Jesús ante Pilato (Juan 18:28-40)


 

“Llevaron a Jesús de casa de Caifás al pretorio. Era de mañana, y ellos no entraron en el pretorio para no contaminarse, y así poder comer la pascua. Entonces salió Pilato a ellos, y les dijo: ¿Qué acusación traéis contra este hombre? Respondieron y le dijeron: Si éste no fuera malhechor, no te lo habríamos entregado. Entonces les dijo Pilato: Tomadle vosotros, y juzgadle según vuestra ley. Y los judíos le dijeron: A nosotros no nos está permitido dar muerte a nadie; para que se cumpliese la palabra que Jesús había dicho, dando a entender de qué muerte iba a morir. Entonces Pilato volvió a entrar en el pretorio, y llamó a Jesús y le dijo: ¿Eres tú el Rey de los judíos? Jesús le respondió: ¿Dices tú esto por ti mismo, o te lo han dicho otros de mí? Pilato le respondió: ¿Soy yo acaso judío? Tu nación, y los principales sacerdotes, te han entregado a mí. ¿Qué has hecho? Respondió Jesús: Mi reino no es de este mundo; si mi reino fuera de este mundo, mis servidores pelearían para que yo no fuera entregado a los judíos; pero mi reino no es de aquí. Le dijo entonces Pilato: ¿Luego, eres tú rey? Respondió Jesús: Tú dices que yo soy rey. Yo para esto he nacido, y para esto he venido al mundo, para dar testimonio a la verdad. Todo aquel que es de la verdad, oye mi voz. Le dijo Pilato: ¿Qué es la verdad? Y cuando hubo dicho esto, salió otra vez a los judíos, y les dijo: Yo no hallo en él ningún delito. Pero vosotros tenéis la costumbre de que os suelte uno en la pascua. ¿Queréis, pues, que os suelte al Rey de los judíos? Entonces todos dieron voces de nuevo, diciendo: No a éste, sino a Barrabás. Y Barrabás era ladrón”.

Juan 18:28-40

INTRODUCCIÓN

              El apóstol Juan termina el capítulo 18 de este maravilloso evangelio con la presentación de Jesús ante Pilato, el gobernador de Judea. Si recordamos un poco, ya Jesús fue capturado por un grupo de soldados romanos y alguaciles del sumo sacerdote y la primera persona que lo interrogo fue Anás (Juan 18:12-14, 19-24), luego es llevado donde Caifás, el sumo sacerdote, donde lo acusan con testigos falsos, sin embargo, esa parte del interrogatorio no se presenta en este evangelio (Mateo 26:57-68). Luego, ahora será presentado delante de Pilato. Probablemente estos eventos se dieron en la madrugada del viernes, un día antes de la semana donde celebraban la fiesta de la pascua. Su crucifixión está a pocas horas de ocurrir y sus enemigos corren a Pilato para asegurarse que está realmente ocurra sin saber que todo lo que estaba pasando estaba conforme a las escrituras. Veremos como este tipo de juicio que nuestro Señor Jesucristo tuvo fue totalmente injusto, respaldado por testigos falsos, hipócritas religiosos que buscaban su muerte y en manos de un gobernador parcial que no velaba por el bienestar del inocente.


Jesús-ante-Pilato
Jesús ante Pilato 

JESÚS ES LLEVADO ANTE PILATO

“Llevaron a Jesús de casa de Caifás al pretorio…”

Juan 18:28

               Tratemos se seguir el juicio que nuestro Señor está recibiendo. Ya vimos como Anás lo interrogo, violando todo procedimiento de acuerdo a la ley mosaica y romana, ya que este lo acusa de inmediato y es aquí golpeado por uno de sus captores: “Y el sumo sacerdote preguntó a Jesús acerca de sus discípulos y de su doctrina. Jesús le respondió: Yo públicamente he hablado al mundo; siempre he enseñado en la sinagoga y en el templo, donde se reúnen todos los judíos, y nada he hablado en oculto. ¿Por qué me preguntas a mí? Pregunta a los que han oído, qué les haya yo hablado; he aquí, ellos saben lo que yo he dicho. Cuando Jesús hubo dicho esto, uno de los alguaciles, que estaba allí, le dio una bofetada, diciendo: ¿Así respondes al sumo sacerdote?”, (Juan 18:19-22). Luego después de esto fue llevado ante Caifás, el sumo sacerdote, donde fue acusado por testigos falsos y golpeado por sus enemigos: “Los que prendieron a Jesús le llevaron al sumo sacerdote Caifás, adonde estaban reunidos los escribas y los ancianos… Y los principales sacerdotes y los ancianos y todo el concilio, buscaban falso testimonio contra Jesús, para entregarle a la muerte, y no lo hallaron, aunque muchos testigos falsos se presentaban. Pero al fin vinieron dos testigos falsos, que dijeron: Este dijo: Puedo derribar el templo de Dios, y en tres días reedificarlo… Entonces le escupieron en el rostro, y le dieron de puñetazos, y otros le abofeteaban”, (Mateo 26:57, 59-61, 67). Ahora el versículo en estudio nos dice que de la casa de Caifás fue llevado donde Pilato: Llevaron a Jesús de casa de Caifás al pretorio. El pretorio era la tienda de campaña principal donde generalmente se alojaba el líder romano del campamento, aunque es este caso pareciera más acertado creer que se trataba de una residencia privada donde Pilato ejercía su control sobre Judea. Todo esto nos enseña el abuso que nuestro Señor sufrió al no recibir un juicio justo y que respetara su dignidad ya que, violando toda ley, fue abusado de todos sus derechos.

 

RELIGIOSOS CON INTENCIONES HOMICIDAS PREOCUPADOS POR CUMPLIR SUS RITOS CEREMONIALES

“Era de mañana, y ellos no entraron en el pretorio para no contaminarse, y así poder comer la pascua. Entonces salió Pilato a ellos, y les dijo: ¿Qué acusación traéis contra este hombre? Respondieron y le dijeron: Si éste no fuera malhechor, no te lo habríamos entregado. Entonces les dijo Pilato: Tomadle vosotros, y juzgadle según vuestra ley. Y los judíos le dijeron: A nosotros no nos está permitido dar muerte a nadie; para que se cumpliese la palabra que Jesús había dicho, dando a entender de qué muerte iba a morir”.

Juan 18:28-32

               El texto nos dice que ya era de mañana, muy probable que la mañana del viernes ya que los sinópticos nos dicen que estos hombres religiosos se habían puesto de acuerdo para presentar a Jesús ante las autoridades romanas con falsas acusaciones: “Venida la mañana, todos los principales sacerdotes y los ancianos del pueblo entraron en consejo contra Jesús, para entregarle a muerte”, (Mateo 27:1). Fue así que estos hombres llevaron a Jesús ante Pilato, pero no quisieron entrar en el pretorio para no contaminarse porque querían participar de la pascua: Era de mañana, y ellos no entraron en el pretorio para no contaminarse, y así poder comer la pascua. Algunos encuentran una dificultad al interpretar esta parte de las Escrituras ya que como vimos anteriormente, Jesús ya había tomado la cena de la pascua, pero aquí dice que estos hombres no querían contaminarse para participar de ella. Si revisamos lo que los sinópticos nos dicen, Jesús tomo la cena de la pascua antes de ser capturado por sus enemigos: “El primer día de la fiesta de los panes sin levadura, vinieron los discípulos a Jesús, diciéndole: ¿Dónde quieres que preparemos para que comas la pascua?”, (Mateo 26:17). Es interesante ver cómo Mateo llama la festividad donde Jesús tomo la pascua, “la fiesta de los panes sin levadura”. De acuerdo a las Escrituras, la pascua iniciaba el día 14 del mes de Abid: “Los hijos de Israel celebrarán la pascua a su tiempo. El decimocuarto día de este mes, entre las dos tardes, la celebraréis a su tiempo; conforme a todos sus ritos y conforme a todas sus leyes la celebraréis”, (Números 9:2-3). Inmediatamente, al siguiente día de iniciar esta fiesta se celebraba la fiesta de los panes sin levadura: “En el mes primero, a los catorce del mes, entre las dos tardes, pascua es de Jehová. Y a los quince días de este mes es la fiesta solemne de los panes sin levadura a Jehová; siete días comeréis panes sin levadura”, (Levítico 23:5-6). Por tanto, ambas fiestas se celebraban a lo largo de esa semana y por ello solían llamarla también la cena de la pascua a la fiesta de los panes sin levadura: “Estaba cerca la fiesta de los panes sin levadura, que se llama la pascua”, (Lucas 22:1). Por tanto, podríamos creer que estos líderes religiosos querían participar de las cenas que se realizaban en estas fiestas y por ello no querían contaminarse.

Volviendo a nuestro relato vemos como la hipocresía y falsedad de estos hombres al no querer entrar al pretorio romano ya que al hacerlo quedarían impuros ceremonialmente y no podrían comer de la pascua, esta obediencia a una de las leyes ceremoniales quedaba anulada por la maligna intención de homicidio que escondían en sus corazones. Al enterarse de su llegada, Pilato sale a recibirlos, pero no muestra interés en querer saber el asunto que tenían con Jesús: Entonces salió Pilato a ellos, y les dijo: ¿Qué acusación traéis contra este hombre? Respondieron y le dijeron: Si éste no fuera malhechor, no te lo habríamos entregado. Entonces les dijo Pilato: Tomadle vosotros, y juzgadle según vuestra ley. Vemos como Pilato intentar evadir el compromiso de juzgar el caso de Jesús, no le da importancia y les pide a los sacerdotes que sean ellos mismos los que juzguen a Jesús, ya que, de acuerdo a la ley romana, se les permitía juzgar casos pequeños, pero no al punto de condenar a alguien a la muerte: Y los judíos le dijeron: A nosotros no nos está permitido dar muerte a nadie; para que se cumpliese la palabra que Jesús había dicho, dando a entender de qué muerte iba a morir. Si vemos aquí, estos hombres malvados ya habían dictado sentencia de muerte en contra de Jesús, según estos, lo acusaban de ser un blasfemo y de acuerdo a la ley mosaica tal pecado se pagaba con la muerte por lapidación: “Y el que blasfemare el nombre de Jehová, ha de ser muerto; toda la congregación lo apedreará; así el extranjero como el natural, si blasfemare el Nombre, que muera”, (Levítico 24:16). Sin embargo, por las leyes romanas no se les permitía ejecutar sentencias de muerte y por eso lo llevaron a donde Pilato. Además de todo esto, es obvio que estos hombres no querían cargar con la muerte de Jesús, como sus conspiradores principales, por eso querían que Pilato decretara sentencia de muerte y así no lidiarían con los seguidores de Jesús. Ahora bien, es interesante ver como Juan resalta el hecho de que todo esto estaba pasando para que se cumplieran las palabras que Jesús había dicho en cuanto a su muerte por crucifixión: “Y yo, si fuere levantado de la tierra, a todos atraeré a mí mismo. Y decía esto dando a entender de qué muerte iba a morir”, (Juan 12:32-33).

PILATO INTERROGA A JESÚS

“Entonces Pilato volvió a entrar en el pretorio, y llamó a Jesús y le dijo: ¿Eres tú el Rey de los judíos? Jesús le respondió: ¿Dices tú esto por ti mismo, o te lo han dicho otros de mí? Pilato le respondió: ¿Soy yo acaso judío? Tu nación, y los principales sacerdotes, te han entregado a mí. ¿Qué has hecho? Respondió Jesús: Mi reino no es de este mundo; si mi reino fuera de este mundo, mis servidores pelearían para que yo no fuera entregado a los judíos; pero mi reino no es de aquí. Le dijo entonces Pilato: ¿Luego, eres tú rey? Respondió Jesús: Tú dices que yo soy rey. Yo para esto he nacido, y para esto he venido al mundo, para dar testimonio a la verdad. Todo aquel que es de la verdad, oye mi voz. Le dijo Pilato: ¿Qué es la verdad? ... ”

Juan 18:33-38

                Después de discutir con los líderes religiosos, Pilato entra en el pretorio para interrogar a Jesús: Entonces Pilato volvió a entrar en el pretorio, y llamó a Jesús y le dijo: ¿Eres tú el Rey de los judíos? Jesús le respondió: ¿Dices tú esto por ti mismo, o te lo han dicho otros de mí? Es este pequeño dialogo podemos aprender muchas verdades espirituales de gran importancia. Pilato le pregunta a Jesús si acaso era Él el rey de los judíos y es curiosa la forma de cómo le responde: ¿Dices tú esto por ti mismo, o te lo han dicho otros de mí? Esta respuesta en forma de otra pregunta nos hace pensar en la opinión que podemos tener acerca de Jesús. Pilato le preguntaba si era rey y hoy en día muchas personas podrían preguntarse se es rey o incluso llamarle rey, pero la diferencia radica en que si lo hacen por convicción propia o porque han oído que otros le llaman Rey. La Palabra de Dios declara que nadie puede llamar a Jesús Señor si no es por obra del Espíritu Santo: “Por tanto, os hago saber que nadie que hable por el Espíritu de Dios llama anatema a Jesús; y nadie puede llamar a Jesús Señor, sino por el Espíritu Santo”, (1 Corintios 12:3). Muchos pueden llamar a Jesús Rey, o Mesías, o Cristo, o Salvador, o incluso Dios, pero en ellos no existe una verdadera convicción que a su vez es resultado de un auténtico nuevo nacimiento. Cada uno de nosotros debe asegurarse de experimentar en nuestros corazones un verdadero arrepentimiento que nos conduzca a conocer verdaderamente a Jesús de tal forma que, si lo llamamos Rey, no sea porque lo hemos oído de otros, sino porque hemos experimentado un verdadero nuevo nacimiento. Pilato responde a la pregunta de Jesús afirmando que él no era judío y que aun los judíos negaban que Él fuese un rey: Pilato le respondió: ¿Soy yo acaso judío? Tu nación, y los principales sacerdotes, te han entregado a mí. ¿Qué has hecho? Respondió Jesús: Mi reino no es de este mundo; si mi reino fuera de este mundo, mis servidores pelearían para que yo no fuera entregado a los judíos; pero mi reino no es de aquí. En este dialogo encontramos otra verdad importante: El reino de Cristo no es terrenal, sino espiritual. Cuando decimos que el reino de Cristo es espiritual, nos referimos a que no comparte los principios y fundamentos de este mundo que está dañado por el pecado, de tal forma que, si es así, el reino de Cristo es aquel donde se viven los principios de Dios y se hace su voluntad. Cuando Jesús enseñaba a orar a sus discípulos decía: “Venga tu reino. Hágase tu voluntad, como en el cielo, así también en la tierra”, (Mateo 6:10). Jesús enseñaba que el deseo del creyente debe ser pedirle al Padre que su reino viniese a esta tierra, pero, ¿qué es su reino? Bueno, Jesús lo responde en el mismo versículo, este reino consiste en que se haga la voluntad de Dios aquí en la tierra tal y como ocurre en el cielo. Luego, Pablo definía qué es el reino de Dios de la siguiente manera: “Porque el reino de Dios no es comida ni bebida, sino justicia, paz y gozo en el Espíritu Santo”, (Romanos 14:17). Para el apóstol, el reino de Dios no solo era la meta final que se alcanzaba al morir en Cristo, sino algo que se podía vivir en esta tierra. Entonces, ¿qué significa que se cumple su voluntad? Bueno, significa que vivamos de acuerdos a sus preceptos y mandamientos divinos, en un mundo donde predomine el amor y le impulse a hacer misericordia y justicia a los demás, cuando esto es así, podríamos decir que nos hallamos en su voluntad y viviendo en su reino en esta tierra, pero un día, al morir, pasaremos a la máxima expresión de su reino donde ya no existirá la influencia del pecado. Jesús estaba claro que su reino no era de esta tierra ya que de ser así sus súbditos pelearían por Él, pero llegaría el momento donde sus seguidores expandirían su reino en esta tierra a través del anuncio del evangelio. Luego, Pilato el vuelve a preguntar a Jesús si era un rey: Le dijo entonces Pilato: ¿Luego, eres tú rey? Respondió Jesús: Tú dices que yo soy rey. Yo para esto he nacido, y para esto he venido al mundo, para dar testimonio a la verdad. Todo aquel que es de la verdad, oye mi voz. Le dijo Pilato: ¿Qué es la verdad? ... ”. Es lamentable ver cómo Pilato no reconoció en Jesús al único y soberano Rey que puede darnos la vida eterna, pero, mientras Pilato y los líderes religiosos no lo reconocieron como tal, otros sí lo hicieron y por estos estaba allí, dispuesto a morir y así dar testimonio de la verdad. Pilato le pregunta qué es la verdad, pero la verdad es Cristo Jesús, su nacimiento y vida es el cumplimiento de las Santas Escrituras, su reino de amor, gozo y justicia, su muerte y resurrección que nos da vida eterna al creer, todo Él es la única verdad que necesitamos; pero Pilato jamás entendió cual era la verdad de todo.

 

LOS JUDÍOS ELIGEN A BARRABÁS

“Y cuando hubo dicho esto, salió otra vez a los judíos, y les dijo: Yo no hallo en él ningún delito. Pero vosotros tenéis la costumbre de que os suelte uno en la pascua. ¿Queréis, pues, que os suelte al Rey de los judíos? Entonces todos dieron voces de nuevo, diciendo: No a éste, sino a Barrabás. Y Barrabás era ladrón”.

Juan 18:39-40

             Después de haber hablado con Jesús, Pilato sale del pretorio y vuelve a los judíos religiosos que se lo habían llevado convencido de que no había encontrado ningún delito en Él; pero no tenia valor de soltarlo, aunque tenia la autoridad para hacerlo: Y cuando hubo dicho esto, salió otra vez a los judíos, y les dijo: Yo no hallo en él ningún delito. Que triste es ver como un hombre que ha sido puesto en el gobierno por Dios para ejercer justicia no lo hace y por miedo o intereses propios prefiere que el inocente sea culpado: “Sométase toda persona a las autoridades superiores; porque no hay autoridad sino de parte de Dios, y las que hay, por Dios han sido establecidas. De modo que quien se opone a la autoridad, a lo establecido por Dios resiste; y los que resisten, acarrean condenación para sí mismos. Porque los magistrados no están para infundir temor al que hace el bien, sino al malo. ¿Quieres, pues, no temer la autoridad? Haz lo bueno, y tendrás alabanza de ella”, (Romanos 13:1-3). Lamentablemente Pilato no estaba del lado del inocente, sino obedecía a lo que le convenía, sin embargo, aun así, continúa buscando la forma de librarlo y acude a una costumbre que tenían para ese tiempo de pascua, donde se podía liberar un prisionero y así le pone a Jesús y a Barrabás, un reconocido ladrón, pero, lamentablemente estos hombres cegados por su odio prefieren que se le libere un ladrón: Pero vosotros tenéis la costumbre de que os suelte uno en la pascua. ¿Queréis, pues, que os suelte al Rey de los judíos? Entonces todos dieron voces de nuevo, diciendo: No a éste, sino a Barrabás. Y Barrabás era ladrón. Barrabás era una persona que se encontraba preso no solo por ser un ladrón, sino por sedicioso y homicida: “Había uno que se llamaba Barrabás, preso con sus compañeros de motín que habían cometido homicidio en una revuelta”, (Marcos 15:7). En esto los lideres religiosos de los judíos mostraban su hipocresía e inconsecuencia, porque al mismo tiempo que profesaba su fidelidad a Roma y piden que los romanos condenen a Jesús por ser sedicionista, piden que se ponga en libertad a un hombre que en verdad era un sedicionista. De alguna forma, esto anunciaba el sacrificio sustitutorio de Cristo, la muerte del justo por el injusto. Pilato había fracasado por segunda vez en liberar a Jesús sin saber que todo ocurría para que se cumplieran las Escrituras y así nuestro Señor enfrentara su destino en la cruz.


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