La conversión de Pablo (Hechos 9:3-9)


 

“Mas yendo por el camino, aconteció que al llegar cerca de Damasco, repentinamente le rodeó un resplandor de luz del cielo; y cayendo en tierra, oyó una voz que le decía: Saulo, Saulo, ¿por qué me persigues? El dijo: ¿Quién eres, Señor? Y le dijo: Yo soy Jesús, a quien tú persigues; dura cosa te es dar coces contra el aguijón. El, temblando y temeroso, dijo: Señor, ¿qué quieres que yo haga? Y el Señor le dijo: Levántate y entra en la ciudad, y se te dirá lo que debes hacer. Y los hombres que iban con Saulo se pararon atónitos, oyendo a la verdad la voz, más sin ver a nadie. Entonces Saulo se levantó de tierra, y abriendo los ojos, no veía a nadie; así que, llevándole por la mano, le metieron en Damasco, donde estuvo tres días sin ver, y no comió ni bebió”.

Hechos 9:3-9

INTRODUCCIÓN

 

En estos versículos Lucas nos presenta la conversión del apóstol Pablo. Hasta el momento, Pablo, que hasta este momento se conoce como Saulo de Tarso, se ha presentado en dos oportunidades diferentes, la primera fue cuando consintió la muerte de Esteban y dejaron sus ropas a sus pies aquellos que lo apedrearon: “Y echándole fuera de la ciudad, le apedrearon; y los testigos pusieron sus ropas a los pies de un joven que se llamaba Saulo”, (Hechos 7:58). Luego vuelve a aparecer cuando perseguía en Jerusalén a los creyentes en Cristo obligando a muchos a dispersarse fuera de las fronteras de Israel: “Y Saulo asolaba la iglesia…”, (Hechos 8:3). Ahora, en el capítulo 9, vemos cómo Saulo no conforme con expulsar a muchos creyentes de Jerusalén decide pedir cartas al sumo sacerdote para ir a las sinagogas de Damasco y allí continuar su persecución, sin saber que le espera un encuentro que le cambiaria su vida para siempre.



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The Conversion of Saint Paul on the Way to Damascus, a c.1889 portrait

By José Ferraz de Almeida Júnior - José Rosael/Hélio Nobre/Museu Paulista da USP, Public Domain, https://commons.wikimedia.org/w/index.php?curid=71586740


 

CAMINO A TENER UN ENCUENTRO CON JESÚS

 

La conversión de Pablo marca uno de los hechos históricos más relevantes del cristianismo. Sin duda el cristianismo ha tenido grandes paladines que llamados por Dios han sido instrumentos poderosos para cumplir sus propósitos y contribuir al avance del reino de Dios en esta tierra y definitivamente, Pablo figura en esta nómina. La conversión de Pablo es narrada en tres ocasiones diferentes en este libro (Hechos 9:3-9; 22.6-16; 26.12-18), cada versión contiene detalles adicionales que no se han presentado en la anterior. Prosigamos a estudiar la conversión de Pablo y seguramente encontraremos grandes enseñanzas espirituales.

 

Rumbo a su nuevo destino.

 

“Mas yendo por el camino…

Hechos 9:3

 

En la mente de Saulo su destino estaba trasado, de Jerusalén a Damasco pretendía perseguir y capturar a los creyentes en Cristo para evitar que lo que él consideraba una nueva secta del judaísmo, pudiese llegar a su fin. Según Saulo, estaba ofreciendo un servicio a Dios, defendiendo su religión y costumbres creía que agradaba al Dios de sus padres, pero se equivocaba. Muchas personas como Saulo encaminan su vida de acuerdo con sus propios planes, definen un rumbo a seguir creyendo que tienen su destino marcado, pero se olvidan de Dios y muchas veces sus caminos los conducen a la destrucción: “Hay camino que al hombre le parece derecho; pero su fin es camino de muerte”, (Proverbios 14:12). Saulo, quien llegaría a ser conocido como Pablo, iba camino a Damasco, la ciudad capital de Siria, confiado de que el poder religioso de Jerusalén lo apoyaba, pero ignoraba que ese camino lo conduciría a un destino más excelso donde realmente conocería al Dios verdadero. Esto nos hace reflexionar en el milagro de la conversión, un acontecimiento que verdaderamente nace en el corazón de Dios y donde el hombre no tiene ninguna participación, porque es por gracia, Pablo nunca se hubiera imaginado que se convertiría en aquello a lo cual perseguía, de igual manera, muchos de nosotros nunca imaginamos y ni siquiera queríamos convertirnos al evangelio, pero los planes de Dios eran diferentes y así un día tuvimos un encuentro personal con Cristo y el día había llegado para Saulo de Tarso.

 

El encuentro con Cristo.

 

“… aconteció que al llegar cerca de Damasco, repentinamente le rodeó un resplandor de luz del cielo; y cayendo en tierra, oyó una voz que le decía: Saulo, Saulo, ¿por qué me persigues?”.

Hechos 9:3-4

 

Para que una conversión sea autentica es indispensable tener un encuentro personal con Cristo, esto va más allá de cualquier experiencia religiosa o adoctrinamiento, es tener una relevación personal del Dios vivo, una apreciación de su inmensurable santidad y gloria donde nuestro ser pecaminoso es confrontado y cae rendido al señorío de Cristo. Esto fue lo que le paso a Pablo, yendo camino a Damasco Cristo se le apareció: … aconteció que al llegar cerca de Damasco, repentinamente le rodeó un resplandor de luz del cielo; y cayendo en tierra… Cuando Cristo se nos revela inmediatamente nuestro pecado queda desnudo, llegamos a ser conscientes de nuestro gran error y nuestro orgullo cae doblegado delante del Señor. La conversión de Pablo es totalmente sorprendente, Lucas nos dice que repentinamente un resplandor de luz del cielo lo rodeó y lo hizo caer al suelo de lo fuerte que fue. En ningún momento se nos dice que Saulo cayó de un caballo como a veces lo vemos retratado en algunas imágenes o pinturas antigua, o como a veces se suele predicar, el texto no lo sugiere, sin embargo, no sabemos si realmente Pablo iba a pie o a caballo, lo que si dice la Escritura es que Pablo cayó a tierra y estando allí, en tierra, oyó una voz que le decía: Saulo, Saulo, ¿por qué me persigues? Saulo debió haber quedado confundido al escuchar esta voz que con autoridad le cuestionaba lo que hacía.

 

Confrontado por la realidad de su pecado.

 

“… Y le dijo: Yo soy Jesús, a quien tú persigues; dura cosa te es dar coces contra el aguijón”.

Hechos 9:5

 

Una verdadera conversión trae una confrontación con la realidad de nuestros pecados, una confrontación que nos hace ver la realidad de nuestro lamentable estado de condenación y esto fue lo que le paso a Saulo cuando escucho la voz autoritaria que le reprimía por lo que hacía: Y le dijo: Yo soy Jesús, a quien tú persigues; dura cosa te es dar coces contra el aguijón. Algo interesante de este versículo es que en los textos más antiguos que se tienen las palabras: “dura cosa te es dar coces contra el aguijón”, no aparecen, por eso ya no aparecen en algunas traducciones modernas de la Biblia, así lo vemos en la Nueva Traducción Viviente: “—¿Quién eres, señor? —preguntó Saulo. —Yo soy Jesús, ¡a quien tú persigues! —contestó la voz —“, (Hechos 9:5, NTV). También lo hace la Nueva Versión Internacional: “—¿Quién eres, Señor? —preguntó. —Yo soy Jesús, a quien tú persigues —le contestó la voz—“, (Hechos 9:5, NVI). Y la Biblia de Jerusalén, en su tercera versión, lo tradujo así: “Él preguntó: "¿Quién eres, Señor?" Y él: "Yo soy Jesús, a quien tú persigues”, (Hechos 9:5, Jer. 2001). Algunos opinan que las palabras, “dura cosa te es dar coces contra el aguijón”, probablemente fueron una adición posterior que se hizo para mostrar lo irracional y doloroso que es ir en contra de la voluntad de Cristo, es como estar dando golpes con nuestros pies a un aguijón que no hace más que lastimarnos. Estas palabras debieron desconcertar a Saulo, porque hasta este momento se había guiado por su celo religioso, pero de repente es reprendido por una voz celestial que le dice que lo que ha estado haciendo está totalmente mal. Cuando el hombre es confrontado por sus pecados, Dios le abre su corazón y entendimiento para darse cuenta de su terrible condición de pecado, este reconoce su maldad y es conducido a humillarse con gran arrepentimiento delante de su presencia, pero esto solo se logra cuando el hombre logra tener un verdadero encuentro con Cristo, un encuentro donde cautivo por su gracias irresistible sea conducido a un auténtico arrepentimiento que a su vez provoca una conversión que trae un nuevo nacimiento. Si este milagro de conversión no se da en una persona, esta nunca entrara a formar parte de la familia de Dios, porque a través de lo académico o lo religioso, nunca llegaremos a conocer verdaderamente a nuestro Señor.

 

Abandonando su antiguo vida y rumbo a la nueva.

 

“El, temblando y temeroso, dijo: Señor, ¿qué quieres que yo haga? Y el Señor le dijo: Levántate y entra en la ciudad, y se te dirá lo que debes hacer”.

Hechos 9:6

 

En estos versículos vemos la reacción de Saulo que evidencia su auténtica conversión: El, temblando y temeroso, dijo: Señor, ¿qué quieres que yo haga? Una prueba contundente de una autentica conversión es que la persona abandona su vieja vida y se propone seguir a Cristo y en la conversión de Pablo lo podemos ver. Aquel hombre obstinado en su misión de acabar con el cristianismo de repente abandona sus intenciones, el hecho de oír la voz celestial y que esta se identifica como Jesús a quien estaba persiguiendo debió haberlo desconcertado y llevarlo a la conclusión que estaba errado en cuanto a sus creencias, por ello decide preguntarle: Señor, ¿qué quieres que yo haga? Sabemos que en el griego la palabra Kúrios (Κύριος) que se traduce como Señor es un título de divinidad que se le atribuye a Jesús, pero en este caso algunos opinan que cuando Pablo dice “Señor”, palabra que se traduce del griego kúrie (κύριε), no lo hace reconociendo todavía su divinidad, sino, más bien por una formalidad o respeto. Como haya sido, la verdad es que Saulo de Tarso llegaría a conocer quién realmente es Jesucristo. Al final, Jesús le ordeno lo que tenía que hacer: Y el Señor le dijo: Levántate y entra en la ciudad, y se te dirá lo que debes hacer. Saulo recibiría más indicaciones de lo que tendría que hacer. Hay ocasiones cuando se viene a Cristo que algunos no conozcamos mucho del evangelio, pero con el tiempo llegamos a conocer su palabra la cual nos ilumina y muestra el camino que tenemos que seguir.

 

EL PERSEGUIDOR TOTALMENTE QUEBRANTADO

 

“Y los hombres que iban con Saulo se pararon atónitos, oyendo a la verdad la voz, más sin ver a nadie. Entonces Saulo se levantó de tierra, y abriendo los ojos, no veía a nadie; así que, llevándole por la mano, le metieron en Damasco, donde estuvo tres días sin ver, y no comió ni bebió”.

Hechos 9:7-9

 

Aquel encuentro cambio para siembre la vida de Saulo de Tarso, la visión había sido sorprendente, la voz completamente autoritaria de parte de Dios, tanto que Saulo no pudo desobedecerla ya que sabía que venía de Dios, aquel Dios a quien él creía servir. La voz fue escuchada por las personas que lo acompañaban y al levantarse Saulo se dio cuenta que no podía ver, aquella luz resplandeciente lo había dejado ciego a tal punto que fue llevado de la mano a Damasco, así aquel feroz perseguidor se había convertido en una oveja indefensa. En esto consiste el poder del evangelio, en cambiar al hombre, en transformar al peor de los pecadores para convertirlo en un fiel seguidor de Cristo y esto fue lo que paso con este hombre quien llegaría a ser un poderoso instrumento en las manos de Dios.

 

 


2 comentarios:

  1. Excelente explicación de estos textos sagrados, , mi hermano Walter, Dios Padre le siga bendiciendo y dando mucho conocimientos de sus cosas por medio de Nuestro Señor Jesús guiado con su Santo Espíritu. Amén

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