“Y vio la
mujer que el árbol era bueno para comer, y que era agradable a los ojos, y
árbol codiciable para alcanzar la sabiduría; y tomó de su fruto, y comió; y dio
también a su marido, el cual comió así como ella. Entonces fueron abiertos los
ojos de ambos, y conocieron que estaban desnudos; entonces cosieron hojas de
higuera, y se hicieron delantales”.
Génesis 3:6-7
INTRODUCCIÓN
El pecado es un tema doctrinal muy
predominante en toda la palabra de Dios especialmente porque el deseo de Dios es
que nos apartemos de él. Cuando Dios creo al hombre lo hizo libre de sus
consecuencias, lamentablemente por su desobediencia este entro en la vida del
hombre. Si consideramos el proceso que Satanás utilizo para hacer caer en
pecado a la primera pareja de humanos nos daremos cuenta de que esta lleva un
proceso que se puede describir a través de una triple T: Tentación, Transgresión
y Tragedia. Veamos en detalle cada una de estas T’s.
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Adán y Eva transgreden la ley de Dios |
I.
LA PRIMERA T DEL PECADO: TENTACIÓN.
“Y vio la
mujer que el árbol era bueno para comer, y que era agradable a los ojos, y
árbol codiciable para alcanzar la sabiduría…”
La primera T del pecado es la tentación.
La tentación es la seducción que el mundo nos ofrece al momento de ofrecernos
algo que es prohibido por parte de Dios como atractivo a nuestra naturaleza
carnal. Por ello el apóstol Juan nos dice que no amemos a este mundo porque
todo lo que nos ofrece es pecado delante de Dios: “No améis al mundo, ni las cosas que están en
el mundo. Si alguno ama al mundo, el amor del Padre no está en él. Porque todo
lo que hay en el mundo, los deseos de la carne, los deseos de los ojos, y la
vanagloria de la vida, no proviene del Padre, sino del mundo”, (1
Juan 2:15-16). Las tentaciones que el mundo ofrecen se dirigen en tres áreas:
los deseos de la carne, los deseos de los ojos y la vanagloria de la vida. En
el caso de Eva fue seducida de esta forma. Primero los deseos de la carne,
porque vio que el fruto del árbol era bueno para comer y satisfacer su hambre;
los deseos de los ojos, porque percibió a través de sus ojos que dicho fruto
era agradable; y finalmente, la vanagloria de la vida, porque el fruto era
codiciable para alcanzar la sabiduría. De esta misma forma hoy en día el hombre
es tentado por el pecado.
II.
LA SEGUNDA T DEL PECADO:
TRANSGRESIÓN.
“… y tomó
de su fruto, y comió; y dio también a su marido, el cual comió así como ella…”
La segunda T del pecado es la transgresión.
Después que el pecado arroja su tentación, aquellos que son seducidos por el proceden
a cometer la transgresión. Eva permitió que la tentación la sedujera a tal
punto que cedió a los deseos de la carne cometiendo la transgresión: “… y tomó de su
fruto, y comió; y dio también a su marido, el cual comió así como ella…
La transgresión es el acto voluntario de una persona que decide violar un
mandamiento del Señor: “Todo aquel que comete pecado, infringe también la ley; pues
el pecado es infracción de la ley”, (1 Juan 3:4). En esta vida el
ser humano tiene dos caminos entre los que debe escoger andar, uno es el
espacioso, aquel que conduce al pecado, a satisfacer los deseos de la carne, el
camino fácil y sin compromiso, pero que conduce a la muerte; el otro es el
camino angosto, aquel que conduce a la vida eterna: “Entrad por la puerta estrecha; porque ancha es
la puerta, y espacioso el camino que lleva a la perdición, y muchos son los que
entran por ella; porque estrecha es la puerta, y angosto el camino que lleva a
la vida, y pocos son los que la hallan”, (Mateo 7;13-14). El pecado se
le ofrece al ser humano en forma de tentación, pero este debe elegir el ceder a
la seducción de este teniendo muy en cuenta que el practicar el pecado es una transgresión
directa a los mandamientos del Señor.
III.
LA TERCERA T DEL PECADO: TRAGEDIA.
“Entonces
fueron abiertos los ojos de ambos, y conocieron que estaban desnudos; entonces
cosieron hojas de higuera, y se hicieron delantales”.
Finalmente, la tercera T del pecado
es la tragedia. Si nos damos cuenta el pecado lleva un proceso que comienza con
la tentación la cual se encarga de seducir al hombre, luego este siendo seducido
decide transgredir la ley de Dios, para que esto de paso a la tragedia de sus
consecuencias. Cuando Adán y Eva comieron del fruto, ellos transgredieron la
ley de Dios, y con ello la tragedia del pecado entro al mundo: Entonces fueron
abiertos los ojos de ambos, y conocieron que estaban desnudos; entonces
cosieron hojas de higuera, y se hicieron delantales. En Santiago podemos
ver descrito muy bien este proceso: “Bienaventurado el varón que soporta la tentación; porque
cuando haya resistido la prueba, recibirá la corona de vida, que Dios ha
prometido a los que le aman. Cuando alguno es tentado, no diga que es tentado
de parte de Dios; porque Dios no puede ser tentado por el mal, ni él tienta a
nadie; sino que cada uno es tentado, cuando de su propia concupiscencia es
atraído y seducido. Entonces la concupiscencia, después que ha concebido, da a
luz el pecado; y el pecado, siendo consumado, da a luz la muerte”,
(Santiago 1:12-15). Santiago nos dice que aquel varón que soporta la tentación y
no sede a ella es verdaderamente bienaventurado porque todo aquel que siendo
tentado es seducido por su propia naturaleza pecaminosa y siendo seducido transgrede
la ley de Dios, este da a luz a la muerte, y esta es la tragedia del pecado. El
pecado produce muerte, y nadie en este mundo puede evadir sus consecuencias: “No os engañéis;
Dios no puede ser burlado: pues todo lo que el hombre sembrare, eso también segará.
Porque el que siembra para su carne, de la carne segará corrupción; mas el que
siembra para el Espíritu, del Espíritu segará vida eterna”, (Gálatas
6:7-8).
CONCLUSIÓN.
El pecado lleva al hombre a un proceso
de tres etapas que podríamos llamar la triple T. primero, el pecado se presenta
a través de la tentación, luego que este lo considera, si es vencido por su
naturaleza pecaminosa procede a la transgresión que no es más que una violación
de la ley de Dios, y una vez violada la ley viene la tragedia ya que nadie
puede escoger de las consecuencias del pecado. Sin embargo, Dios quiere que el
hombre proceda al arrepentimiento y deje todos sus pecados para que pueda
librarse de las terribles consecuencias del pecado y la condenación eterna, al
final, todo se depende de la decisión que este tome de seguir el camino a la
vida eterna: “Porque
la paga del pecado es muerte, más la dádiva de Dios es vida eterna en Cristo
Jesús Señor nuestro”, (Romanos 6:23).
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