“Todo pámpano que en mí no lleva fruto, lo quitará; y todo aquel que
lleva fruto, lo limpiará, para que lleve más fruto. Ya vosotros estáis limpios
por la palabra que os he hablado. Permaneced en mí, y yo en vosotros. Como el
pámpano no puede llevar fruto por sí mismo, si no permanece en la vid, así
tampoco vosotros, si no permanecéis en mí. Yo soy la vid, vosotros los
pámpanos; el que permanece en mí, y yo en él, éste lleva mucho fruto; porque
separados de mí nada podéis hacer. El que en mí no permanece, será echado fuera
como pámpano, y se secará; y los recogen, y los echan en el fuego, y arden”.
Juan 15:2-6
INTRODUCCIÓN
Continuamos
estudiando el capítulo 15, ya la ultima vez estudiamos como Dios había
comparado su enorme amor al sacar a Israel de la esclavitud y darle una tierra donde
fluía leche y miel, con el hecho de plantar una viña y plantar allí una vid con
el objetivo de obtener un fruto agradable: “Hiciste
venir una vid de Egipto; echaste las naciones, y la plantaste. Limpiaste sitio
delante de ella, e hiciste arraigar sus raíces, y llenó la tierra. Los montes
fueron cubiertos de su sombra, y con sus sarmientos los cedros de Dios.
Extendió sus vástagos hasta el mar, y hasta el río sus renuevos”,
(Salmos 80:8-11). Lamentablemente Israel no dio el fruto de obediencia que Dios
quería y por ello sus pecados los destruyeron: “Israel
es una frondosa viña, que da abundante fruto para sí mismo; conforme a la
abundancia de su fruto multiplicó también los altares, conforme a la bondad de
su tierra aumentaron sus ídolos. Está dividido su corazón. Ahora serán hallados
culpables; Jehová demolerá sus altares, destruirá sus ídolos”,
(Oseas 10:1-2). Al no poder producir el fruto que Dios esperaba debido a la
incapacidad humana, Dios decidió darle la viña a la iglesia del Señor y en este
caso la vid verdadera es Jesucristo. Hoy vamos a estudiar cómo podemos llevar
mucho fruto en el Señor.
¿Cómo dar mucho fruto? |
PARA DAR FRUTO DEBEMOS SER LIMPIADOS
“Todo pámpano que en mí no lleva fruto, lo quitará; y todo aquel que
lleva fruto, lo limpiará, para que lleve más fruto. Ya vosotros estáis limpios
por la palabra que os he hablado”.
Juan 15:2-3
El
pámpano son los sarmientos o ramas donde nacen las uvas y en estos versículos
podemos encontrar una de las cosas que debemos hacer para dar mucho fruto, y
esto es, ser limpiados: Todo pámpano
que en mí no lleva fruto, lo quitará; y todo aquel que lleva fruto, lo
limpiará, para que lleve más fruto. La palabra limpiará puede
traducirse también como podar, tal y como aparece en otras versiones de la
Biblia como la Biblia de las Américas: “Todo
sarmiento que en mí no da fruto, lo quita; y todo el que da fruto, lo
poda para que dé más fruto”, (Juan 15:2, LBLA), y el proceso
de podar se realiza con el propósito de recortar algunas ramas con el fin de
que la planta pueda producir un mejor fruto. Obviamente este proceso suena
doloroso, pero es necesario para producir el fruto deseado, de hecho, la
palabra griega de donde se traduce limpiar o podar tiene este trasfondo. En el
griego original, la palabra que se traduce como limpiar o podar es kazaíro (καθαίρω),
la cual podría traducirse también como purgar, tal y como lo hace la antigua
versión en inglés, la King James Vesion: “Every
branch in me that beareth not fruit he taketh away: and every branch that
beareth fruit, he purgeth it, that it may bring forth more fruit”,
(Juan 15:2). Por tanto, podemos entender que este proceso de podar o limpiar o
incluso purgar, producirá dolor en nuestras vidas, y este proceso esta dirigido
especialmente a aquellas áreas de nuestra vida que no están en armonía con la
voluntad de Dios y no hemos querido corregir, o a moldear ciertas áreas de
nuestro carácter para llegar a ser la persona que Dios desea. Muchas veces el
proceso de poda en nuestras vidas vendrá con el propósito de moldear nuestro carácter
y prepararnos para recibir grandes cosas de parte de Dios, tal y como paso con
José, quien sufrió mucho al ser odiado por sus hermanos y vendido a Egipto como
esclavo, al ser acusado de un crimen injustamente y ser condenado en una cárcel.
Fue gracias a este proceso de dolor que Dios preparo a José para llegar a
convertirlo a sus 30 años de edad en el gobernador de Egipto y traer el socorro
oportuno a su familia cuando el hambre cubrió toda la tierra, preservando así
la vida de ellos, y por tal razón José dijo: “Y les
respondió José: No temáis; ¿acaso estoy yo en lugar de Dios? Vosotros
pensasteis mal contra mí, más Dios lo encaminó a bien, para hacer lo que vemos
hoy, para mantener en vida a mucho pueblo”, (Génesis 50:19-20). A veces
el proceso de poda en nuestras vidas contribuye a este fin, moldear nuestro carácter,
acrecentar nuestra fe y desarrollar nuestros dones para cumplir el propósito de
Dios en nuestras vidas. En otras ocasiones, el proceso de poda viene a nuestras
vidas con el proceso de disciplinarnos en aquellas áreas que no queremos
cambiar y que no agradan a Dios. En la Biblia se nos enseña que Dios disciplina
a aquellos a quien ama con el propósito de mantenerlos en el camino correcto y así
producir el furto que desea en sus vidas: “Si
soportáis la disciplina, Dios os trata como a hijos; porque ¿qué hijo es aquel
a quien el padre no disciplina? Pero si se os deja sin disciplina, de la cual
todos han sido participantes, entonces sois bastardos, y no hijos. Por otra
parte, tuvimos a nuestros padres terrenales que nos disciplinaban, y los
venerábamos. ¿Por qué no obedeceremos mucho mejor al Padre de los espíritus, y
viviremos? Y aquéllos, ciertamente por pocos días nos disciplinaban como a
ellos les parecía, pero éste para lo que nos es provechoso, para que
participemos de su santidad. Es verdad que ninguna disciplina al presente
parece ser causa de gozo, sino de tristeza; pero después da fruto apacible de
justicia a los que en ella han sido ejercitados”, (Hebreos 12:7-11).
Por tanto, Dios realiza este proceso de poda donde moldea nuestro carácter y
nos disciplina para que lleguemos a producir muchos frutos, un fruto agradable
al Señor. En su carta a los Gálatas el apóstol Pablo dice en qué consiste el
fruto del Espíritu: “Mas el fruto del Espíritu es
amor, gozo, paz, paciencia, benignidad, bondad, fe, mansedumbre, templanza;
contra tales cosas no hay ley”, (Gálatas 5:22-23). Así que a través
del proceso de poda el Señor nos limpia para llegar a producir un fruto
agradable al Señor.
Ahora bien, el versículo 3 nos
dice que es a través de su palabra que nosotros ´podemos ser limpios: Ya vosotros estáis limpios por la palabra que os he hablado.
Es la palabra de Dios la que nos limpia y prepara para andar conforme a su
voluntad: “Toda la Escritura es inspirada por Dios,
y útil para enseñar, para redargüir, para corregir, para instruir en justicia, a
fin de que el hombre de Dios sea perfecto, enteramente preparado para toda
buena obra”, (2 Timoteo 3:16-17).
PARA DAR FRUTO DEBEMOS PERMANECER EN ÉL
“Permaneced en mí, y yo en vosotros. Como el pámpano no puede llevar
fruto por sí mismo, si no permanece en la vid, así tampoco vosotros, si no
permanecéis en mí. Yo soy la vid, vosotros los pámpanos; el que permanece en
mí, y yo en él, éste lleva mucho fruto; porque separados de mí nada podéis
hacer”.
Juan 15:4-5
En
segundo lugar, para dar mucho fruto debemos permanecer en Él: Permaneced en mí, y yo en vosotros. Así como el pámpano
no puede dar fruto por si mismo si no esta unido a la vid, así el creyente si
no permanece unido a Cristo no puede dar fruto: Como
el pámpano no puede llevar fruto por sí mismo, si no permanece en la vid, así
tampoco vosotros, si no permanecéis en mí. Yo soy la vid, vosotros los
pámpanos; el que permanece en mí, y yo en él, éste lleva mucho fruto; porque
separados de mí nada podéis hacer. Solamente estando unidos a Cristo
podremos vencer y dar el fruto que a Dios tanto le agrada.
EL QUE NO PRODUCE FRUTO ES ECHADO AL FUEGO
“El que en mí no permanece, será echado fuera como pámpano, y se
secará; y los recogen, y los echan en el fuego, y arden”.
Juan 15:6
Finalmente,
vemos el final de aquellos que no están unidos a Cristo y no son limpiados por
Él: El que en mí no permanece, será echado fuera
como pámpano, y se secará; y los recogen, y los echan en el fuego, y arden.
Cuando un pámpano no da fruto lo que se hace es cortarlo y echarlo al fuego, ni
siquiera su leña sirve para otro propósito, por su naturaleza fibrosa y
deforme. De igual forma, aquellos que lamentablemente rechazan a Cristo,
rechazan la vida y como consecuencia su alma es condenada en el infierno. Sin embargo,
nosotros los cristianos debemos permanecer unidos a Cristo que es la vid
verdadera y persistir que a través de su palabra seamos limpios y así producir un
fruto agradable al Señor.
Bendiciones se siga publicando más de la palabra de Dios, gracias a Dios se aclararon mis preguntas en mi misma,lo entendí muy bien y lo compartiré y pondré en práctica.
ResponderBorrarGrasias Dios y mi padre por usar a este siervo tuyo para ayudarnos a entender y comprender tu palabra amén y que el senor te siga bendiciendo
ResponderBorrarQue no habla(aquí en v.6) que la salvación se puede perder
ResponderBorrarBuenas tardes como estan todos, aqui repasando este tema biblico acerca de las caracteristicas de un verdadero hijo de Dios en lo que respeta a los frutos que debemos mostrar como evidencia de que hemos sido salvados y para ganar el regalo de la gracia de Dios no hay que hacer ningun acto de nuestra parte que pueda cubrir la cuota para merecer tan grande salvacion. Por lo tanto, si el cristiano que no valora todo lo que Cristo vino a hacer en este mundo seria como menospreciar ese maravillosa regalo y seria como rechazar el regalo de salvacion de parte Jesus a traves de su evangelio en ese caso solamente el cristiano ha perdido la oportunidad de disfrutar de un vida que presenta mi eternidad con la majestad divina por los siglos de los siglos. Qiuera Dios que nunca perdamos el verdadero rumbo de salvacion
Borrar