Cuerpo, Alma y Espíritu (Segunda Parte)


 

“El Señor Jesucristo esté con tu espíritu. La gracia sea con vosotros. Amén”.

2 Timoteo 4:22

 

INTRODUCCIÓN

                En la última ocasión estudiamos el tema del alma, consideramos a la luz de la palabra de Dios lo que el alma realmente es, ahora, con la ayuda del Espíritu Santo, queremos estudiar todo lo referente al espíritu. ¿El alma y el espíritu son lo mismo? ¿O son dos partes diferentes en la naturaleza del hombre? ¿Qué es realmente el espíritu? ¿Qué dicen las Sagradas Escrituras al respecto? Bueno, intentemos responder estas preguntas a la luz de la Biblia.

 

Espíritu
Cuerpo, Alma y Espíritu (Segunda Parte)


EL ESPÍRITU DEL HOMBRE

                 Cuando el apóstol Pablo escribe su segunda carta a su discípulo Timoteo, se despide con las siguientes palabras: “El Señor Jesucristo esté con tu espíritu. La gracia sea con vosotros. Amén”, (2 Timoteo 4:22). Pablo le desea a Timoteo que Jesucristo estuviera con su espíritu, entendiendo el deseo de que la presencia de Jesucristo estuviese con la persona de Timoteo. Así vemos como la palabra espíritu se usa aquí para referirse al ser humano en específico, así como también a veces la palabra alma se usa para este fin, tal y como lo vimos en el estudio pasado. A todo esto, ¿qué es el espíritu? Etimológicamente, la palabra espíritu se traduce del hebreo rúakj (רוּחַ), mientras que en el griego se traduce de la palabra pneuma (πνεῦμα), y en ambos idiomas literalmente significan viento, aire o aliento, siendo usadas también para referirse a la parte inmaterial del hombre que le da vida. Este concepto de que el espíritu es el que le da vida al ser humano lo podemos remontar al día de la creación donde Dios sopló en él aliento de vida para que llegase a ser un ser viviente: “Entonces Jehová Dios formó al hombre del polvo de la tierra, y sopló en su nariz aliento de vida, y fue el hombre un ser viviente”, (Génesis 2:7). La Traducción Kadosh (apartada) Israelita Mesiánica al español de Diego Ascunce traduce este versículo de la siguiente manera: “Entonces YAHWEH Elohim formó al hombre [Hebreo: adam] del polvo de la tierra [Hebreo: admah] y sopló sobre su rostro el aliento de vida, y el hombre se convirtió en un alma viviente”, (Génesis 2:7, DA). Entendemos que desde el momento de que Dios sopló en la nariz del hombre, este fue un alma viviente y esto nos lleva a la conclusión de que el alma es el ser racional viviente y el espíritu es el aliento de vida o lo que vivifica al ser. En este sentido, Myer Pearlman, en su libro, Teología Bíblica y Sistemática, nos dice: “El espíritu es el centro y fuente de la vida del hombre. El alma es dueña de esta vida y la usa, y por medio del cuerpo inanimado y el hombre se convirtió en alma viviente”. En las Escrituras vemos como el espíritu se relaciona con lo que le da vida al hombre, por ejemplo: “Escondes tu rostro, se turban; les quitas el hálito, dejan de ser, y vuelven al polvo”, (Salmo 104:29). En este caso, la palabra hálito, se traduce del hebreo rúakj (רוּחַ), que es espíritu, relacionando así el espíritu con lo que le da vida al hombre que es alma viviente. También vemos cómo Dios se dirige a los hombres antediluvianos, como seres en donde había espíritu de vida, porque el espíritu los hacia seres vivientes: “Y he aquí que yo traigo un diluvio de aguas sobre la tierra, para destruir toda carne en que haya espíritu de vida debajo del cielo; todo lo que hay en la tierra morirá”, (Génesis 6.17). Además, cuando mueren algunos personajes bíblicos se hace referencia a que el espíritu abandona sus cuerpos, provocando la muerte física, así lo vemos cuando Abraham murió: “Y exhaló el espíritu, y murió Abraham en buena vejez, anciano y lleno de años, y fue unido a su pueblo”, (Génesis 25:8); con Isaac: “Y exhaló Isaac el espíritu, y murió, y fue recogido a su pueblo, viejo y lleno de días; y lo sepultaron Esaú y Jacob sus hijos”, (Génesis 35:29); Santiago expresa la misma idea de que el espíritu vivifica al cuerpo humano, de lo contrario se produce la muerte física: “Porque como el cuerpo sin espíritu está muerto, así también la fe sin obras está muerta”, (Santiago 2:26). En general, Eclesiastés habla de cómo el espiritu que abandona al hombre muere físicamente para partir a la eternidad: “y el polvo vuelva a la tierra, como era, y el espíritu vuelva a Dios que lo dio”, (Eclesiastés 12:7). Ahora, esto no significa que cuando el hombre muere se separa de su espíritu, no es así, porque el espíritu es una característica más de la parte inmaterial del hombre, o como lo dice Myer Pearlman, en su libro, Teología Bíblica y Sistemática: “El alma sobrevive a la muerte, porque es vitalizada por el espíritu, y sin embargo, ambos, el alma y el espíritu, son inseparables porque el espíritu está entretejido en la trama misma del alma”. En este sentido, así como el corazón, el cerebro, las entrañas, la piel y demás órganos son partes del cuerpo, así lo es el espíritu con el alma, partes inseparables de la misma naturaleza incorpórea del hombre. Si consideramos Hebreos 4:12, vemos que el autor ve al alma y espiritu como aspectos de la parte incorpórea del hombre, así como la articulación y la médula del hueso como partes del mismo cuerpo humano: “Pues la palabra de Dios es viva y poderosa. Es más cortante que cualquier espada de dos filos; penetra entre el alma y el espíritu, entre la articulación y la médula del hueso. Deja al descubierto nuestros pensamientos y deseos más íntimos”, (Hebreos 4:12). Charles Hodge, en su libro, Teología Sistemática, Volumen 1, comparte este mismo pensamiento: “Por ejemplo, Hebreos 4:12 … dice que la palabra de Dios penetra hasta la división del alma y del espíritu, de las coyunturas y de los tuétanos. No se supone ahí que el alma y el espíritu sean sustancias diferentes. Las coyunturas y los tuétanos no son diferentes sustancias: Ambas cosas son materiales; son formas diferentes de la misma sustancia. De la misma manera alma y espíritu son una y la misma sustancia bajo diferentes aspectos o relaciones”.

 

LA IMPORTANCIA DEL ESPIRITU EN EL HOMBRE

                Definitivamente el espíritu juega un papel muy importante en la vida del ser humano, porque aparte de ser la fuente de vida del hombre, también es la parte que lo conecta con Dios. De esto, Lewis Sperry Chafer, en su libro, Teología Sistemática, Volumen 1, nos dice: “El espíritu se menciona usualmente en las Escrituras como aquella parte del hombre la cual es capaz de contemplar a Dios, y el alma es aquella parte del hombre la cual está relacionada al yo y las varias funciones del intelecto, sensibilidades y voluntad del hombre”. De esta forma, es a través del espíritu que logramos establecer una comunión con Dios, de allí que se diga que aquellas personas que están alejados del Señor están espiritualmente muertos: “Y él os dio vida a vosotros, cuando estabais muertos en vuestros delitos y pecados”, (Efesios 2:1). El problema del hombre natural es que espiritualmente está muerto, esto provoca que busque solo las cosas de la carne, pero aquellos que son de Cristo, buscan las cosas del Espíritu, es decir, buscan edificar su vida en una plena comunión con Dios: “Porque los que son de la carne piensan en las cosas de la carne; pero los que son del Espíritu, en las cosas del Espíritu”, (Romanos 8:5). Ahora, por causa del pecado, el hombre se encuentra espiritualmente muerto y es incapaz de buscar a Dios y agradarle, pero a través de Cristo podemos nacer a una nueva vida: “Respondió Jesús: De cierto, de cierto te digo, que el que no naciere de agua y del Espíritu, no puede entrar en el reino de Dios. Lo que es nacido de la carne, carne es; y lo que es nacido del Espíritu, espíritu es”, (Juan 3:5-6). Es por medio del nuevo nacimiento que somos renacidos a una nueva vida y nuestro espíritu y todo nuestro ser es vivificado con la morada del Espíritu Santo, este nos capacita para ser unos mejores testigos de Cristo en esta tierra: “pero recibiréis poder, cuando haya venido sobre vosotros el Espíritu Santo, y me seréis testigos en Jerusalén, en toda Judea, en Samaria, y hasta lo último de la tierra”, (Hechos 1:8). Nuestro espíritu nos ayuda a tener una mejor comunión con el Señor además de traer las siguientes ventajas:

1.      Nos capacita para vivir conforme a su voluntad, conforme al Espíritu, salvos de la condenación eterna: “Ahora, pues, ninguna condenación hay para los que están en Cristo Jesús, los que no andan conforme a la carne, sino conforme al Espíritu”, (Romanos 8:1).

2.      Somos capaces, con la ayuda del Espíritu Santo, a no satisfacer los deseos de nuestra carne, sino a producir el fruto del Espíritu: “Digo, pues: Andad en el Espíritu, y no satisfagáis los deseos de la carne…  Mas el fruto del Espíritu es amor, gozo, paz, paciencia, benignidad, bondad, fe, mansedumbre, templanza; contra tales cosas no hay ley”, (Gálatas 5:16, 22-23). Esto significa que solo espiritualmente podemos desarrollar las más grandes virtudes humanas.

3.      Por medio de nuestro espíritu, podemos discernir las cosas de Dios: “Pero el hombre natural no percibe las cosas que son del Espíritu de Dios, porque para él son locura, y no las puede entender, porque se han de discernir espiritualmente”, (1 Corintios 2:14). Es por medio de nuestro espíritu que podemos tener un entendimiento correcto de la palabra de Dios, de su voluntad y propósitos, de realmente conocer al Señor.

4.      Los dones espirituales no pueden ser recibidos en aquellos que viven en la carne, sino se deben recibir y ejercer espiritualmente: “Ahora bien, hay diversidad de dones, pero el Espíritu es el mismo”, (1 Corintios 12:4).

5.      Nuestras armas, no son carnales, sino espirituales en Cristo Jesús: “porque las armas de nuestra milicia no son carnales, sino poderosas en Dios para la destrucción de fortalezas”, (2 Corintios 10:4).

6.      Es el espíritu humano que gobierna la existencia mental y emocional del hombre de manera acertada, ya que, si espiritualmente estamos muertos, el pecado gobernará nuestras acciones, pero si por medio del Espíritu Santo hacemos morir lo terrenal en nosotros, espiritualmente seremos guiados a toda verdad y por medio de la sabiduría de Dios direccionamos nuestra vida: “Porque ¿quién de los hombres sabe las cosas del hombre, sino el espíritu del hombre que está en él? Así tampoco nadie conoció las cosas de Dios, sino el Espíritu de Dios. Y nosotros no hemos recibido el espíritu del mundo, sino el Espíritu que proviene de Dios, para que sepamos lo que Dios nos ha concedido, lo cual también hablamos, no con palabras enseñadas por sabiduría humana, sino con las que enseña el Espíritu, acomodando lo espiritual a lo espiritual”.  (1 Corintios 2:11-13). Definitivamente nuestra alma es el asentamiento de nuestros sentimientos y sentimientos, nuestra parte racional, pero el espíritu ayuda a que estos sean gobernados conforme a la voluntad de Dios.

De esta forma vemos cómo en los cristianos nuestro espíritu nos ayuda a conectarnos con Dios, a recibir sus dones, a comprender su palabra para vivir conforme a su voluntad, por eso, debemos alimentar la nueva naturaleza y para que nuestro espíritu este fuerte, no debemos alimentar nuestra carne, porque de lo contrario esta nos arrastrara al pecado: “En cuanto a la pasada manera de vivir, despojaos del viejo hombre, que está viciado conforme a los deseos engañosos, y renovaos en el espíritu de vuestra mente, y vestíos del nuevo hombre, creado según Dios en la justicia y santidad de la verdad”, (Efesios 4:22-24). En la medida de que desechemos todo pecado y cultivemos nuestra relación con Dios buscando todo aquello que nos edifique, nuestra vida espiritual será fuerte y capaz de agradar a Dios confirme a su palabra.

 

UNA DIFERENCIA ENTRE EL HOMBRE Y EL ANIMAL

            Como todos los seres vivos en este planeta, el hombre es creación de Dios, pero podemos encontrar una diferencia y es que este es imagen y semejanza de Dios. Dios es Espíritu, y cuando lo creo, soplo en su nariz aliento de vida para que este fuese un ser viviente, y como ya vimos, este aliento de vida es el espíritu que provocó que el hombre fuese un alma viviente. Ahora, solamente el hombre tiene espíritu, porque solo en él Dios soplo aliento de vida, el resto de los seres vivos, como los animales, solo fueron creados, de allí de que los animales solo tengan alma, pero no espíritu: “Luego dijo Dios: Produzca la tierra seres vivientes según su género, bestias y serpientes y animales de la tierra según su especie. Y fue así. E hizo Dios animales de la tierra según su género, y ganado según su género, y todo animal que se arrastra sobre la tierra según su especie. Y vio Dios que era bueno. Entonces dijo Dios: Hagamos al hombre a nuestra imagen, conforme a nuestra semejanza…”, (Génesis 1:24-26). La palabra hebrea que se traduce en el versículo 24 como “seres vivientes” es néfesh (נֶֶפֶשׁ), la cual ya vimos que también se traduce alma, por tanto, los animales también son alma viviente, pero no tienen espíritu como el hombre porque como ya dijimos, en ellos Dios no soplo aliento de vida. Por el hecho de que los animales no tienen espíritu, al morir toda existencia termina para ellos, diferente al hombre, ya que, al morir físicamente, el alma trasciende en la eternidad, porque tiene espíritu: “¿Quién sabe que el espíritu de los hijos de los hombres sube arriba, y que el espíritu del animal desciende abajo a la tierra?”, (Eclesiastés 3:21).

 

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