“El
siguiente día, grandes multitudes que habían venido a la fiesta, al oír que
Jesús venía a Jerusalén, tomaron ramas de palmera y salieron a recibirle, y
clamaban: ¡Hosanna! ¡Bendito el que viene en el nombre del Señor, el Rey de
Israel! Y halló Jesús un asnillo, y montó sobre él, como está escrito: No temas,
hija de Sion; He aquí tu Rey viene, montado sobre un pollino de asna. Estas
cosas no las entendieron sus discípulos al principio; pero cuando Jesús fue
glorificado, entonces se acordaron de que estas cosas estaban escritas acerca
de él, y de que se las habían hecho. Y daba testimonio la gente que estaba con
él cuando llamó a Lázaro del sepulcro, y le resucitó de los muertos. Por lo
cual también había venido la gente a recibirle, porque había oído que él había
hecho esta señal. Pero los fariseos dijeron entre sí: Ya veis que no conseguís
nada. Mirad, el mundo se va tras él”.
Juan 12:12-19
INTRODUCCIÓN
Hemos
llegado a lo que podemos llamar el lumbral de la última semana de Jesús, la
entrada triunfal, la cual también los evangelios sinópticos relatan. A partir
de este momento Juan nos comenzara a narrar los acontecimientos que ocurrieron
en la última semana de Jesús hasta llegar al capítulo 20 donde veremos su
resurrección. Algunos han llamado esta última semana como la semana de la
pasión de Cristo, sin embargo, como sea nos introducimos a sus últimos días
sobre esta tierra. Su obra redentora esta próxima a ocurrir, su victoria final
está a punto de ocurrir y hoy vemos el inicio de ella con su entrada triunfal a
Jerusalén. Esta entrada quedo tan grabada en la mente de sus discípulos que
aparece en los cuatro evangelistas, sin embargo, cada uno cuenta detalles
diferentes que al unirlas podemos aprender mucho de ellas. Por ejemplo, Mateo,
Marcos y Lucas narran la instrucción de Jesús a dos de sus discípulos de ir a
la ciudad a desatar un pollino de asna y traérselo, Juan no lo presenta: “diciendo: Id a la
aldea de enfrente, y al entrar en ella hallaréis un pollino atado, en el cual
ningún hombre ha montado jamás; desatadlo, y traedlo. Y si alguien os preguntare:
¿Por qué lo desatáis? le responderéis así: Porque el Señor lo necesita”,
(Lucas 19:30). Y Mateo solo presenta que los discípulos obedecieron la
instrucción de su Maestro pero no la parte donde de los dueños les preguntan a
los discípulos por qué desatan al animal, algo que Marcos y Lucas si hacen: “Fueron los que
habían sido enviados, y hallaron como les dijo. Y cuando desataban el pollino,
sus dueños les dijeron: ¿Por qué desatáis el pollino? Ellos dijeron: Porque el
Señor lo necesita”, (Lucas 19:32-34). Mateo nos aclara que este
acontecimiento es un cumplimiento profético de Zacarías: “Todo esto aconteció para que se cumpliese lo
dicho por el profeta, cuando dijo: Decid a la hija de Sion: He aquí, tu Rey
viene a ti, manso, y sentado sobre una asna, sobre un pollino, hijo de animal
de carga”, (Mateo 21:4-5), y Juan hace los mismo: como está escrito:
No temas, hija de Sion; He aquí tu Rey viene, montado sobre un pollino de asna.
Mateo, Marcos y Lucas nos dicen que echaros sus mantos al suelo para que Jesús
pasara montado en el pollino de asna sobre ellas, y Mateo y Marcos agregan que
también cortaron ramas: “Y trajeron el pollino a Jesús, y echaron sobre él sus
mantos, y se sentó sobre él. También muchos tendían sus mantos por el camino, y
otros cortaban ramas de los árboles, y las tendían por el camino”,
(Marcos 11:7-8), mientras que Juan nos aclara que eran ramas de palmeras: El siguiente día,
grandes multitudes que habían venido a la fiesta, al oír que Jesús venía a
Jerusalén, tomaron ramas de palmera y salieron a recibirle. En todos
los evangelios se registra el cantico de júbilo de las personas, solo que con
leves diferencias, por ejemplo, en Mateo leemos: “¡Hosanna al Hijo de David! ¡Bendito el que
viene en el nombre del Señor! ¡Hosanna en las alturas!”, (Mateo
21:19). En Marcos dice: “¡Hosanna! ¡Bendito el que viene en el nombre del Señor!”,
(Marcos 11:9). En Lucas dice: “¡Bendito el rey que viene en el nombre del Señor; paz en el
cielo, y gloria en las alturas!”, (Lucas 19:38). Y aquí en Juan se
lee: ¡Hosanna!
¡Bendito el que viene en el nombre del Señor, el Rey de Israel! En
Lucas encontramos la reprensión de los fariseos a Jesús: “Entonces algunos de los fariseos de entre la
multitud le dijeron: Maestro, reprende a tus discípulos. El, respondiendo, les
dijo: Os digo que si éstos callaran, las piedras clamarían”, (Lucas
19:39-40). Juan nos habla de la frustración de los fariseos: Pero los fariseos
dijeron entre sí: Ya veis que no conseguís nada. Mirad, el mundo se va tras él.
Solo en Lucas se lee la lamentación que Jesús hace por Jerusalén la cual no
supo entender que había llegado el momento que tanto estaban esperando: “Y cuando llegó
cerca de la ciudad, al verla, lloró sobre ella, diciendo: ¡Oh, si también tú
conocieses, a lo menos en este tu día, lo que es para tu paz! Mas ahora está
encubierto de tus ojos. Porque vendrán días sobre ti, cuando tus enemigos te
rodearán con vallado, y te sitiarán, y por todas partes te estrecharán, y te
derribarán a tierra, y a tus hijos dentro de ti, y no dejarán en ti piedra
sobre piedra, por cuanto no conociste el tiempo de tu visitación”,
(Lucas 19:41-44). Y así podemos seguir encontrando más diferencias que nos
agregan detalles de esta maravillosa historia bíblica. Nosotros nos enfocaremos
en considerar la enseñanza que este pasaje tiene según el relato del apóstol
Juan.
La Entrada Triunfal |
LA ENTRADA TRIUNFAL DE JESÚS
“El
siguiente día, grandes multitudes que habían venido a la fiesta, al oír que
Jesús venía a Jerusalén, tomaron ramas de palmera y salieron a recibirle, y
clamaban: ¡Hosanna! ¡Bendito el que viene en el nombre del Señor, el Rey de
Israel! Y halló Jesús un asnillo, y montó sobre él, como está escrito: No
temas, hija de Sion; He aquí tu Rey viene, montado sobre un pollino de asna”.
Juan 12:12-15
Juan
nos conecta con los acontecimientos antes vistos al decirnos: El siguiente día.
Después de su cena en Betania y del complot que los líderes religiosos habían
planeado para matar a Lázaro, ya que este era un testimonio vivo del poder de
Cristo, Jesús hace su entrada triunfal a Jerusalén. A partir de este momento
comienza la última semana de Jesús, este entra en Jerusalén y se nos dice que
grandes multitudes que habían venido a la fiesta lo seguían: El siguiente día,
grandes multitudes que habían venido a la fiesta, al oír que Jesús venía a
Jerusalén. Esta fiesta que el apóstol Juan señala es la de la
pascua, una de las festividades más importantes de los judíos donde muchos que
vivían en el extranjero peregrinaban para esta época solo para estar en la fiesta,
de tal forma que la cantidad de personas en Jerusalén para esta época casi
doblaba su número actual, y es más, en cierta ocasión, aunque quizás un tanto
exagerado, el historiador judío, Josefo, llego a estimar la cantidad de
personas en una de estas fiestas diciendo que la multitud llegaría a 2,700, 000
durante la celebración de la Pascua. Por tanto, no era de admirarse que grandes
multitudes que habían venido a la fiesta de la pascua lo siguieran, y estas
clamaban: ¡Hosanna!
¡Bendito el que viene en el nombre del Señor, el Rey de Israel! La
palabra Hosanna es de origen hebreo y literalmente significa: “¡o sálvame Rey!”, como una expresión
de pedir auxilio, parecido a algunas expresiones parecidas en el Antiguo
Testamento, por ejemplo lo vemos cuando una mujer llego ante el rey David
pidiendo ayuda, aunque solo actuaba por influencia de Joab: “Entró, pues,
aquella mujer de Tecoa al rey, y postrándose en tierra sobre su rostro, hizo
reverencia, y dijo: ¡Socorro, oh rey!”,
(2 Samuel 14:4). O la expresión de socorro que una mujer dirigió al rey de
Israel pidiéndole ayuda para escapar de la muerte al estar sitiados por el
ejército sirio: “Y
pasando el rey de Israel por el muro, una mujer le gritó, y dijo: Salva, rey señor mío”,
(2 Reyes 6:26). Sin embargo, estas expresiones derivan de otras palabras
hebreas que son yassa adóm melek (יָשַׁע אָדוֹן מֶלֶךְ). Y
en el libro de los Salmos estas palabras son utilizadas nuevamente para
expresar un cántico donde se le pide ayuda a Dios para ser liberados de sus
enemigos: “Oh Jehová, sálvanos ahora, te
ruego”, (Salmo 118:25). Luego, con el tiempo comenzó a utilizarse la
palabra aramea equivalente yassa, y así se utilizaba yassi-a-na, y después del cautiverio en
babilonia, 70 años después de este, cuando los judíos comenzaron a regresar a
su nación, estos decidieron volver a celebrar sus fiestas, siendo la primera de
las fiestas en celebrar, la fiesta de los tabernáculos, según se observa en
Nehemías: “Y
hallaron escrito en la ley que Jehová había mandado por mano de Moisés, que
habitasen los hijos de Israel en tabernáculos en la fiesta solemne del mes
séptimo; y que hiciesen saber, y pasar pregón por todas sus ciudades y por
Jerusalén, diciendo: Salid al monte, y traed ramas de olivo, de olivo
silvestre, de arrayán, de palmeras y de todo árbol frondoso, para hacer
tabernáculos, como está escrito. Salió, pues, el pueblo, y trajeron ramas e
hicieron tabernáculos, cada uno sobre su terrado, en sus patios, en los patios
de la casa de Dios, en la plaza de la puerta de las Aguas, y en la plaza de la
puerta de Efraín. Y toda la congregación que volvió de la cautividad hizo
tabernáculos, y en tabernáculos habitó; porque desde los días de Josué hijo de
Nun hasta aquel día, no habían hecho así los hijos de Israel. Y hubo alegría
muy grande. Y leyó Esdras en el libro de la ley de Dios cada día, desde el
primer día hasta el último; e hicieron la fiesta solemne por siete días, y el
octavo día fue de solemne asamblea, según el rito”, (Nehemías 8:14-18). Se cree que a partir de aquí se comenzó
a cantar el Salmo 118:25 introduciéndole la palabra hosanna que es la
equivalente en griego: “Te rogamos, oh Señor, hosanna (sálvanos ahora); te rogamos,
oh Señor, prospéranos ahora”, (Salmo 118:25). De tal forma que
cuando la gente gritaba: ¡Hosanna! ¡Bendito el que viene en el nombre del Señor, el
Rey de Israel!, estaba diciendo: ¡sálvanos
ahora! ¡Bendito el que viene en el nombre de Dios, el Rey de Israel! En
otras palabras, estaban declarando que Jesús era el Mesías que venía a
liberarlos que la opresión romana y obviamente solo estaban esperando que Jesús
les diera la señal para unirse a la rebelión. A parte de esto Juan nos dice que
esto era el cumplimiento de una de las profecías tocantes al Mesías: Y halló Jesús un
asnillo, y montó sobre él, como está escrito: No temas, hija de Sion; He aquí
tu Rey viene, montado sobre un pollino de asna. Esta es una profecía
de Zacarías que declaraba que el Mesías habría de entrar en Jerusalén en un
pollino de asna: “Alégrate
mucho, hija de Sion; da voces de júbilo, hija de Jerusalén; he aquí tu rey
vendrá a ti, justo y salvador, humilde, y cabalgando sobre un asno, sobre un
pollino hijo de asna”, (Zacarías 9:9).
LA GENTE NO ENTIENDE LO QUE REALMENTE ESTABA PASANDO
“Estas
cosas no las entendieron sus discípulos al principio; pero cuando Jesús fue
glorificado, entonces se acordaron de que estas cosas estaban escritas acerca
de él, y de que se las habían hecho. Y daba testimonio la gente que estaba con
él cuando llamó a Lázaro del sepulcro, y le resucitó de los muertos. Por lo
cual también había venido la gente a recibirle, porque había oído que él había
hecho esta señal. Pero los fariseos dijeron entre sí: Ya veis que no conseguís
nada. Mirad, el mundo se va tras él”.
Juan 12:16-19
Aquel
día Jesús entro a Jerusalén pero muchos no entendieron lo que estaba pasado.
Sus discípulos no entendían que lo que estaba ocurriendo era el cumplimiento de
una de las profecías tocantes a la primera venida del Mesías, Zacarías 9:9: Estas cosas no las
entendieron sus discípulos al principio; pero cuando Jesús fue glorificado,
entonces se acordaron de que estas cosas estaban escritas acerca de él, y de
que se las habían hecho. Que triste es cuando los cristianos no
entendemos las cosas espirituales por nuestra falta de conocimiento en su
palabra, no olvidemos que con la ayuda del Espíritu Santo podemos llegar a
conocer todo aquello que es tocante a nuestro Señor y nuestra salvación. Pero
no solo esto pasaba, sino también estaba allí mucha gente eufórica gritando: ¡sálvanos ahora! ¡Bendito el que viene en el
nombre de Dios, el Rey de Israel!, y lo hacían no porque querían sujetarse
a Jesús, sino porque creían que el Señor estaba allí para guiarlos en una
rebelión final en contra del imperio romano, ya que habían mal interpretado las
señales de poder que Jesús había realizado: Y daba testimonio la gente que estaba con él cuando llamó a
Lázaro del sepulcro, y le resucitó de los muertos. Por lo cual también había
venido la gente a recibirle, porque había oído que él había hecho esta señal.
Muchos estaban allí por la señal que Jesús había realizado, creían que con este
poder se podía derrocar a los romanos, otros quizás habían llegado por
curiosidad, porque habían oído que se había resucitado a un muerto, como sea,
el propósito de la señal era confirmar las palabras de paz y gozo que Jesús
anunciaba, y no alentar a los hombre a levantarse en una rebelión militar.
Muchos creían que el respaldo que Jesús tenia de su Padre era una oportunidad
para derrocar a sus conquistadores romanos, pero lo cierto es que Cristo antes
de liberarlos de una opresión política quería liberarlos de la esclavitud de su
pecado. Si realmente estas personas hubiesen escuchado el mensaje de Cristo
hubieran entendido el mensaje de gozo y paz del evangelio, las buenas nuevas de
salvación por medio de la fe en Jesús. Jesús no estaba allí para iniciar una
rebelión, es más, había llegado en completa paz. En la antigüedad los reyes y
generales solían entrar en las ciudades montados en caballos blancos como
símbolo de conquista y victoria, así lo vemos en Apocalipsis donde vemos que el
anticristo viene montado en su caballo blanco para conquistar este mundo
durante los primeros años de gran tribulación: “Y miré, y he aquí un caballo blanco; y el que
lo montaba tenía un arco; y le fue dada una corona, y salió venciendo, y para
vencer”, (Apocalipsis 6:2). O cuando vendrá Jesús en su segunda
venida: “Entonces
vi el cielo abierto; y he aquí un caballo blanco, y el que lo montaba se
llamaba Fiel y Verdadero, y con justicia juzga y pelea”,
(Apocalipsis 19:11). El asno era un animal muy usado en los tiempos antiguos de
Israel, por ejemplo, vemos que la hija de Caleb usaba uno: “Y aconteció que cuando la llevaba, él la persuadió que pidiese a su padre
tierras para labrar. Ella entonces se
bajó del asno. Y Caleb le dijo: ¿Qué tienes? Y ella respondió: Concédeme un
don; puesto que me has dado tierra del
Neguev, dame también fuentes de
aguas. El entonces le dio las fuentes de
arriba, y las de abajo”,
(Josué 15:18-19). También vemos que aquel levita a quien le mataron su concubina los hijos de Benjamín usaba un asno: “Él le dijo: Levántate, y vámonos; pero ella no
respondió. Entonces la levantó el varón, y echándola sobre su asno, se levantó
y se fue a su lugar”, (Jueces 19:28). También Abigail usaba uno
cuando fue al encuentro de David con el fin de persuadirlo de su decisión de
tomar venganza en contra de Nabal: “Y cuando Abigail vio a David, se bajó prontamente del asno,
y postrándose sobre su rostro delante de David, se inclinó a tierra”,
(1 Samuel 25:23). También vemos que aquel viejo profeta que habitaba en Betel
uso un asno para ir en búsqueda de aquel profeta de Judá que profetizo en
contra del pecado de Jeroboam: “Y él dijo a sus hijos: Ensilladme el asno. Y ellos le
ensillaron el asno, y él lo montó”, (1 Reyes 13:13). Por tanto,
podemos ver como el asno era un animal usado en palestina, pero nunca un
general o rey que iba a la guerra o venia victoriosa de ella entraba en la
ciudad montando uno, sin embargo, allí venia el Rey de reyes, humilde, montando
un pollino de asna, es decir, un asno joven al cual nadie había montado antes,
y esto era así porque nuestro Señor venía a no a derramar sangre y desatar una
guerra, sino a derramar su propia sangre para remisión de nuestros pecados.
Estas personas no entendían estas razones, sino gritaban y alentaban a Jesús
para sus propios deseos. Otros por el contrario estaban molestos con la llegada
de Jesús a Jerusalén y de manera sarcástica se quejaban el uno con el otro de
no haberlo podido impedir porque ahora peligraba que la gente creyera en Él: Pero los fariseos
dijeron entre sí: Ya veis que no conseguís nada. Mirad, el mundo se va tras él.
La versión de la Biblia lo parafrasea muy bien este versículo: “Entonces los
fariseos se decían entre sí: Miren, nuestro plan no está logrando nada. ¡Todo
el mundo lo sigue!”, (Juan 12:19, PDT). Los fariseos habían estado
planeando deshacerse de Lázaro, porque su vida era un testimonio vivo del poder
de Cristo, pero ahora todos sus planes se habían venido abajo, porque esta
gente estaba allí siguiendo a Jesús y declarándolo Mesías, lamentablemente esta
palabras eran vacías porque al no ver a Jesús actuar de acuerdo a sus creencias
y demandas, pronto, al final de esa misma semana estarían gritando: “¡Crucifícale,
crucifícale!”, (Lucas 23:21).
Aquel domingo Jesús había hecho su
entrada triunfal en Jerusalén, pero muchos no se dieron cuenta de lo que allí
estaba pasando, ya que el verdadero Mesías estaba entrando por la gran ciudad,
una de las profecías mesiánicas tan ansiadas por los judíos se cumplía en sus
propias narices y no se dieron cuenta de eso. Los discípulos de Jesús no
comprendieron sino hasta después de su muerte, los judíos que habían venido
para participar de la pascua pensaban que era su “mesías”, no el que testifican
las Escrituras, sino aquel que ellos deseaban que fuera, un líder militar que
los guiara a la victoria, los habitantes de Jerusalén que oyeron la gritería
preguntaron por Él, pero igual no lo conocieron y es más los menospreciaron
porque venía de Nazaret: “Cuando entró él en Jerusalén, toda la ciudad se conmovió,
diciendo: ¿Quién es éste? Y la gente decía: Este es Jesús el profeta, de
Nazaret de Galilea”, (Mateo 21:10-11), y por eso, nuestro Señor hizo
lamentación sobre Jerusalén, una ciudad que cada año esperaba que se cumpliera
el tiempo de la profecía de Zacarías 9:9, donde muchos judíos solían criar
pollinos de asnos, con la esperanza que ese año que el Mesías entras por la
ciudad tomase uno; pero estaban cegados por sus prejuicios y conceptos
religiosos y militares, por ello no conocieron el tiempo de su visitación,
Cristo paso por allí y ellos no lo reconocieron, por ello Jesús hizo gran
lamentación sobre esta ciudad que vería tiempos difíciles y su propio fin por
no haber aprovechado la oportunidad que se les presento: “Y cuando llegó cerca de la ciudad, al verla,
lloró sobre ella, diciendo: ¡Oh, si también tú conocieses, a lo menos en este
tu día, lo que es para tu paz! Mas ahora está encubierto de tus ojos. Porque
vendrán días sobre ti, cuando tus enemigos te rodearán con vallado, y te
sitiarán, y por todas partes te estrecharán, y te derribarán a tierra, y a tus
hijos dentro de ti, y no dejarán en ti piedra sobre piedra, por cuanto no
conociste el tiempo de tu visitación”, (Lucas 19:41-44). Quiera Dios
que nosotros no seamos como estos, que no supieron reconocer el tiempo en el
que el verdadero Mesías los visito, hoy el evangelio se predica y debemos creer
en Cristo para que podamos aprovechar el tiempo de nuestra visitación y no nos
quedemos fuera como estos que no aprovecharon su oportunidad.
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