“Y dijo
Esaú: Suficiente tengo yo, hermano mío; sea para ti lo que es tuyo. Y dijo
Jacob: No, yo te ruego; si he hallado ahora gracia en tus ojos, acepta mi
presente, porque he visto tu rostro, como si hubiera visto el rostro de Dios,
pues que con tanto favor me has recibido. Acepta, te ruego, mi presente que te
he traído, porque Dios me ha hecho merced, y todo lo que hay aquí es mío. E
insistió con él, y Esaú lo tomó”.
Génesis 33:9-11
INTRODUCCIÓN
Muchos en la vida buscamos sentirnos
orgullosos y complacidos de nuestra existencia y creemos que la felicidad se
encuentra en conquistar grandes triunfos académicos o laborales, en tener
abundancia de bienes y riquezas. En estos versículos encontramos a dos hombres
que decían tener suficiente, un impío y un hombre de Dios, ¿cuál de ellos tenía
verdaderamente suficiente?
Esaú y Jacob se vuelven a encontrar |
I.
DOS HOMBRES QUE DECÍAN TENER
SUFICIENTE EN LA VIDA.
Aquí encontramos a dos hombres que
decían tener suficiente en la vida. El primero es Esaú hijo de Isaac el cual se
negaba a recibir los presentes de su hermano porque afírmava tener suficiente: Y dijo Esaú:
Suficiente tengo yo, hermano mío; sea para ti lo que es tuyo. A lo
mejor era cierto que materialmente se encontraba bien Esaú ya que había
heredado todos los bienes de su padre y ahora tenía esclavos, ganado y muchas
riquezas por lo que veía que no era necesario que su hermano le regalase algo
más. Por el otro lado vemos a Jacob, su hermano que también afirma tener
abundancia con la única diferencia que esta era producto no de una herencia
terrenal sino de la bendición de Dios: Acepta, te ruego, mi presente que te he traído, porque Dios
me ha hecho merced, y todo lo que hay aquí es mío. Hoy en día muchas
personas desean una vida donde puedan decir como estos hombres “tengo suficiente”, pero en que consiste
la verdadera abundancia en la vida. Veamos.
II.
SIN DIOS JAMÁS PODREMOS TENER UNA
VIDA DE VERDADERA SATISFACCIÓN.
Cuantas personas hoy en día viven
pensando en lo desafortunadas que son porque no han logrado adquirir ciertas
cosas materiales y triunfos en la vida, y otras por el contrario viven sin Dios
y creen no necesitar nada más porque han logrado triunfar bajo los parámetros
humanos y han acumulado ciertas riquezas; pero será esto suficiente para la
vida del hombre. Esaú decía tener suficiente pero realmente estaba vacío porque
su vida carecía de lo más importante que es Dios. En la Biblia podemos ver como
este hombre desprecio los dones de Dios y su fin fue amargo: “Mirad bien, no sea
que alguno deje de alcanzar la gracia de Dios; que, brotando alguna raíz de
amargura, os estorbe, y por ella muchos sean contaminados; no sea que haya
algún fornicario, o profano, como Esaú, que por una sola comida vendió su
primogenitura. Porque ya sabéis que aun después, deseando heredar la bendición,
fue desechado, y no hubo oportunidad para el arrepentimiento, aunque la procuró
con lágrimas”, (Hebreos 12:15-17). En la Biblia también Jesús hablo
de lo insensato que es ser rico materialmente pero pobre para con Dios y las
consecuencias que hay:
“Le dijo
uno de la multitud: Maestro, di a mi hermano que parta conmigo la herencia. Mas
él le dijo: Hombre, ¿quién me ha puesto sobre vosotros como juez o partidor? Y
les dijo: Mirad, y guardaos de toda avaricia; porque la vida del hombre no
consiste en la abundancia de los bienes que posee. También les refirió una
parábola, diciendo: La heredad de un hombre rico había producido mucho. Y él
pensaba dentro de sí, diciendo: ¿Qué haré, porque no tengo dónde guardar mis
frutos? Y dijo: Esto haré: derribaré mis graneros, y los edificaré mayores, y
allí guardaré todos mis frutos y mis bienes; y diré a mi alma: Alma, muchos
bienes tienes guardados para muchos años; repósate, come, bebe, regocíjate. Pero
Dios le dijo: Necio, esta noche vienen a pedirte tu alma; y lo que has
provisto, ¿de quién será? Así es el que hace para sí tesoro, y no es rico para
con Dios”.
Lucas 12:13-21
Por tanto, la verdadera
satisfacción en la vida no se encuentra en tener abundancia de bienes o
riquezas, sino en tener a Dios porque, aunque se logre lo primero, nuestra alma
un día pasara a la eternidad y allá contara únicamente nuestra fe. Esaú llego a
tener abundancia de bienes y riqueza materiales y creía que esto era más que
suficiente para ser feliz, pero se equivoco.
III.
LA CLAVE PARA VERDADERAMENTE TENER
UNA VIDA DE SATISFACCIÓN.
La verdadera felicidad y
autocomplacencia se encuentra en conocer a Dios y heredar todas sus gloriosas
promesas. Jacob llego a ser un hombre que cometió muchos pecados que llegaron a
ofender incluso a su familia lo cual lo obligo a huir de su hogar sin nada;
pero si hay algo que lo caracterizo fue que busco la misericordia y riquezas
divinas ya que desde joven procuro ganar la primogenitura ya que grandes
bendiciones venían sobre el que la tuviera y al final lo logro. Nosotros
también debemos anhelar buscar el reino de Dios y su justicia porque solo así
podremos tener todo lo que realmente necesitamos, mas no así aquellos que crean
que la felicidad se encuentra lejos de Dios: “Bienaventurado el varón que no anduvo en
consejo de malos, ni estuvo en camino de pecadores, ni en silla de
escarnecedores se ha sentado; sino que en la ley de Jehová está su delicia, y
en su ley medita de día y de noche. Será como árbol plantado junto a corrientes
de aguas, que da su fruto en su tiempo, y su hoja no cae; y todo lo que hace,
prosperará. No así los malos, que son como el tamo que arrebata el viento”,
(Salmo 1:1-4).
CONCLUSIÓN.
Aquí tenemos dos hombres que dicen
tener suficiente en la vida. Esaú decía tener suficiente porque había heredado
los bienes materiales de su padre y su esfuerzo lo había recompensado; pero no tenía
a Dios en su vida. En contraste, Jacob decía tener suficiente porque tenía a
Dios en su vida y este lo había bendecido con toda clase de bondad. La
verdadera satisfacción en la vida consiste en tener a Cristo en el corazón,
buscarlo en los bienes materiales o triunfos humanos es un error que muchos
como Esaú buscan, por ellos Jesús dijo: “Mas buscad primeramente el reino de Dios y su justicia, y
todas estas cosas os serán añadidas”, (Mateo 6:33).
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