“Entonces Jesús dijo a sus discípulos: De
cierto os digo, que difícilmente entrará un rico en el reino de los cielos.
Otra vez os digo, que es más fácil pasar un camello por el ojo de una aguja,
que entrar un rico en el reino de Dios”.
Mateo 19:23-24
INTRODUCCIÓN
¿Son malas las riquezas? ¿Es pecado desear
ser rico o hacer mucho dinero? ¿Es posible que los ricos se salven? Bueno,
vamos a procurar contestar estas preguntas continuando nuestro estudio en este
capítulo 19 del evangelio según Mateo. Si recordamos un poco, la última vez
consideramos la historia del joven rico que vino a Jesús pidiéndole qué hacer
para heredar vida eterna. Él pensaba que por guardar la ley y tener una
religión era más que suficiente para ser salvo, pero se equivocó porque nuestro
Señor le demostró que él no los cumplía todos y de hecho nadie puede vivir por
la ley. Al oír lo que Jesús le pedía, abandonar las riquezas que tanto amaba,
se afligió y se puso muy triste porque no estaba dispuesto a dejarlo.
El problema de amar las riquezas |
LO DIFÍCIL QUE SERÁ QUE UN RICO ENTRE EN EL REINO DE LOS CIELOS
“Entonces
Jesús dijo a sus discípulos: De cierto os digo, que difícilmente entrará un
rico en el reino de los cielos. Otra vez os digo, que es más fácil pasar un
camello por el ojo de una aguja, que entrar un rico en el reino de Dios”.
Mateo
19:23-24
Aquí Jesús nos dice algo que
definitivamente es una realidad: De cierto os digo, que difícilmente entrará
un rico en el reino de los cielos.
Y recalca lo que dice con una hipérbole: Otra vez os digo, que es más fácil pasar un
camello por el ojo de una aguja, que entrar un rico en el reino de Dios. Jesús nos dice que es más fácil pasar un
camello por el ojo de una aguja que hacer que un rico entre en el reino de los
cielos. ¿A qué se refiere Jesús con estas últimas palabras? Se han sugerido
algunas explicaciones en cuanto al verdadero significado de estas palabras. La
primera explicación que algunos sugieren está basada en una
especie de portezuela que solía hacerse a la par de la puerta principal de una
ciudad. Durante el día las personas y sus animales de carga, caballos y
camellos entraban por la puerta principal; pero en la noche se cerraban,
entonces las personas podían acceder a la ciudad solo por medio de estas
portezuelas, pero introducir a un camello por medio de ellas era casi imposible
ya que estas portezuelas eran muy pequeñas y estrechas aunado al hecho de que estos
animales son muy grandes. Se dice que a veces llamaban a la portezuela “el ojo de la aguja”, así que se sugiere
que Jesús estaba diciendo que le era tan difícil a un rico entrar en el reino
del cielo como a un enorme camello pasar por una de estas portezuelas. Sin
embargo, esta suposición es poco probable ya que no existe evidencia
arqueológica ni histórica que estas portezuelas hayan existido en Jerusalén, de
hecho estas portezuelas comenzaron a utilizarse hasta la edad media, donde esta
explicación surgió. La segunda explicación que se sugiere es que Jesús no dijo: “que es más
fácil pasar un camello por el ojo de una aguja”, sino “que es más fácil pasar
un cordón de cuerda delgado por el ojo de una aguja”. Esta afirmación está
basada en el hecho de la palabra griega que aparece aquí y se traduce como
camello es kámelos (κάμηλος), pero se piensa que Jesús no uso esta
palabra, sino una parecida que es kámilos
(κάμiλος), la
cual se traduce como cuerda o a lo mejor como hilo. Si nos damos cuenta la
pronunciación fonética de ambas palabras son casi idénticas, a excepción de la
vocal fonética que aparece en medio de ambas, una suena como “e” y la otra suena como “i”. Algunos creen que con el tiempo los
escribas de este evangelio confundieron la vocal y en lugar de poner kámilos (κάμiλος) escribieron kámelos (κάμηλος). Los
que defienden esta posición afirman que es más lógico pensar que Jesús está
diciendo que es más fácil enhebrar una aguja con su respectivo hilo que un rico
entrare en el reino de los cielos. Finalmente, quizás la suposición más lógica
es la tercera, la cual dice que las palabras de Jesús son una hipérbole.
Una hipérbole es una figura literaria que tiene como objetivo exagerar una
situación con el fin de recalcar una realidad, y por ende podemos entender que así
como difícil es que un camello pase por el ojo de una aguja, así de difícil es
que alguien que un rico entre en el reino de los cielos.
Ahora bien, ¿será
que realmente todos los ricos se perderán? ¿Son malas las riquezas? ¿Es pecado
ser rico? A estas tres preguntas responderíamos que no. Tener riquezas no es
pecado, el pecado es amar desmedidamente el hacer riquezas y en esta obsesión afanarse
de tal manera que no quede tiempo para dedicárselo a Dios, este es el pecado, y
en la Biblia encontramos
algunas advertencias acerca del error de confiar desmedidamente solo en
nuestras riquezas y de afanarse en las cosas materiales. Uno puede encontrar
algunos versículos que nos enseñan esta verdad:
1.
La vida consiste en más que en tener cosas
materiales: “Y les dijo: Mirad, y guardaos de toda avaricia; porque la vida del
hombre no consiste en la abundancia de los bienes que posee”, (Lucas
16:15).
2.
No se puede servir a Dios y a las riquezas: “Ninguno puede
servir a dos señores; porque o aborrecerá al uno y amará al otro, o estimará al
uno y menos preciará al otro. No podéis servir a Dios y a las riquezas”, (Mateo
6:24).
3.
El afán y los deseos por las riquezas ahogan la
palabra de Dios: “El que fue sembrado entre espinos, éste es el que oye la palabra, pero
el afán de este siglo y el engaño de las riquezas ahogan la palabra, y se hace
infructuosa”, (Mateo 13:22).
4.
La Biblia nos exhorta a no afanarnos en hacer
riquezas: “No te afanes por
hacerte rico; sé prudente, y desiste”, (Proverbios 23:4).
5.
El afán por hacer cosas materiales nos impulsa a
amar las riquezas lo cual trae muchos dolores: “porque raíz de todos los
males es el amor al dinero, el cual codiciando algunos, se extraviaron de la
fe, y fueron traspasados de muchos dolores”, (1 Timoteo 6:10).
6.
Muchos creyentes pueden descuidar su vida
espiritual por el afán de hacer riquezas: “Porque tú dices:
Yo soy rico, y me he enriquecido, y de ninguna cosa tengo necesidad; y no sabes
que tú eres un desventurado, miserable, pobre, ciego y desnudo. Por tanto, yo
te aconsejo que de mí compres oro refinado en fuego, para que seas rico, y
vestiduras blancas para vestirte, y que no se descubra la vergüenza de tu
desnudez; y unge tus ojos con colirio, para que veas”, (Apocalipsis
3:17-18).
7.
Las riquezas pueden traer una falsa confianza a la
vida del hombre a tal punto que se olvidan de Dios: “También les
refirió una parábola, diciendo: La heredad de un hombre rico había producido
mucho. Y él pensaba dentro de sí, diciendo: ¿Qué haré, porque no tengo dónde
guardar mis frutos? Y dijo: Esto haré: derribaré mis graneros, y los edificaré
mayores, y allí guardaré todos mis frutos y mis bienes; y diré a mi alma: Alma,
muchos bienes tienes guardados para muchos años; repósate, come, bebe,
regocíjate. Pero Dios le dijo: Necio, esta noche vienen a pedirte tu alma; y lo
que has provisto, ¿de quién será? Así es el que hace para sí tesoro, y no es
rico para con Dios”, (Lucas 12:16-21).
8.
Los ricos que no se arrepientan llevando una vida
en sus deleites y placeres al morir irán al infierno: “Había un hombre rico, que se vestía de púrpura y
de lino fino, y hacía cada día banquete con esplendidez. Había también un
mendigo llamado Lázaro, que estaba echado a la puerta de aquél, lleno de
llagas, y ansiaba saciarse de las migajas que caían de la mesa del rico; y aun
los perros venían y le lamían las llagas. Aconteció que murió el mendigo, y fue
llevado por los ángeles al seno de Abraham; y murió también el rico, y fue
sepultado. Y en el Hades alzó sus ojos, estando en tormentos, y vio de lejos a
Abraham, y a Lázaro en su seno”, (Lucas 16:19-23).
9.
Y finalmente, las riquezas hechas en esta tierra no
le ayudaran en la eternidad: “No aprovecharán las riquezas en el día de la ira;
más la justicia librará de muerte”, (Proverbios 11:4).
Como vemos el amor a las riquezas y su
falsa confianza hacen que el hombre se olvide de Dios, pero esto no debe ser
así, al contrario, se espera que aquellos que han sido bendecidos por Dios
bendigan a otros de la misma manera ya que tienen más recursos para hacerlos.
Lamentablemente no todos hacen así, sino al contrario, utilizan sus riquezas
para oprimir a los pobres. En la Biblia uno puede ver advertencias hacia
aquellos ricos que se olvidan de Dios y cierran sus corazones para hacer
justicia y ayudar a los necesitados. Santiago tiene una fuerte reprensión en
contra de los ricos opresores: “¡Vamos ahora, ricos! Llorad y aullad por
las miserias que os vendrán. Vuestras riquezas están podridas, y vuestras ropas
están comidas de polilla. Vuestro oro y plata están enmohecidos; y su moho
testificará contra vosotros, y devorará del todo vuestras carnes como fuego.
Habéis acumulado tesoros para los días postreros. He aquí, clama el jornal de
los obreros que han cosechado vuestras tierras, el cual por engaño no les ha
sido pagado por vosotros; y los clamores de los que habían segado han entrado
en los oídos del Señor de los ejércitos. Habéis vivido en deleites sobre la
tierra, y sido disolutos; habéis engordado vuestros corazones como en día de
matanza. Habéis condenado y dado muerte al justo, y él no os hace resistencia”, (Santiago 5:1-6). Para estos ricos está
reservada la condenación eterna. Sin embargo, esto no significa que todos los
ricos se condenaran.
¿SERÁ QUE UN RICO NO PUEDE SERVIRLE A DIOS?
Entonces, ¿será que un rico no puede
servirle a Dios? Lo cierto es que podemos encontrar personas que han sido
bendecidas económicamente por el Señor y son piadosas y dadivosas. En la Biblia
podemos encontrar ejemplos de hombres y mujeres que, a pesar de sus riquezas,
estas no les impidieron buscar a Dios. Job es un buen ejemplo de un hombre rico
que temía a Dios y ayudaba a los pobres: “Si hubiera tenido en poco el derecho de mi
siervo y de mi sierva, cuando ellos contendían conmigo, ¿Qué haría yo cuando
Dios se levantase? Y cuando él preguntara, ¿qué le respondería yo? El que en el
vientre me hizo a mí, ¿no lo hizo a él? ¿Y no nos dispuso uno mismo en la
matriz? Si estorbé el contento de los pobres, E hice desfallecer los ojos de la
viuda; Si comí mi bocado solo, y no comió de él el huérfano (Porque desde mi
juventud creció conmigo como con un padre, y desde el vientre de mi madre fui
guía de la viuda); si he visto que pereciera alguno sin vestido, y al
menesteroso sin abrigo; si no me bendijeron sus lomos, y del vellón de mis
ovejas se calentaron; si alcé contra el huérfano mi mano, aunque viese que me
ayudaran en la puerta; mi espalda se caiga de mi hombro, y el hueso de mi brazo
sea quebrado”, (Job 31:13-22).
También tenemos a Filemón, el cual según se cree era un hombre rico que
permitía que la iglesia se reuniera en su casa y por las palabras de Pablo
había confortado a muchos hermanos: “Pablo, prisionero de Jesucristo, y el
hermano Timoteo, al amado Filemón, colaborador nuestro, y a la amada hermana
Apia, y a Arquipo nuestro compañero de milicia, y a la iglesia que está en tu
casa: Gracia y paz a vosotros, de Dios nuestro Padre y del Señor Jesucristo…
Pues tenemos gran gozo y consolación en tu amor, porque por ti, oh hermano, han
sido confortados los corazones de los santos”, (Filemón 1-3, 7). Tenemos el ejemplo de Lidia, una
mujer vendedora de purpura la cual creyó en el evangelio y permitió que Pablo
se alojara en su casa: “Y un día de reposo salimos fuera de la
puerta, junto al río, donde solía hacerse la oración; y sentándonos, hablamos a
las mujeres que se habían reunido. Entonces una mujer llamada Lidia, vendedora
de púrpura, de la ciudad de Tiatira, que adoraba a Dios, estaba oyendo; y el
Señor abrió el corazón de ella para que estuviese atenta a lo que Pablo decía.
Y cuando fue bautizada, y su familia, nos rogó diciendo: Si habéis juzgado que
yo sea fiel al Señor, entrad en mi casa, y posad. Y nos obligó a quedarnos”, (Hechos 16:13-15). Tenemos también el
ejemplo de Zaqueo el cual era un hombre principal entre los publicanos que había
hecho sus riquezas de manera injusta, pero al conocer a Jesús se arrepintió de
su mal camino convirtiéndose a El: “Habiendo entrado Jesús en Jericó, iba
pasando por la ciudad. Y sucedió que un varón llamado Zaqueo, que era jefe de
los publicanos, y rico, procuraba ver quién era Jesús; pero no podía a causa de
la multitud, pues era pequeño de estatura. Y corriendo delante, subió a un
árbol sicómoro para verle; porque había de pasar por allí. Cuando Jesús llegó a
aquel lugar, mirando hacia arriba, le vio, y le dijo: Zaqueo, date prisa,
desciende, porque hoy es necesario que pose yo en tu casa. Entonces él
descendió aprisa, y le recibió gozoso. Al ver esto, todos murmuraban, diciendo
que había entrado a posar con un hombre pecador. Entonces Zaqueo, puesto en
pie, dijo al Señor: He aquí, Señor, la mitad de mis bienes doy a los pobres; y
si en algo he defraudado a alguno, se lo devuelvo cuadruplicado. Jesús le dijo:
Hoy ha venido la salvación a esta casa; por cuanto él también es hijo de
Abraham. Porque el Hijo del Hombre vino a buscar y a salvar lo que se había
perdido”, (Lucas 19:1-10). Y así podríamos seguir
buscando a mas hombres y mujeres piadosas que llegaron a tener riquezas, pero
estas no impidieron que temieran a Dios. Como hijos de Dios nuestra mirada debe
estar puesta en las cosas de arriba, pero si tenemos la oportunidad de prosperar
económicamente debemos pedirle a Dios la sabiduría para que las riquezas no nos
alejen de Él. Si vemos en la una de las cartas del apóstol Juan podemos
encontrar el deseo genuino del Señor por nuestro total bienestar: “Amado,
yo deseo que tú seas prosperado en todas las cosas, y que tengas salud, así
como prospera tu alma”, (3
Juan 2). Si nos damos cuenta Dios desea que nuestra salud este bien, que
prosperemos en todo lo material, pero no a costa de lo espiritual. Debemos
darle prioridad a nuestra prosperidad espiritual y luchar por ser buenos
mayordomos de todas las cosas que Dios nos otorga de tal forma que, si alguien
tiene la oportunidad de prosperar económicamente, mas que los demás, que sus
riquezas sirvan para ayudar a la obra del Señor y a los mas necesitados, y que
estas no nos alejen de nuestro amado Dios.
que preciosa reflexión, me enamoré! Que Dios lo siga bendiciendo, un fuerte abrazo!
ResponderBorrarHermosa reflexión de la palabra de Dios.
ResponderBorrarLo que no se acaba de comprender que la unica y verdadera riqueza es Dios mismo, verdadera fuente de vida asi como la trinidad (padre, hijo ,espiritu santo). Solo asi puede comprenderse el total desprendimiento material de Jesus solamente posible por poseer el Santo Espiritu reflejo del Padre.
ResponderBorrarGracias por la reflexion del evangelio de mañana
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