“Varones israelitas, oíd estas palabras: Jesús nazareno, varón
aprobado por Dios entre vosotros con las maravillas, prodigios y señales que
Dios hizo entre vosotros por medio de él, como vosotros mismos sabéis; a éste,
entregado por el determinado consejo y anticipado conocimiento de Dios,
prendisteis y matasteis por manos de inicuos, crucificándole; al cual Dios
levantó, sueltos los dolores de la muerte, por cuanto era imposible que fuese
retenido por ella. Porque David dice de él: Veía al Señor siempre delante de
mí; porque está a mi diestra, no seré conmovido. Por lo cual mi corazón se
alegró, y se gozó mi lengua, y aun mi carne descansará en esperanza; porque no
dejarás mi alma en el Hades, ni permitirás que tu Santo vea corrupción. Me
hiciste conocer los caminos de la vida; me llenarás de gozo con tu presencia.
Varones hermanos, se os puede decir libremente del patriarca David, que murió y
fue sepultado, y su sepulcro está con nosotros hasta el día de hoy. Pero siendo
profeta, y sabiendo que con juramento Dios le había jurado que, de su
descendencia, en cuanto a la carne, levantaría al Cristo para que se sentase en
su trono, viéndolo antes, habló de la resurrección de Cristo, que su alma no
fue dejada en el Hades, ni su carne vio corrupción. A este Jesús resucitó Dios,
de lo cual todos nosotros somos testigos. Así que, exaltado por la diestra de
Dios, y habiendo recibido del Padre la promesa del Espíritu Santo, ha derramado
esto que vosotros veis y oís. Porque David no subió a los cielos; pero él mismo
dice: Dijo el Señor a mi Señor: Siéntate a mi diestra, hasta que ponga a tus
enemigos por estrado de tus pies. Sepa, pues, ciertísimamente toda la casa de
Israel, que a este Jesús a quien vosotros crucificasteis, Dios le ha hecho
Señor y Cristo”.
Hechos 2:22-36
INTRODUCCIÓN
Continuamos estudiando el
primer sermón que la iglesia cristiana predicó y como hemos visto, el mensaje
de Pedro guarda una increíble estructura homilética ya que no se tratan de un
montón de palabras inventadas, sino más bien, iluminado por el Espíritu Santo,
nos presenta un mensaje que tiene como propósito mostrar que Jesús es Señor y
Cristo. Anteriormente el apóstol hizo su introducción citando el pasaje del
profeta Joel para demostrar que los acontecimientos que estaban presenciado en
ese momento no eran más que el cumplimiento de la profecía del Joel, ahora,
amparándose de otros pasajes del Antiguo Testamento, presentara a Jesús como
Dios, Señor de señores y el Mesías, es decir, el Cristo anunciado por las
Escrituras.
OÍD ESTAS PALABRAS
“Varones
israelitas, oíd estas palabras…”
Hechos 2:22
Las palabras de Pedro: Varones israelitas, oíd estas palabras…, nos
sugieren que el mensaje que está a punto de compartir es algo que todo hombre
debe conocer y prestarle toda la atención del mundo y esto es así
porque su mensaje consistirá en presentar a Cristo. El mensaje del evangelio
que se debe predicar a las almas perdidas debe en todo momento estar centrado
en Cristo, en conocer su vida, obra y resurrección, ya que cualquier otro
mensaje fuera de la verdadera doctrina de Cristo no conducirá a la vida eterna.
Hoy en día, todo mensaje evangelístico debe ser Cristocéntrico y este fue el
mensaje que la iglesia predico desde sus primeros tiempos, tal y como Pablo nos
lo declara: “Además os declaro, hermanos, el
evangelio que os he predicado, el cual también recibisteis, en el cual también
perseveráis; por el cual, asimismo, si retenéis la palabra que os he predicado,
sois salvos, si no creísteis en vano. Porque primeramente os he enseñado lo que
asimismo recibí: Que Cristo murió por nuestros pecados, conforme a las
Escrituras; y que fue sepultado, y que resucitó al tercer día, conforme a las
Escrituras”, (1 Corintios 15.1-4). Veamos como Pedro presenta el
mensaje de Cristo.
Jesús fue hecho hombre perfecto y habitó entre nosotros.
“... Jesús
nazareno…”
Hechos 2:22
Lo primero
que Pedro enseña es que Jesús fue hecho hombre perfecto y habitó entre
ellos porque lo llama: Jesús nazareno.
La palabra nazareno hace referencia a una aldea de Galilea llamada Nazaret, una
aldea despreciable y sin mayor importancia para los judíos, de hecho, en
algunas ocasiones nuestro Señor fue despreciado por el hecho de venir de esta
aldea: “El siguiente día quiso Jesús ir a Galilea, y
halló a Felipe, y le dijo: Sígueme. Y Felipe era de Betsaida, la ciudad de
Andrés y Pedro. Felipe halló a Natanael, y le dijo: Hemos hallado a aquel de
quien escribió Moisés en la ley, así como los profetas: a Jesús, el hijo de
José, de Nazaret. Natanael le dijo: ¿De Nazaret puede salir algo de bueno? Le
dijo Felipe: Ven y ve”, (Juan 1:43-46). La misma palabra enseña esta
verdad, en que, siendo Dios, se encarnó en la persona de Jesús y habitó entre
los hombres: “Y aquel Verbo fue hecho carne, y
habitó entre nosotros (y vimos su gloria, gloria como del unigénito del Padre),
lleno de gracia y de verdad”, (Juan 1:14). Por tanto, el verdadero
mensaje Cristocéntrico enseña esta verdad, la naturaleza humana de Jesús.
Jesús aprobado por Dios.
“… varón
aprobado por Dios entre vosotros con las maravillas, prodigios y señales que
Dios hizo entre vosotros por medio de él, como vosotros mismos sabéis…”
Hechos 2:22
En segundo
lugar, Pedro nos dice que Jesús fue un varón aprobado por Dios y
esto se confirma a través de su vida intachable y las señales y maravillas que hacía:
varón aprobado por Dios entre vosotros con las
maravillas, prodigios y señales que Dios hizo entre vosotros por medio de él,
como vosotros mismos sabéis. Lo que confirmó esto no solo fueron las
palabras de Jesús acerca de sí mismo, sino también su testimonio, su vida
sujeta a la voluntad de su Padre, su vida de santidad y conforme a las
Escrituras y, finalmente, los milagros que lo precedían. Es importante notar
que los milagros están al final de la lista, antes su carácter en santidad y de
acuerdo a las Escrituras debe estar en orden, porque hoy en día existen muchos
falsos apóstoles y profetas que violentan la pureza de la sana doctrina con sus
falsas enseñanzas, su vida es un total desorden y lo único que tienen son
supuestos milagros, pero si lo primero no está en orden, los milagros no son
una señal determinante para concluir de que se trata de un hombre de Dios. Lo cierto
es que Jesús vivía en santidad y en obediencia a la palabra de Dios, agradando
en todo momento a su Padre y su vida era respaldada con milagros. Aquí Pedro
utiliza tres palabras para referirse a los milagros: maravillas, prodigios y
señales. Consideremos cada palabra. En primer lugar, se nos dice que Jesús hacia
maravillas, y esta palabra proviene del griego dunamis (δύναμις), la cual describe un poder en acción,
y realmente los milagros eso son, son el poder sobrenatural de Dios en acción para
cumplir su voluntad, sin importar lo difícil de la situación. En segundo lugar,
se nos dice que Jesús realizaba prodigios, y esta palabra proviene del griego teras
(τέρας), que hace referencia a algo que
ocurre y provoca que las personas que lo presencien se asombren. En tercer
lugar, Jesús realizaba señales, y esta palabra se traduce del griego semeion
(σημει̂ον), que indica que se está
haciendo un acto milagroso que alude a una señal o indicativo que confirma
algo. Por ello esta palabra se traduce como señal, porque los milagros eran
señales que confirmaban que Jesús era el Cristo de Dios. Así que basado en esto
podríamos decir que un milagro es un acto sobrenatural donde el poder de Dios
se manifiesta para romper las leyes naturales y confirmar las palabras o
acciones del mensajero que lo realiza, lo cual, a su vez, causa asombro en
aquellas personas que las presencian.
Jesús fue crucificado.
“… a éste,
entregado por el determinado consejo y anticipado conocimiento de Dios,
prendisteis y matasteis por manos de inicuos, crucificándole”.
Hechos 2:23
En tercer
lugar, se nos dice que Jesús fue crucificado: a éste, entregado por el determinado consejo y anticipado
conocimiento de Dios, prendisteis y matasteis por manos de inicuos,
crucificándole. El tema de la cruz siempre ha sido muy controversial,
sin embargo, es crucial en la doctrina de Cristo. Pablo nos habla de que para
los griegos la predicación de la cruz era locura porque no concebían como un
Dios pudiese morir en un madero y para los judíos la predicación de la cruz era
locura, porque no concebían como su Mesías pudiese morir en un madero: “Porque los judíos piden señales, y los griegos buscan
sabiduría; pero nosotros predicamos a Cristo crucificado, para los judíos
ciertamente tropezadero, y para los gentiles locura”, (1 Corintios
1:22-23). Ahora, todo esto de la crucifixión de Cristo ocurrió de acuerdo al
anticipado conocimiento de Dios, es decir, Dios tenía planeado que la traición de
Judas, el hecho de que los principales y sacerdotes de los judíos entregasen a
Jesús a Poncio Pilato para ser crucificado, ocurrió porque era necesario que
nuestro Señor padeciese por nuestros pecados, para que, por medio de su muerte,
nosotros viniésemos a heredar vida eterna.
La resurrección de Jesús.
“… al cual
Dios levantó, sueltos los dolores de la muerte, por cuanto era imposible que fuese
retenido por ella. Porque David dice de él: Veía al Señor siempre delante de
mí; porque está a mi diestra, no seré conmovido. Por lo cual mi corazón se
alegró, y se gozó mi lengua, y aun mi carne descansará en esperanza; porque no
dejarás mi alma en el Hades, ni permitirás que tu Santo vea corrupción. Me
hiciste conocer los caminos de la vida; me llenarás de gozo con tu presencia”.
Hechos 2:24-28
Acompañando
el tema de la crucifixión de Cristo esta su resurrección. La resurrección marca
la victoria final del Señor Jesús sobre la muerte y el pecado: al cual Dios levantó, sueltos los dolores de la muerte, por
cuanto era imposible que fuese retenido por ella. Para confirmar
este hecho maravilloso de la resurrección de Cristo, Pedro cita una parte del
Antiguo Testamento que anunciaba esto de lo cual está hablando: Porque David dice de él: Veía al Señor siempre delante de mí;
porque está a mi diestra, no seré conmovido. Por lo cual mi corazón se alegró,
y se gozó mi lengua, y aun mi carne descansará en esperanza; porque no dejarás
mi alma en el Hades, ni permitirás que tu Santo vea corrupción. Me hiciste
conocer los caminos de la vida; me llenarás de gozo con tu presencia.
En este caso, Pedro cita uno de los Salmos de David: “A Jehová he puesto siempre delante de mí; porque está a mi diestra, no
seré conmovido. Se alegró por tanto mi corazón, y se gozó mi alma; mi carne
también reposará confiadamente; Porque no dejarás mi alma en el Seol, ni
permitirás que tu santo vea corrupción. Me mostrarás la senda de la vida; en tu
presencia hay plenitud de gozo; delicias a tu diestra para siempre”,
(Salmos 16:8-11). De acuerdo a todo esto, se había cumplido la profecía de
David de que el Mesías no vería corrupción y, por ende, lo levantaría de la
muerte.
Jesús, Hijo de David.
“Varones hermanos,
se os puede decir libremente del patriarca David, que murió y fue sepultado, y
su sepulcro está con nosotros hasta el día de hoy. Pero siendo profeta, y
sabiendo que con juramento Dios le había jurado que, de su descendencia, en
cuanto a la carne, levantaría al Cristo para que se sentase en su trono,
viéndolo antes, habló de la resurrección de Cristo, que su alma no fue dejada
en el Hades, ni su carne vio corrupción. A este Jesús resucitó Dios, de lo cual
todos nosotros somos testigos”.
Hechos 2:29-32
En estos versículos
el apóstol continúa con el pensamiento que trae concerniente a la resurrección de
Cristo y ahora vuelve a recordarle la profecía que se le dio a David de que
uno de sus descendientes se sentaría para siempre en su trono: Varones hermanos, se os puede decir libremente del patriarca
David, que murió y fue sepultado, y su sepulcro está con nosotros hasta el día
de hoy. Pero siendo profeta, y sabiendo que con juramento Dios le había jurado que,
de su descendencia, en cuanto a la carne, levantaría al Cristo para que se
sentase en su trono, viéndolo antes, habló de la resurrección de Cristo, que su
alma no fue dejada en el Hades, ni su carne vio corrupción. A este Jesús
resucitó Dios, de lo cual todos nosotros somos testigos. David había
muerto y Pedro afirma que su tumba ahora se encontraba entre ellos, aunque arqueológicamente
no se ha logrado encontrar, pero este que ahora estaba muerto se le había profetizado
que el Cristo se sentaría en su trono: “Y cuando tus
días sean cumplidos, y duermas con tus padres, yo levantaré después de ti a uno
de tu linaje, el cual procederá de tus entrañas, y afirmaré su reino. El
edificará casa a mi nombre, y yo afirmaré para siempre el trono de su reino. Yo
le seré a él padre, y él me será a mí hijo. Y si él hiciere mal, yo le
castigaré con vara de hombres, y con azotes de hijos de hombres; pero mi
misericordia no se apartará de él como la aparté de Saúl, al cual quité de
delante de ti. Y será afirmada tu casa y tu reino para siempre delante de tu
rostro, y tu trono será estable eternamente”, (2 Samuel 7:12-26).
Jesús tenía todas las credenciales en cuanto a su linaje como para reclamar el
título de Hijo de David y por consiguiente sentarse como rey en su trono, de
hecho, en Mateo se nos dan tales credenciales al presentar su genealogía: “Libro de la genealogía de Jesucristo, hijo de David, hijo de
Abraham”, (Mateo 1:1). Ahora, el apóstol afirma que de todo esto
ellos habían sido testigos.
Jesús ha sido glorificado y sentado a la diestra del Padre.
“Así que,
exaltado por la diestra de Dios, y habiendo recibido del Padre la promesa del
Espíritu Santo, ha derramado esto que vosotros veis y oís. Porque David no
subió a los cielos; pero él mismo dice: Dijo el Señor a mi Señor: Siéntate a mi
diestra, hasta que ponga a tus enemigos por estrado de tus pies”.
Hechos 2:33-35
Todo esto
conlleva el siguiente punto, Jesús ha sido glorificado y se ha sentado a
la diestra del Padre: Así que, exaltado por
la diestra de Dios, y habiendo recibido del Padre la promesa del Espíritu
Santo, ha derramado esto que vosotros veis y oís. Porque David no subió a los
cielos; pero él mismo dice: Dijo el Señor a mi Señor: Siéntate a mi diestra, hasta
que ponga a tus enemigos por estrado de tus pies. Jesús fue crucificado,
murió y fue sepultado, pero al tercer día, con el poder del Espíritu Santo, fue
resucitado, posteriormente fue glorificado y ascendió a los cielos para
sentarse a la diestra del Padre y tomar todo señorío en los cielos, la tierra y
debajo de ella. Para esto, Pedro les recuerda otra profecía de carácter mesiánico
que David en cierta ocasión cito en uno de sus salmos: “Jehová dijo a mi Señor: siéntate a mi diestra, hasta que
ponga a tus enemigos por estrado de tus pies”, (Salmos 110:1). Esta profecía
tiene un cumplimiento exacto en la vida de Jesús, porque ciertamente con su resurrección
y ascensión a los cielos todo esto se cumplió.
JESÚS HECHO SEÑOR Y CRISTO
“Sepa, pues,
ciertísimamente toda la casa de Israel, que a este Jesús a quien vosotros
crucificasteis, Dios le ha hecho Señor y Cristo”.
Hechos 2:36
Después de haber presentado una descripción
bastante precisa de la naturaleza de Cristo, como hombre perfecto que habito entre
nosotros, como un verdadero varón aprobado por Dios y poderoso en obras
milagrosas, el cual fue crucificado, murió y fue sepultado, pero al tercer día
resucitó y ascendió a los cielos para sentarse a la diestra de su Padre para
heredar todo poderío, Pedro nos dice que este Jesús ha sido hecho, Señor
y Cristo: Sepa, pues, ciertísimamente toda
la casa de Israel, que a este Jesús a quien vosotros crucificasteis, Dios le ha
hecho Señor y Cristo. La palabra Señor, se traduce del griego kurios
(κύριος), que hace referencia a un señor
o amo que ejerce su poder y gobiernos sobre un grupo de personas. En este
sentido, Jesús es el Señor, Dios todo poderoso, el Soberano que tiene su
gobierno en todo el universo. También lo llaman Cristo, y Cristo se traduce de
la palabra griega Jristos (χριστός), cuyo
equivalente en hebreo es la palabra Mesías, que a su vez proviene de la palabra
hebrea mashaj (מָשַׁח), que
hace referencia a ungir con ungüento, y en este sentido, Jesús es el Ungido de
Dios, porque el poder del Espíritu Santo estuvo sobre Él durante todo su
ministerio. Por tanto, Pedro deja claro, que Jesús es el Señor y Cristo lo cual
establece su preeminencia sobre todo poderío y su victoria final sobre la
muerte y el pecado para convertirse en nuestro Salvador.
Buenas tardes, mi hermano Walter Cuadra, que interesante presentación del evangelio puro de Jesucristo, muy diferente de los mensajes que hoy en día se realizan dando siempre mensajes que no son cristocéntricos, y dándoles más honra al hombre que al mismo Jesús que es Nuestro Salvador y todo sucede por su falta de entendimiento de las sagradas escrituras, oremos a Dios para que siempre nos mantenga iluminados con su Santo Espíritu, Amén
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