“Y entró Jesús en el templo de Dios, y echó
fuera a todos los que vendían y compraban en el templo, y volcó las mesas de
los cambistas, y las sillas de los que vendían palomas; y les dijo: Escrito
está: Mi casa, casa de oración será llamada; más vosotros la habéis hecho cueva
de ladrones. Y vinieron a él en el templo ciegos y cojos, y los sanó. Pero los principales sacerdotes y los escribas, viendo las
maravillas que hacía, y a los muchachos aclamando en el templo y diciendo:
¡Hosanna al Hijo de David! se indignaron, y le dijeron: ¿Oyes lo que éstos
dicen? Y Jesús les dijo: Sí; nunca leísteis: ¿De la boca de los niños y de los
que maman perfeccionaste la alabanza? Y dejándolos, salió fuera de la ciudad, a
Betania, y posó allí”.
Mateo 21:12-17
INTRODUCCIÓN
Continuando con el relato que el apóstol
Mateo nos presenta en su evangelio, llegamos a un episodio muy conocido que se
relatan en los cuatro evangelios y que se conoce como la purificación del
templo. De acuerdo con los evangelios sinópticos (Mateo 21:12-13; Marcos
11:15-17; Lucas 19:45), este evento tuvo lugar en la ultima semana de ministerio
de Jesús, aunque Juan lo presenta al principio (Juan 2:13-23), lo cual presenta
una aparente contradicción cronológica, sin embargo, al respecto, se han
postulado dos argumentos a favor de la critica que pudiese levantar en contra
de esto: (a) Se ha llegado a sugerir que son eventos diferentes que sucedieron
uno al inicio y el otro al final de su ministerio. De esto San Agustín nos dijo:
“Se sabe que esto no lo hizo el Señor
una sola vez, sino en repetidas ocasiones. Pero San Juan sólo refiere este
hecho concreto, y los otros tres evangelistas hablan de su repetición”, (San Agustín, de Consensu Evangelistarum,
2,67). Sin embargo, muchos no están de acuerdo en ver esto como dos eventos
independientes. Y (b) Otros han sugerido que cuando Juan murió no había
terminado su trabajó y este se traspapelo y cuando intentaron arreglarlo este
evento quedo al inicio de la narración. Ahora bien, independientemente de cual
sea la respuesta a tal supuesta contradicción cronológica, lo cierto es que el
estudio de este acontecimiento considerando los cuatro evangelios nos presenta
una mejor comprensión de la revelación bíblica.
Jesús Purifica el Templo |
JESÚS ECHA FUERA A LOS MERCADERES DEL TEMPLO
“Y entró Jesús en el templo de Dios, y echó
fuera a todos los que vendían y compraban en el templo, y volcó las mesas de
los cambistas, y las sillas de los que vendían palomas; y les dijo: Escrito
está: Mi casa, casa de oración será llamada; más vosotros la habéis hecho cueva
de ladrones”.
Mateo 21:12-13
Después que Jesús realizó lo que se ha
llamado su entrada triunfal, se dirige al templo de Jerusalén, lo cual nos
sugiere que se trata del domingo, a pocos días de la fiesta de la pascua, y así
lo vemos en el relato de Juan: “Estaba
cerca la pascua de los judíos; y subió Jesús a Jerusalén, y halló en el templo
a los que vendían bueyes, ovejas y palomas, y a los cambistas allí sentados”, (Juan 2:13-14) . Juan nos dice que allí
en el templo encontró a personas que vendían bueyes, ovejas y palomas que eran
animales que se ofrecían en sacrificio en el templo, y que además había
cambistas, es decir, personas que cambiaban las monedas extranjeras por la
equivalencia judía, por su puesto, esto por un valor monetario extra. Cuando
los evangelios nos dicen que Jesús entro al templo y encontró allí a estos vendedores,
esto no significa que Jesús entro al interior del templo, ya que los únicos que
podían entrar eran los sacerdotes según el orden de Aarón, por lo que significa
es que Jesús entro al patio y allí es donde estaban ubicados todos estos
mercaderes. El templo estaba constituido por tres partes principales, la
primera era el lugar santísimo, donde entraba el sumo sacerdote una vez al año
a hacer expiación por todos los pecados del pueblo, luego estaba el lugar
santo, donde entraban los sacerdotes, y finalmente estaba el atrio o patio,
pero este se dividía en tres, el patio de los hombres judíos, el patio de las
mujeres y el patio de los gentiles, y en este último era donde se encontraban
estos mercaderes. Ahora, aquí vemos que, al entrar Jesús al templo, echo fuera
a todos estos que vendían y compraban en el templo y volcó las mesas de los
cambistas: Y entró Jesús en el templo de Dios, y echó
fuera a todos los que vendían y compraban en el templo, y volcó las mesas de
los cambistas, y las sillas de los que vendían palomas. Pero ¿qué lo provocó que Jesús se
enojara tanto a tal punto de los echo a todos estos mercaderes? Para responder
a esta pregunta es necesario comprender lo que estaba pasado en ese momento. La
ley exigía a cada judío adulto presentar su ofrenda al Templo, fuera un buey,
oveja o paloma, según sus posibilidades económicas. Sin embargo, la mayoría de
ellos estaban dispersos por todo el mundo, por lo que hacían grandes
peregrinaciones hacia Israel. Para esta época existían muchas monedas, la griega,
romana, etíope y la judía, pero, la única que se aceptaba en el Templo era la
judía ya que las demás eran consideradas paganas. Todo judío que se presentara
en el Templo tenía que cambiar sus monedas extrajeras por judías y lo hacían
pagando más del valor real ya que los cambistas sacaban gran ganancia de esto.
Esto era necesario porque adentro del Templo estaban a la venta los animales
que se ofrecían para el sacrificio los cuales eran vendidos a mayor precio del
que se vendía fuera del Templo. Ahora bien, si alguien compraba un animal
afuera del Templo y lo llevaba al Templo, antes de entrar existía un grupo de
inspectores que examinaban a los animales y eran demasiados rigurosos a tal
punto que generalmente rechazaban a todos los animales declarándolos como no
aptos para el sacrificio, por lo que el judío no tenía muchas posibilidades de
que le aceptaran su animal para el sacrificio y no le quedaba otra que ser
estafado dentro del Templo. Aparte de eso, muchos gentiles que creían en Dios
llegaban al Templo para adorar; pero ellos solo podían llegar hasta el atrio de
los gentiles donde estaban ubicados los cambistas, junto con los vendedores de
bueyes, ovejas y palomas, por lo que podemos imaginar el gran bullicio de los
animales y las discusiones regateando los elevados precios de las ventas. Esto
le hacía difícil al gentil prosélito hacer sus plegarias delante de Dios. Por
ello Jesús se indignó haciendo un azote de cuerdas y echando a fuera a todos
estos vendedores, tal y como Juan nos lo relata: “Y haciendo un azote de cuerdas, echó fuera del templo
a todos, y las ovejas y los bueyes; y esparció las monedas de los cambistas, y
volcó las mesas”, (Juan 2:15).
El propósito principal de ir al templo, y
el único, era ir a adorar a Dios, pero podemos imaginarnos lo difícil que era
con ese bullicio y alboroto de ventas, esto disgusto tanto a nuestro Señor que
termino echando a todos estos comerciantes y es allí donde declara: y les dijo: Escrito está: Mi casa, casa de
oración será llamada; más vosotros la habéis hecho cueva de ladrones. Aquí Jesús cita una combinación de dos
pasajes del Antiguo Testamento, en primer lugar, hace referencia a aquel texto
donde se promete que su casa seria llamada casa de oración: “Yo los llevaré a mi santo monte, y los
recrearé en mi casa de oración; sus holocaustos y sus sacrificios serán aceptos
sobre mi altar; porque mi casa será llamada casa de oración para todos los
pueblos”, (Isaías 56:7). Y también hace referencia
a un texto de Jeremías: “¿Es
cueva de ladrones delante de vuestros ojos esta casa sobre la cual es invocado
mi nombre? He aquí que también yo lo veo, dice Jehová”, (Jeremías 7:11). Y en Juan se nos dice
que todo esto que el Señor realizó les recordó las palabras que están en las
Escrituras: “Entonces se
acordaron sus discípulos que está escrito: El celo de tu casa me consume”, (Juan 2:17). Esto se encuentra
específicamente en el libro de los Salmos: “Porque me consumió el celo de tu casa…” (Salmo 69:9). Por tanto, podemos ver el
cumplimiento profético en los hechos que están ocurriendo en este pasaje, a
parte del rechazo de Jesús a esta practica que impedía la libre adoración a
Dios.
LOS ABATIDOS ENCUENTRAN REPOSO DENTRO DEL TEMPLO
“Y vinieron a él en el templo ciegos y
cojos, y los sanó”.
Mateo 21:14
Después que Jesús hubo echado a todos estos
comerciantes que impedían la adoración a Dios, los ciegos y cojos llegan al templo,
posiblemente porque oyeron que el Señor estaba allí y esperaban encontrar el
alivio de sus dolencias en los brazos de Jesús: Y vinieron a él en el templo ciegos y cojos, y los
sanó. Aquí podemos ver una consecuencia de
buscar a Dios con todo el corazón, en este caso en el templo, y es encontrar
descanso de todas las dolencias y aflicciones de este mundo. Aquellos hombres
abatidos encontraron la sanidad de sus enfermedades y Jesús realiza este
milagro en su última semana de vida. Cuantas personas han llegado al templo a
orar y allí han encontrado la respuesta a sus necesidades. Podemos recordar el
caso de Ana, la cual era estéril, y un día en oración derramo todo su corazón
delante de Dios: “Y se levantó Ana
después que hubo comido y bebido en Silo; y mientras el sacerdote Elí estaba
sentado en una silla junto a un pilar del templo de Jehová, ella con amargura
de alma oró a Jehová, y lloró abundantemente. E hizo voto, diciendo: Jehová de
los ejércitos, si te dignares mirar a la aflicción de tu sierva, y te acordares
de mí, y no te olvidares de tu sierva, sino que dieres a tu sierva un hijo
varón, yo lo dedicaré a Jehová todos los días de su vida, y no pasará navaja
sobre su cabeza. Mientras ella oraba largamente delante de Jehová, Elí estaba
observando la boca de ella. Pero Ana hablaba en su corazón, y solamente se
movían sus labios, y su voz no se oía; y Elí la tuvo por ebria. Entonces le
dijo Elí: ¿Hasta cuándo estarás ebria? Digiere tu vino. Y Ana le respondió
diciendo: No, señor mío; yo soy una mujer atribulada de espíritu; no he bebido
vino ni sidra, sino que he derramado mi alma delante de Jehová… Y levantándose
de mañana, adoraron delante de Jehová, y volvieron y fueron a su casa en Ramá.
Y Elcana se llegó a Ana su mujer, y Jehová se acordó de ella”. (1 Samuel 1:9-15, 19). Cuantas personas como
Ana llegaron angustiadas al templo, pero llegaron a orar y allí Dios les
respondió, o cuantas personas han llegado a la iglesia enfermos y allí
encontraron la sanidad divina. Aquel día Jesús expulso a los mercaderes que
impedían la oración a Dios y muchos recibieron sanidad divina.
UNA ADORACIÓN QUE AGRADA AL PADRE
“Pero los principales sacerdotes y los
escribas, viendo las maravillas que hacía, y a los muchachos aclamando en el
templo y diciendo: ¡Hosanna al Hijo de David! se indignaron, y le dijeron:
¿Oyes lo que éstos dicen? Y Jesús les dijo: Sí; nunca leísteis: ¿De la boca de
los niños y de los que maman perfeccionaste la alabanza? Y dejándolos, salió
fuera de la ciudad, a Betania, y posó allí”.
Mateo 21:15-17
Aquí vemos como después que Jesús había
echado a los comerciantes del templo, permitiendo que la gente que llegaba se
concentrara en la oración al Padre, y cómo algunos enfermos eran sanados, los
muchachos que estaban allí aclamaron adorando al Mesías: los muchachos aclamando en el templo y
diciendo: ¡Hosanna al Hijo de David! De igual forma el propósito principal para ir a la
iglesia no está sino en tener un momento de verdadera comunión con Dios, un
momento de adoración, oración y estudio de su palabra, cualquier otra cosa es
secundaria. Sin embargo, los lideres religiosos se enojaron en gran manera
contra Jesús ya que sus acciones iban en contra de sus intereses religiosos y
tradiciones que no hacían mas que alejar a la gente de Dios, por ello le dicen
a Jesús que calle a aquellos que lo aclamaban como Mesías, pero el Señor los
reprende: Pero los principales sacerdotes y los
escribas, viendo las maravillas que hacía, y a los muchachos aclamando en el
templo y diciendo: ¡Hosanna al Hijo de David! se indignaron, y le dijeron:
¿Oyes lo que éstos dicen? Y Jesús les dijo: Sí; nunca leísteis: ¿De la boca de
los niños y de los que maman perfeccionaste la alabanza? Aquí Jesús cita un Salmo: “De la boca de los niños y de los que maman,
fundaste la fortaleza, a causa de tus enemigos, para hacer callar
al enemigo y al vengativo”,
(Salmo 8:2). Lo cierto es que la verdadera adoración venia de esta gente que
era sencillos y quizás insignificantes para estos hombres religiosos que se
llamaban a sí mismos los principales sacerdotes y escribas; de hecho, algunos
consideran que estos “muchachos” que Mateo menciona en estos versículos, eran
niños, ya que la palabra griega de donde se traduce “muchacho” es país (παῖς), y generalmente se traduce como niño por lo
cual la Nueva Versión Internacional de la Biblia, al igual que muchas otras
traducciones, traducen este versículo de la siguiente manera: “Pero cuando los jefes de los sacerdotes y
los maestros de la ley vieron que hacía cosas maravillosas, y que los niños
gritaban en el templo: «¡Hosanna al Hijo de David!», se indignaron”, (Mateo 21:15, NVI). Como sea, los niños
eran visto con desprecio a los ojos de estos líderes religiosos, pero la
verdadera adoración provenía de ellos, y así, la verdadera adoración proviene
de los labios de aquellos que son humildes y sencillos de corazón, que buscan
la casa de Dios para orar y adorar su nombre en espíritu y verdad. Al final,
aquel día termino, y como veremos en el trascurso de esta semana, al terminarse
el día, Jesús se apartaba de Jerusalén y se iba a Betania, posiblemente la casa
de Marta y María, tal y como se observa en el evangelio según Juan, donde
pasaría la noche para regresar el siguiente día: Y dejándolos, salió fuera de la ciudad, a Betania, y
posó allí.
que importante es conocer el contexto de la historia, DLB Hno!
ResponderBorrarHl como puedo predicar
ResponderBorrarHl cm esta
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