“Hazme
saber, Jehová, mi fin, y cuánta sea la medida de mis días; sepa yo cuán frágil
soy. he aquí, diste a mis días término corto, y mi edad es como nada delante de
ti; ciertamente es completa vanidad todo hombre que vive. Ciertamente como una
sombra es el hombre; ciertamente en vano se afana; amontona riquezas, y no sabe
quién las recogerá”.
Salmo 39:4-6
INTRODUCCIÓN
Como lo dice el
salmista, la vida es demasiada corta como para desaprovecharla en cosas vanas
que no van a contribuir a nuestro bien en esta vida y en la venidera. Por eso decía:
Hazme saber,
Jehová, mi fin, y cuánta sea la medida de mis días; sepa yo cuán frágil soy. he
aquí, diste a mis días término corto, y mi edad es como nada delante de ti; ciertamente
es completa vanidad todo hombre que vive. Ciertamente como una sombra es el
hombre; ciertamente en vano se afana; amontona riquezas, y no sabe quién las
recogerá. Todos debemos estar conscientes que nuestra vida es efímera
y frágil, y debemos ser sabios en la forma de cómo la vamos a vivir,
lamentablemente muchos viven sus días desperdiciando la oportunidad que Dios
les ha dado y sin considerar esta realidad.
La verdadera inversión en la vida |
I.
LAS COSAS EN LAS CUALES
EL MUNDO DESPERDICIA SU VIDA.
Este mundo pierde su
vida yendo tras varias cosas temporales y muchas veces inservibles. Veamos al
menos tres de ellas.
1. En los deseos temporales de este mundo.
“Digo,
pues: Andad en el Espíritu, y no satisfagáis los deseos de la carne. Porque el
deseo de la carne es contra el Espíritu, y el del Espíritu es contra la carne;
y éstos se oponen entre sí, para que no hagáis lo que quisiereis. Pero si sois
guiados por el Espíritu, no estáis bajo la ley. Y manifiestas son las obras de
la carne, que son: adulterio, fornicación, inmundicia, lascivia, idolatría,
hechicerías, enemistades, pleitos, celos, iras, contiendas, disensiones, herejías,
envidias, homicidios, borracheras, orgías, y cosas semejantes a estas; acerca
de las cuales os amonesto, como ya os lo he dicho antes, que los que practican
tales cosas no heredarán el reino de Dios”.
Gálatas 5:16-21
Generalmente el ser
humano desperdicia su vida en satisfacer los deseos de su carne. Debido a que
el pecado produce una satisfacción temporal muchas personas viven deleitándose en
él. Muchos siguen la corriente desenfrenada de este mundo practicando el
adulterio, las borracheras, los pecados sexuales, la idolatría, la brujería,
son esclavos de sus pasiones bajas, su ira, egoísmo, odio, celos, avaricia y
toda clase de sentimiento impuro sin saber que practican tales cosas no heredarán el reino de Dios.
Por eso Pablo nos dice que no debemos proveer para los deseos de la carne ya
que al hacerlo estamos desperdiciando nuestra vida.
2. En recibir reconocimientos y grandeza de este mundo.
“Y
le llevó el diablo a un alto monte, y le mostró en un momento todos los reinos de
la tierra. Y le dijo el diablo: A ti te daré toda esta potestad, y la gloria de
ellos; porque a mí me ha sido entregada, y a quien quiero la doy. Si tú
postrado me adorares, todos serán tuyos. Respondiendo Jesús, le dijo: Vete de
mí, Satanás, porque escrito está: Al Señor tu Dios adorarás, y a él solo
servirás”.
Lucas 4:5-8
Una de las tres
tentaciones que el diablo uso contra Jesús durante sus 40 días de ayuno fue el
ofrecerle toda la vanagloria y grandezas de este mundo: Y le llevó el diablo a un alto monte, y le
mostró en un momento todos los reinos de la tierra. Y le dijo el diablo: A ti
te daré toda esta potestad, y la gloria de ellos; porque a mí me ha sido entregada,
y a quien quiero la doy. Satanás y este mundo le ofrece al hombre
todas sus vanaglorias, reconocimientos y grandezas, pero todas estas son vanas
porque conducen a la condenación eterna. Juan Buyan en su inmortal obra el
progreso del peregrino narra en su pictórica y alegórica historia el momento
cuando Cristiano llego a la feria de la vanidad, un lugar donde los habitantes
de esa ciudad le ofrecían a todos sus visitantes toda clase de deleites,
atracciones y supuestos reconocimiento con el objetivo de alejarlos del camino
de la salvación. Así este mundo nos ofrece sus vanaglorias desde el mismo
principio de la raza humana ya que el diablo le prometió a la mujer que sería
como Dios y el fruto era codiciable para alcanzar dicho fin: “Y vio la mujer que
el árbol era bueno para comer, y que era agradable a los ojos, y árbol
codiciable para alcanzar la sabiduría; y tomó de su fruto, y comió; y dio
también a su marido, el cual comió, así como ella”, (Génesis 3:6). Sin
embargo, todo lo que hay en este mundo es vano y no tiene provecho para la vida
del ser humano:
“Dije
yo en mi corazón: Ven ahora, te probaré con alegría, y gozarás de bienes. Mas
he aquí esto también era vanidad. A la risa dije: Enloqueces; y al placer: ¿De
qué sirve esto? Propuse en mi corazón agasajar mi carne con vino, y que
anduviese mi corazón en sabiduría, con retención de la necedad, hasta ver cuál
fuese el bien de los hijos de los hombres, en el cual se ocuparan debajo del
cielo todos los días de su vida. Engrandecí mis obras, edifiqué para mí casas,
planté para mí viñas; me hice huertos y jardines, y planté en ellos árboles de
todo fruto. Me hice estanques de aguas, para regar de ellos el bosque donde
crecían los árboles. Compré siervos y siervas, y tuve siervos nacidos en casa;
también tuve posesión grande de vacas y de ovejas, más que todos los que fueron
antes de mí en Jerusalén. Me amontoné también plata y oro, y tesoros preciados de
reyes y de provincias; me hice de cantores y cantoras, de los deleites de los
hijos de los hombres, y de toda clase de instrumentos de música. Y fui
engrandecido y aumentado más que todos los que fueron antes de mí en Jerusalén;
a más de esto, conservé conmigo mi sabiduría. No negué a mis ojos ninguna cosa
que desearan, ni aparté mi corazón de placer alguno, porque mi corazón gozó de
todo mi trabajo; y esta fue mi parte de toda mi faena. Miré yo luego todas las
obras que habían hecho mis manos, y el trabajo que tomé para hacerlas; y he
aquí, todo era vanidad y aflicción de espíritu, y sin provecho debajo del sol.”.
Eclesiastés 2:1-11
Podemos ver la conclusión
de Salomón, al final en vano es afanarse en tantas cosas en este mundo ya que
si Dios no ha sido considerado en ellas todo es un desperdicio de vida.
3. En hacer dinero.
Finalmente, el hombre
desperdicia su vida en querer hacer dinero. La necesidad de dinero es una de
las principales causas por las cuales los hombres se alejan de Dios. La mayoría
de ellos viven endeudados, con tarjetas sobregiradas, con préstamos, gastando más
de lo que ganan con tal de mantener un estilo de vida que este mundo de
consumismo le ha enseñado a tener, todo con el fin de ser supuestamente feliz. En
su parábola del sembrador nuestro Señor nos ilustra este hecho: “El que fue sembrado
entre espinos, éste es el que oye la palabra, pero el afán de este siglo y el
engaño de las riquezas ahogan la palabra, y se hace infructuosa”,
(Mateo 13:22). Así vemos a la gran mayoría de personas atrapadas en sus deudas
y trabajando día y noche para conseguir dinero y como consecuencia no tienen
tiempo para Dios. Por otro lado, también están los insensatos que confían en demasía
en el dinero y no se preocupan en buscar a Dios porque viven acumulando
riquezas para si mismos, pero el mismo Jesús nos advirtió a no caer en este
error: “También
les refirió una parábola, diciendo: La heredad de un hombre rico había
producido mucho. Y él pensaba dentro de sí, diciendo: ¿Qué haré, porque no
tengo dónde guardar mis frutos? Y dijo: Esto haré: derribaré mis graneros, y
los edificaré mayores, y allí guardaré todos mis frutos y mis bienes; y diré a
mi alma: Alma, muchos bienes tienes guardados para muchos años; repósate, come,
bebe, regocíjate. Pero Dios le dijo: Necio, esta noche vienen a pedirte tu
alma; y lo que has provisto, ¿de quién será? Así es el que hace para sí tesoro,
y no es rico para con Dios”, (Lucas 12:16-21).
II.
LA VERDADERA INVERSIÓN
EN LA VIDA.
Ahora bien, considerando
que la vida es efímera y frágil, debemos buscar la forma de invertir en
aquellas cosas que verdaderamente son importantes para nosotros y en esta ocasión
podemos mencionar al menos 3 de ellas.
1. Conocer a Dios.
“Así
dijo Jehová: No se alabe el sabio en su sabiduría, ni en su valentía se alabe
el valiente, ni el rico se alabe en sus riquezas. Mas alábese en esto el que se
hubiere de alabar: en entenderme y conocerme, que yo soy Jehová, que hago
misericordia, juicio y justicia en la tierra; porque estas cosas quiero, dice
Jehová”.
Jeremías 9:23-24
En primer lugar, debemos
enfocar nuestra vida en conocer a Dios. Sin Dios en nuestras vidas nuestros
pasos nos conducen al fracaso, pero a través de su Hijo Jesucristo podemos
llegar a tener el mayor placer de todos, conocerlo a Él a través de su palabra:
“Escudriñad las
Escrituras; porque a vosotros os parece que en ellas tenéis la vida eterna; y
ellas son las que dan testimonio de mí”, (Juan 5:39).
2. Heredar la vida eterna.
“Bienaventurado
el hombre a quien Jehová no culpa de iniquidad, y en cuyo espíritu no hay
engaño”.
Salmo 32:2
Definitivamente aquel
cuyas transgresiones han sido perdonadas es bienaventurado ya que puede vivir
con toda la seguridad que al morir pasará a la presencia de Dios y no ira a condenación
eterna. Esto se logra a través de la fe en Cristo Jesús: “Por cuanto todos pecaron, y están destituidos
de la gloria de Dios, siendo justificados gratuitamente por su gracia, mediante
la redención que es en Cristo Jesús”, (Romanos 3:23-24). De nada
sirve que el hombre alcance grandes éxitos en esta vida si su alma se pierde: “Porque ¿qué aprovechará
al hombre, si ganare todo el mundo, y perdiere su alma? ¿O qué recompensa dará el
hombre por su alma?”, (Mateo 19:26). Por tanto, la mayor inversión que
el hombre puede hacer es salvar su alma a través de la fe en Jesús.
3. Encajar en el plan de Dios para mi vida.
Finalmente, nuestra vida
para que sea provechosa y feliz debe encajar perfectamente en la voluntad de
Dios. Una de las mayores inversiones que podemos hacer en esta tierra es
enfocarnos en buscar las cosas del reino de Dios: “Si, pues, habéis resucitado con Cristo, buscad
las cosas de arriba, donde está Cristo sentado a la diestra de Dios. Poned la
mira en las cosas de arriba, no en las de la tierra”, (Colosenses
3:1-2). Cuando Dios es nuestro primer lugar todo cambia en la vida, ya que no solo
tenemos éxito en el área espiritual, sino en todos los aspectos de la vida: “Mas buscad
primeramente el reino de Dios y su justicia, y todas estas cosas os serán
añadidas”, (Mateo 7:33).
CONCLUSIÓN.
La vida es efímera y
tarde o temprano podemos pasar a la eternidad y por esa razón debemos asegurarnos
de no desperdiciar nuestros pocos días en los placeres temporales que el pecado
ofrece y en la vanagloria de este mundo. La mayor inversión que podemos hacer
en nuestra vida es dedicarle nuestro ser a Cristo, conocer a Dios y el propósito para
nuestra vida, y heredar la vida eterna.
Amen..un mensaje sabii y claro en el cual devemos neditar.
ResponderBorrarAmen ❤️ que edificante tus palabras mi Amado Jesus.
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