El deseo final del Anciano (3 Juan 13-15)


 

“Yo tenía muchas cosas que escribirte, pero no quiero escribírtelas con tinta y pluma, porque espero verte en breve, y hablaremos cara a cara. La paz sea contigo. Los amigos te saludan. Saluda tú a los amigos, a cada uno en particular”.

3 Juan 13-15 

INTRODUCCIÓN

               En esta ocasión terminamos con el estudio de esta maravillosa carta y hasta el momento, el Señor nos ha permitido estudiar no solo 3 Juan, sino todas las cartas del apóstol Juan, así como su evangelio, lo cual a su vez nos ha permitido conocer la teología de Juan que quizás podríamos resaltar como una doctrina cristocéntrica, es decir, enfocada en presentar la doctrina de la naturaleza de Cristo como Hombre perfecto y Dios eterno, así como su sacrificio expiatorio que nos libra por medio de la fe, además de presentar los grandes temas del amor, el vivir en la luz, el advenimiento de la apostasía y advertencias de cuidarse de los falsos maestros. Veamos la despedida del anciano en esta carta.

 

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El deseo final del Anciano

TENGO MUCHAS COSAS QUE DECIRTE

“Yo tenía muchas cosas que escribirte, pero no quiero escribírtelas con tinta y pluma, porque espero verte en breve, y hablaremos cara a cara”.

3 Juan 13-14

             En esta carta el anciano le dice a Gayo el deseo que tiene de decirle muchas cosas, pero lo mejor era decírselas personalmente y no a través de una carta: Yo tenía muchas cosas que escribirte, pero no quiero escribírtelas con tinta y pluma, porque espero verte en breve, y hablaremos cara a cara. Es interesante pensar en la dedicación del apóstol Juan en estar pendiente del cuidado espiritual de los miembros de la iglesia. Para este momento, el apóstol ya tenia más de 90 años, recordemos que desde su juventud había seguido a Jesús: “El siguiente día otra vez estaba Juan, y dos de sus discípulos. Y mirando a Jesús que andaba por allí, dijo: He aquí el Cordero de Dios. Le oyeron hablar los dos discípulos, y siguieron a Jesús”, (Juan 1:35-37). Luego, después de la resurrección de su Señor sirvió fielmente en la iglesia de Jerusalén: “Entonces volvieron a Jerusalén desde el monte que se llama del Olivar, el cual está cerca de Jerusalén, camino de un día de reposo. Y entrados, subieron al aposento alto, donde moraban Pedro y Jacobo, Juan, Andrés, Felipe, Tomás, Bartolomé, Mateo, Jacobo hijo de Alfeo, Simón el Zelote y Judas hermano de Jacobo. Todos estos perseveraban unánimes en oración y ruego, con las mujeres, y con María la madre de Jesús, y con sus hermanos”, (Hechos 1:12-14). También sirvió en la iglesia de Samaria: “Cuando los apóstoles que estaban en Jerusalén oyeron que Samaria había recibido la palabra de Dios, enviaron allá a Pedro y a Juan”, (Hechos 8:14). Y en el libro de Apocalipsis lo vemos dirigirse a algunas iglesias de Asia Menor, lo cual nos sugiere que también presto su servicio en ellas: “Juan, a las siete iglesias que están en Asia: Gracia y paz a vosotros…”, (Apocalipsis 1:4). Y allá en su segunda carta, se dirige a una mujer cristiana, posiblemente miembro de la iglesia en Samaria, y le expresa sus anhelos de ir pronto a ella y verificar el progreso espiritual de sus hijos: “Tengo muchas cosas que escribiros, pero no he querido hacerlo por medio de papel y tinta, pues espero ir a vosotros y hablar cara a cara, para que nuestro gozo sea cumplido”, (2 Juan 12). Todo esto nos revela el incansable esfuerzo de este hombre por servirle a Dios y preocuparse por el cuidado espiritual de los miembros de la iglesia, aun cuando ya era un viejo, su amor por las almas no había desaparecido. Esto nos ofrece un hermoso ejemplo a seguir, ya que Juan desde su juventud había buscado el reino de Dios, primero siendo un discípulo de Juan el bautista, luego siguiendo al Señor Jesucristo, después como apóstol en Jerusalén y conforme los años pasaron, en Samaria y Asia Menor. Ahora, siendo ya un anciano de no menos de 90 años, le decía a Gayo que anhelaba ir y verlo para compartir con él muchas cosas de provecho.

 

LA DESPEDIDA DEL ANCIANO

“La paz sea contigo. Los amigos te saludan. Saluda tú a los amigos, a cada uno en particular”.

3 Juan 15

            Al despedirse, el anciano le desea a Gayo paz: La paz sea contigo. La palabra paz se traduce del griego eirene (εἰρήνη) y era muy común utilizarla en el contexto judío, y esta misma en su idioma hebreo es shalon (שָׁלוֹם), la cual va más allá de un simple saludo, mas bien, expresa un sincero deseo de bienestar físico, mental y espiritual, lo cual es lo que provoca la verdadera paz. Como hermanos en Cristo debemos desearnos paz, ya que esta solo puede encontrarse en el evangelio, en la vida que Cristo puede darnos. La paz involucra un cese de conflictos y temores internos provocados por la culpa del pecado y es resultado de la perfecta comunión con el Espíritu Santo el cual le da a nuestro corazón un genuino sentimiento de seguridad. El Anciano le dice a Gayo que los amigos le saludaban y que saludara a los amigos que estaban con él: Los amigos te saludan. Saluda tú a los amigos, a cada uno en particular. La palabra amigos se traduce del griego filoi (φίλοι.), la cual expresa un tipo de amor que es característico de las personas que establecen un verdadero vinculo de lealtad y afecto, y en este sentido se espera que cada uno de nosotros los cristianos practiquemos una verdadera amistad con todos nuestros hermanos. De esta forma el anciano se despide esperando volver a ver a su amigo Gayo.

 

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