“Entonces la concupiscencia, después que ha concebido, da a luz el
pecado; y el pecado, siendo consumado, da a luz la muerte”.
Santiago 1:15
INTRODUCCIÓN
Corría el año 1495 y el célebre
Leonardo da Vinci necesitaba y buscaba a un hombre que le sirviera de modelo
para dibujar a Cristo. “Debo encontrar un hombre joven de vida pura”, dijo,
“antes de reparar en la cara que necesito”. Alguien le habló de un joven
corista de una de las iglesias de Roma, que era sano en su vida y bello de
rostro. Cuando el artista lo vio, exclamó maravillado y gozoso: “¡Al fin
encontré la cara que necesitaba!” Y de esta forma, el joven Pietro Bandinelli
posó como modelo para pintar al Señor Jesús. Pasaron algunos años y el cuadro
de La Última Cena aún no había sido terminado. Todos los discípulos estaban ya
dibujados excepto uno, Judas. Da Vinci había tratado de imaginarse la cara del
traidor y grabarla en el lienzo, pero esto no le satisfacía. “Debo encontrar un
hombre”, dijo, “cuyo rostro haya sido endurecido y desfigurado por su misma
degeneración; uno en cuyas facciones se muestren los estragos de un mal vivir y
de un corazón impío”. Finalmente, un día en una de las calles de Roma encontró
un infeliz mendigo, sucio, andrajoso y mal oliente; lo llevó a su estudio y le
sirvió de modelo para pintar el rostro de Judas. Una vez terminado el trabajo,
el artista le preguntó: “¿Cómo se llama usted?” “Pietro Bandinelli”, respondió,
“yo también le serví de modelo para dibujar a Cristo”. Esta coloquial historia
nos ilustra la realidad del hombre, la decadencia de su ser por causa del
pecado que lo lleva de mal en peor. Pero veamos en detalle lo que esto
significa.
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De mal en peor |
I.
LA TERRIBLE DECADENCIA
DEL HOMBRE SIN DIOS.
Es increíble la
condición del hombre sin Dios, como ya dijimos va de mal en peor tal y como lo
expresa Santiago al decirnos que primero se deja dominar por sus bajas
pasiones, luego dominado por ellas se lanza a practicar toda clase de maldad
para finalmente engendrar una terrible decadencia que lo lleva a la misma
condenación eterna: Entonces la concupiscencia, después que ha concebido, da a
luz el pecado; y el pecado, siendo consumado, da a luz la muerte.
Pero veamos en detalle como este proceso de decadencia se da.
1. El hombre sin Dios está influenciado por sus bajas pasiones.
“Y vio Jehová que la maldad de los hombres era mucha en la tierra, y
que todo designio de los pensamientos del corazón de ellos era de continuo
solamente el mal”.
Génesis 6:5
En primer lugar, el hombre sin
Dios es dominado por sus bajas pasiones. El texto de Génesis nos describe muy
bien esta terrible condición: y que todo designio de los pensamientos del corazón de ellos
era de continuo solamente el mal. En este sentido el hombre sin Dios
está totalmente depravado, alejado de toda justicia, dominado por sus bajas
pasiones, sin una pisca de bondad, tal y como lo enseña Pablo: “Como está escrito: No
hay justo, ni aun uno; no hay quien entienda. No hay quien busque a Dios. Todos
se desviaron, a una se hicieron inútiles; no hay quien haga lo bueno, no hay ni
siquiera uno. Sepulcro abierto es su garganta; Con su lengua engañan. Veneno de
áspides hay debajo de sus labios; su boca está llena de maldición y de
amargura. Sus pies se apresuran para derramar sangre; quebranto y desventura
hay en sus caminos; y no conocieron camino de paz. No hay temor de Dios delante
de sus ojos”, (Romanos 3:10-18). Así es la condición interior del
hombre sin Dios, completamente dominado por su concupiscencia de tal forma que
no hay nada bueno en él.
2. El hombre sin Dios se convierte en un esclavo del pecado.
“Jesús les respondió: De cierto, de cierto os digo, que todo aquel
que hace pecado, esclavo es del pecado”.
Juan 8:34
En segundo lugar, el
hombre sin Dios se convierte en un esclavo del pecado. Una vez dominado por sus
bajas pasiones, estas lo arrastran a practicar el pecado, pero una vez este cae
en él, el mismo pecado ejerce un poder maligno que lo hace un adicto y siendo
así se vuelve en un esclavo. Esta es una de las razones por las cuales muchas
personas no pueden convertirse a Cristo porque piensan que no van a poder
librarse de practicar el pecado, porque fuertes cadenas espirituales atan su
voluntad. Por esta razón Jesús decía: De cierto, de cierto os digo, que todo aquel que hace pecado,
esclavo es del pecado. De esta forma vemos como el hombre va de mal
en peor, primero es dominado por sus bajas pasiones, todo pensamiento es de
continuo el mal, de su corazón brotan las peores concupiscencias, hasta que
finalmente es arrastrado a cometer actos pecaminosos, los cuales a su vez lo
vuelven su esclavo de tal forma que practica los peores pecados. Pero esto no
termina aquí, sino que nos lleva al tercer punto en esta decadencia:
3. El hombre sin Dios va camino al infierno.
“Entrad por la puerta estrecha; porque ancha es la puerta, y
espacioso el camino que lleva a la perdición, y muchos son los que entran por
ella; porque estrecha es la puerta, y angosto el camino que lleva a la vida, y
pocos son los que la hallan”.
Mateo 7:13-14
Finalmente, llegamos
al nivel de decadencia más bajo que el hombre puede llegar, la destrucción de
todo su ser y la condenación de su propia alma. Jesús nos advirtió de no seguir
este terrible camino porque conduce a la destrucción: Entrad por la puerta estrecha; porque ancha es
la puerta, y espacioso el camino que lleva a la perdición, y muchos son los que
entran por ella; porque estrecha es la puerta, y angosto el camino que lleva a
la vida, y pocos son los que la hallan. Tristemente de esta forma el
hombre va de mal en peor hasta llegar a la misma condenación eterna, y por eso
Jesús Nos dice que nos esforcemos por entrar por la puerta estrecha, y no por
la ancha, que perseveremos por el camino angosto que lleva a la vida en lugar
de seguir el camino espaciosos que lleva a la perdición.
II.
EL HOMBRE RESTAURADO
EN CRISTO.
“De modo que si alguno está en Cristo, nueva criatura es; las cosas
viejas pasaron; he aquí todas son hechas nuevas”.
2 Corintios 5:17
Así como el pecado
destruye la condición del hombre haciendo que vaya de mal en peor, así Cristo
vino a este mundo con el propósito de restaurar su vida, sin importar la
condición de decadencia en la cual se encuentra: De modo que si alguno está en Cristo, nueva
criatura es; las cosas viejas pasaron; he aquí todas son hechas nuevas.
En esto consiste el poder redentor de Cristo, en tomar a un hombre
completamente arruinado, y hacerlo nueva criatura proveyéndole una nueva vida
donde todas las cosas viejas pasaron. Para esto es necesario que el hombre
reconozca su ruina y se arrepienta de sus pecados para que Cristo pueda
transformar su vida.
CONCLUSIÓN.
Por tanto, sin Cristo
el hombre va de mal en peor, primero se desatan todas sus bajas pasiones
apoderándose de su corazón para que sus pensamientos sean de continuo solamente
el mal, luego estas malas intenciones se apoderan de él y lo arrastran a
practicar toda clase de maldad volviéndose en un esclavo del pecado, y este a
su vez lo lleva a un estado de completa decadencia hasta llegar a la
condenación eterna. Por esta razón el hombre necesita de Cristo porque
solamente de lo contrario ira de mal en peor hasta condenarse.
Gracias a Dios por permitir entrar por la puerta angosta...
ResponderBorrarPeero, esta carta esta dirigida a hermanos, salvos, dispersados , perseguidos...que también son tentados, que también pecan, pero no somos desechados. En la cruz Jesús sabía que yo iba a caer igual se entregó y me rescató de quedar esclava y me llama a santidad. Fil. 1:6
ResponderBorrarAmen
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