“Les
mandó luego, y les dijo: Yo voy a ser reunido con mi pueblo. Sepultadme con mis
padres en la cueva que está en el campo de Efrón el heteo, en la cueva que está
en el campo de Macpela, al oriente de Mamre en la tierra de Canaán, la cual
compró Abraham con el mismo campo de Efrón el heteo, para heredad de sepultura.
Allí sepultaron a Abraham y a Sara su mujer; allí sepultaron a Isaac y a Rebeca
su mujer; allí también sepulté yo a Lea. La compra del campo y de la cueva que
está en él, fue de los hijos de Het. Y cuando acabó Jacob de dar mandamientos a
sus hijos, encogió sus pies en la cama, y expiró, y fue reunido con sus
padres”.
Génesis 49:29-33
INTRODUCCIÓN
Alguien comparo la vida de Jacob
con el peregrinar cristiano a lo largo de toda su vida. Jacob es un buen
ejemplo de un hombre imperfecto, pecador y que cometió muchos errores, pero que
anhelaba tener su herencia con Dios, un pecador arrepentido que supo agarrarse
del manto de misericordia de Dios, y si pensamos por un momento, así es la vida
cristiana, porque, qué somos nosotros, somos pecadores arrepentidos, hombres y
mujeres lavados con la sangre de Jesucristo y que ahora por misericordia
tenemos entrada al reino de Dios. Sin embargo, la vida cristiana no es fácil, y
no lo es porque tenemos tres enemigos que son Satanás y el mundo los cuales nos
seducen para fallarle a Dios, y no solo eso, también nosotros mismos, nuestra
propia naturaleza imperfecta pelea en contra de la voluntad de Dios y de allí que en
ocasiones la vida cristiana se vuelve difícil. Muchas creyentes caen en este
peregrinar, algunos son vencidos por su propia naturaleza y caen en pecados,
estos acusados por su conciencia y las mentiras de Satanás no logran levantarse
de su estado de calamidad. Otros son abatidos por las duras pruebas que vienen
a la vida y en medio de esta situación menguan su vida cristiana, y si nosotros
estudiamos la vida de Jacob, nos daremos cuenta de que es muy parecida a la
vida cristiana, Hoy hemos considerado unos versículos donde vemos como un
hombre que fue imperfecto, que cometió muchos errores, pero supo ampararse a la
gracia divina y logro llegar al ultimo día de su vida en victoria, en plena
comunión con Dios y partir a la vida eterna, por ello les solicito a sus hijos
que lo sepultaran en la cueva de Macpela donde se encontraban los restos aquellos
antepasados suyos que habían caminado en fe. La pregunta seria, ¿cómo lograrlo?
Veamos al menos tres características que debemos tener para lograrlo, esto
basado en la vida de Jacob.
Jacob fue un ejemplo de perseverancia |
I.
SU
ENORME ANHELO DE HEREDAR LAS PROMESAS DE DIOS.
“Cuando se cumplieron sus
días para dar a luz, he aquí había gemelos en su vientre. Y salió el primero
rubio, y era todo velludo como una pelliza; y llamaron su nombre Esaú. Después
salió su hermano, trabada su mano al calcañar de Esaú; y fue llamado su nombre
Jacob. Y era Isaac de edad de sesenta años cuando ella los dio a luz”.
Génesis
25:24-26
Quizás una de las razones por las
cuales Jacob llego a perseverar hasta el fin y heredar grandes promesas de
parte de Dios fue por su enorme deseo de heredarlas, y esto se deja ver desde
su mismo nacimiento. Parece una locura decir esto, pero la forma de cómo Jacob
nació es un simbolismo de su constante lucha por heredar las promesas de Dios,
ya que, según la tradición del antiguo oriente, el primogénito heredaba las
principales riquezas de los padres, y en este caso, los derechos de primogénito
le daban derecho de heredar las promesas de Dios hacia Abraham. La Biblia nos
enseña que el primero en nacer fue Esaú, pero después, al salir este primero,
se dieron cuenta que su hermano menor venia agarrado del calcañal del primero,
como si el niño trataba de nacer primero, por ello le pusieron de nombre Jacob,
que significa “suplantador”, y ciertamente toda su vida intento suplantar a su
hermano mayor en los derechos de primogénito, ya que él anhelaba en gran manera
heredar estas promesas. Al final todos conocemos la historia de Jacob y Esaú,
Esaú le vendió su primogenitura por un plato de lentejas, y luego, aunque de
una manera incorrecta, engaño a su padre haciéndose pasar por su hermano para
que lo bendijera como hijo mayor y heredero de las promesas de Dios. El punto
con todo esto es resaltar el enorme deseo de Jacob de heredar las promesas que
Dios le dio a Abraham y prometió a toda su descendencia, un hombre imperfecto
que soñaba con ser el heredero de todas estas benditas promesas.
De igual forma, si nosotros
queremos perseverar en la vida cristiana, tenemos que aprender a valorar y
anhelar tener nuestra parte en el reino de Dios. Muchas personas
lamentablemente no aprecian las promesas de Dios y como Esaú vende sus promesas
por un plato de lentejas que el mundo le ofrece. Por ello Pablo oraba a Dios
para que alumbrara los ojos de los creyentes en Éfeso de cuál es la esperanza a
la cual habían sido llamados, cuáles las herencias espirituales a las que
tenían acceso y cuál la supereminente grandeza de su poder en Cristo Jesús: “Por esta causa también yo, habiendo oído de vuestra fe en el
Señor Jesús, y de vuestro amor para con todos los santos, no ceso de dar
gracias por vosotros, haciendo memoria de vosotros en mis oraciones, para que
el Dios de nuestro Señor Jesucristo, el Padre de gloria, os dé espíritu de
sabiduría y de revelación en el conocimiento de él, alumbrando los ojos de
vuestro entendimiento, para que sepáis cuál es la esperanza a que él os ha
llamado, y cuáles las riquezas de la gloria de su herencia en los santos, y
cuál la supereminente grandeza de su poder para con nosotros los que creemos,
según la operación del poder de su fuerza, la cual operó en Cristo,
resucitándole de los muertos y sentándole a su diestra en los lugares
celestiales”, (Efesios 1:15-20). Comprender esta maravillosa verdad
es mas que suficiente para alentarnos a seguir adelante, aun en medio de
grandes dificultades, pero ese anhelo por heredar la vida eterna y todas sus
maravillosas promesas nos impulsan a seguir adelante.
II.
SIEMPRE
SUPO CÓMO LEVANTARSE DE SUS FRACASOS Y ERRORES BUSCANDO LA REDENCIÓN EN DIOS.
En segundo lugar, una de las
razones por las cuales Jacob persevero hasta el final es porque siempre supo
cómo levantarse después de sus caídas. La vida de Jacob no fue siempre fue
perfecta, como nosotros cometió errores y pecados de los cuales después se
arrepintió. Uno de sus grandes pecados fue el engaño hacia su padre y hermano,
engaño que lleno de resentimientos a su hermano Esaú que había jurado matarlo
por ello. Fue así que después de aproximadamente 20 años, cuando Jacob regreso
a su tierra natal, tuvo que enfrentar nuevamente a su hermano el cual venia con
400 hombres a recibirlo. Este momento fue duro para Jacob, tanto que lo lleno
de temores, pero estaba pagando las consecuencias de sus pecados. Ante
semejante situación, pudo haber huido y quedarse en su vergüenza, pero en lugar
de eso, acudió al único que podía ayudarle a redimir su pecado y darle la
victoria: “Y se levantó aquella noche, y tomó sus
dos mujeres, y sus dos siervas, y sus once hijos, y pasó el vado de Jacob. Los
tomó, pues, e hizo pasar el arroyo a ellos y a todo lo que tenía. Así se quedó
Jacob solo; y luchó con él un varón hasta que rayaba el alba. Y cuando el varón
vio que no podía con él, tocó en el sitio del encaje de su muslo, y se
descoyuntó el muslo de Jacob mientras con él luchaba. Y dijo: Déjame, porque
raya el alba. Y Jacob le respondió: No te dejaré, si no me bendices. Y el varón
le dijo: ¿Cuál es tu nombre? Y él respondió: Jacob. Y el varón le dijo: No se
dirá más tu nombre Jacob, sino Israel; porque has luchado con Dios y con los
hombres, y has vencido. Entonces Jacob le preguntó, y dijo: Declárame ahora tu
nombre. Y el varón respondió: ¿Por qué me preguntas por mi nombre? Y lo bendijo
allí. Y llamó Jacob el nombre de aquel lugar, Peniel; porque dijo: Vi a Dios
cara a cara, y fue librada mi alma”, (Génesis 32:22-30). Aquel día
Jacob lucho por su redención, por una oportunidad más, por el favor divino, por
la bendición de Dios, ya que sabia que si la obtenía podría alcanzar su
redención y ser ayudado por Dios, y así paso, porque volvió a hallar gracia a
los ojos de su hermano Esaú.
Muchas
personas un día fueron grandes servidores de Dios, tenían una gran relación con
Él, pero como Jacob, se equivocaron, cometieron algún error o pecado que ahora
los avergüenza y lamentablemente se han quedado hundidos en su desgracia; pero
esta no es la voluntad de Dios, el deseo de Dios es que todos sepamos reconocer
nuestros pecados, y si fallamos, nos levantemos y le sirvamos con mayor
fidelidad: “Porque siete veces cae el justo, y
vuelve a levantarse; más los impíos caerán en el mal”, (Proverbios
24:16).
III.
SE
SOSTUVO EN DIOS DURANTE LOS MOMENTOS MÁS DIFÍCILES DE SU VIDA.
Finalmente, otra de las razones por
las cueles Jacob persevero hasta el final fue porque siempre supo sostenerse de
Dios en medio de sus pruebas. La vida de Jacob no fue fácil, es cierto, llego a
poseer al final de su vida muchas riquezas y heredar grandes promesas, pero al
principio sufrió mucho para conseguir todo esto, y especialmente cuando estuvo
en casa de su suegro Labán, el cual lo engaño haciéndolo trabajar catorce años
por su esposa Raquel, y en general, durante todos los días que le sirvió que fueron
20 en total: “Entonces Jacob se enojó, y riñó con
Labán; y respondió Jacob y dijo a Labán: ¿Qué transgresión es la mía? ¿Cuál es
mi pecado, para que con tanto ardor hayas venido en mi persecución? Pues que
has buscado en todas mis cosas, ¿qué has hallado de todos los enseres de tu
casa? Ponlo aquí delante de mis hermanos y de los tuyos, y juzguen entre
nosotros. Estos veinte años he estado contigo; tus ovejas y tus cabras nunca
abortaron, ni yo comí carnero de tus ovejas. Nunca te traje lo arrebatado por
las fieras: yo pagaba el daño; lo hurtado así de día como de noche, a mí me lo
cobrabas. De día me consumía el calor, y de noche la helada, y el sueño huía de
mis ojos. Así he estado veinte años en tu casa; catorce años te serví por tus
dos hijas, y seis años por tu ganado, y has cambiado mi salario diez veces. Si
el Dios de mi padre, Dios de Abraham y temor de Isaac, no estuviera conmigo, de
cierto me enviarías ahora con las manos vacías; pero Dios vio mi aflicción y el
trabajo de mis manos, y te reprendió anoche”, (Génesis 31:36-42). Si
nos damos cuenta, Dios fue la fortaleza de Jacob en medio de sus días
difíciles, y de igual forma puede serlo para nosotros, ya que lamentablemente
muchos sucumben ante las duras pruebas de la vida cristiana.
CONCLUSIÓN.
En general, la vida de Jacob no fue
fácil, estuvo llena de dificultades y errores, pero fue un hombre que supo
arrepentirse de sus pecados y afianzarse de la gracia de Dios la cual le
concedió llegar a su final, y ahora, en estos versículos que leímos les declara
su ultimo deseo, ser enterrado a la par de los grandes hombres y mujeres que
por su fe tuvieron su parte con Dios. De igual forma, nosotros debemos
perseverar hasta el final y para ello podemos imitar las actitudes de Jacob que
le ayudaron a este fin:
1.
Su
enorme anhelo de heredar las promesas de Dios.
2.
Siempre
supo como levantarse de sus fracasos y errores buscando la redención en Dios.
3.
Se
sostuvo en Dios durante los momentos más difíciles de su vida.
Gran ejemplo la vida de Jacob, gracias por el apoyo, un material excelente. 👌
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