“Jesús
les respondió diciendo: Ha llegado la hora para que el Hijo del Hombre sea
glorificado. De cierto, de cierto os digo, que si el grano de trigo no cae en
la tierra y muere, queda solo; pero si muere, lleva mucho fruto. El que ama su
vida, la perderá; y el que aborrece su vida en este mundo, para vida eterna la
guardará. Si alguno me sirve, sígame; y donde yo estuviere, allí también estará
mi servidor. Si alguno me sirviere, mi Padre le honrará”.
Juan 12:23-26
INTRODUCCIÓN
Ya
casi en sus últimos días de su muerte, en su última semana, encontramos otra de
las grandes enseñanzas referente al reino de Dios, y en esta ocasión el Señor
la presenta en forma de una paradoja. Una paradoja es un dicho que parece
contrario a la lógica, y aquí hay una paradoja increíble: morir para poder
vivir, eso es ilógico al pensamiento racional humano, más no para Dios. Si
recordamos los versículos anteriores, habíamos visto como unos griegos habían
llegado buscando a Jesús y fue Andrés el cual los llevo a Él, y posiblemente
estos griegos junto con sus discípulos y todos los judíos que estaban allí
tuvieron la oportunidad de escuchar esta gran enseñanza que ahora nosotros
examinaremos.
La Increíble Paradoja |
SU MOMENTO DE GLORIA SE ACERCA CADA VEZ MÁS
“Jesús
les respondió diciendo: Ha llegado la hora para que el Hijo del Hombre sea
glorificado”.
Juan 12:23
El
momento de Jesús cada día estaba más cerca, y de hecho ya nos encontramos en la
última semana de vida de nuestro Señor Jesucristo y por ello dijo: Ha llegado la hora
para que el Hijo del Hombre sea glorificado. Solo podemos imaginar
los sentimiento de Jesús al saber que ya el día de su muerte estaba muy
cercano, Él sabía desde que inició su ministerio, y aun desde antes, que para
morir por todos nuestros pecados había venido a esta tierra, pero ahora el
saber esa verdad era diferente porque para este momento no faltaban años para
su muerte, sino menos de una semana. Ahora bien, Jesús está anunciando que
pronta estaba la hora en la que el Hijo del Hombre seria glorificado, y esta
expresión: “Hijo del Hombre” era muy conocida por los judíos ya estaba
relacionada con la persona del Mesías. Los judíos relacionaban el término “el
Hijo del Hombre” con el establecimiento del reino del Mesías sobre esta tierra.
Allá e el libro de Daniel se relata la visión de las cuatro bestias, las cuales
son la representación del surgimientos de 4 gobiernos humanos, el babilónico,
el Medo-Persa, el griego y el romano: “Y cuatro bestias grandes, diferentes la una de la otra,
subían del mar. La primera era como león, y tenía alas de águila. Yo estaba
mirando hasta que sus alas fueron arrancadas, y fue levantada del suelo y se
puso enhiesta sobre los pies a manera de hombre, y le fue dado corazón de
hombre. Y he aquí otra segunda bestia, semejante a un oso, la cual se alzaba de
un costado más que del otro, y tenía en su boca tres costillas entre los
dientes; y le fue dicho así: Levántate, devora mucha carne. Después de esto
miré, y he aquí otra, semejante a un leopardo, con cuatro alas de ave en sus
espaldas; tenía también esta bestia cuatro cabezas; y le fue dado dominio.
Después de esto miraba yo en las visiones de la noche, y he aquí la cuarta
bestia, espantosa y terrible y en gran manera fuerte, la cual tenía unos
dientes grandes de hierro; devoraba y desmenuzaba, y las sobras hollaba con sus
pies, y era muy diferente de todas las bestias que vi antes de ella, y tenía
diez cuernos”, (Daniel 7:3-7). Estos eran vistos como bestias,
porque realmente gobernaron como verdaderas bestias, sin compasión y humanidad;
pero los judíos sabían que se levantaría un reino el cual el Mesías
establecería por voluntad de Dios y este sería un gobierno justo y humano: “Habían también
quitado a las otras bestias su dominio, pero les había sido prolongada la vida
hasta cierto tiempo. Miraba yo en la visión de la noche, y he aquí con las
nubes del cielo venía uno como un hijo de hombre, que vino hasta el Anciano de
días, y le hicieron acercarse delante de él. Y le fue dado dominio, gloria y
reino, para que todos los pueblos, naciones y lenguas le sirvieran; su dominio
es dominio eterno, que nunca pasará, y su reino uno que no será destruido”,
(Daniel 7:12-14). Por tanto, la figura del Hijo del Hombre que aparece en estos
versículos era visto como una profecía de la venida del Mesías el cual
establecería su reino justo y santo y ellos lo esperaban. Ahora bien, Jesús nos
dice que la hora en la que el Hijo del Hombre seria glorificado se acercaba, pero
su gloria no estaba en establecer su reino sobre esta tierra, porque aún
faltaba mucho para eso, más bien su gloria estaba en morir en la cruz del
Calvario.
UNA INCREÍBLE PARADOJA
“De
cierto, de cierto os digo, que si el grano de trigo no cae en la tierra y muere,
queda solo; pero si muere, lleva mucho fruto. El que ama su vida, la perderá; y
el que aborrece su vida en este mundo, para vida eterna la guardará”.
Juan 12:24-25
Ciertamente
en el reino de Dios hay algunas paradojas, es decir, hay algunas cosas que van
en contra de la razón humana. Allá en el sermón del monte nuestro Señor
pronuncio algunas de estas: “Bienaventurados los pobres en espíritu, porque de ellos es
el reino de los cielos”, (Mateo 5:3). ¿Cómo pueden ser felicísimos
los pobres si la pobreza es vista como algo malo en este mundo? Pablo decía que
Dios se ha placido en elegir a los débiles, necios y menospreciados de este
mundo: “Pues
mirad, hermanos, vuestra vocación, que no sois muchos sabios según la carne, ni
muchos poderosos, ni muchos nobles; sino que lo necio del mundo escogió Dios,
para avergonzar a los sabios; y lo débil del mundo escogió Dios, para
avergonzar a lo fuerte; y lo vil del mundo y lo menospreciado escogió Dios, y
lo que no es, para deshacer lo que es, a fin de que nadie se jacte en su
presencia”, (1 Corintios 1:26-29). ¿Cómo puede Dios elegir a los
necios, débiles y menospreciados de este mundo cuando el hombre tiende a
escoger a los más fuertes, sabios y prestigiosos de ellos? Jesús decía que se
acercaba el día de su glorificación, pero se refería a la muerte, pero, ¿cómo
la muerte sangrienta y violenta que le esperaba podía verse como una gloria? Bueno
pues, lo cierto es que así es el reino de los cielos, y gracias a Dios que sea
así, un lugar donde los más débiles y humildes pueden alcanzar grandes
promesas. Ahora aquí tenemos lo que algunos han llamado una de las más
increíbles paradojas: De cierto, de cierto os digo, que si el grano de trigo no cae
en la tierra y muere, queda solo; pero si muere, lleva mucho fruto. El que ama
su vida, la perderá; y el que aborrece su vida en este mundo, para vida eterna
la guardará. Si el grano de trigo no se cae de la verde rama que lo
mantiene vivo jamás dará fruto, tiene que morir, caer en tierra y enterrarse
para que después de su muerte pueda producir vida nuevamente. Si no muere el
grano no da paso a nueva vida. Jesús conocía este principio espiritual, Él
sabía que antes de ver la gloria tenía que morir en la cruz del Calvario, tenía
que enfrentar la noche de tinieblas que le esperaba, sufrir a manos de sus
enemigos, ser torturado de manera cruel para finalmente ser crucificado. Su
cuerpo débil y lacerado colgaba de un madero y alguien podía preguntarse, ¿qué
gloria hay en eso? Lo cierto es que el camino hacia la gloria pasaba por la
cruz, ya que es cierto que Jesús murió en la cruz y fue sepultado, pero al
tercer día resucito, totalmente glorificado y como vencedor, y en esto consiste
su verdadera gloria. Por medio de su muerte conquisto a sus enemigos y recibió
del Padre toda gloria y potestad, y no solo eso sino conquisto el imperio de la
muerte de tal manera que ahora tenemos en Él la esperanza de la vida eterna. Ahora
bien, este mismo principio aplica para nosotros, debemos morir a nuestras
pasiones y deseos egoístas, debemos morir a nosotros mismos y renunciar al
mundo para poder vivir: El que ama su vida, la perderá; y el que aborrece su vida en
este mundo, para vida eterna la guardará. Muchas personas hoy en día
no aceptan el evangelio porque no quieren perder aquellas cosas del mundo que
tanto aman, pero lo cierto es que si no lo hacen, por el amor a esas cosas
perecerán. Piensan que perderán su vida al recibir al convertirse a Cristo, que
desaprovecharan las oportunidades de este mundo, que no disfrutaran de la vida
que este mundo de pecado les ofrece; pero se equivocan, porque por esas cosas
su alma perecerá. Pero aquel que renuncia a su egoísmo y a todo lo que el mundo
le ofrece, muere para sí mismo, pero renace para una nueva vida: “Y él os dio vida a
vosotros, cuando estabais muertos en vuestros delitos y pecados”,
(Efesios 2:1).
NUESTRA PROPIA GLORIOSA RECOMPENSA
“Si
alguno me sirve, sígame; y donde yo estuviere, allí también estará mi servidor.
Si alguno me sirviere, mi Padre le honrará”.
Juan 12:26
Jesús
lo dejo claro, tenemos que morir a nuestra vieja vida para guardar nuestra
vida, y no solo aquí lo dijo sino en otras ocasiones: “Porque todo el que quiera salvar su vida, la
perderá; y todo el que pierda su vida por causa de mí, éste la salvará”,
(Lucas 9:24). A esto, Jesús nos dice cuál será la gloria que nos espera: Si alguno me sirve,
sígame; y donde yo estuviere, allí también estará mi servidor. Si alguno me
sirviere, mi Padre le honrará. Jesús nos dice que aquel que le sirve
estará donde Él este y su Padre le honrara. ¡Que gloria más grande nos espera!
¡Solo imaginémonos! Estar juntos a Cristo en el reino de los cielos, heredar
todas sus promesas y bendito reino, salvarnos de la condenación eterna,
ciertamente ninguna cosa que este mundo nos ofrezca es superior a estas
gloriosas promesas, por ello debemos morir a nosotros mismos, a nuestros
pecados, para seguir a Cristo y heredar la vida eterna.
Amen!!GRACIAS por esta poderosa enseñanza ...
ResponderBorrarExcelente Reflexión
ResponderBorrarGracias por la explicación y de mucha edificación
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