“Solamente que os comportéis como es digno del evangelio de
Cristo, para que o sea que vaya a veros, o que esté ausente, oiga de vosotros
que estáis firmes en un mismo espíritu, combatiendo unánimes por la fe del
evangelio, y en nada intimidados por los que se oponen, que para ellos
ciertamente es indicio de perdición, más para vosotros de salvación; y esto de
Dios. Porque a vosotros os es concedido a causa de Cristo, no solo que creáis
en él, sino también que padezcáis por él, teniendo el mismo conflicto que
habéis visto en mí, y ahora oís que hay en mí”.
Filipenses 1:27-30
INTRODUCCIÓN
Con estos versículo
estaríamos terminando el estudio del primer capitulo de la carta del apóstol
Pablo a los Filipenses. Hasta este momento el apóstol ha expresado su gozo al
ver cómo a pesar de estar en una prisión, el evangelio continuaba avanzando, además
de expresar su esperanza de poder salir de la cárcel para continuar trabajando
en la obra de Dios, aunque si moría en la cárcel, la muerte para él era
ganancia, de tal forma que fuera que viviera o muriera, les pedía a los
filipenses que ellos continuaran viviendo dignamente la vida a la cual Cristo
los había llamado y en estos versículos finales encontramos esas exhortaciones.
La dignidad y oposición del Evangelio
COMPORTÁNDOSE DIGNAMENTE
“Solamente que os comportéis como es digno del evangelio de
Cristo, para que o sea que vaya a veros, o que esté ausente, oiga de vosotros
que estáis firmes en un mismo espíritu, combatiendo unánimes por la fe del
evangelio”.
Filipenses 1:27
Pablo quería dejar claro
la dignidad que la vida cristiana tiene, una dignidad que supera a muchas
filosofías y formas de vida que el hombre ha llegado a establecer. La palabra
“digno” se traduce del griego axios (ἀξίως),
la cual hace referencia a algo que es tenido en alta estima y sabe
comportarse adecuadamente. La vida cristiana va más allá que una
religión más, u otra alternativa de vida; más bien el cristianismo es la vida
que el hombre necesita encontrar para alcanzar la vida eterna y el mejor
propósito para su existencia que se encuentra en la voluntad de Dios. Por ello
les dice: Solamente que os comportéis como es
digno del evangelio de Cristo. La palabra que se traduce como, “comportéis”,
proviene del griego politeúomai (πολιτεύομαι),
la cual era una palabra que aludía al hecho de “comportarse como un
verdadero ciudadano”, esto considerando el hecho de que los filipenses eran una
colonia donde la mayoría de las personas eran ciudadanos romanos, hombres
libres que poseían por consiguiente una cierta dignidad respecto a otras
personas que no poseían la ciudadanía romana. De esta forma, los
filipenses tenían que vivir a la altura que el evangelio demandaba, una vida
santa, de acuerdo con los principios bíblicos, una vida que alumbre en medio de
las tinieblas y sea un referente para otras personas a tal punto que los
inspire a seguir el mismo camino de salvación en Cristo Jesús. Como
cristianos, debemos comportarnos dignamente delante de los demás, no podeos
seguir el mismo camino de perdición, sino, seguir la santidad, honor,
obediencia a su palabra, fe, amor y demás virtudes que caracterizan al
evangelio: “Presentándote tú en todo como ejemplo de
buenas obras; en la enseñanza mostrando integridad, seriedad, palabra sana e
irreprochable, de modo que el adversario se avergüence, y no tenga nada malo
que decir de vosotros”, (Tito 2:7-8). Por ello también el apóstol
Pablo les exhorta a los filipenses a mantenerse firmes en su fe, cuidando su
testimonio y la unidad de la iglesia, para que vivan a la altura de la dignidad
que el evangelio demanda: para que o sea que vaya a veros, o
que esté ausente, oiga de vosotros que estáis firmes en un mismo espíritu,
combatiendo unánimes por la fe del evangelio. Ahora, todo esto que el apóstol
recomienda es necesario para continuar combatiendo por la fe del evangelio ya
que sabemos que muchos enemigos se levantaran en contra del avance del Reino de
Dios, pero la mejor manera de continuar en la batalla es manteniendo nuestra
integridad, viviendo piadosamente, sin contaminarnos con las maldades de este
mundo, de esta forma, nuestra perseverancia en la fe será efectiva.
NO NOS INTIMIDEMOS ANTE LOS QUE SE OPONEN AL EVANGELIO
“y en nada intimidados por los que se oponen, que para ellos
ciertamente es indicio de perdición, más para vosotros de salvación; y esto de
Dios”.
Filipenses 1:28
Pablo está exhortando a
los creyentes de Filipos a que no desmayen, sino que se comporten
dignamente, como verdaderos ciudadanos del Reino de Dios, manifestando las mas
grandes virtudes que caracterizan al evangelio y se mantengan
unánimes por la fe del evangelio a tal punto de que no se dejen intimidar por
las personas que se opongan a todo esto: … y en nada intimidados por los que se oponen. La palabra griega que
se traduce como “intimidados” en esta versión proviene del griego ptúro (πτύρω), la cual habla de una persona que está
atemorizada o temerosa de algo. La verdad es que a veces la vida cristiana
puede parecer difícil e intimidante, a tal punto que puede atemorizar a
alguien, además, los obstáculos que se presentan pueden causar dudas y algunos
cristianos pueden retroceder ante semejante reto; pero la palabra de Dios nos
exhorta a no desmayar, sino a seguir adelante confiando siempre en el Señor.
Cuantas personas a lo largo de la historia se han sentido intimidadas por los
retos que demanda una vida consagrada para el Señor. Podemos recordar a un
Gedeón temeroso de los madianitas al cual Dios lo escogió como el juez que
liberaría a su pueblo de la opresión extranjera y las palabras del Angel de
Jehová que le exhortaba a no temer: “Entonces le
respondió: Ah, señor mío, ¿con qué salvaré yo a Israel? He aquí que mi familia
es pobre en Manasés, y yo el menor en la casa de mi padre. Jehová le dijo:
Ciertamente yo estaré contigo, y derrotarás a los madianitas como a un solo
hombre”, (Jueces 6:15-16). En las palabras que el Angel de Jehová le
dirige a Gedeón tenemos lo que garantizaba su éxito, ya que Dios
estaría con él. De manera similar, Zorobabel fue animado a continuar la
obra de la construcción del templo en tiempo del regreso de la cautividad, esto
a pesar de las oposiciones que los muchos enemigos de los judíos ejercían sobre
ellos, por ello el Señor le dice a Zorobabel: “Entonces
respondió y me habló diciendo: Esta es palabra de Jehová a Zorobabel, que dice:
No con ejército, ni con fuerza, sino con mi Espíritu, ha dicho Jehová de los
ejércitos. ¿Quién eres tú, oh gran monte? Delante de Zorobabel serás reducido a
llanura; él sacará la primera piedra con aclamaciones de: Gracia, gracia a
ella. Vino palabra de Jehová a mí, diciendo: 9 Las manos de Zorobabel echarán
el cimiento de esta casa, y sus manos la acabarán; y conocerás que Jehová de
los ejércitos me envió a vosotros”, (Zacarias 4:6-8). Dios le
promete a Zorobabel que por medio del Espíritu de Santo vencería los
obstáculos que sus enemigos habían levantado en contra de él. De igual manera,
nosotros que confiamos en Dios, tenemos el respaldo del Espíritu Santo en
nuestras vidas, su presencia en nosotros nos capacita y nos da la autoridad
para que en su nombre nos mantengamos firmes en la fe del evangelio. Pablo nos
dice en la parte final de este versículo el destino de aquellos que se atrevan
oponerse al avance del evangelio: … que para
ellos ciertamente es indicio de perdición, más para vosotros de salvación; y
esto de Dios.
Existe un claro contraste entre el destino de aquellos que se oponen al
evangelio y los que se mantienen firmes, perseverando en la fe, y en la
versión de la Biblia, Dios Habla Hoy, este versículo se traduce con las siguientes
palabras: “sin dejarse asustar en nada por sus
enemigos. Esto es una clara señal de que ellos van a la destrucción, y al mismo
tiempo es señal de la salvación de ustedes. Y esto procede de Dios”,
(Filipenses 1:28, DHH).
PADECIENDO POR CRISTO
“Porque a vosotros os es concedido a causa de Cristo, no
solo que creáis en él, sino también que padezcáis por él, teniendo el mismo
conflicto que habéis visto en mí, y ahora oís que hay en mí”.
Filipenses 1:29-30
En estos versículos Pablo
les dice a los filipenses una realidad que se encuentra presente en la vida
cristiana y el trabajo en su obra, el padecer por Cristo: Porque a vosotros os es concedido a causa de Cristo, no solo
que creáis en él, sino también que padezcáis por él. definitivamente las pruebas en
nuestras vidas provocaran sufrimientos, es imposible ser cristiano sin padecer
en este mundo, ya sea por negar nuestra carne o pasar por dificultades y persecuciones,
pero debemos estar conscientes de que en todo esto, el Señor estará con
nosotros. Para Pablo, sufrir por la causa de Cristo era algo que ya había
aceptado y estaba dispuesto a que estos padecimientos no lo desviaran de su propósito
principal: “Pero de ninguna cosa hago caso, ni
estimo preciosa mi vida para mí mismo, con tal que acabe mi carrera con gozo, y
el ministerio que recibí del Señor Jesús, para dar testimonio del evangelio de
la gracia de Dios”, (Hechos 20:24). Sin duda alguna, el apóstol estaba
dispuesto a dar su vida por la causa de Cristo, de allí que les dice: teniendo el mismo conflicto que habéis visto en mí, y ahora
oís que hay en mí.
Los filipenses ya conocían este aspecto del sufrimiento en la vida de Pablo, es
más, para este momento que escribía su carta estaba atravesando por grandes
pruebas, ya que se encontraba en cárcel, pero a pesar de todo, el apóstol perseveraba
en su ministerio, algo que nosotros también debemos hacer porque el Señor nos ayudará
a mantenernos de pie y nos dará la victoria final.
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