“Mas Jesús, habiendo otra vez clamado a gran voz,
entregó el espíritu. Y he aquí, el velo del templo se rasgó en dos, de arriba
abajo; y la tierra tembló, y las rocas se partieron; y se abrieron los
sepulcros, y muchos cuerpos de santos que habían dormido, se levantaron; y
saliendo de los sepulcros, después de la resurrección de él, vinieron a la
santa ciudad, y aparecieron a muchos. El centurión, y los que estaban con él
guardando a Jesús, visto el terremoto, y las cosas que habían sido hechas, temieron
en gran manera, y dijeron: Verdaderamente éste era Hijo de Dios. Estaban allí
muchas mujeres mirando de lejos, las cuales habían seguido a Jesús desde
Galilea, sirviéndole, entre las cuales estaban María Magdalena, María la madre
de Jacobo y de José, y la madre de los hijos de Zebedeo”.
Mateo 27:50-56
INTRODUCCIÓN
Nuestro Señor Jesucristo había muerto, cumpliendo así
todas las profecías del Antiguo Testamento referente a su martirio como el Mesías
sufriente que moría por nuestras maldades, tal y como Isaías 53 y algunos
pasajes del Salmo 22 declaraban junto con otros pasajes. Sin embargo, esto no
terminaría con su muerte y los acontecimientos que ocurrieron seguidos de esta
fueron un claro testimonio que aquel que había muerto en aquella cruz no era un
hombre cualquier y que Dios respaldaba sus palabras. Ahora, justo después de su
muerte, ocurren varios acontecimientos, algunos hechos milagrosos que
confirmaron el hecho de que Jesús es el Hijo de Dios y que ciertamente
resucitaría.
Acontecimientos que siguieron a la muerte de Cristo
EL VELO DEL TEMPLO SE RASGÓ
“Mas Jesús, habiendo otra vez clamado a gran voz,
entregó el espíritu. Y he aquí, el velo del templo se rasgó en dos…”.
Mateo 27:50-51
Mateo nos relata los acontecimientos que ocurrieron inmediatamente
después de la muerte de Jesús: Mas
Jesús, habiendo otra vez clamado a gran voz, entregó el espíritu. Y he aquí, el
velo del templo se rasgó en dos, de arriba abajo. La forma de cómo nuestro Señor entrega su vida a
Dios nos dice que no fue un acto de derrota o total o que su grito fue un hecho
por un hombre moribundo que no sabia qué decía, al contrario, Mateo nos dice
que exclamo con gran voz y Juan declara que en sus ultimas palabras declaro que
su misión había sido terminada con éxito: “Cuando Jesús hubo tomado el vinagre, dijo: Consumado
es”, (Juan 19:30), para finalmente entregarle
su vida a su Padre: “Entonces
Jesús, clamando a gran voz, dijo: Padre, en tus manos encomiendo mi espíritu. Y
habiendo dicho esto, expiró”, (Lucas 23:46). De esta forma victoriosa
nuestro Señor entrega su vida, pero inmediatamente después de su muerte ocurren
varios eventos que de alguna manera daban testimonio del señorío de Jesús como
Mesías. En primer lugar, se nos dice que el velo del templo se rasgó.
El velo era una cortina que separaba el lugar santo del lugar santísimo en el
tempo de Dios: “También harás un
velo de azul, púrpura, carmesí y lino torcido; será hecho de obra primorosa,
con querubines; y lo pondrás sobre cuatro columnas de madera de acacia
cubiertas de oro; sus capiteles de oro, sobre basas de plata. Y pondrás el velo
debajo de los corchetes, y meterás allí, del velo adentro, el arca del
testimonio; y aquel velo os hará separación entre el lugar santo y el
santísimo”, (Éxodo 26:31-33). Una vez al año, en Yom
Kipur, en el día de la expiación, solo el sumo sacerdote entraba al lugar
santísimo, donde estaba el arca del testimonio y sobre el propiciatorio este
rociaba la sangre para expiación de los pecados de la nación y quemaba
incienso, de allí, nadie tenia acceso al este lugar, ya que la misma presencia
de Dios habitaba en ese lugar y cualquiera que entrase moría: “Y Jehová dijo a Moisés: Dí a Aarón tu
hermano, que no en todo tiempo entre en el santuario detrás del velo, delante
del propiciatorio que está sobre el arca, para que no muera; porque yo
apareceré en la nube sobre el propiciatorio”, (Levítico 16:2). Es interesante ver cómo el
rasgamiento de este velo representa un acto sobrenatural de Dios que daba
testimonio que aquel que estaba entregando su espíritu era verdaderamente el
Hijo de Dios, y decimos que fue un hecho sobrenatural, porque, como lo
dice Marcos, este se rasgo de arriba hacia abajo, lo cual es una
indicación que Dios lo hizo: “Entonces el velo del templo se rasgó en dos, de
arriba abajo”, (Marcos 15:38).
Con esto, Dios da a entender que el acceso que antes estaba restringido
para entrar a la misma presencia de Dios, ahora se abría por medio de la muerte
de Cristo: “Así
que, hermanos, teniendo libertad para entrar en el Lugar Santísimo por la
sangre de Jesucristo, por el camino nuevo y vivo que él nos abrió a través del
velo, esto es, de su carne”,
(Hebreos 10:19-20). Definitivamente este fue un hecho milagroso ya que el velo
que se rasgo de arriba hacia abajo no fue consecuencia del gran temblor, porque
Mateo lo coloca al principio de los acontecimientos, por lo que es claro que
Dios lo provoco.
EL GRAN TEMBLOR
“… y la tierra tembló, y las rocas se partieron; y se
abrieron los sepulcros…”.
Mateo 27:51-52
El segundo evento de carácter inesperado que ocurrió
inmediatamente después de la muerte de Jesús es el gran temblor. No sabemos
de cuánto fue su duración, pero al parecer fue de gran magnitud ya que provocó
que las rocas se partieran y los sepulcros se abriesen. Esto debió haber
causado un gran temor en las personas, especialmente en aquellos que
presenciaban la crucifixión de nuestro Señor y a través de este temblor, Dios
testificaba su gran dolor al ver a su Hijo amado morir por causa de nuestros
pecados y la misma naturaleza les mostraba a todas las personas que allí estaban
que este acontecimiento era muy relevante para la historia de la humanidad.
LA RESURRECCIÓN DE LOS SANTOS
“… y muchos cuerpos de santos que habían dormido, se
levantaron; y saliendo de los sepulcros, después de la resurrección de él,
vinieron a la santa ciudad, y aparecieron a muchos”.
Mateo 27:52-53
El tercer evento que ocurrió después de la muerte de
nuestro Señor y que solo Mateo relata fue la resurrección de los santos.
La resurrección de estos santos es un testimonio directo que anunciaba la
pronta resurrección de nuestro Señor Jesús, pero ¿quiénes fueron estos santos
que resucitaron? Al respecto de esto se han sugerido las siguientes respuestas.
Algunos opinan que las personas que resucitaron fueron algunos santos del
Antiguo Testamento, hombres que murieron esperando al Mesías, otros opinan que
fueron personas judías que habían muerto recientemente en Jerusalén o en años posteriores,
además se discute que tipo de resurrección fue esta. Algunos opinan que este
tipo de resurrección fue para vida eterna, si esto es así este tipo de resurrección
no fue como la de Lázaro, sino que nunca murieron y lo que Jesús hizo fue llevárselos
al cielo el día que Él ascendió. Si este es así, significa que los primeros en
resucitar para vida eterna fueron ellos y luego, tres días después Jesús, lo
que hace difícil armonizar el hecho de que Jesús fue hecho primicias de los que
resucitaron para vida eterna: “Mas
ahora Cristo ha resucitado de los muertos; primicias de los que durmieron es
hecho… Pero cada uno en su debido orden: Cristo,
las primicias; luego los que son de Cristo, en su venida”, (1 Corintios 15:20, 23). Otros opinan
que estos resucitaron brevemente, solo durante los 3 dias que Jesús estuvo en
la tumba y murieron cuando Él resucito. La otra opinión es que estos muertos
resucitaron, pero no con vida eterna, sino fue una resurrección como la de
Lázaro, el cual resucito de la muerte, pero envejeció y volvió a morir. Ahora bien,
se nos dice que después de su resurrección, no se hicieron presentes en la
santa ciudad, o sea, Jerusalén, de inmediato, sino fue hasta después que Jesús
resucitó al tercer día. Al final, este hecho sobrenatural mostraba que Jesús había
vencido la muerte.
LA CONFESIÓN DEL CENTURIÓN
“El centurión, y los que estaban con él guardando a
Jesús, visto el terremoto, y las cosas que habían sido hechas, temieron en gran
manera, y dijeron: Verdaderamente éste era Hijo de Dios”.
Mateo 27:54
En cuarto lugar, tenemos la confesión del centurión.
Marcos nos dice: “Y el centurión que
estaba frente a él, viendo que después de clamar había expirado así, dijo:
Verdaderamente este hombre era Hijo de Dios”, (Marcos 15:39). Definitivamente este hombre creyó que
Jesús era el Hijo de Dios, esto porque por ser el líder principal de una compañía
de 100 soldados, estaba a cargo de la crucifixión y debió haber presenciado
todo lo que ocurrió, desde los lamentos de las mujeres, la burlas de sus
enemigo y de cómo en esta situación de martirio no pronuncio palabras de
amargura y maldición hacia sus enemigos, antes rogaba por ellos y perdonaba al malhechor
que había sido colgado a su lado, esto y otras cosas debieron haber impactado
su corazón para creer. Ahora bien, Mateo también dice que también los que
guardaban el área de la crucifixión junto con el centurión temieron en gran manera,
por lo que es posible que no solo el centurión creyera. Aparte de esto, Lucas
nos dice que aparte de este centurión que creyó, la gente que estaba allí se llenó
de temor y se fue de prisa dándose golpes en el pecho: “Cuando el centurión vio lo que había acontecido,
dio gloria a Dios, diciendo: Verdaderamente este hombre era justo. Y toda la
multitud de los que estaban presentes en este espectáculo, viendo lo que había
acontecido, se volvían golpeándose el pecho”, (Lucas 23:47-48). No podríamos decir si esta gente
que se volvía golpeándose el pecho se convirtió, pero definitivamente todos
estos acontecimientos los impactaron en gran manera y entendieron que el que había
muerto en esa cruz no era cualquier hombre. Como haya sido, la conversión
de un alma es un hecho milagroso que solo Dios puede operar en el corazón del
hombre y aquel día este centurión creyó en el Hijo de Dios y así se
cumplieron sus palabras cuando dijo: “Y yo, si fuere levantado de la tierra, a todos
atraeré a mí mismo. Y decía esto dando a entender de qué muerte iba a morir”, (Juan 12:32-33).
LAS MUJERES QUE PRESENCIARON TODO
“Estaban allí muchas mujeres mirando de lejos, las
cuales habían seguido a Jesús desde Galilea, sirviéndole, entre las cuales
estaban María Magdalena, María la madre de Jacobo y de José, y la madre de los
hijos de Zebedeo”.
Mateo 27:50-56
Finalmente tenemos que las mujeres que le servían a
Cristo durante su ministerio miraron de lejos todo lo que estaba pasando: Estaban allí muchas mujeres mirando de
lejos, las cuales habían seguido a Jesús desde Galilea, sirviéndole, entre las
cuales estaban María Magdalena, María la madre de Jacobo y de José, y la madre
de los hijos de Zebedeo. Mateo
nos dice que eran muchas las mujeres que miraban de lejos lo que pasaba y esto
nos enseña el gran amor que sentían hacia su Maestro, durante su ministerio
estas le habían servido fielmente y a pesar de que los discípulos lo habían abandonado,
a excepción de Juan que estaba al lado de María, estas mujeres permanecieron
cerca del Señor: “Cuando vio Jesús a
su madre, y al discípulo a quien él amaba, que estaba presente, dijo a su
madre: Mujer, he ahí tu hijo. Después dijo al discípulo: He ahí tu madre. Y
desde aquella hora el discípulo la recibió en su casa”, (Juan 19:26-27). De esta forma, tanto
estas mujeres, como el centurión y los soldados que lo acompañaban y las demás personas
que los acompañaban presenciaron todos estos acontecimientos de carácter sobrenatural
y fue así porque a través de ellos el mismo universo testificaba que Jesús era
el Hijo de Dios que se levantaría de la muerte porque por medio de su obra
expiatoria había vencido a Satanás.
Son de grande bendición para mí vida sus mensajes Dios les siga bendiciendo 🙏🙏🙏
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