“Pero ahora voy al que me envió; y ninguno de vosotros me pregunta:
¿A dónde vas? Antes, porque os he dicho estas cosas, tristeza ha llenado
vuestro corazón. Pero yo os digo la verdad: Os conviene que yo me vaya; porque
si no me fuera, el Consolador no vendría a vosotros; más si me fuere, os lo
enviaré. Y cuando él venga, convencerá al mundo de pecado, de justicia y de
juicio. De pecado, por cuanto no creen en mí; de justicia, por cuanto voy al
Padre, y no me veréis más; y de juicio, por cuanto el príncipe de este mundo ha
sido ya juzgado. Aún tengo muchas cosas que deciros, pero ahora no las podéis
sobrellevar. Pero cuando venga el Espíritu de verdad, él os guiará a toda la
verdad; porque no hablará por su propia cuenta, sino que hablará todo lo que
oyere, y os hará saber las cosas que habrán de venir. El me glorificará; porque
tomará de lo mío, y os lo hará saber. Todo lo que tiene el Padre es mío; por
eso dije que tomará de lo mío, y os lo hará saber”.
Juan 16:5-15
INTRODUCCIÓN
El ultimo discurso de Jesús a sus discípulos continua. Faltan horas para que sus captores lleguen a Él y sea conducido al martirio, pero antes de esto nuestro Señor ha dedicado sus ultimas horas de vida a instruir a sus discípulos con el fin de prepararlos para el momento de su muerte y continuar la obra que Él ha iniciado. Ahora el Señor les explicara que el otro Consolador, el Espíritu Santo les ayudara en esta tarea, Él ya les hablo de la ayuda que recibían del Espíritu Santo, pero en estos versículos queda clara la obra que este realizaría en el plan de redención de Dios. Continuemos estudiando este hermoso discurso que comenzó allá en el capítulo 13 y se ha extendido hasta este capítulo 16.
La obra redentora del Espíritu Santo |
TRISTEZA Y CONVENIENCIA
“Pero ahora voy al que me envió; y ninguno de vosotros me pregunta: ¿A dónde vas? Antes, porque os he dicho estas cosas, tristeza ha llenado vuestro corazón. Pero yo os digo la verdad: Os conviene que yo me vaya; porque si no me fuera, el Consolador no vendría a vosotros; más si me fuere, os lo enviaré”.
Juan 16:5-7
Los
discípulos estaban tristes porque estaban comenzando a entender que Jesús tenia
que partir y apartarse de ellos, tanta era su tristeza que ya ninguno se atrevió
a volver a preguntarle a dónde iba: Pero ahora voy
al que me envió; y ninguno de vosotros me pregunta: ¿A dónde vas? Antes, porque
os he dicho estas cosas, tristeza ha llenado vuestro corazón. Sin embargo,
esta tristeza era necesaria y hasta cierto punto conveniente, porque si Él no partía,
entonces el Espíritu Santo no hubiese podido venir a esta tierra a realizar su
obra: Pero yo os digo la verdad: Os conviene que yo
me vaya; porque si no me fuera, el Consolador no vendría a vosotros; más si me
fuere, os lo enviaré. Como vimos anteriormente, la palabra
Consolador proviene del griego parákletos (παράκλητος),
y que hace referencia al Espíritu Santo
como maestro, guía y ayudador del cristiano. Hoy en día el Espíritu Santo juega
un papel muy importante en la vida cristiana y su participación en la obra
redentora es determinante a tal punto que en los siguientes versículos el Señor
explica en qué consiste esta obra maravillosa.
LA OBRA DEL ESPÍRITU SANTO EN EL PLAN REDENTOR DE DIOS
“Y cuando él venga, convencerá al mundo de pecado, de justicia y de juicio. De pecado, por cuanto no creen en mí; de justicia, por cuanto voy al Padre, y no me veréis más; y de juicio, por cuanto el príncipe de este mundo ha sido ya juzgado”.
Juan 16:8-11
Aquí
vemos la obra del Espíritu Santo en la redención del hombre resumida en tres
acciones: Y cuando él venga, convencerá al mundo de
pecado, de justicia y de juicio. En primer lugar, se nos dice
que el trabajo del Espíritu Santo es convencer a los hombres de su pecado:
De pecado, por cuanto no creen en mí. La palabra
griega de donde se traduce pecado es jamartía (ἁμαρτία),
y literalmente significa “errar al blanco”, y eso es precisamente lo que
es el pecado, es errar el blanco, es tomar un camino errado que conduce a la destrucción
y condenación eterna. De acuerdo a la Biblia el hombre es concebido en pecado: “He aquí, en maldad he sido formado, y en pecado me concibió
mi madre”, (Salmo 51:5). Por causa de su naturaleza pecaminosa esta
totalmente depravado e incapaz de agradar a Dios ya que sus acciones son de
continuo solamente el mal: “Y vio Jehová que la
maldad de los hombres era mucha en la tierra, y que todo designio de los
pensamientos del corazón de ellos era de continuo solamente el mal”,
(Génesis 6:5). Y como tales, en su estado original de naturaleza caída están totalmente
alejados de la gloria de Dios: “Por cuanto todos
pecaron, y están destituidos de la gloria de Dios”, (Romanos 3:23). Ante
esta realidad, es el Espíritu Santo que actúa en la vida de las personas mostrándoles
de forma milagrosa su condición de pecado y necesidad de creer en Jesús.
Luego, en segundo lugar, tenemos que el trabajo del Espíritu Santo es
convencer a los hombres de la necesidad justicia que ellos tienen: de justicia, por cuanto voy al Padre, y no me veréis más.
La palabra justicia se traduce del griego dikaiosúne (δικαιοσύνη),
la cual sugiere la idea de alguien que ha
sido declarado inocente, aunque no necesariamente lo sea. Después que el hombre
reconoce su estado de pecado y condenación eterna, también reconoce la
necesidad de ser justificado de todos sus pecados por medio de la fe en Cristo:
“Por cuanto todos pecaron, y están destituidos de la
gloria de Dios, siendo justificados gratuitamente por su gracia, mediante la
redención que es en Cristo Jesús”, (Romanos 3:23-24). En esto
consiste la obra del Espíritu Santo en la redención del hombre, en ayudarlo por
medio milagroso a reconocer la culpa de sus pecados que lo lleve a experimentar
un verdadero arrepentimiento y entienda la necesidad de ser justificado por
medio de la fe en Jesús, sin la intervención del Espíritu Santo, el hombre no
puede llegar a esta convicción, pero gracias a Jesús que envió al Espíritu Santo
para realizar esta obra milagrosa en la vida del hombre. Finalmente, el
Espíritu Santo convence de juicio: y de
juicio, por cuanto el príncipe de este mundo ha sido ya juzgado. La
palabra juicio se traduce del griego krísis (κρίσις),
un termino legal que hace referencia al
proceso de un tribunal donde se establece la inocencia o culpabilidad de
alguien y se emite un castigo. Una vez que el hombre por obra del Espíritu
Santo reconoce sus pecados y se arrepiente para justicia, entiende también que
toda obra será juzgada y el primero que ya fue juzgado por ello, pero que recibirá
su castigo en la eternidad, es el príncipe de este mundo, Satanás. Hoy en día
muchas personas viven ignorando la realidad de este juicio, pero allí es donde
el Espíritu de Dios puede traer esta iluminación. En este sentido, el
Espíritu Santo lleva a cabo en la vida del hombre el convencimiento de estas tres
cosas, de pecado, justicia y juicio, que él en su estado natural y sin la intervención
divina es incapaz de reconocer. El proceso lleva un orden, hacer que el
hombre reconozca sus pecados, convencerlo de la necesidad de ser justificado y
entender que todos compadeceremos delante de Cristo por nuestras obras, sean
buenas o malas. En su estado natural, el ser humano vive ignorando estas
verdades, sin sentir arrepentimientos por sus pecados y no comprende la necesidad
que tiene de Cristo, pero aquí es donde el Espíritu Santo interviene a favor de
aquellos que alcanzan la misericordia de Dios.
En la Biblia, especialmente en el libro de Hechos de los Apóstoles podemos ver esta realidad. Después que los judíos habían crucificado a Jesús, ellos eran ignorantes de su pecado, incapaces de entender su situación espiritual; pero después de la predicación de Pedro y por la obvia intervención del Espíritu Santo entendieron que habían cometido un pecado terrible y le preguntaron a Pedro que podían hacer, y es allí donde este les muestra que el camino a la justificación es el arrepentimiento y fe en Cristo: “Varones israelitas, oíd estas palabras: Jesús nazareno, varón aprobado por Dios entre vosotros con las maravillas, prodigios y señales que Dios hizo entre vosotros por medio de él, como vosotros mismos sabéis; a éste, entregado por el determinado consejo y anticipado conocimiento de Dios, prendisteis y matasteis por manos de inicuos, crucificándole; al cual Dios levantó, sueltos los dolores de la muerte, por cuanto era imposible que fuese retenido por ella… Sepa, pues, ciertísimamente toda la casa de Israel, que a este Jesús a quien vosotros crucificasteis, Dios le ha hecho Señor y Cristo. Al oír esto, se compungieron de corazón, y dijeron a Pedro y a los otros apóstoles: Varones hermanos, ¿qué haremos? Pedro les dijo: Arrepentíos, y bautícese cada uno de vosotros en el nombre de Jesucristo para perdón de los pecados; y recibiréis el don del Espíritu Santo”, (Hechos 2:22-24, 36-38). De esta misma forma actúa hoy en día el Espíritu Santo, por medio de la exposición del evangelio el hombre escucha el mensaje, pero es el Espíritu de Dios quien le abre el entendimiento para que reconozca su pecado y convencerlo de justicia y juicio.
LA OBRA DEL ESPÍRITU SANTO EN LA VIDA DEL CREYENTE
“Aún tengo muchas cosas que deciros, pero ahora no las podéis
sobrellevar. Pero cuando venga el Espíritu de verdad, él os guiará a toda la
verdad; porque no hablará por su propia cuenta, sino que hablará todo lo que
oyere, y os hará saber las cosas que habrán de venir. El me glorificará; porque
tomará de lo mío, y os lo hará saber. Todo lo que tiene el Padre es mío; por
eso dije que tomará de lo mío, y os lo hará saber”.
Juan 16:12-15
A parte de su obra redentora, el Espíritu
Santo tiene un papel importante en la vida del creyente, ya que una vez este
cree para vida eterna, no le deja solo, sino lo guía e instruye en su nueva
vida. Jesús les decía a sus discípulos que tenia muchas cosas que quería
decirles, pero que por el momento no iban a ser capaces de sobrellevarlas, pero
el Espíritu Santo les ayudaría en esta tarea: Aún
tengo muchas cosas que deciros, pero ahora no las podéis sobrellevar. Pero
cuando venga el Espíritu de verdad, él os guiará a toda la verdad. Esto
es así porque el Espíritu Santo revela la verdad de Cristo, enseña todo lo que
Cristo pudiese enseñarnos si estuviera en esta tierra y en este sentido el
Espíritu Santo no habla de lo suyo propio: porque no
hablará por su propia cuenta, sino que hablará todo lo que oyere, y os hará
saber las cosas que habrán de venir. El Espíritu Santo les enseña a
los creyentes todo lo que esta por venir, y no solo eso, sino que ilumina la
mente del creyente para que comprenda la palabra de Dios la cual lo guía a lo
largo de la vida cristiana. Además de todo esto, es el Espíritu Santo que
glorifica a Cristo en la vida de los creyentes, tomando las virtudes de Cristo
y ayudando al creyente a reflejarlas en su vida: El me glorificará; porque tomará de lo mío, y os lo hará
saber. Todo lo que tiene el Padre es mío; por eso dije que tomará de lo mío, y
os lo hará saber. En la medida que conocemos mas Cristo buscamos la
forma de imitar sus pasos, y cuando lo hacemos de esta forma, también el Señor
es glorificado en nosotros, pero esto se logra con la ayuda del Espíritu Santo.
En este sentido, el Espíritu Santo tiene una participación importante en el
plan redentor de Dios y en la vida del creyente.
Excelente estudio biblico , muy claro y comprensible
ResponderBorrarComo solo el ESPIRITU SANTO puede guiarlo , inspirarlo
en la mente del creyente y siervo de DIOS
Muchas gracias DIOS los siga bendiciendo