“También dijo el rey a
sus siervos: ¿No sabéis que un príncipe y grande ha caído hoy en Israel? Y yo
soy débil hoy, aunque ungido rey; y estos hombres, los hijos de Sarvia, son muy
duros para mí; Jehová dé el pago al que mal hace, conforme a su maldad”.
2 Samuel
3:38-39
INTRODUCCIÓN
Las palabras escritas en estos
versículos fueron dichas por el rey David y en ellas expresa un lamento por la
muerte violenta de uno de los más ilustres hombres de Israel, el general Abner,
el cual murió infamemente a manos de un hombre despiadado llamado Joab. Joab
asesino a Abner por venganza ya que era un hombre lleno de odio y deseos de
venganza que solucionaba todo con violencia, pero en la palabras de David
encontramos una advertencia para todos aquellos que no siguen el camino de
justicia: Jehová dé el pago al que
mal hace, conforme a su maldad. Ciertamente esto es así, y
Dios dará el pago a cada quien conforme a sus obras. Hoy aquí Joab había cometido
una infamia y quedo impune, pero con el tiempo recibiría el pago por todas sus
maldades. Estudiar la vida de este hombre nos enseña a no perseverar en este
camino porque la paga que recibiremos será la muerte.
Joab mata a Abner |
I.
EL PAGO SI NUESTRAS
OBRAS SON MALAS.
Si
hay un ejemplo en la Biblia de lo que pasa a una persona cuando decide seguir
el camino equivocado ese es Joab, alguien que escogió el camino de la venganza,
odio, violencia y traición. Pero ¿quién fue Joab? Joab fue el general de los
ejércitos de Judá, durante los primeros años del reinado de David, justo
después de la muerte de Saúl. Después de la muerte de Saúl, Judá proclamo a
David como su rey, pero uno de los hijos de Saúl llamado Is-boset quedo
reinando por muy poco tiempo con la ayuda de Abner, el general de Israel, y
durante este tiempo hubo guerra entre ambos reinos donde el de David
prevaleció: “Hubo
larga guerra entre la casa de Saúl y la casa de David; pero David se iba
fortaleciendo, y la casa de Saúl se iba debilitando”, (2 Samuel
3:1). Una vez durante estas batalla Abner mato a uno de los hermanos de Joab ya
que este lo perseguía y aunque Abner le advirtió que mejor se retirara este
insistió en perseguirlo hasta que termino muerto: “Estaban allí los tres hijos de Sarvia: Joab,
Abisai y Asael. Este Asael era ligero de pies como una gacela del campo. Y
siguió Asael tras de Abner, sin apartarse ni a derecha ni a izquierda. Y miró
atrás Abner, y dijo: ¿No eres tú Asael? Y él respondió: Sí. Entonces Abner le
dijo: Apártate a la derecha o a la izquierda, y echa mano de alguno de los
hombres, y toma para ti sus despojos. Pero Asael no quiso apartarse de en pos
de él. Y Abner volvió a decir a Asael: Apártate de en pos de mí; ¿por qué he de
herirte hasta derribarte? ¿Cómo levantaría yo entonces mi rostro delante de
Joab tu hermano? Y no queriendo él irse, lo hirió Abner con el regatón de la
lanza por la quinta costilla, y le salió la lanza por la espalda, y cayó allí,
y murió en aquel mismo sitio. Y todos los que venían por aquel lugar donde
Asael había caído y estaba muerto, se detenían”, (2 Samuel 2:18-23).
Fue a consecuencia de esta muerte que el corazón de Joab se llenó de odio a tal
punto que un día decidió vengarse engañando a Abner llevándolo bajo falsas
promesas de paz a un lugar apartado donde lo asesino: “Y saliendo Joab de la presencia de David,
envió mensajeros tras Abner, los cuales le hicieron volver desde el pozo de
Sira, sin que David lo supiera. Y cuando Abner volvió a Hebrón, Joab lo llevó
aparte en medio de la puerta para hablar con él en secreto; y allí, en venganza
de la muerte de Asael su hermano, le hirió por la quinta costilla, y murió”,
(2 Samuel 3:26-27). Su camino de maldad no termino allí sino que cuando el rey
David envejeció, conspiro contra él, uniéndose a sus enemigos para que el reino
fuera usurpado por Adonías, uno de los hijos de David, en lugar de Salomón el
legítimo sucesor a la corona: “Y se había puesto de acuerdo con Joab hijo de Sarvia y con
el sacerdote Abiatar, los cuales ayudaban a Adonías”, (1 Reyes 1:7).
Sin embargo, sus planes de traición fueron descubiertos y David mando a coronar
a su hijo Salomón como rey de Israel al cual le dio el siguiente consejo: “Ya sabes tú lo que
me ha hecho Joab hijo de Sarvia, lo que hizo a dos generales del ejército de
Israel, a Abner hijo de Ner y a Amasa hijo de Jeter, a los cuales él mató,
derramando en tiempo de paz la sangre de guerra, y poniendo sangre de guerra en
el talabarte que tenía sobre sus lomos, y en los zapatos que tenía en sus pies.
Tú, pues, harás conforme a tu sabiduría; no dejarás descender sus canas al Seol
en paz”, (1 Reyes 2:5-6). Conociendo el oscuro pasado de Joab
Salomón envió a matarlo y así sus canas no descendieron en paz al sepulcro: “Y vino la noticia a
Joab; porque también Joab se había adherido a Adonías, si bien no se había
adherido a Absalón. Y huyó Joab al tabernáculo de Jehová, y se asió de los
cuernos del altar. Y se le hizo saber a Salomón que Joab había huido al
tabernáculo de Jehová, y que estaba junto al altar. Entonces envió Salomón a
Benaía hijo de Joiada, diciendo: Vé, y arremete contra él. Y entró Benaía al
tabernáculo de Jehová, y le dijo: El rey ha dicho que salgas. Y él dijo: No,
sino que aquí moriré. Y Benaía volvió con esta respuesta al rey, diciendo: Así
dijo Joab, y así me respondió. Y el rey le dijo: Haz como él ha dicho; mátale y
entiérrale, y quita de mí y de la casa de mi padre la sangre que Joab ha
derramado injustamente. Y Jehová hará volver su sangre sobre su cabeza; porque
él ha dado muerte a dos varones más justos y mejores que él, a los cuales mató
a espada sin que mi padre David supiese nada: a Abner hijo de Ner, general del
ejército de Israel, y a Amasa hijo de Jeter, general del ejército de Judá. La
sangre, pues, de ellos recaerá sobre la cabeza de Joab, y sobre la cabeza de su
descendencia para siempre; mas sobre David y sobre su descendencia, y sobre su
casa y sobre su trono, habrá perpetuamente paz de parte de Jehová. Entonces
Benaía hijo de Joiada subió y arremetió contra él, y lo mató; y fue sepultado
en su casa en el desierto”, (1 Reyes 2:28-34). Así terminaron los
días de este hombre que escogió el camino del mal, así fue el pago por todas
sus maldades porque la paga del pecado
es la muerte.
II.
LA RECOMPENSA POR ELEGIR
EL CAMINO DE VIDA.
“A los cielos y a la
tierra llamo por testigos hoy contra vosotros, que os he puesto delante la vida
y la muerte, la bendición y la maldición; escoge, pues, la vida, para que vivas
tú y tu descendencia; amando a Jehová tu Dios, atendiendo a su voz, y siguiéndole
a él; porque él es vida para ti, y prolongación de tus días; a fin de que
habites sobre la tierra que juró Jehová a tus padres, Abraham, Isaac y Jacob,
que les había de dar”.
Deuteronomio
30:19-20
En
la vida solo tenemos dos caminos que elegir, la vida o la muerta, la bendición
o la maldición, el cielo o el infierno. Desde antiguo Dios llama al hombre a
escoger el camino de la vida: escoge, pues, la vida, para que vivas tú y tu descendencia;
amando a Jehová tu Dios, atendiendo a su voz, y siguiéndole a él; porque él es
vida para ti, y prolongación de tus días; a fin de que habites sobre la tierra
que juró Jehová a tus padres, Abraham, Isaac y Jacob, que les había de dar.
De igual forma, en el Nuevo Testamento Jesús exhorta a las personas a escoger
el camino de vida: “Entrad por la puerta estrecha; porque ancha es la puerta, y
espacioso el camino que lleva a la perdición, y muchos son los que entran por
ella; porque estrecha es la puerta, y angosto el camino que lleva a la vida, y
pocos son los que la hallan”, (Mateo 7:13-14). Esta puerta y camino
estrecho es Jesús: “Jesús le dijo: Yo soy el camino, y la verdad, y la vida;
nadie viene al Padre, sino por mí”, (Juan 14:6). Cristo es el camino
de vida y todos debemos esforzarnos por seguirlo para salvar nuestras vidas.
CONCLUSIÓN.
Joab fue un hombre que escogió el
camino de la violencia, odio, venganza y traición, y eso lo llevo a su
destrucción, porque todo aquel hace el mal recibe castigo, destrucción y
condenación como paga por todas sus maldades. Pero Dios desea que nosotros
escojamos el camino de vida y este es a través de Cristo, solo así seremos
salvos de la paga del pecado: “Porque la paga del pecado es muerte, más la dádiva de Dios
es vida eterna en Cristo Jesús Señor nuestro”, (Romanos 6:23).
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