“El cielo y la tierra pasarán, pero mis
palabras no pasarán. Pero del día y la hora nadie sabe, ni aun los ángeles de
los cielos, sino sólo mi Padre. Mas como en los días de Noé, así será la venida
del Hijo del Hombre. Porque como en los días antes del diluvio estaban comiendo
y bebiendo, casándose y dando en casamiento, hasta el día en que Noé entró en
el arca, y no entendieron hasta que vino el diluvio y se los llevó a todos, así
será también la venida del Hijo del Hombre. Entonces estarán dos en el campo;
el uno será tomado, y el otro será dejado. Dos mujeres estarán moliendo en un
molino; la una será tomada, y la otra será dejada. Velad, pues, porque no
sabéis a qué hora ha de venir vuestro Señor. Pero sabed esto, que si el padre
de familia supiese a qué hora el ladrón habría de venir, velaría, y no dejaría
minar su casa. Por tanto, también vosotros estad preparados; porque el Hijo del
Hombre vendrá a la hora que no pensáis”.
Mateo 24:35-44
INTRODUCCIÓN
Casi terminamos es capitulo y el apóstol Mateo sigue presentándonos estas increíbles y maravillosas profecías que Jesús les dijo allá en el monte de los Olivos y que tienen que ver con tres cosas específicas, la destrucción del Templo judío, y por ende la destrucción de Jerusalén, las señales antes de la Gran Tribulación y las señales de su segunda venida. Ahora, en estos versículos nos afirmara sus palabras se cumplirán al pie de la letra y que solo porque el mundo no lo espere esto dejara de ocurrir, ya que todo esto ocurrirá y como en los días de Noé, así de repentino será la ruina que le vendrá a este mundo de pecado.
El mundo no espera su segunda venida |
LA SEGURIDAD DE QUE TODO ESTO PASARA
“El cielo y la tierra pasarán, pero mis
palabras no pasarán. Pero del día y la hora nadie sabe, ni aun los ángeles de
los cielos, sino sólo mi Padre”.
Mateo 24:35
Aquí encontramos una doble afirmación. En
primer lugar, el Señor nos dice que todas sus palabras se cumplirán:
El cielo y la tierra pasarán, pero mis
palabras no pasarán. Como
palabra inspirada por Dios y afirmada por los mismos labios de Jesús podemos
estar seguros de que, aunque pasen los tiempos, generación venga y generación
vaya, y los años pasen, pero lo cierto es que su palabra se cumplirá: “Así será mi palabra que sale de mi boca; no
volverá a mí vacía, sino que hará lo que yo quiero, y será prosperada en
aquello para que la envié”,
(Isaías 55:11). Lo segundo que
Jesús nos afirma es que con respecto a cuando ocurrirá la Gran Tribulación y su
segunda venida, nadie lo sabe: Pero
del día y la hora nadie sabe, ni aun los ángeles de los cielos, sino sólo mi
Padre. Solo Dios, en su omnisciencia y omnisapiencia,
sabe cuándo ocurrirá todo esto. Muchos a lo largo del tiempo han
tratado de establecer fechas de cuando vendrá el fin del mundo, pero han
fallado porque solo Dios lo sabe y a nadie se le ha compartido ese
conocimiento, ni siquiera los ángeles que están más cerca del Señor lo conocen.
Desde que la iglesia inicio han surgido hombres queriendo afirmar cosas que hoy
por hoy están veladas a los hombres: “Y su palabra carcomerá como gangrena; de los cuales
son Himeneo y Fileto, que se desviaron de la verdad, diciendo que la
resurrección ya se efectuó, y trastornan la fe de algunos”, (2 Timoteo 2:17-18). Otros han intentado
de dar otras interpretaciones erradas a la segunda venida de Cristo, por
ejemplo, Charles Russell, el fundador de los Testigos de Jehová, afirmo que
Cristo regresaría por segunda vez en 1914, que allí concluiría el tiempo de los
gentiles y se establecería el reino del Señor; ahora bien, el problema de esta
falsa profecía es que va en contra de lo afirmado por el Señor, que nadie sabe
el día y la hora, y como consecuencia, todos sabemos que esta profecía fracaso,
aunque sus seguidores hoy afirman que Cristo si vino en 1914, pero no de forma
corporal, sino en el espíritu. Hoy en día se ha escuchado mucho acerca de
fechar el fin del mundo, se ha hablado del calendario Maya, de las cuartetas de
Nostradamus, del códice oculto de la Biblia, de la señal de la Higuera y muchas
cosas más, pero todas estas teorías están destinadas a fallar, porque nadie
sabe el día y la hora.
COMO EN LOS DÍAS DE NOÉ
“Mas como en los días de Noé, así será la
venida del Hijo del Hombre. Porque como en los días antes del diluvio estaban
comiendo y bebiendo, casándose y dando en casamiento, hasta el día en que Noé
entró en el arca, y no entendieron hasta que vino el diluvio y se los llevó a
todos, así será también la venida del Hijo del Hombre. Entonces estarán dos en
el campo; el uno será tomado, y el otro será dejado. Dos mujeres estarán
moliendo en un molino; la una será tomada, y la otra será dejada”.
Mateo 24:37-41
Aunque el Señor afirma que el día y la hora nadie lo sabe, pero también es cierto que esto ocurrirá y por ello la iglesia debe estar alerta de las señales y esperar la promesa del rapto para huir de este periodo de angustia que viene para el mundo. contrario a la actitud de la iglesia, la de velar y esperar el cumplimiento de estas profecías, el mundo no lo espera y todas estas cosas los tomaran desprevenidos. Para ejemplificar esto Jesús nos pone un ejemplo que asemeja la actitud de una generación a la que le tomo por sorpresa el juicio de Dios, es decir, nos referimos a la generación de Noé: Mas como en los días de Noé, así será la venida del Hijo del Hombre. Jesús nos dice: Porque como en los días antes del diluvio estaban comiendo y bebiendo, casándose y dando en casamiento. Aquí se nos dice que, así como vivía la gente en los días de Noé, así estarán viviendo las personas cuando los sorprenda el día del Señor. Si nos damos cuenta, la gente llevaba una vida normal, es decir, no estaban esperando nada, ellos realizaban sus actividades cotidianas de manera norma, comían y bebían, se casaban y se daban en casamiento. En Lucas se nos da un ejemplo mas de esto que nuestro Señor nos esta explicando en cuanto a la actitud de las personas respecto a esperar el fin del mundo y por ende su segundo regreso: “Comían, bebían, se casaban y se daban en casamiento, hasta el día en que entró Noé en el arca, y vino el diluvio y los destruyó a todos. Asimismo, como sucedió en los días de Lot; comían, bebían, compraban, vendían, plantaban, edificaban; más el día en que Lot salió de Sodoma, llovió del cielo fuego y azufre, y los destruyó a todos. Así será el día en que el Hijo del Hombre se manifieste”, (Lucas 17:27-30). En los días de Lot, la gente vivía realizando sus actividades cotidianas de lo mas normal, comían, bebían, compraban, vendían, plantaban y edificaban casas y edificios; no esperaban ningún juicio o catástrofe, tenían planes, pero un día el fuego cayo sobre ellos y fue su fin. De igual forma, así como en los días de Noé y Lot, la gente vive sin esperar el día que iniciara la Gran Tribulación, están enfocados en sus tareas cotidianas, comen, beben, trabajan, se casan, compran y venden, tienen sus proyectos personales y planes futuros; pero en ningún momento están esperando el regreso del Señor y consideran que un día el juicio de Dios puede sorprenderlos súbitamente. Así será aquel día en el que la Gran Tribulación inicie, nadie se lo esperara ya que de repente, cuando menos lo imaginen, este día de juicios vendrá sobre ellos y todo iniciara con el rapto de la iglesia, es decir, la desaparición de miles de creyentes alrededor del mundo lo cual provocara un gran caos y miedo, por eso Pablo no quería que la iglesia olvidara que han de ocurrir tres eventos trascendentes para la humanidad: “Pero con respecto a la venida de nuestro Señor Jesucristo, y nuestra reunión con él, os rogamos, hermanos, que no os dejéis mover fácilmente de vuestro modo de pensar, ni os conturbéis, ni por espíritu, ni por palabra, ni por carta como si fuera nuestra, en el sentido de que el día del Señor está cerca”, (2 Tesalonicenses 2:1-2). Aquí encontramos tres eventos importantes que ocurrirán, la segunda venida de nuestro Señor, nuestra reunión con Jesus y el día del Señor. Aquí vemos que Pablo hace referencia a “la venida del Señor” y a “nuestra reunión con Él” como dos eventos diferentes. El apóstol dice que no debemos dejarnos mover de nuestra manera de pensar con respecto a la segunda venida del Señor y nuestra reunión con Él, es decir, el rapto. El rapto será un acontecimiento repentino que la iglesia esta esperando, este puede ocurrir tarde o temprano y por ello la iglesia debe esta vigilante en cuanto a su cumplimiento. Pablo afirmo que los creyentes seriamos arrebatados al cielo: “Tampoco queremos, hermanos, que ignoréis acerca de los que duermen, para que no os entristezcáis como los otros que no tienen esperanza. Porque si creemos que Jesús murió y resucitó, así también traerá Dios con Jesús a los que durmieron en él. Por lo cual os decimos esto en palabra del Señor: que nosotros que vivimos, que habremos quedado hasta la venida del Señor, no precederemos a los que durmieron. Porque el Señor mismo con voz de mando, con voz de arcángel, y con trompeta de Dios, descenderá del cielo; y los muertos en Cristo resucitarán primero. Luego nosotros los que vivimos, los que hayamos quedado, seremos arrebatados juntamente con ellos en las nubes para recibir al Señor en el aire, y así estaremos siempre con el Señor. Por tanto, alentaos los unos a los otros con estas palabras”, (1 Tesalonicenses 4:13-18). Este evento es exclusivo para la iglesia y ocurrirá con el fin de librarla del periodo de la Gran Tribulación tal y como se le promete allá en Apocalipsis: “Por cuanto has guardado la palabra de mi paciencia, yo también te guardaré de la hora de la prueba que ha de venir sobre el mundo entero, para probar a los que moran sobre la tierra”, (Apocalipsis 3:10). Luego el día del Señor al cual Pablo se refiere es la Gran Tribulación la cual iniciara justo después que la iglesia halla sido quitada de en medio de este mundo para que el Anticristo haga su aparición en el escenario mundial: “Porque ya está en acción el misterio de la iniquidad; sólo que hay quien al presente lo detiene, hasta que él a su vez sea quitado de en medio. Y entonces se manifestará aquel inicuo, a quien el Señor matará con el espíritu de su boca, y destruirá con el resplandor de su venida”, (2 Tesalonicenses 2:7-8).
Por tanto, es importante que nosotros los cristianos velemos y estemos listos, preparados para que el día del Señor no nos sorprenda y podamos salir de este mundo a través del rapto de la iglesia: “Mas vosotros, hermanos, no estáis en tinieblas, para que aquel día os sorprenda como ladrón. Porque todos vosotros sois hijos de luz e hijos del día; no somos de la noche ni de las tinieblas. Por tanto, no durmamos como los demás, sino velemos y seamos sobrios”, (1 Tesalonicenses 5:4-6). Lamentablemente, el mundo que no espera el rapto le sorprenderá el día del juicio, la Gran Tribulación, aquel día unos serán sacados de este periodo de juicios mientras que los impíos serán dejados a sufrir la ira de Dios, así lo afirmo el Señor: Entonces estarán dos en el campo; el uno será tomado, y el otro será dejado. Dos mujeres estarán moliendo en un molino; la una será tomada, y la otra será dejada. Todos sabemos que la iglesia no va a atravesar este periodo, pero durante estos días habrá salvos por el testimonio de los dos testigos y los 144 mil sellados, aparte de que no debemos olvidar que Israel se volverá a Jesús después que el Anticristo sea desenmascarado, allí vendrán lo juicios terribles sobre este mundo, pero todos estos justos serán apartados para no sufrir las pestes y catástrofes que vienen para los impíos.
DEBEMOS VELAD
“Velad, pues, porque no sabéis a qué hora ha
de venir vuestro Señor. Pero sabed esto, que si el padre de familia supiese a
qué hora el ladrón habría de venir, velaría, y no dejaría minar su casa. Por
tanto, también vosotros estad preparados; porque el Hijo del Hombre vendrá a la
hora que no pensáis”.
Mateo 24:42-44
En vista de que nadie sabe cuándo ocurrirán
todos estos eventos de los que hemos venido hablando, el Señor nos exhorta a
velar con el fin de estar listos cuando todo esto ocurra y no nos sorprenda sin
que estemos preparados para ello: Velad,
pues, porque no sabéis a qué hora ha de venir vuestro Señor. Jesús dice: Pero sabed esto, que si el padre de familia supiese a
qué hora el ladrón habría de venir, velaría, y no dejaría minar su casa. Por
tanto, también vosotros estad preparados; porque el Hijo del Hombre vendrá a la
hora que no pensáis. Es
obvio que el ladrón no avisa cuando se presentara a robar a la casa y por ello
no le queda al dueño de la casa mas que estar listo, de igual forma nosotros
debemos estar preparados para que cuando la final trompeta sea tocada, nosotros
podamos reunirnos con nuestro redentor en las nubes, escapando así de la Gran
Tribulación y no ser parte de los juicios que vendrán.
Gracias por sus estudios, son de gran bendición, saludos desde Quito, Ecuador
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