“No
quiero, hermanos, que ignoréis acerca de los dones espirituales. Sabéis que
cuando erais gentiles, se os extraviaba llevándoos, como se os llevaba, a los
ídolos mudos. Por tanto, os hago saber que nadie que hable por el Espíritu de
Dios llama anatema a Jesús; y nadie puede llamar a Jesús Señor, sino por el
Espíritu Santo”.
1
Corintios 12:1-3
INTRODUCCIÓN
El capítulo 12 comienza con una temática que se va a
extender hasta el capítulo 14 y trata precisamente de los dones del Espíritu
Santo. No olvidemos que el objetivo de esta carta era solucionar algunos
problemas que la iglesia en Corinto estaba pasando y desde el capítulo 7 viene
tocando algunos temas y problemáticas que los mismos corintios se la habían
hecho saber a través de una carta. En el capítulo 11 inicio una serie de
recomendaciones que están orientadas a explicar la forma correcta de adorar a
Dios en el culto cristiano. Así inicio hablando acerca del correcto atavío de
las mujeres creyentes en el culto, luego presento la forma correcta de celebrar
la cena del Señor, y ahora, iniciara la temática de los dones del Espíritu
Santo, donde hablará de la importancia de conocerlos, los diferentes dones que
existen, la premisa que el amor tiene en el uso de estos dones y la forma
correcta de ejercer los dones de palabra en el culto. Comencemos entonces con
esta preciosa lección.
Un tema que no debemos ignorar |
NO DEBEMOS IGNORAR EL TEMA DE LOS DONES DEL ESPÍRITU SANTO
“No
quiero, hermanos, que ignoréis acerca de los dones espirituales”.
1
Corintios 12:1
El apóstol Pablo comienza este capítulo diciéndoles a sus
lectores que no quiere que ignoren el tema de los dones del Espíritu Santo: No quiero, hermanos,
que ignoréis acerca de los dones espirituales. Como parte de las
dádivas que Dios ha otorgado a su iglesia están los dones del Espíritu Santo
los cuales son parte del cumplimiento de la profecía de Joel: “Y después de esto
derramaré mi Espíritu sobre toda carne, y profetizarán vuestros hijos y
vuestras hijas; vuestros ancianos soñarán sueños, y vuestros jóvenes verán
visiones. Y también sobre los siervos y sobre las siervas derramaré mi Espíritu
en aquellos días”, (Joel 2:28-29). Realmente las palabras dones espirituales
que aparecen en este versículo se traducen de una sola palabra griega que es pneumatikós (πνευματικός) la cual hace
referencia a todo lo de carácter espiritual. En este sentido, los dones espirituales
son manifestaciones sobrenaturales que se dan en la vida de los creyentes por
obra del Espíritu Santo. Más adelante en este mismo capítulo, en el versículo 4
aparece otra palabra griega para referirse a los dones, y es járisma (χάρισμα), la cual
literalmente significa regalo. Por ende, los dones del Espíritu Santo también son
regalos que Dios ha otorgado a su iglesia, de forma gratuita y sin ningún mérito
alguno, los cuales son repartidos de formas diferentes por el Espíritu Santo a
la iglesia. Es de entenderse que así como el don de la salvación, estos dones
son otorgados a los creyentes de manera irrevocable de tal forma que una vez se
da, nadie lo puede quitar: “Porque irrevocables son los dones y el llamamiento
de Dios”, (Romanos 11:29). Ahora bien, esto no significa que el don pueda ser
opacado y desaprovechado por una vida de pecado. Estos dones del Espíritu Santo
también son una señal contundente para todos los incrédulos que Dios está en
medio de su iglesia: “Y estas señales seguirán a los que creen: En mi nombre
echarán fuera demonios; hablarán nuevas lenguas; tomarán en las manos
serpientes, y si bebieren cosa mortífera, no les hará daño; sobre los enfermos
pondrán sus manos, y sanarán”, (Marcos 16:17-18). Por lo tanto, este
tema es de suma importancia para la iglesia especialmente porque la voluntad de
Dios es que no lo ignoremos.
LA CONFESIÓN DEL ESPÍRITU
“Sabéis
que cuando erais gentiles, se os extraviaba llevándoos, como se os llevaba, a
los ídolos mudos. Por tanto, os hago saber que nadie que hable por el Espíritu
de Dios llama anatema a Jesús; y nadie puede llamar a Jesús Señor, sino por el
Espíritu Santo”.
1
Corintios 12:1-3
Definitivamente en los tiempo antiguos los cultos paganos
solían tener ciertas manifestaciones extrañas que provenía tanto de la euforia
de la gente como de espíritus malos, como lo vemos hoy en los cultos extraños
del vudú en el África donde los participantes comen cenizas, andan descalzos
sobre carbones encendidos y se laceran su cuerpo. Sin embargo, también en el
culto cristiano existen manifestaciones sobrenaturales que se dan no por la
euforia o emocionalismo de la gente sino como una evidencia de la presencia de
Dios en ese lugar. Por eso Pablo les recuerda a los corintios que así como
ellos participaban antes de estos cultos paganos, ahora como cristianos deben
conocer las verdaderas manifestaciones del Espíritu Santo en medio de la
iglesia: Sabéis
que cuando erais gentiles, se os extraviaba llevándoos, como se os llevaba, a
los ídolos mudos. Por tanto, os hago saber que nadie que hable por el Espíritu
de Dios llama anatema a Jesús; y nadie puede llamar a Jesús Señor, sino por el
Espíritu Santo. Ahora bien, Pablo nos dice que es importante saber
que nadie que tenga el Espíritu Santo en su corazón puede llamar a Jesús
anatema. La palabra anatema proviene del griego anázema (ἀνάθεμα), la cual literalmente significa maldito. Sería terrible el
tan solo formular esta palabra en nuestra mente con referencia a nuestro Señor
Jesucristo, pero para aquellos hombres impíos que aborrecen el evangelio no lo
es. De hecho, cuando Pablo perseguía a los cristianos la Biblia nos dice que
los torturaba hasta hacerlos blasfemar el nombre de Cristo: “Y muchas veces,
castigándolos en todas las sinagogas, los forcé a blasfemar; y enfurecido
sobremanera contra ellos, los perseguí hasta en las ciudades extranjeras”,
(Hechos 26:11). No obstante, nadie que tenga el Espíritu Santo es capaz de
blasfemar el nombre de Cristo, sino al contrario, lo glorifica y le llama
Señor. La palabra Señor se traduce de la palabra griega kúrios (κύριος), que es un título de autoridad divina que solo recibe Jesús
como Dios y hace referencia a Él como el dueño o amo de todo. En este sentido
nadie puede llamar a Jesús Señor si no tiene el Espíritu Santo en su corazón,
ya que al hacerlo no lo hace como una forma de cortesía o simple respeto; sino que
a través de su declaración afirma que su vida ya no le pertenece, y que Jesús
se ha convertido en su Rey Soberano. En tiempos de la persecución de la iglesia
primitiva esto era más fácil de entender ya que nadie llamaba a Jesús Kurios si no era por la fuerte convicción
del Espíritu Santo, especialmente porque este título se le daba a los cesares
romanos y estos les pedían a los creyentes que blasfemaran el nombre de Jesús y
que lo negaran. Obviamente, solo aquellos que verdaderamente tenían el Espíritu
de Dios eran capaces de lograrlo aunque esto significara su muerte. Finalmente,
debemos comprender que solamente aquellos que verdaderamente tienen al Espíritu
Santo en su corazón pueden decir que Jesús es el Señor de su vida y que existe
diversidad de dones a través de los cuales el Espíritu Santo se manifiesta en
la iglesia, y de esto Pablo nos hablara en los siguientes versículos.
Bendiciones sigan adelante.
ResponderBorrarSatisfecha por esta explicación bendito sea Dios.