¿Verdaderos Discípulos de Cristo? (Juan 6:66-71)




“Desde entonces muchos de sus discípulos volvieron atrás, y ya no andaban con él. Dijo entonces Jesús a los doce: ¿Queréis acaso iros también vosotros?  Le respondió Simón Pedro: Señor, ¿a quién iremos? Tú tienes palabras de vida eterna. Y nosotros hemos creído y conocemos que tú eres el Cristo, el Hijo del Dios viviente. Jesús les respondió: ¿No os he escogido yo a vosotros los doce, y uno de vosotros es diablo? Hablaba de Judas Iscariote, hijo de Simón; porque éste era el que le iba a entregar, y era uno de los doce”.
Juan 6:66-71

INTRODUCCIÓN


                   Después de 71 versículos el capítulo 6 del evangelio según Juan llega a su final mostrándonos las reacciones que los judíos tuvieron luego que escucharon las enseñanzas de Jesús en cuanto a verdadero pan que descendió del cielo el cual puede darles vida eterna. La exposición de las palabras de Jesús fue demasiado difícil de aceptar por parte de los judíos ya que no estaban dispuestos a despojarse de todas sus ideas religiosas y prejuicios, por lo que decidieron abandonarlo. A partir de este momento Juan nos muestra como el número de seguidores que nuestro Señor Jesucristo tenía comienza a disminuir y comienza a verse quienes son sus verdaderos discípulos. La predicación de la palabra de Dios siempre traerá diferentes reacciones, lo ideal fuera que todos creyeran, pero lamentablemente no será así. Con estas últimas palabras el apóstol Juan cierra este capítulo mostrándonos quienes son los verdaderos seguidores de Cristo.



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¿Verdaderos Discípulos de Cristo?

LAS PERSONAS QUE LE DAN LA ESPALDA AL DISCIPULADO


“Desde entonces muchos de sus discípulos volvieron atrás, y ya no andaban con él.”.
Juan 6:66

                    Después que Jesús termino de exponer su mensaje muchos de los que decían ser sus discípulos volvieron atrás y lo abandonaron. Como ya lo vimos anteriormente todas aquellas personas estaban allí siguiendo a Jesús porque los había alimentado: “Respondió Jesús y les dijo: De cierto, de cierto os digo que me buscáis, no porque habéis visto las señales, sino porque comisteis el pan y os saciasteis”, (Juan 6:26). Para esta época el primer año de ministerio de Jesús había pasado y para esta época su popularidad estaba comenzando a decrecer. Cuando Jesús inicio su ministerio muchas personas lo buscaban por las señales que hacia tal y como lo vimos al inicio de este capítulo: “Después de esto, Jesús fue al otro lado del mar de Galilea, el de Tiberias. Y le seguía gran multitud, porque veían las señales que hacía en los enfermos”, (Juan 6:1-2). No obstante, conforme esta gente comenzó a escuchar el verdadero mensaje del evangelio y este confrontaba su pecado, creencias religiosas y prejuicios, sus duros corazones lo rechazaban. Muchos afirmaban seguir a Cristo, pero cuando el mensaje del evangelio los confronto dejaron de ser sus discípulos. Así muchas personas pueden afirmar ser discípulos de Jesús, pero solo están allí porque esperan que les bendiga económicamente, o porque desean recibir un favor especial o milagro de parte de Él. Pero cuando son confrontados por la palabra de Dios y conocen las demandas del reino de los cielos, estos le dan la espalda a Cristo: “Y Jesús le dijo: Ninguno que poniendo su mano en el arado mira hacia atrás, es apto para el reino de Dios”, (Lucas 9:62). Un verdadero discípulo de Cristo debe estar dispuesto a no ver atrás, a renunciar a su pecado y creencias religiosas, a hacer a un lado su prejuicio y humillarse ante la palabra de Dios poniéndola por obra, porque esto lo convertirá en un verdadero discípulo.

LOS VERDADEROS DISCÍPULOS DE CRISTO


“Dijo entonces Jesús a los doce: ¿Queréis acaso iros también vosotros?  Le respondió Simón Pedro: Señor, ¿a quién iremos? Tú tienes palabras de vida eterna. Y nosotros hemos creído y conocemos que tú eres el Cristo, el Hijo del Dios viviente”.
Juan 6:67-69

                  Muchos de los que afirmaban ser discípulos de Cristo lo abandonaron al no ser capaces de aceptar la palabra de Dios, sin embargo, no toda la semilla del evangelio cayó en tierra infértil, ya que una parte de ellos creyeron: Dijo entonces Jesús a los doce: ¿Queréis acaso iros también vosotros? Pareciera que después de su discurso las multitudes que lo seguían se redujeron a doce, sus doce apóstoles. El deseo de muchos creyentes es ver a las multitudes convertirse al evangelio después de la predicación del evangelio, no obstante, no siempre ocurre así, pero lo que reciben con humildad la palabra de Dios encuentra la vida eterna. Pablo experimento este fenómeno en algunas ocasiones. Por ejemplo, después que el apóstol predico uno de sus mejores mensajes en el areópago, no todas las personas creyeron: “Pero cuando oyeron lo de la resurrección de los muertos, unos se burlaban, y otros decían: Ya te oiremos acerca de esto otra vez. Y así Pablo salió de en medio de ellos. Mas algunos creyeron, juntándose con él; entre los cuales estaba Dionisio el areopagita, una mujer llamada Dámaris, y otros con ellos”, (Hechos 17:32-34). Pero los que creen en sus palabras se convierten en sus verdaderos discípulos. Las palabras de Pedro revelan tres fuertes convicciones en la vida de un discípulo. En primer lugar un verdadero discípulo reconoce que no tiene a donde más ir: Le respondió Simón Pedro: Señor, ¿a quién iremos? Aquellos judíos que abandonaron a Jesús creían que sus ideales y religión los podían guiar a la voluntad de Dios y a la vida eterna, pero estaban equivocados ya que solamente en Jesús encontramos todo lo que el hombre necesita, y Pedro lo sabía muy bien. En segundo, un verdadero discípulo reconoce que las palabras de Jesús son vida eterna: Tú tienes palabras de vida eterna. La principal razón por la cual solamente en Jesús encontramos todo lo que necesitamos es porque solamente en Él hay palabras de vida eterna. Sus palabras son vida, traen paz, consuelo y esperanza al pecador y por esta razón un verdadero discípulo sigue a Jesús. Finalmente, un verdadero discípulo cree que Jesús es el Cristo, el Mesías, el Hijo de Dios: Y nosotros hemos creído y conocemos que tú eres el Cristo, el Hijo del Dios viviente. La palabra Cristo proviene del griego Jristós (Χριστός), la cual a su vez tiene su equivalente en hebreo en la palabra Mesías que se traduce de Mashiakj (מָשִׁיחַ), ambas significan el ungido. Sus discípulos creían que Jesús era el Ungido de Dios, aquel de quien habían hablado la ley, los profetas y los salmos. Un verdadero discípulo sigue a Jesús no solo por sus grandes dotes de liderazgo, sino también porque es más que un gran hombre, es el Cristo, el Mesías, el enviado de Dios, el único que puede perdonar nuestros pecados y darnos la vida eterna, el verdadero Hijo de Dios.

LOS QUE FINGEN SER DISCÍPULOS DE CRISTO


“Jesús les respondió: ¿No os he escogido yo a vosotros los doce, y uno de vosotros es diablo? Hablaba de Judas Iscariote, hijo de Simón; porque éste era el que le iba a entregar, y era uno de los doce”.
Juan 6:70-71

                 Jesús termina este episodio afirmando una vez más su elección soberana sobre sus seguidores, pero afirma que no todos son verdaderos discípulos, sino uno era un traidor: ¿No os he escogido yo a vosotros los doce, y uno de vosotros es diablo? La palabra griega de donde se traduce diablo en este texto es diábolos (διάβολος) la cual literalmente significa calumniador. En este caso Jesús hablaba de Judas, el Iscariote: Hablaba de Judas Iscariote, hijo de Simón; porque éste era el que le iba a entregar, y era uno de los doce. Esto nos enseña que mientras una parte de personas se reusaron ser discípulos de Jesús, otros si afirmaron serlo, pero no todos los que lo afirmaban lo eran. Judas afirmaba seguir a Jesús, pero lamentablemente era un hipócrita porque nunca permitió que la palabra de Dios lo transformara. Es fácil identificar a los incrédulos ya que al menos ellos afirman no ser creyentes, pero lo más difícil es identificar entre los creyentes a aquellos que viven fingiendo ser cristianos teniendo una doble vida. En la Biblia a estos falsos cristianos se les llama la cizaña: “Les refirió otra parábola, diciendo: El reino de los cielos es semejante a un hombre que sembró buena semilla en su campo; pero mientras dormían los hombres, vino su enemigo y sembró cizaña entre el trigo, y se fue. Y cuando salió la hierba y dio fruto, entonces apareció también la cizaña”, (Mateo 13:23-26). El parecido entre el trigo y la cizaña es grande, y solo puede identificarse la una de la otra hasta que viene la siega y se verifica su fruto: “Vinieron entonces los siervos del padre de familia y le dijeron: Señor, ¿no sembraste buena semilla en tu campo? ¿De dónde, pues, tiene cizaña? Él les dijo: Un enemigo ha hecho esto. Y los siervos le dijeron: ¿Quieres, pues, que vayamos y la arranquemos? Él les dijo: No, no sea que al arrancar la cizaña, arranquéis también con ella el trigo”, (Mateo 13:27-29). Solamente a través de sus frutos los verdaderos discípulos son conocidos y en el caso de Judas, fue hasta el final del ministerio de Jesús que revelo que sus obras eran malas. Así, muchas personas pudieran ser consideradas cristianas, pero realmente no lo son, no están dispuesta a someterse al señorío de Cristo y solo fingen serlo, sin saber que esto les acarrea mayor condenación. Por tanto, todos debemos preguntarnos si realmente somos discípulos de Cristo, sino solamente estaremos viviendo una verdadera mentira.



1 comentario:

  1. Muy interesante todo este relato del Evangelista Juan nos deja una gran reflexión de vida y fe.

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