“Jesús,
profundamente conmovido otra vez, vino al sepulcro. Era una cueva, y tenía una
piedra puesta encima. Dijo Jesús: Quitad la piedra. Marta, la hermana del que
había muerto, le dijo: Señor, hiede ya, porque es de cuatro días. Jesús le
dijo: ¿No te he dicho que si crees, verás la gloria de Dios? Entonces quitaron
la piedra de donde había sido puesto el muerto. Y Jesús, alzando los ojos a lo
alto, dijo: Padre, gracias te doy por haberme oído. Yo sabía que siempre me
oyes; pero lo dije por causa de la multitud que está alrededor, para que crean
que tú me has enviado. Y habiendo dicho esto, clamó a gran voz: ¡Lázaro, ven
fuera! Y el que había muerto salió, atadas las manos y los pies con vendas, y
el rostro envuelto en un sudario. Jesús les dijo: Desatadle, y dejadle ir”.
Juan 11:38-44
INTRODUCCIÓN
Llegamos
al clímax de toda la historia, la resurrección de Lázaro. Después de 37
versículos llegamos al momento donde nuestro Señor Jesucristo realizara la
séptima señal la cual quizás es de las más impresionantes y contundentes ya que
con ella nuestro Señor demostrara la autoridad que tiene sobre la misma muerte.
Si recordamos un poco, la primera en esterarse que Jesús había llegado a
Betania fue Marta la cual fue a su encuentro y de alguna manera le reclama por
no haber estado allí para sanar a su hermano, sin embargo, ella expresa su fe
en la resurrección de los muertos y Jesús declara aquí su quinto gran “Yo Soy”
al decir: “Le
dijo Jesús: Yo soy la resurrección y la vida; el que cree en mí, aunque esté
muerto, vivirá”, (Juan 11:25). Luego Marta informó en secreto a
María pero ésta al enterarse que el Maestro había llegado corrió hacia Él y los
judíos la siguieron y fue allí donde María lloró a los pies de Jesús y nuestro
Señor al ver su dolor y los lamentos de otros judíos se conmovió tanto que
también lloró. Ahora lo veremos dirigiéndose al sepulcro de su amigo Lázaro
donde realizara un gran milagro.
La voz que resucita a los muertos |
JESÚS SE DIRIGE AL SEPULCRO DE LÁZARO
“Jesús,
profundamente conmovido otra vez, vino al sepulcro. Era una cueva, y tenía una
piedra puesta encima”.
Juan 11:38
D
|
espués
de todo esto vemos a nuestro Señor profundamente conmovido dirigiéndose al
sepulcro de Lázaro: Jesús, profundamente conmovido otra vez, vino al sepulcro.
Una vez más Juan nos muestra la parte humana de nuestro Señor y Dios
Jesucristo, un Dios que se duele de nuestro dolor e incluso llora con nosotros.
Para los griegos esto era algo completamente impensable ya que en sus
mitologías vemos como sus dioses son seres egoístas incapaces de sentir dolor
por la raza humana, pero aquí tenían al mismo Hijo de Dios que lloraba con los
que amaba. Si nuestro Dios llora por nuestro dolor podemos estar seguros que
también procederá a ayudarnos y así se deja ver en este texto donde en su
profundo dolor va al sepulcro con el fin de obrar a favor de aquellos que
estaba en gran tristeza. El sepulcro de Lázaro era una cueva a la cual le
habían puesto una gran piedra encima: Era una cueva, y tenía una piedra puesta encima. Las
tumbas en los tiempos de Jesús eran cuevas donde se solían meter los cadáveres
y eran selladas con una gran piedra en forma de disco con el fin de proteger el
cuerpo de animales, el mal tiempo o ladrones, el muerto era envuelto en lienzos
y toallas, y dentro de la cueva solían colocarse hiervas aromáticas con el
propósito de que el mal olor proveniente de la descomposición del cuerpo fuera
atenuado, luego después de un año la familia del muerto regresaba para recoger
los huesos del cuerpo y colocarlos en una caja que ponían en un nicho de la
cueva.
JESÚS PIDE QUE QUITEN LA PIEDRA
“Dijo
Jesús: Quitad la piedra. Marta, la hermana del que había muerto, le dijo:
Señor, hiede ya, porque es de cuatro días. Jesús le dijo: ¿No te he dicho que
si crees, verás la gloria de Dios? Entonces quitaron la piedra de donde había
sido puesto el muerto…”.
Juan 11:39-41
Conmovido
por la triste escena nuestro Señor decide ir a la tumba de Lázaro con el
propósito de resucitarlo, ahora bien, Marta y María no imaginaban lo que estaba
a punto de pasar. Cuando finalmente llego al lugar pidió que le quitaran la
piedra que cubría la tumba; pero Marta le advirtió que no era tan buena idea
porque el muerto ya tenía cuatro días y hedía: Dijo Jesús: Quitad la piedra. Marta, la hermana
del que había muerto, le dijo: Señor, hiede ya, porque es de cuatro días.
Marta no deseaba que la piedra se quitara, pero esta era la que impedía que
nuestro Señor realizara el milagro, por ello le dijo: Jesús le dijo: ¿No te he dicho que si crees,
verás la gloria de Dios? Solo basta creer para ver la gloria de
Dios, sin embargo, a veces no la vemos porque la incredulidad no nos lo permite
ya que existen ciertas piedras espirituales que tenemos que remover para poder
ver la gloria de Dios. Muchas personas a veces no logran recibir de parte de
Dios porque sus creencias o prejuicios les impiden, no obstante, nosotros
debemos apartar la piedra de la incredulidad y permitir que Cristo obre en
nuestra vida. Ante la exhortación de Jesús Marta accedió a quitar la piedra: Entonces quitaron la
piedra de donde había sido puesto el muerto.
LA
VOZ QUE RESUCITA A LOS MUERTOS
“Y
Jesús, alzando los ojos a lo alto, dijo: Padre, gracias te doy por haberme
oído. Yo sabía que siempre me oyes; pero lo dije por causa de la multitud que
está alrededor, para que crean que tú me has enviado. Y habiendo dicho esto,
clamó a gran voz: ¡Lázaro, ven fuera! Y el que había muerto salió, atadas las
manos y los pies con vendas, y el rostro envuelto en un sudario. Jesús les
dijo: Desatadle, y dejadle ir”.
Juan 11:42-44
Cuando
hubieron quitado la piedra Jesús alzó sus ojos y levanto una plegaria a su
padre a oídos de todos los judíos que estaban allí: Y Jesús, alzando los ojos a lo alto, dijo:
Padre, gracias te doy por haberme oído. Yo sabía que siempre me oyes; pero lo
dije por causa de la multitud que está alrededor, para que crean que tú me has
enviado. Jesús oraba en voz alta agradeciendo al Padre que lo había
oído, no porque durara que el Padre lo escuchara, sino para que la multitud que
lo rodeara creyera en Él al ver el respaldo que tenia de Dios, y habiendo
terminado estas palabras clamo a gran voz: ¡Lázaro, ven fuera!. Uno puede imaginarse los
sentimientos y admiraciones que experimentaron las personas que estaban allí,
haber oído aquella poderosa voz que ordenaba a un muerto hacer lo imposible, a
lo mejor los escalofríos se apoderaron de muchos, los corazones de otros
debieron acelerar su ritmo y la expectativa creció en demasía. Aquella voz
ordeno a un muerto a levantarse y esta debió haber resonado más allá de la
muerte trayendo a Lázaro a la vida: Y el que había muerto salió, atadas las manos y los pies con
vendas, y el rostro envuelto en un sudario. Jesús les dijo: Desatadle, y
dejadle ir. Que gloriosa señal, aquel día el llanto y dolor se
convirtió en un tan solo momento en asombro y alegría al ver como aquel que
había muerto hoy está vivo escapando así de la muerte y reafirmando la
autoridad de Jesús como el Hijo de Dios. Uno puede ver como esta señal como la
mayor evidencia de la autoridad de Jesús ya que si bien es cierto, es
maravilloso e increíble la autoridad de Jesús sobre los elementos de la tierra,
sobre las enfermedades y demonios, pero el hecho que tenga autoridad sobre la
muerte provoca un mayor asombro que trae esperanzas en aquellos que creemos en
Él, porque sabemos que estamos seguros en sus manos y ni siquiera la muerte nos
podrá arrebatar se sus manos. Si uno revisa los evangelios se da cuenta que
existieron otras ocasiones donde Jesús resucito a los muertos. Por ejemplo, la
hija de Jairo había muerto recientemente y fue Jesús quien la resucitó: “Y tomando la mano
de la niña, le dijo: Talita cumi; que traducido es: Niña, a ti te digo,
levántate. Y luego la niña se levantó y andaba, pues tenía doce años. Y se espantaron
grandemente”, (Marcos 5:41-42), vemos aquí como todos aquellos que
estaban allí se espantaron al ver semejante portento. En otra ocasión resucito
al hijo de la viuda de Naín, este muerto tenía poco tiempo de a ver muerto ya
que lo judíos acostumbraban enterrar rápido a sus muertos y no los velaban: “Aconteció después,
que él iba a la ciudad que se llama Naín, e iban con él muchos de sus
discípulos, y una gran multitud. Cuando llegó cerca de la puerta de la ciudad,
he aquí que llevaban a enterrar a un difunto, hijo único de su madre, la cual
era viuda; y había con ella mucha gente de la ciudad. Y cuando el Señor la vio,
se compadeció de ella, y le dijo: No llores. Y acercándose, tocó el féretro; y
los que lo llevaban se detuvieron. Y dijo: Joven, a ti te digo, levántate.
Entonces se incorporó el que había muerto, y comenzó a hablar. Y lo dio a su
madre. Y todos tuvieron miedo, y glorificaban a Dios, diciendo: Un gran profeta
se ha levantado entre nosotros; y: Dios ha visitado a su pueblo”, (Lucas
7:1-16). Podemos ver aquí como la gente tuvo gran miedo y glorificaron a Dios
diciendo como se había levantado un gran profeta en medio de ellos. También el
día que fue crucificado al expirar y morir la tierra tembló y hubo muchas
señales y entre ellas algunos muertos
resucitaron: “Mas Jesús, habiendo otra vez clamado a gran voz, entregó el
espíritu. Y he aquí, el velo del templo se rasgó en dos, de arriba abajo; y la
tierra tembló, y las rocas se partieron; y se abrieron los sepulcros, y muchos
cuerpos de santos que habían dormido, se levantaron; y saliendo de los
sepulcros, después de la resurrección de él, vinieron a la santa ciudad, y
aparecieron a muchos”, (Mateo 27:50-53). Y en este evangelio hemos
vista la resurrección de Lázaro el cual tenía ya cuatro días de muerto. Así
como Lázaro escucho su nombre estando más allá de la muerte llegara un día
cuando todos los muertos oirán su voz y saldrán, unos para vida eterna y otros
para condenación: “No os maravilléis de esto; porque vendrá hora cuando todos los que están
en los sepulcros oirán su voz; y los que hicieron lo bueno, saldrán a
resurrección de vida; más los que hicieron lo malo, a resurrección de
condenación”, (Juan 5:28-29). Que hermoso es saber que un día
estando en nuestro sepulcro oiremos la voz de nuestro Señor llamándonos a
resucitar, no para condenación eterna, sino para vida eterna, así lo vio el
apóstol Pablo cuando el Espíritu Santo le revelo el rapto de la iglesia, donde
los muertos en Cristo resucitaran, y luego, los que aun estemos vivos seremos
transformados y arrebatados al cielo para encontrarnos con nuestro Señor en las
nubes: “Tampoco
queremos, hermanos, que ignoréis acerca de los que duermen, para que no os
entristezcáis como los otros que no tienen esperanza. Porque si creemos que
Jesús murió y resucitó, así también traerá Dios con Jesús a los que durmieron
en él. Por lo cual os decimos esto en palabra del Señor: que nosotros que
vivimos, que habremos quedado hasta la venida del Señor, no precederemos a los
que durmieron. Porque el Señor mismo con voz de mando, con voz de arcángel, y
con trompeta de Dios, descenderá del cielo; y los muertos en Cristo resucitarán
primero. Luego nosotros los que vivimos, los que hayamos quedado, seremos
arrebatados juntamente con ellos en las nubes para recibir al Señor en el aire,
y así estaremos siempre con el Señor. Por tanto, alentaos los unos a los otros
con estas palabras”, (1 Tesalonicenses 4:13-18). Con estas palabras
debemos consolarnos, ya que si morimos pasamos a la presencia de Dios, pero un
día oiremos su voz y vendremos a resurrección de vida y el resto de cristianos
que todavía estén en vida serán arrebatados para estar delante de su presencia
por toda la eternidad.
Cuales son las otras señales que demostró Jesús, usted menciona la séptima
ResponderBorrarDios lo bendiga.
BorrarJuan registra 7 señales en su Evangelio: la transformación del agua en vino (Juan 2:1-11), la sanidad del hijo de un hombre (Juan 4:46-54), sanidad de un paralitico (Juan 5:1-9), multiplicación de los panes y los peces (Juan 6:1-14), caminar sobre el agua (Juan 6:15-21), sanidad de un ciego (Juan 9:1-7) y la resurrección de Lázaro (Juan 11:38-44).
Amén, gracias muy amable por su ayuda, ya tengo conocimiento de las 7 señale que registra el evangelio de Juan.
BorrarY los yo soy?
ResponderBorrarExcelente explicación un gran ayuda para comprender el mensaje; gracias de verdad
ResponderBorrarQue hermosa explicación de la palabra de nuestro Dios.
ResponderBorrarGracias, sus explicaciones son clara y se pueden entender muy bien.
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