la sangre de Jesucristo. También
Pablo enseño que los cristianos somos salvos desde antes de la fundación del
mundo: “Bendito
sea el Dios y Padre de nuestro Señor Jesucristo, que nos bendijo con toda
bendición espiritual en los lugares celestiales en Cristo, según nos escogió en él antes de la fundación
del mundo, para que fuésemos santos y sin mancha delante de él”, (Efesios
1:3-4). Si esto es así, lo contrario también es cierto. Si Jesús sabia quienes
han de creer, lógicamente sabia también quienes
no creerían, e incluso quien lo traicionaría, y toda esta elección está
en la sola potestad del Padre: Y dijo: Por eso os he dicho que ninguno puede venir a mí, si
no le fuere dado del Padre. Por esta causa debemos creer en las
palabras de Jesús ya que Él es el pan de descendió de cielo el cual puede
darnos vida eterna. Cuando creemos el Padre celestial nos conducirá a su Hijo
amado a través del cual heredaremos la vida eterna y perdón de pecados.
HERMOSO, GRAN ESTUDIO.
ResponderBorrarPrecioso y bendecido estudio para vivirlo y transmitirlo
ResponderBorrarUn estudio maravilloso que edifica y permite crecer en la vida espiritual
ResponderBorrarhermosa predica ,
ResponderBorrarbendiciones
Muchas graciaa. Ha resuelto mis inquietudes de no poder entenderlas. Dios le bendiga.
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