“De manera que yo, hermanos,
no pude hablaros como a espirituales, sino como a carnales, como a niños en
Cristo. Os di a beber leche, y no vianda; porque aún no erais capaces, ni sois
capaces todavía, porque aún sois carnales; pues habiendo entre vosotros celos,
contiendas y disensiones, ¿no sois carnales, y andáis como hombres? Porque
diciendo el uno: Yo ciertamente soy de Pablo; y el otro: Yo soy de Apolos, ¿no
sois carnales? ¿Qué, pues, es Pablo, y qué es Apolos? Servidores por medio de
los cuales habéis creído; y eso según lo que a cada uno concedió el Señor. Yo
planté, Apolos regó; pero el crecimiento lo ha dado Dios. Así que ni el que
planta es algo, ni el que riega, sino Dios, que da el crecimiento. Y el que
planta y el que riega son una misma cosa; aunque cada uno recibirá su
recompensa conforme a su labor. Porque nosotros somos colaboradores de Dios, y
vosotros sois labranza de Dios, edificio de Dios”.
1 Corintios 3:1-9
INTRODUCCIÓN
El
capítulo tres retoma el problema que Pablo está tocando referente a la conducta
inmadura de los corintios. No olvidemos que el propósito predominante de esta
carta es solucionar los problemas internos que la iglesia en Corinto tenía. La
temática de la primera sección compuesta por los primeros 6 capítulos giran
alrededor de los reportes que la familia de Cloé había dado a Pablo, y en su
primer informe le reportan al apóstol la conducta carnal que algunos creyentes
corintios tenían que es lo que se discute en los primeros versículos del
capítulo 1; pero antes de proseguir hace una especie de paréntesis donde la
discusión está centrada en la sabiduría. Hace un contraste entre la sabiduría humana
de la cual algunos de ellos se jactaban y la verdadera sabiduría que viene de
lo alto, de Dios. Esta sabiduría se encuentra en el mensaje de la cruz, la cual
puede ser locura para el hombre de mente carnal, pero para los que creen es
salvación, y solo puede ser comprendida por los espirituales, naturaleza que él
explica en los versículos anteriores. Ahora en el capítulo 3 vuelve al meollo
del problema: las contiendas, divisiones, celos y conducta carnal de los
corintios y nos presenta la naturaleza del cristiano carnal.
CRISTIANOS CARNALES EN LA IGLESIA DE CORINTO
“De manera que yo, hermanos,
no pude hablaros como a espirituales, sino como a carnales, como a niños en
Cristo”.
1 Corintios 3:1
Pablo
aterriza en el verdadero problema de los corintos: su carnalidad. Muchos de
ellos creían que eran hombres espirituales, que poseían una verdadera
sabiduría, pero eso no era así y ya les explico lo que significaba ser
espiritual, y ellos lejos de eso eran carnales. La palabra espiritual proviene
del griego pneumatikós (πνευματικός) y como ya vimos
son todos aquellos cristianos que son controlados por el Espíritu Santo, pero
ahora el apóstol usa otra palabra para referirse a otro grupo de cristianos y
los llama sarkikos (σαρκικός), que la versión
RV60 traduce como carnales. Esta palabra griega proviene de la raíz sárx (σάρξ) la
cual algunas versiones de la Biblia traducen como carne, pero esta carne no se
refiere a la parte física del cuerpo que envuelve el esqueleto, sino más bien
es una característica espiritual que impulsa al hombre a satisfacer su instinto
pecaminoso y a eso se le llama en la Biblia la carne, y otras versiones de la
Biblia como la NVI lo llama la naturaleza pecaminosa. El Nuevo Testamento
exhorta a los creyentes a ser espirituales, por ejemplo Pablo les dice a los
efesios que busque ser llenos del Espíritu: “No os embriaguéis con vino, en lo cual hay disolución; antes
bien sed llenos del Espíritu”, (Efesios 5:18). Así como un hombre
borracho es controlado completamente por los efectos del alcohol, así también
el hombre spiritual debe ser completamente controlado por el Espíritu Santo, y
en consecuencia el cristiano carnal es aquel que es controlado en algunas áreas
de su vida por su naturaleza pecaminosa. Estos creyentes carnales no son
impíos, pues en determinado momento de su vida se arrepintieron de sus pecados,
sin embargo, no han logrado madurar y perfeccionarse en la fe, y en algunas
áreas de su vida se comportan de manera indigna, como un niño malcriado, y por
eso Pablo los compara como niños en Cristo: De manera que yo, hermanos, no pude hablaros como a
espirituales, sino como a carnales, como a niños en Cristo. Veamos
las características de los creyentes carnales.
CRISTIANOS CARNALES NO PERSEVERAN EN EL CONOCIMIENTO DE SU PALABRA
“De manera que yo, hermanos,
no pude hablaros como a espirituales, sino como a carnales, como a niños en
Cristo. Os di a beber leche, y no vianda; porque aún no erais capaces, ni sois
capaces todavía”.
1 Corintios 3:1-2
Una de
las principales causas por las cuales el creyente no madura es por su
ignorancia en la palabra de Dios. No olvidemos que lo único que transforma la
mente y corazón del ser humano es la palabra de Dios, y cuando el cristiano no
persevera en ella dicha transformación no tiene su obra completa. El mismo
apóstol Pedro exhorta a todos los creyentes a crecer no solo en la gracia, sino
también en el conocimiento bíblico: “Antes bien, creced en la gracia y el conocimiento de nuestro
Señor y Salvador Jesucristo”, (2 Pedro 3:18), ahora bien, este
crecimiento bíblico es progresivo que va desde los principios básicos de la fe,
los principios del comportamiento de los hijos de la luz, la naturaleza y dones
espirituales y los temas más profundos y reveladores de la Biblia. Este
conocimiento provee la sabiduría para que el hijo de Dios se conduzca en
verdadera luz y no de acuerdo a los principios mundanos e instintos carnales.
Por eso, en su principio el creyente es como un niño espiritual el cual no
puede alimentarse de alimento sólido, sino de leche espiritual, la cual
constituye los principios básicos de la palabra de Dios: “desead, como niños recién nacidos, la leche
espiritual no adulterada, para que por ella crezcáis para salvación”,
(1 Pedro 2:2), sin embargo, los corintios no había avanzado en su estudio de la
palabra de Dios que después de tanto tiempo Pablo tenía que hablarles como a
niños: Os di a
beber leche, y no vianda; porque aún no erais capaces, ni sois capaces todavía.
El autor de la carta a los Hebreos toca un punto semejante al amonestar a los
cristianos por su falta de conocimiento bíblico: “Porque debiendo ser ya maestros, después de
tanto tiempo, tenéis necesidad de que se os vuelva a enseñar cuáles son los
primeros rudimentos de las palabras de Dios; y habéis llegado a ser tales que
tenéis necesidad de leche, y no de alimento sólido. Y todo aquel que participa
de la leche es inexperto en la palabra de justicia, porque es niño; pero el
alimento sólido es para los que han alcanzado madurez, para los que por el uso
tienen los sentidos ejercitados en el discernimiento del bien y del mal”,
(Hebreos 5:12-14). El avanzar en el conocimiento de la palabra de Dios es clave
para alcanzar la madurez cristiana, contribuye a tener un mejor discernimiento
del bien y el mal, y no es tan fácil de engañar por las doctrinas apostatas y a
su vez esta es una característica de los cristianos espirituales.
LOS CRISTIANOS CARNALES TIENEN ACTITUDES PECAMINOSAS
“… porque aún sois carnales;
pues habiendo entre vosotros celos, contiendas y disensiones, ¿no sois
carnales, y andáis como hombres?”
1 Corintios 3:3
Otra
característica de los cristianos carnales es que a pesar de haber realizado su
profesión de fe, aún continúan teniendo algunas actitudes pecaminosas. En la
Biblia se le exhorta a los hijos de Dios a abandonar toda conducta pecaminosa: “Haced morir, pues,
lo terrenal en vosotros: fornicación, impureza, pasiones desordenadas, malos
deseos y avaricia, que es idolatría;
cosas por las cuales la ira de Dios viene sobre los hijos de
desobediencia, en las cuales vosotros también anduvisteis en otro tiempo cuando
vivíais en ellas. Pero ahora dejad también vosotros todas estas cosas: ira,
enojo, malicia, blasfemia, palabras deshonestas de vuestra boca. No mintáis los
unos a los otros, habiéndoos despojado del viejo hombre con sus hechos, y
revestido del nuevo, el cual conforme a la imagen del que lo creó se va
renovando hasta el conocimiento pleno”, (Colosenses 3:5-10). A pesar
de estos consejos algunos miembros de la iglesia de Corinto por su inmadurez
habían caído en algunas conductas pecaminosas las cuales ellos no veían mal: pues habiendo entre
vosotros celos, contiendas y disensiones, ¿no sois carnales, y andáis como
hombres? El deseo de Dios es que progresemos como verdaderos hijos
de luz desechando toda obra de la carne sabiendo que el que practica tales
cosas está excluido de la gloria de Dios: “Digo, pues: Andad en el Espíritu, y no satisfagáis los
deseos de la carne. Porque el deseo de la carne es contra el Espíritu, y el del
Espíritu es contra la carne; y éstos se oponen entre sí, para que no hagáis lo
que quisiereis. Pero si sois guiados por
el Espíritu, no estáis bajo la ley. Y manifiestas son las obras de la carne,
que son: adulterio, fornicación, inmundicia, lascivia, idolatría, hechicerías,
enemistades, pleitos, celos, iras, contiendas, disensiones, herejías, envidias,
homicidios, borracheras, orgías, y cosas semejantes a estas; acerca de las
cuales os amonesto, como ya os lo he dicho antes, que los que practican tales
cosas no heredarán el reino de Dios. Mas el fruto del Espíritu es amor, gozo,
paz, paciencia, benignidad, bondad, fe, mansedumbre, templanza; contra tales
cosas no hay ley”, (Gálatas 5:16-23).
LOS CRISTIANOS CARNALES BUSCAN SU GLORIA Y NO LA DE DIOS
“Porque diciendo el uno: Yo
ciertamente soy de Pablo; y el otro: Yo soy de Apolos, ¿no sois carnales? ¿Qué,
pues, es Pablo, y qué es Apolos? Servidores por medio de los cuales habéis
creído; y eso según lo que a cada uno concedió el Señor. Yo planté, Apolos
regó; pero el crecimiento lo ha dado Dios. Así que ni el que planta es algo, ni
el que riega, sino Dios, que da el crecimiento. Y el que planta y el que riega
son una misma cosa; aunque cada uno recibirá su recompensa conforme a su labor.
Porque nosotros somos colaboradores de Dios, y vosotros sois labranza de Dios,
edificio de Dios”.
1 Corintios 3:4-8
Entre
los pecados por los cuales el apóstol Pablo amonesta a los corintios están las
disensiones, las cuales son los desacuerdos que se dan entre las personas que
llevan a las divisiones. Estas divisiones generalmente son provocadas por un
espíritu de competencia y soberbia, al no querer someterse a las autoridades
locales puestas por Dios y querer tener la preeminencia en todo buscando la
propia gloria y no la de Dios. En la Biblia aquellos que han querido sublevarse
ante la autoridad puesta por Dios y querer hacer divisiones entre el pueblo del
Señor han sido severamente castigados, tal y como le paso a Datán y Coré cuando
se revelo contra Moisés y provoco un división interna: “Coré hijo de Izhar, hijo de Coat, hijo de
Leví, y Datán y Abiram hijos de Eliab, y On hijo de Pelet, de los hijos de
Rubén, tomaron gente, y se levantaron contra Moisés con doscientos cincuenta
varones de los hijos de Israel, príncipes de la congregación, de los del
consejo, varones de renombre. Y se juntaron contra Moisés y Aarón y les
dijeron: ¡Basta ya de vosotros! Porque toda la congregación, todos ellos son
santos, y en medio de ellos está Jehová; ¿por qué, pues, os levantáis vosotros
sobre la congregación de Jehová?”, (Números 16:1-3). La división que
provocaron les costó su propia vida: “Y aconteció que cuando cesó él de hablar todas estas
palabras, se abrió la tierra que estaba debajo de ellos. Abrió la tierra su
boca, y los tragó a ellos, a sus casas, a todos los hombres de Coré, y a todos
sus bienes. Y ellos, con todo lo que tenían, descendieron vivos al Seol, y los
cubrió la tierra, y perecieron de en medio de la congregación. Y todo Israel,
los que estaban en derredor de ellos, huyeron al grito de ellos; porque decían:
No nos trague también la tierra”, (Números 16:31-34). Generalmente,
muchas de estas divisiones son provocadas por hombres que solo buscan su propia
gloria y aquellos que los siguen son personas ingenuas que permiten que el
cuerpo de Cristo se divida, y esto es una actitud carnal: Porque diciendo el uno: Yo ciertamente soy de
Pablo; y el otro: Yo soy de Apolos, ¿no sois carnales? Pablo les
aclara a los corintios que tales competencias no deben existir entre el pueblo
de Dios ya que al final todos son servidores de Dios y colaboradores en el
evangelio: ¿Qué,
pues, es Pablo, y qué es Apolos? Servidores por medio de los cuales habéis
creído; y eso según lo que a cada uno concedió el Señor. Yo planté, Apolos
regó; pero el crecimiento lo ha dado Dios. En este sentido la
iglesia debe entender que la gloria es de Dios y no de los hombres, si algún mérito
o éxito se logra dentro de la iglesia no es por causa de unos hombres en específico,
sino es la mano de Dios que lo provoco y que sus ministros solo son
colaboradores pero sin el respaldo de Dios ningún trabajo ministerial tendría éxito:
Yo planté, Apolos
regó; pero el crecimiento lo ha dado Dios. Así que ni el que planta es algo, ni
el que riega, sino Dios, que da el crecimiento. A cada uno Dios le
otorga diferentes dones y momentos en los cuales ministran a su pueblo, así el apóstol
pone un ejemplo que los corintios conocían muy bien. En su primer momento fue
su ministerio que Dios uso para plantar la semilla del evangelio y estos
creyeran, dando así los primeros pasos en los caminos de Dios: “Después de estas
cosas, Pablo salió de Atenas y fue a Corinto”, (Hechos 18:1); sin
embargo, cuando él partió a Éfeso, Apolos llego a Corinto para continuar con el
cuidado y edificación de la iglesia que Pablo había fundado: “Aconteció que entre
tanto que Apolos estaba en Corinto, Pablo, después de recorrer las regiones
superiores, vino a Éfeso, y hallando a ciertos discípulos”, (Hechos 19:1).
Así el apóstol usa la metáfora de la agricultura del que siembra y riega para
dejar claro que ambos trabajos y sus respectivas habilidades son necesarias en
su momento oportuno pero que al final la gloria es de Dios porque es quien da
el crecimiento, aunque recompensara a cada uno según su obra: Así que ni el que
planta es algo, ni el que riega, sino Dios, que da el crecimiento. Y el que
planta y el que riega son una misma cosa; aunque cada uno recibirá su
recompensa conforme a su labor.
TODOS SOMOS UNA CASA ESPIRITUAL Y DEBEMOS ABANDONAR TODA OBRA DE LA CARNE
“Porque nosotros somos
colaboradores de Dios, y vosotros sois labranza de Dios, edificio de Dios”.
1Corintios 3:9
Si bien
es cierto pueden haber cristianos carnales, también es cierto que los que han
nacido de nuevo no pueden permanecer mucho tiempo en esta situación sin ser
corregidos por el amor de Dios. Todos somos colaboradores de Cristo, su
labranza personal, su edificio que Él mismo edifica y como tal se encargara de
ajustar las cosas que están mal. Los corintios estaban mal en estas cosas, pero
el Señor en su misericordia uso a Pablo para corregirlos, de hecho esta carta
tiene como objetivo tal propósito y realmente funciono porque en 2 Corintios
expresa el apóstol su felicidad al saber que sus amonestaciones sirvieron para
volverlos al camino correcto: “Porque aunque os contristé con la carta, no me pesa, aunque
entonces lo lamenté; porque veo que aquella carta, aunque por algún tiempo, os
contristó. Ahora me gozo, no porque
hayáis sido contristados, sino porque fuisteis contristados para
arrepentimiento; porque habéis sido contristados según Dios, para que ninguna
pérdida padecieseis por nuestra parte”, (2 Corintios 7:8-9). La
Biblia nos enseña la importancia que tiene la disciplina en nuestra vida: “El que tiene en
poco la disciplina menosprecia su alma; mas el que escucha la corrección tiene
entendimiento”, (Proverbio 15:32), y por eso el Señor nos disciplina
en aquellas cosas que están mal con el fin de que corrijamos nuestra conducta: “y habéis ya
olvidado la exhortación que como a hijos se os dirige, diciendo: Hijo mío, no
menosprecies la disciplina del Señor, ni desmayes cuando eres reprendido por
él; porque el Señor al que ama, disciplina, y azota a todo el que recibe por
hijo. Si soportáis la disciplina, Dios os trata como a hijos; porque ¿qué hijo
es aquel a quien el padre no disciplina? Pero si se os deja sin disciplina, de
la cual todos han sido participantes, entonces sois bastardos, y no hijos. Por
otra parte, tuvimos a nuestros padres terrenales que nos disciplinaban, y los
venerábamos. ¿Por qué no obedeceremos mucho mejor al Padre de los espíritus, y
viviremos? Y aquéllos, ciertamente por pocos días nos disciplinaban como a
ellos les parecía, pero éste para lo que nos es provechoso, para que
participemos de su santidad. Es verdad que ninguna disciplina al presente
parece ser causa de gozo, sino de tristeza; pero después da fruto apacible de
justicia a los que en ella han sido ejercitados”, (Hebreos 12:5-10).
Muchas gracias, fue muy explícita la exposición de los textos, es de mucha ayuda para nuestro crecimiento en la Verdad.
ResponderBorrarGracias😀😁
ResponderBorrargracias
ResponderBorrarVendito nuestro dios padre y nuestro señor cristo Jesús por el don q le dio Walter
ResponderBorrarGracias
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