Cuando el hermano peca contra ti (Mateo 18:15-18)



“Por tanto, si tu hermano peca contra ti, vé y repréndele estando tú y él solos; si te oyere, has ganado a tu hermano. Más si no te oyere, toma aún contigo a uno o dos, para que en boca de dos o tres testigos conste toda palabra. Si no los oyere a ellos, dilo a la iglesia; y si no oyere a la iglesia, tenle por gentil y publicano. De cierto os digo que todo lo que atéis en la tierra, será atado en el cielo; y todo lo que desatéis en la tierra, será desatado en el cielo”.
Mateo 18:15-18

Introducción


               Ahora Mateo dejara el tema de los niños y pasara al de las ofensas y perdón. El pasaje nos muestra la forma de como la iglesia tiene que tratar el caso de los hermanos que pecan o cometen errores. Estos versículos han sido muy controversiales entre los comentaristas bíblicos ya que para muchos les parece difícil creer que Jesús haya dicho algunas palabras que aquí se le atribuyen, especialmente los versículos del 16-18. En Lucas se omiten los versículos del 16-18, por lo que algunos opinan que fueron agregados como una extensión que pretendía explicar un procedimiento de disciplina que la iglesia aplicaba, de allí que Lucas dice: “Mirad por vosotros mismos. Si tu hermano pecare contra ti, repréndele; y si se arrepintiere, perdónale”, (Lucas 17:3). Sin embargo, en Mateo se le agrega todo un procedimiento a seguir si en dado caso la persona que se amonesta se rehúsa a arrepentirse. La opinión de que estos versículos fueron insertados posteriormente se sustenta en el hecho de que no aparecen en los textos más antiguos y de mayor confiabilidad que se tienen. También aparece la palabra iglesia, un término que no se usaba mucho en este tiempo ya que aún esta no había sido creada, aunque esta no es la primera vez que aparece en Mateo, ya anteriormente apareció en este evangelio (Mateo 16:17). También otros basan este argumento en el hecho de que se utiliza el termino publicano con un tono algo despectivo, y Jesús nunca lo utilizo de esta forma ya que siempre mostró misericordia hacia estos grupos de pecadores. Sea como sea, lo cierto es que ahora este pasaje es palabra de Dios, ya sea que Jesús las haya pronunciado, Mateo las haya agregado o la iglesia vio a bien introducirlas posteriormente, al final, el Espíritu Santo ha permitido que estos versículos estén aquí y hoy es Escritura inspirada que nos enseña mucho.


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Cuando el hermano peca contra ti 

 

Reprendiendo al hermano que ofende


“Por tanto, si tu hermano peca contra ti, vé y repréndele estando tú y él solos; si te oyere, has ganado a tu hermano”.
Mateo 18:15

          Si tratamos de hallarle una conexión a estos versículos con lo que se ha venido hablando en este capítulo, anteriormente Jesús exhortaba a no ser piedra de tropiezo y ponía el ejemplo de la oveja perdida para mostrarnos que todas las personas son importante para Dios y exhortarnos a conducirlas a la salvación que es a través de la fe. Ahora continuando con el tema de ir y busca a la oveja descarriada, el Señor nos dice: Por tanto, si tu hermano peca contra ti, vé y repréndele estando tú y él solos; si te oyere, has ganado a tu hermano. En este versículo y en los que siguen encontraremos el procedimiento que la iglesia sigue para resolver los problemas que entre los santos se presentan, ya que no olvidemos que, aunque Dios nos ha salvado y nos ha dado su Espíritu Santo, aun así, somos seres humanos imperfectos propensos a pecar y ofender al hermano. Debemos observar que la reprensión está dirigida a un hermano, es decir, a un cristiano y no a un impío, y posee una continuidad con la parábola de la oveja perdida de ir y buscar al hermano que se ha descarriado. Cuando esto ocurre, el Señor nos recomienda a buscar al que ha ofendido o pecado, reprenderlo y si este oyere ha ganado a su hermano para Cristo. La palabra que aquí se traduce como “pecar contra ti” es jamartáno (ἁμαρτάνω), y se refiere a alguien que ofende a otra persona o peca en contra de ella, mientras que la palabra que se traduce en este texto como “reprender” es elegjo (ἐλέγχω), la cual significa redargüir, aconsejar, convencer de un error. Si nos damos cuenta la reprensión va más allá de un regaño áspero, más bien es un consejo sabio que hace ver los errores de la otra persona provocando en el ofensor un sentimiento de culpa que lo lleva a un arrepentimiento. Como cristianos debemos pedirle dirección al Espíritu Santo para realizar esta tarea de reprensión, para hacerlo con toda su gracia y autoridad de tal forma que el que ha ofendido reconozca su falta y proceda al arrepentimiento; pero si aun así este se niega a reconocer su error, Mateo nos muestra el proceso a seguir.


Cuando el Hermano que ofende no se arrepiente


“Más si no te oyere, toma aún contigo a uno o dos, para que en boca de dos o tres testigos conste toda palabra. Si no los oyere a ellos, dilo a la iglesia; y si no oyere a la iglesia, tenle por gentil y publicano. De cierto os digo que todo lo que atéis en la tierra, será atado en el cielo; y todo lo que desatéis en la tierra, será desatado en el cielo”.
Mateo 18:16-18


                El primer paso con el hermano que ofende o peca es reprenderlo en privado, pero si este no oyere, debe tomarse a uno o dos testigos para reprenderlo nuevamente con el fin de que este reconozca sus faltas y se arrepienta: Más si no te oyere, toma aún contigo a uno o dos, para que en boca de dos o tres testigos conste toda palabra. Este procedimiento de ir y tomar uno o dos testigos para reprender al que ofende tiene su trasfondo en la ley mosaica la cual decía: “No se tomará en cuenta a un solo testigo contra ninguno en cualquier delito ni en cualquier pecado, en relación con cualquiera ofensa cometida. Sólo por el testimonio de dos o tres testigos se mantendrá la acusación”, (Deuteronomio 19:15). Ante alguien que persistiera en su conducta pecaminosa después de haberlo reprendido en privado se esperaba reunir testigos y volver a reconvenirlo con el fin de que este reflexionara y se arrepintiera de su mala conducta; pero si aun así no atendiera a las amonestaciones, tendría que presentárselo a la iglesia, a los líderes de esta, a los ancianos de la congregación y si aún así no obedeciere entonces tendría que considerarse un no convertido: Si no los oyere a ellos, dilo a la iglesia, tenle por gentil y publicano. Los problemas difíciles que la congregación no pueda resolver tienen que ser llevados ante el grupo de ancianos o pastores encargados de la iglesia donde se evaluara el caso a la luz de los testigos y se escucharan ambas partes con el fin de resolver la situación. En el tiempo de la ley se procedía a llevar al acusado delante de los jueces y ancianos con el fin de solucionar el problema: “Cuando se levantare testigo falso contra alguno, para testificar contra él, entonces los dos litigantes se presentarán delante de Jehová, y delante de los sacerdotes y de los jueces que hubiere en aquellos días. Y los jueces inquirirán bien; y si aquel testigo resultare falso, y hubiere acusado falsamente a su hermano, entonces haréis a él como él pensó hacer a su hermano; y quitarás el mal de en medio de ti. Y los que quedaren oirán y temerán, y no volverán a hacer más una maldad semejante en medio de ti”, (Deuteronomio 19:16-20). Se espera que todo problema se resuelva delante de los pastores o ancianos de la iglesia, pero si aun así el que ha ofendido o pecado no se arrepiente, debe considerarse que el tal no es un cristiano y hacerlo del conocimiento de la congregación: y si no oyere a la iglesia, tenle por gentil y publicano. El fin de declararlo como un no convertido es para evitar que otros creyentes tropiecen al ver su mal testimonio y que el evangelio sea desestimado ante los ojos del mundo por considerar la mala conducta de este supuesto cristiano. Por segunda vez aparecen la palabras de atar y desatar: De cierto os digo que todo lo que atéis en la tierra, será atado en el cielo; y todo lo que desatéis en la tierra, será desatado en el cielo. Los términos atar y desatar eran de uso rabínicos y se usaban como sinónimos de permitir y no permitir, y en este contexto Mateo nos recuerda que gracias al evangelio podemos permitir que la gente reconozca sus pecados y se arrepientan de ellos, pero también, sino se los compartimos, no le permitimos la posibilidad de arrepentirse. Si lo aplicamos a este pasaje, el hecho de obedecer este procedimiento para amonestar al hermano que ha pecado u ofendido puede permitirle arrepentirse y volverse de su mal camino, como también el que no escuche y persista en su error no le permite salvarse, y en tal caso debe considerarse un impío, así todo lo que se declare en la iglesia será declarado en el reino de los cielos y a los ojos de Dios.

              Finalmente, todo este procedimiento que Mateo nos ha detallado debe ser seguido por la iglesia con el fin de amonestar y corregir a los cristianos que se encuentren en pecados. Este consiste en ir y amonestar a solas al hermano que ha pecado, luego si no escucha, hacerlo con uno o dos testigos, y si no escucha, hacerlo delante de la iglesia, delante de los pastores de la iglesia, y si aun así no se arrepiente, declararlo como uno no convertido delante de toda la grey, para que su mal testimonio no sirva de tropiezo en la vida de otros creyentes y del mundo en general.





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