“Amado, no
imites lo malo, sino lo bueno. El que hace lo bueno es de Dios; pero el que
hace lo malo, no ha visto a Dios. Todos dan testimonio de Demetrio, y aun la
verdad misma; y también nosotros damos testimonio, y vosotros sabéis que
nuestro testimonio es verdadero”.
3 Juan 11-12
INTRODUCCIÓN
Casi finalizamos la tercera carta
del apóstol Juan y si recordamos un poco, al principio mencionamos que dicha
carta giraría en torno a tres personajes, Gayo, fiel hospedador y creyente,
Diótrefes, una persona egoísta que amaba la preminencia en todo y no recibía a
los buenos predicadores y Demetrio, un cristiano de buen testimonio. Ahora nos vamos a enfocar en el tercer personaje del cual se habla en esta carta,
Demetrio, y el anciano lo elogia por su buen testimonio.
El Buen Testimonio acerca de Demetrio |
IMITADORES DE LO BUENO
“Amado, no
imites lo malo, sino lo bueno. El que hace lo bueno es de Dios; pero el que
hace lo malo, no ha visto a Dios”.
3 Juan 11
El anciano exhorta a Gayo
a imitar lo todo bueno en todo momento y no las malas acciones de las personas:
Amado, no imites lo malo, sino lo bueno. El que hace
lo bueno es de Dios; pero el que hace lo malo, no ha visto a Dios.
Esta claro que un verdadero cristiano debe vivir en la luz, andar en santidad y
manifestar un fruto de justicia, sin embargo, al ver la conducta egoísta de
Diótrefes quedaba en evidencia su falta de amor lo cual estaba en contra de lo
que el verdadero evangelio enseña. Como seres humanos tenemos una tendencia a
imitar aquellas cosas que nos llaman la atención o que ejercen mayor influencia
en nosotros, no obstante, debemos cuidarnos de no imitar cosas malas que
no contribuyan a nuestro crecimiento personal y espiritual. En la
Biblia vemos que también Pablo exhortaba a los creyentes a imitar a aquellos
creyentes de buen testimonio, en los cuales se incluía él mismo: “Hermanos, sed imitadores de mí, y mirad a los que así se
conducen según el ejemplo que tenéis en nosotros”, (Filipenses 3:17).
En la Biblia podemos ver ejemplos de hombres y mujeres que tenían hábitos que
los acercaban más a Dios, así, por ejemplo, tenemos el ejemplo de Daniel, el
cual solía orar 3 veces al día: “Cuando Daniel supo
que el edicto había sido firmado, entró en su casa, y abiertas las ventanas de
su cámara que daban hacia Jerusalén, se arrodillaba tres veces al día, y oraba
y daba gracias delante de su Dios, como lo solía hacer antes”, (Daniel
6:10). También tenemos el ejemplo de David, el cual amaba estar delante de la
presencia de Dios: “Porque mejor es un día en tus
atrios que mil fuera de ellos. Escogería antes estar a la puerta de la casa de
mi Dios, que habitar en las moradas de maldad”, (Salmo 84:10). Tenemos
la actitud de Esdras, el cual preparo su corazón para estudiar, enseñar y poner
en practica la palabra de Dios, una actitud digna de imitar: “Porque Esdras había preparado su corazón para inquirir la
ley de Jehová y para cumplirla, y para enseñar en Israel sus estatutos y
decretos”, (Esdras 7:10). Así, como cristianos debemos buscar
la forma de alejarnos de todo lo malo, del pecado, y perseverar en la verdadera
doctrina imitando lo bueno.
EL BUEN TESTIMONIO DE DEMETRIO
“Todos dan
testimonio de Demetrio, y aun la verdad misma; y también nosotros damos
testimonio, y vosotros sabéis que nuestro testimonio es verdadero”.
3 Juan 12
He aquí tenemos al tercer personaje del cual se habla en esta carta, este es Demetrio, un verdadero creyente que tenía un buen testimonio delante de la congregación: Todos dan testimonio de Demetrio, y aun la verdad misma; y también nosotros damos testimonio, y vosotros sabéis que nuestro testimonio es verdadero. El anciano nos ha exhortado a imitar todo lo bueno y aquí encontramos algo bueno que imitar, el testimonio de Demetrio. La palabra “testimonio” que aparece aquí se traduce del griego memarturetai (μεμαρτύρηται), la cual implica que su testimonio estaba basado en la aprobación de las personas, esto significa de que el testimonio de Demetrio provenía no de su propia boca, sino de las afirmaciones que las personas hacían al considerar su conducta intachable y buen servicio. En estos versículos el anciano nos dice que el verdadero buen testimonio debe tener dos elementos, lo primero, la misma congregación debe dar testimonio de la persona, en ningún momento el testimonio debe estar basado en lo que uno mismo dice o alardea ser, sino las mismas personas que nos conocen deben dar testimonio de nuestro carácter, obras y conducta. Lo segundo, el verdadero testimonio debe estar alineado con la verdad misma, es decir, nuestra vida entera debe estar en armonía con los principios de evangelio. Como lo hacia Demetrio cada uno de nosotros debemos esforzarnos en vivir en la verdad del evangelio, apartándonos del pecado, servir a Dios y nuestros hermanos, convirtiéndonos en personas que otros deseen imitar por nuestra buena conducta.
El buen testimonio es muy importante en la Biblia, mucho
mas valioso que las mismas riquezas: “De más estima
es el buen nombre que las muchas riquezas, y la buena fama más que la plata y
el oro”, (Proverbios 22:1). Pedro hacia ver que el buen testimonio
era necesario para que al final nuestras buenas obras prevalecieran delante de
las falsas acusaciones que los impíos pudieran hacer: “manteniendo buena vuestra manera de vivir entre los
gentiles; para que en lo que murmuran de vosotros como de malhechores,
glorifiquen a Dios en el día de la visitación, al considerar vuestras buenas
obras”, (1 Pedro 2:12). De igual manera, el buen testimonio es
indispensable para desarrollar un ministerio en la iglesia y por ello aparece
entre los requisitos que los obispos tenían que cumplir: “También es necesario que tenga buen testimonio de los de
afuera, para que no caiga en descrédito y en lazo del diablo”, (1
Timoteo 3:7). De igual forma, cuando se eligió a los primeros siete diáconos,
este fue uno de los requisitos: “Buscad, pues,
hermanos, de entre vosotros a siete varones de buen testimonio, llenos del
Espíritu Santo y de sabiduría, a quienes encarguemos de este trabajo”,
(Hechos 6:3). El buen testimonio le ayuda al servidor de Dios a tener solvencia
moral y mayor autoridad para que en el nombre de Jesús realice su trabajo con
eficacia en su obra: “Enviando, pues, desde Mileto a
Éfeso, hizo llamar a los ancianos de la iglesia. Cuando vinieron a él, les
dijo: Vosotros sabéis cómo me he comportado entre vosotros todo el tiempo,
desde el primer día que entré en Asia, sirviendo al Señor con toda humildad, y
con muchas lágrimas, y pruebas que me han venido por las asechanzas de los
judíos; y cómo nada que fuese útil he rehuido de anunciaros y enseñaros,
públicamente y por las casas”, (Hechos 20:17-20). De hecho, la
integridad del creyente es comparado con el cinto de la verdad en la armadura
del cristiano: “Estad, pues, firmes, ceñidos
vuestros lomos con la verdad…”, (Efesios 6:14). Por tanto, el buen
testimonio es sumamente importante en la vida del creyente.
Excelente amen
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