¡Ay de los que cuidan lo exterior y no limpian su interior! (Mateo 23:25-28)



“¡Ay de vosotros, escribas y fariseos, hipócritas! porque limpiáis lo de fuera del vaso y del plato, pero por dentro estáis llenos de robo y de injusticia. ¡Fariseo ciego! Limpia primero lo de dentro del vaso y del plato, para que también lo de fuera sea limpio. ¡Ay de vosotros, escribas y fariseos, hipócritas! porque sois semejantes a sepulcros blanqueados, que por fuera, a la verdad, se muestran hermosos, más por dentro están llenos de huesos de muertos y de toda inmundicia. Así también vosotros por fuera, a la verdad, os mostráis justos a los hombres, pero por dentro estáis llenos de hipocresía e iniquidad”.

Mateo 23:25-28

INTRODUCCIÓN

            Llegamos hoy al sexto de los ayes que Jesús proclama en contra de la hipocresía religiosa de los escribas y fariseos. Pareciera que en estos cuatro versículos tenemos dos ayes, y ciertamente los encontraremos, pero su significado pudiese tomarse como similar. Hay eruditos bíblicos que suman el ay del versículo 25 como el quinto y el ay del versículo 27 como el sexto, esto considerando que algunos ven que el ay del versículo 14 fue un texto que fue insertado posterior a la publicación de los primeros manuscritos y que en su momento nosotros ya lo estudiamos. En nuestro caso veremos los dos ayes que aparecen en los versículos que van del 25 al 28 como un solo y como nuestro sexto ay, así estaríamos viendo un total de siete. El sexto ay condena otra de las actitudes hipócritas de los escribas y fariseos, y esta es la de darle mayor importancia a los rituales y cuidados externos, olvidando limpiar el interior que es el alma y el corazón.


sexto-ay
¡Ay de los que cuidan lo exterior y no limpian su interior!


¡AY DE LOS QUE CUIDAN MÁS LO EXTERNO QUE DE LIMPIAR LO INTERNO!

 “¡Ay de vosotros, escribas y fariseos, hipócritas! porque limpiáis lo de fuera del vaso y del plato, pero por dentro estáis llenos de robo y de injusticia. ¡Fariseo ciego! Limpia primero lo de dentro del vaso y del plato, para que también lo de fuera sea limpio”.

Mateo 23:25-26

             Si había algo muy claro en la vida religiosa de los escribas y fariseos era su preocupación por las apariencias y esto los llevaba a enfocarse más en practicar rigurosamente algunas tradiciones y ritos que no contribuían en nada a la santidad y consagración a Dios y se olvidaban de limpiar su sucio corazón: ¡Ay de vosotros, escribas y fariseos, hipócritas! porque limpiáis lo de fuera del vaso y del plato, pero por dentro estáis llenos de robo y de injusticia. Aquí el Señor pone en evidencia uno de sus muchos ritos que sustituían lo más importante, la limpieza del corazón. La pureza ritual era importante para estos religiosos y ellos tenían todo un procedimiento para lavar las vasijas y platos. La escuela del rabino Shammai decía que bastaba con que la parte exterior de la vasija o el plato se viese limpia para poder ser usado y la mayoría de fariseos acuñaba esta perspectiva. Sin embargo, la escuela de Hillel afirmaba que lo importante era limpiar el interior. De igual forma, en sus innumerables reglas, tenían algunas vasijas o platillos que dependiendo de su forma y el material del cual estuviesen elaborados se consideraban como utensilios que se podían contaminar y se necesitaba pasar por un proceso de limpieza ritual. Ahora bien, la limpieza ritual era eso, un ritual, no tenían como fin cuidar la salud y matar gérmenes, sino más bien asegurar una serie de pasos que según ellos convertían al utensilio en ceremonialmente limpio e incapaz de volver inmunda a una persona. Ahora, tomando en cuenta estas tradiciones, nuestro Señor viene y hace un símil de sus costumbres y ritos que buscaban resaltar más los aspectos externos, pero no se preocupaban por limpiar su sucio corazón: ¡hipócritas! porque limpiáis lo de fuera del vaso y del plato, pero por dentro estáis llenos de robo y de injusticia. ¡Fariseo ciego! Limpia primero lo de dentro del vaso y del plato, para que también lo de fuera sea limpio. Aquí pareciera que el Señor los acusa de pecados en específico, el robo y la injusticia. Ya en el segundo ay vimos como estos hombres se aprovechaban de las viudas devorándoles sus propiedades y en Lucas podemos encontrar más referencias para entender el pecado de estos hombres: “Luego que hubo hablado, le rogó un fariseo que comiese con él; y entrando Jesús en la casa, se sentó a la mesa. El fariseo, cuando lo vio, se extrañó de que no se hubiese lavado antes de comer. Pero el Señor le dijo: Ahora bien, vosotros los fariseos limpiáis lo de fuera del vaso y del plato, pero por dentro estáis llenos de rapacidad y de maldad. Necios, ¿el que hizo lo de fuera, no hizo también lo de adentro? Pero dad limosna de lo que tenéis, y entonces todo os será limpio”, (Lucas 11:37-41). Aquí vemos más de sus costumbres y ritos, ellos antes de sentarse a la mesa se lavaban las manos, pero no por cuestiones de higiene, sino porque era un rito que contenía una serie de pasos que tenían que practicar para asegurarse que ritualmente estaban limpios, pero el Señor les recrimina sus rituales que para en nada ayudaban a la limpieza espiritual, en lugar de eso, por dentro les dice que estaban llenos de rapacidad y maldad. Esta palabra que aparece aquí en Lucas y que se traduce como rapacidad es jarpagé (ἁρπαγή), y hace referencia a un ser arpía que sabe despojar y devorar a los demás. No cabe duda que estos hombres eran expertos en el robo y tomaban ventaja de su apariencia religiosa para hacerlo, por ello Jesús los invita aquí en Lucas a mejor dar limosna a los pobres en lugar de aprovecharse de ellos y en Mateo los acusa de estar llenos de robo e injusticia.

UNA RELIGIÓN DE FACHADA BONITA, PERO DE CORAZÓN PODRIDO

“¡Ay de vosotros, escribas y fariseos, hipócritas! porque sois semejantes a sepulcros blanqueados, que por fuera, a la verdad, se muestran hermosos, más por dentro están llenos de huesos de muertos y de toda inmundicia. Así también vosotros por fuera, a la verdad, os mostráis justos a los hombres, pero por dentro estáis llenos de hipocresía e iniquidad”.

Mateo 23:27-28

                En general, Jesús les declara el verdadero problema a estos escribas y fariseos: ¡Ay de vosotros, escribas y fariseos, hipócritas! porque sois semejantes a sepulcros blanqueados, que por fuera, a la verdad, se muestran hermosos, más por dentro están llenos de huesos de muertos y de toda inmundicia. Así también vosotros por fuera, a la verdad, os mostráis justos a los hombres, pero por dentro estáis llenos de hipocresía e iniquidad. Para el tiempo de la pascua se solían mandar a blanquear los sepulcros de los cementerios con el fin de identificarlos y sirviese de señal a los judíos para no acercarse mucho a ellos, ya que, de acuerdo a la ley, tocar el hueso de un muerto o un cadáver los volvía inmundos, y aparte de eso, los embellecían. A lo lejos se veían hermosos pintados todos de blancos, pero en su interior había huesos de muertos. así eran estos hombres, vestían ropas que los hacían parecer religiosos, ensanchaban sus filacterias y extendían sus flecos (Mateo 23:5), hacían largas oraciones en las plazas (Mateo 6:5), demacraban el aspecto de sus rostros para que los demás hombres viesen que ayunaban (Mateo 6:16), tocaban trompeta para que todos se dieran cuenta que daban limosnas (Mateo 6:2), cumplían sus complicados ritos de lavado de manos y platos (Lucas 11:37-41), y todo esto y mucho más lo hacían para ser vistos como justos, pero todo era pura hipocresía, un show externo que en nada contribuía a la limpieza de su corazón, porque por dentro estaban llenos de mentira, ira, lujuria, robo, engaño, homicidio y toda clase de injusticia. Ningún rito externo limpia el corazón del hombre y lo mas importante en el evangelio es la limpieza del alma, porque nada inmundo entrará en el reino de los cielos: “¿Quién subirá al monte de Jehová? ¿Y quién estará en su lugar santo? El limpio de manos y puro de corazón; el que no ha elevado su alma a cosas vanas, ni jurado con engaño”, (Salmo 24:3-4). Muchas personas hoy en día viven cumpliendo ritos religiosos y piensan que por hacerlos se vuelven aceptos a Dios, pero no cambian su interior, ya que en ellos todavía existe hipocresía, envidia, mentira, celos, ira, odio y toda clase de inmundicia que los contamina delante de Dios, por ello el apóstol Pablo nos invita en el poder de Dios a limpiarnos de todo mal: “Por lo demás, hermanos, os rogamos y exhortamos en el Señor Jesús, que de la manera que aprendisteis de nosotros cómo os conviene conduciros y agradar a Dios, así abundéis más y más. Porque ya sabéis qué instrucciones os dimos por el Señor Jesús; pues la voluntad de Dios es vuestra santificación; que os apartéis de fornicación; que cada uno de vosotros sepa tener su propia esposa en santidad y honor; no en pasión de concupiscencia, como los gentiles que no conocen a Dios; que ninguno agravie ni engañe en nada a su hermano; porque el Señor es vengador de todo esto, como ya os hemos dicho y testificado. Pues no nos ha llamado Dios a inmundicia, sino a santificación. Así que, el que desecha esto, no desecha a hombre, sino a Dios, que también nos dio su Espíritu Santo”, (1 Tesalonicenses 4:1-8). Dios nos ha llamado a santificación y esta santificación se logra viniendo a los pies de Cristo en total arrepentimiento de pecados con un corazón dispuesto a abandonar todos los antiguos pecados y cuando esto es así, la sangre de Cristo nos limpia de todo pecado: “Si decimos que tenemos comunión con él, y andamos en tinieblas, mentimos, y no practicamos la verdad; pero si andamos en luz, como él está en luz, tenemos comunión unos con otros, y la sangre de Jesucristo su Hijo nos limpia de todo pecado. Si decimos que no tenemos pecado, nos engañamos a nosotros mismos, y la verdad no está en nosotros. Si confesamos nuestros pecados, él es fiel y justo para perdonar nuestros pecados, y limpiarnos de toda maldad”, (1 Juan 1:6-9). Por medio de Cristo podemos llegar a limpiarnos de todas nuestras maldades y por medio de una vida temerosa en Dios y la obediencia a su palabra podemos llegar a reflejar la vida de aquellos que han sido renovados en el poder de su Santo Espíritu.

 

1 comentario:

  1. Que bendición leer tal reflexión como la del día de hoy, sin duda alguna es algo que sí o sí debemos de ponerlo en práctica siempre y no olvidarnos de ello, que Dios los bendiga por siempre, un fuerte abrazo!

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