“Le dijeron sus discípulos: Si así es la
condición del hombre con su mujer, no conviene casarse. Entonces él les dijo:
No todos son capaces de recibir esto, sino aquellos a quienes es dado. Pues hay
eunucos que nacieron así del vientre de su madre, y hay eunucos que son hechos eunucos
por los hombres, y hay eunucos que a sí mismos se hicieron eunucos por causa
del reino de los cielos. El que sea capaz de recibir esto, que lo reciba”.
Mateo 19:10-12
INTRODUCCIÓN
Con
estos versículos se finaliza la enseñanza de Jesús referente al divorcio. El
divorcio es un tema muy polémico en el ámbito cristianos, de hecho, gran parte
de la iglesia sostiene que aquel que se divorcia no puede volverse a casarse
porque de lo contrario comete el pecado de adulterio y en una posición más
radical ni siquiera se les permite tener algún privilegio dentro de algunas
congregaciones. En contraste, otras congregaciones consideran como la única
causa de divorcio y el “permiso de volverse a casar” el adulterio. Ya vimos
como en los tiempos de Jesús los judíos se divorciaban por cualquier cosa, pero
nuestro Señor les hizo ver que el mayor énfasis no debe estar el promover la
concesión, que es: ¿Por qué causa se puede divorciar el hombre?; sino en
promover el principio divino, la estabilidad y durabilidad del matrimonio.
Después de enseñar estas cosas los discípulos se afligen y lo expresan a través
de la tercera pregunta que se le hace a nuestro Señor concerniente a este tema,
pero nuestro Señor una vez más nos muestra que con la ayuda de Dios todo es
posible.
El ideal del matrimonio es posible para un verdadero cristiano |
¿LO MEJOR EN NO CASARSE?
“Le dijeron sus discípulos: Si
así es la condición del hombre con su mujer, no conviene casarse”.
Mateo 19:10
Al
considerar tal enseñanza los discípulos se escandalizaron y dijeron: Si así es la condición del
hombre con su mujer, no conviene casarse. Los
discípulos y en general todos los judíos estaban acostumbrados a escuchar como
los fariseos le daban más énfasis al divorcio por cualquier causa que a la
durabilidad del matrimonio, de hecho, por este tiempo solía compartirse el
siguiente refrán: “Si
uno tiene una mala esposa, su deber religioso es divorciarse de ella”.
Por ello cuando escucharon de parte de Jesús que el matrimonio era para siempre
y que aquel que se divorcia y se vuelve a casar, a no ser por causa de
fornicación, adultera. De igual forma, aquel que se casa con la mujer
divorciada adultera. Para esta época los judíos se divorciaban por cualquier
cosa y esta vez nuestro Señor le ponía un principio que para ellos parecía algo
imposible de cumplir; y por ello, lo mejor era quedarse sin casar. ¿Pero, será
acaso que lo mejor para el hombre es no casarse? ¿Es imposible pensar en un
matrimonio que sea para siempre? Bueno, el Señor Jesucristo nos muestra que
para el verdadero cristiano no es imposible.
PARA EL VERDADERO CRISTIANO EL IDEAL DEL MATRIMONIO NO ES IMPOSIBLE
“Entonces
él les dijo: No todos son capaces de recibir esto, sino aquellos a quienes es
dado”.
Mateo
19:11
Ante
su preocupación, el Señor les dice que realmente esto del matrimonio es para
aquellos a quienes les es dado y realmente solo pueden recibirlo aquellos que
en su santa voluntad buscan unir su vida con la persona idónea. Muchos
matrimonios hoy en día fracasan porque nunca incluyen a Dios en su vida,
alguien dijo en cierta ocasión que el matrimonio es de tres, el esposo, la
esposa y Cristo en medio. Lograr esto definitivamente no es fácil, pero para
los verdaderos cristianos que saben buscar en Dios su voluntad esto es posible.
Como cristianos debemos comprender la importancia que el matrimonio tiene en
los planes de Dios, es una institución que fue fundada por nuestro mismo Señor
desde el mismo huerto del Edén: “Por
tanto, dejará el hombre a su padre y a su madre, y se unirá a su mujer, y serán
una sola carne”, (Génesis 2:24). El deseo de Dios es que
en el matrimonio la pareja sea una sola carne y nada los separe y es gracias a
lo que el matrimonio ofrece que el hombre y la mujer pueden gozar de los
siguientes privilegios:
1.
Ayuda mutua, ambos se
complementan en un solo ser con el fin de apoyarse mutuamente: “Y dijo Jehová Dios: No es bueno
que el hombre esté solo; le haré ayuda idónea para él”,
(Génesis 2:18).
2.
Poder procrear hijos: “Y los bendijo Dios, y les dijo:
Fructificad y multiplicaos; llenad la tierra, y sojuzgadla, y señoread en los
peces del mar, en las aves de los cielos, y en todas las bestias que se mueven
sobre la tierra”, (Génesis 1:28).
3.
Disfrutar del sexo: “El marido cumpla con la mujer
el deber conyugal, y asimismo la mujer con el marido. La mujer no tiene
potestad sobre su propio cuerpo, sino el marido; ni tampoco tiene el marido
potestad sobre su propio cuerpo, sino la mujer. No os neguéis el uno al otro, a
no ser por algún tiempo de mutuo consentimiento, para ocuparos sosegadamente en
la oración; y volved a juntaros en uno, para que no os tiente Satanás a causa
de vuestra incontinencia”, (1 Corintios 7:3-5).
Ahora bien, la pregunta es: ¿Cómo hacer para encontrar al cónyuge
adecuado? En la Biblia se encuentra un relato donde se nos habla de la ocasión
que Abraham envió a su siervo a buscarle esposa a su hijo Isaac. En el antiguo
tiempo eran los padres los que se encargaban de buscarle un cónyuge a su hijo,
ahora ya no es así en la mayoría de las naciones; pero los principios bajo los
cuales Abraham busco la esposa de Isaac se pueden aplicar hoy en día. Veamos
estos principios bíblicos bajo los cuales una persona debería guiarse para encontrar
al cónyuge que Dios ha preparado para el o ella.
1.
La persona con la cual se
iniciara una relación de noviazgo con miras a casarse debe ser cristiana: “Y dijo Abraham a un criado
suyo, el más viejo de su casa, que era el que gobernaba en todo lo que tenía:
Pon ahora tu mano debajo de mi muslo, y te juramentaré por Jehová, Dios de los
cielos y Dios de la tierra, que no tomarás para mi hijo mujer de las hijas de
los cananeos, entre los cuales yo habito; sino que irás a mi tierra y a mi
parentela, y tomarás mujer para mi hijo Isaac”,
(Génesis 24:2-4). Dios nunca ha aprobado la unión de un creyente con un
incrédulo, así lo vemos en el Antiguo Testamento: “Y no emparentarás con ellas; no darás tu hija a su hijo, ni tomarás
a su hija para tu hijo. Porque desviará a tu hijo de en pos de mí, y servirán a
dioses ajenos; y el furor de Jehová se encenderá sobre vosotros, y te destruirá
pronto”, (Deuteronomio 7:3-4), y en el Nuevo Testamento: “No os unáis en yugo desigual
con los incrédulos; porque ¿qué compañerismo tiene la justicia con la
injusticia? ¿Y qué comunión la luz con las tinieblas? ¿Y qué concordia Cristo
con Belial? ¿O qué parte el creyente con el incrédulo?”,
(2 Corintios 6:14-15).
2.
La parte material es sumamente
importante al momento de formar un matrimonio a tal punto que aquellos que
están dispuestos a casarse debe evaluar su condición económica. No se trata de
tener un interés excesivo en las cosas materiales, pero la futura pareja
debería pensar en la casa o lugar donde vivirán, como pagaran la renta y
compromisos económicos que se presentan cada mes, tener un presupuesto que les
permita vivir con libertad y al menos las cosas básicas para tener comodidad en
el hogar. Muchos matrimonios fracasan al enfrentar el estrés y frustraciones de
los problemas económicos, sin embargo, el futuro matrimonio debe preocuparse
por planear y tratar de tener la mayor cantidad de cosas materiales que puedan,
además de pedir a Dios la fortaleza si por algún motivo tienen que vivir alguna
dificultad económica que la mayor cantidad de matrimonios atraviesan; pero en
la medida que se pueda hay que saber prepararse. En aquel tiempo se
acostumbraba a dar una dote al padre la de doncella que se pedía en matrimonio:
“Y el criado tomó diez
camellos de los camellos de su señor, y se fue, tomando toda clase de regalos
escogidos de su señor; y puesto en camino, llegó a Mesopotamia, a la ciudad de
Nacor”, (Génesis 24:10). Tal vez muchos de nosotros no somos personas
ricas, pero con la ayuda de Dios podemos prepararnos financieramente para que
cuando llegue el momento de casarnos tengamos algo para compartir con la
persona ideal la nueva vida.
3.
Debemos orar por nuestro
futuro cónyuge: “E hizo
arrodillar los camellos fuera de la ciudad, junto a un pozo de agua, a la hora
de la tarde, la hora en que salen las doncellas por agua. Y dijo: Oh Jehová,
Dios de mi señor Abraham, dame, te ruego, el tener hoy buen encuentro, y haz
misericordia con mi señor Abraham. He aquí yo estoy junto a la fuente de agua,
y las hijas de los varones de esta ciudad salen por agua. Sea, pues, que la
doncella a quien yo dijere: Baja tu cántaro, te ruego, para que yo beba, y ella
respondiere: Bebe, y también daré de beber a tus camellos; que sea ésta la que
tú has destinado para tu siervo Isaac; y en esto conoceré que habrás hecho
misericordia con mi señor”, (Génesis 24:11-14). Este criado
encomendó su misión a Dios y hasta pidió una señal contundente para identificar
a la elegida, de igual forma debemos pedir en oración dirección y estar
pendientes a las señales que nos confirmen la voluntad de Dios.
4.
Como futuros cónyuges debemos luchar
por desarrollar y tener las mejores actitudes y destrezas para el matrimonio: “Y aconteció que antes que él
acabase de hablar, he aquí Rebeca, que había nacido a Betuel, hijo de Milca
mujer de Nacor hermano de Abraham, la cual salía con su cántaro sobre su
hombro. Y la doncella era de aspecto muy hermoso, virgen, a la que varón no
había conocido; la cual descendió a la fuente, y llenó su cántaro, y se volvía.
Entonces el criado corrió hacia ella, y dijo: Te ruego que me des a beber un
poco de agua de tu cántaro. Ella respondió: Bebe, señor mío; y se dio prisa a
bajar su cántaro sobre su mano, y le dio a beber. Y cuando acabó de darle de
beber, dijo: También para tus camellos sacaré agua, hasta que acaben de beber.
Y se dio prisa, y vació su cántaro en la pila, y corrió otra vez al pozo para
sacar agua, y sacó para todos sus camellos”,
(Génesis 24:15-20). Rebeca demostró ser una mujer muy hacendosa, servicial y
preparada para enfrentar un matrimonio, de igual forma, tanto los hombres como
las mujeres deben prepararse con anticipación antes de formar una vida en unión
con otra persona. Se espera que el hombre sea amoroso, detallista, buen
proveedor, saber escuchar, ordenado, comprensivo, hogareño y dispuesto a ayudar
a su esposa cuando a ella se le dificulte atender las cosas de la casa,
mientras que la mujer debe ser comprensiva, paciente, amorosa, ordenada en el
hogar, dedicada, buena administradora de los bienes del hogar, buena cocinera y
tratar bien a su esposo. Esto y muchas cosas más se necesitan desarrollar en
ambos para que juntos aprendan a apoyarse y amarse de tal manera que logren
convivir en armonía.
5.
Debe haber un respeto en el
noviazgo. En el antiguo tiempo las doncellas solían cubrirse el rostro como
símbolo de respeto y honestidad: “Y
venía Isaac del pozo del Viviente-que-me-ve; porque él habitaba en el Neguev. Y
había salido Isaac a meditar al campo, a la hora de la tarde; y alzando sus
ojos miró, y he aquí los camellos que venían. Rebeca también alzó sus ojos, y
vio a Isaac, y descendió del camello; porque había preguntado al criado: ¿Quién
es este varón que viene por el campo hacia nosotros? Y el criado había
respondido: Este es mi señor. Ella entonces tomó el velo, y se cubrió”,
(Génesis 24:62-65). El respeto tanto físico como moral es sumamente importante
en el noviazgo, hoy en día muchas parejas tienen sexo antes del matrimonio o
llevan una vida desenfrenada en los vicios y deleites que este mundo ofrece,
pero es importante que los jóvenes se guarden en pureza delante de Dios.
6.
Finalmente, debe existir amor
en la pareja al momento de casarse, no debe casarse por ningún otro motivo que
no sea porque ame a la otra persona: “Entonces
el criado contó a Isaac todo lo que había hecho. Y la trajo Isaac a la tienda
de su madre Sara, y tomó a Rebeca por mujer, y la amó; y se consoló Isaac
después de la muerte de su madre”,
(Génesis 24:66-67). Todos los matrimonios que no se casan por amor van
destinados al fracaso. El amor en la pareja es importante porque eso les
ayudara a vencer las pruebas que se presentaran en el hogar, a tolerarse los el
uno con el otro, a comprenderse y busca satisfacer al otro antes de buscar su
propia satisfacción, sin amor esto y otras cosas más son imposibles.
Por tanto, el ideal de un matrimonio puro y santo, que persevere
hasta que la muerte los separe es posible para los verdaderos creyentes en
Cristo.
SOLAMENTE AQUELLOS A QUIENES LES ES DADO PUEDEN VIVIR SIN CASARSE
“Pues hay eunucos que nacieron
así del vientre de su madre, y hay eunucos que son hechos eunucos por los hombres,
y hay eunucos que a sí mismos se hicieron eunucos por causa del reino de los
cielos. El que sea capaz de recibir esto, que lo reciba”.
Mateo 19:12
Los
discípulos de Jesús decían que era imposible para el hombre casarse y mantener
su matrimonio hasta que la muerte los separara, que no mejor era quedarse solo;
pero nuestro Señor les dice que solamente a aquellos a quienes les es otorgada
la posibilidad de casarse son capaces de alcanzar el ideal de un matrimonio
hasta que la muerte los separe, obviamente este privilegio es posible para los
cristianos los cuales con la ayuda de Dios son capaces de construir una vida
que honre su santo nombre. Sin embargo, hay casos donde algunas personas optan
por no casarse y aquí el Señor nos habla de algunos de ellos. En primer lugar,
están aquellos que ya nacen destinados a ser solteros toda la vida y nunca
sienten la necesidad de casarse: Pues
hay eunucos que nacieron así del vientre de su madre. Esto
es un don de Dios. Otros fueron hechos eunucos por los mismos hombres ya que en
la antigüedad los reyes solían castrar a algunos de sus siervos que cuidaban de
su harén de mujeres y hay
eunucos que son hechos eunucos por los hombres.
Otros por decisión propia deciden renunciar a la posibilidad de casarse y viven
solteros para dedicarse de lleno al ministerio que Dios les ha dado: y hay eunucos que a sí mismos
se hicieron eunucos por causa del reino de los cielos. El
mejor ejemplo que encontramos en la Biblia de esto es Pablo, quien prefirió
renunciar a su derecho de casarse con tal de dedicarse de lleno a su
ministerio: “¿No
tenemos derecho de traer con nosotros una hermana por mujer como también los
otros apóstoles, y los hermanos del Señor, y Cefas? ... Si otros participan de
este derecho sobre vosotros, ¿cuánto más nosotros? Pero no hemos usado de este
derecho, sino que lo soportamos todo, por no poner ningún obstáculo al
evangelio de Cristo”, (1 Corintios 8:5, 12). Lo
cierto es que si alguien ha recibido de parte de Dios el don de continencia
puede pasar toda su vida como soltero y así se evitara enfrentarse a los retos
del matrimonio: “Digo,
pues, a los solteros y a las viudas, que bueno les fuera quedarse como yo; pero
si no tienen don de continencia, cásense, pues mejor es casarse que estarse
quemando”, (1 Corintios 7:8-9). Ahora bien, este consejo es para aquellos
que puedan quedarse soltero y sean capaces de dominar sus impulsos sexuales,
porque de lo contrario lo mejor es casarse a estarse quemando y así evitar la
impureza sexual: “En
cuanto a las cosas de que me escribisteis, bueno le sería al hombre no tocar
mujer; pero a causa de las fornicaciones, cada uno tenga su propia mujer, y
cada una tenga su propio marido”, (1 Corintios 7:1-2). Ahora bien,
el capitulo 7 de 1 Corintios no tiene como propósito decir que el mejor estado
para vivir es el de soltero o casado, sino aquel al cual Dios lo ha llamado. Si
fue llamado a ser soltero y servirle así al Señor, ese es el mejor estado para
esa persona; pero si fue llamado a estar casado, su mejor estado es ese para
servirle al Señor: “Cada
uno en el estado en que fue llamado, en él se quede”, (1 Corintios
7:20). Al final nuestro Señor Jesucristo dice: El que sea capaz de recibir esto, que lo reciba.
Debemos buscar en su voluntad aquel estado al cual nos ha llamado, si es el de
soltero, aprovechemos bien ese don porque podremos enfocarnos únicamente en
agradar a Dios: “Quisiera,
pues, que estuvieseis sin congoja. El soltero tiene cuidado de las cosas del
Señor, de cómo agradar al Señor; pero el casado tiene cuidado de las cosas del
mundo, de cómo agradar a su mujer. Hay asimismo diferencia entre la casada y la
doncella. La doncella tiene cuidado de las cosas del Señor, para ser santa así
en cuerpo como en espíritu; pero la casada tiene cuidado de las cosas del
mundo, de cómo agradar a su marido”, (1 Corintios 7:32-34).
Pero si fuimos llamados a estar casados, procuremos con la ayuda del Señor honrar
nuestro matrimonio y complementarnos con nuestro cónyuge para que juntos se le
preste un mejor servicio a Dios, tal y como lo hacían Priscila y Aquila: “Saludad a Priscila y a Aquila,
mis colaboradores en Cristo Jesús, que expusieron su vida por mí; a los cuales
no sólo yo doy gracias, sino también todas las iglesias de los gentiles. Saludad
también a la iglesia de su casa…”, (Romanos 16:3-4). Por
tanto, el mejor estado es aquel al cual Dios nos ha llamado a servirle, todo en
armonía con los dones y habilidades que nos ha provisto.
Una de las reflexiones más bellas sin duda alguna, el noviazgo y el matrimonio es uno de los temas más lindos y más cuando es palabra de Dios. Que Dios lo bendiga mucho mucho!
ResponderBorrarMuchas gracias por esta amable aclaración bíblica. Me ayudó mucho a comprender Mateo 12.
ResponderBorrarGracias por esa aclaración de la palabra. Bendiciones hermanos.
ResponderBorrar