“Sus discípulos, oyendo esto, se asombraron
en gran manera, diciendo: ¿Quién, pues, podrá ser salvo? Y mirándolos Jesús,
les dijo: Para los hombres esto es imposible; más para Dios todo es posible”.
Mateo 19:25-26
INTRODUCCIÓN
Cada vez más nos acercamos al final del
capítulo 19 del evangelio según Mateo y las discusiones continúan en función
del joven rico que busco a Jesús para preguntarle que tenía que hacer para
heredar la vida eterna. Ya vimos como este joven se presentó delante de Jesús
con esta pregunta y este era un hombre que creía que desde su niñez había
guardado los mandamientos; sin embargo, nuestro Señor le mostró que no era así,
porque en su corazón existía un amor desmedido hacia las riquezas que hacían
que estas tomaran el lugar de Dios. Jesús lo retó a abandonar lo que más amaba
para seguirlo, pero este triste, se fue. Sus discípulos al ver todo esto se
asombraron porque preguntaron: ¿Quién, pues, podrá ser salvo?, y en función de esta pregunta
desarrollaremos el estudio de hoy.
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¿Quién, pues, podrá ser salvo? |
LO DIFÍCIL QUE ES QUE EL HOMBRE SE SALVE DESDE LA PERSPECTIVA HUMANA
“Sus
discípulos, oyendo esto, se asombraron en gran manera, diciendo: ¿Quién, pues,
podrá ser salvo?”.
Mateo
19:25
La situación era la siguiente: Un hombre
había llegado delante de Jesús para hacerle quizás la pregunta más importante
de toda nuestra vida y que determinara nuestra eternidad: “¿qué
bien haré para tener la vida eterna?”, (Mateo 19:16). Este hombre era un judío que desde
niño había sido instruido en la ley de Dios, desde su niñez creía que había
vivido en sus mandamientos y por ello también creía que tenía derecho de
heredar la vida eterna; pero no era así, sino había un pecado que amaba
demasiado y no estaba dispuesto a renunciar a él. Este pecado era su amor a las
riquezas, las cuales no estaba dispuesto a dejarlas para seguir a Cristo. Por
ello Jesús dijo: “De cierto os digo, que difícilmente entrará un rico
en el reino de los cielos. Otra vez os digo, que es más fácil pasar un camello
por el ojo de una aguja, que entrar un rico en el reino de Dios”, (Mateo 19:23-24). Cuando oyeron estos
los discípulos de Jesús, Mateo nos registra su reacción: Sus
discípulos, oyendo esto, se asombraron en gran manera, diciendo: ¿Quién, pues,
podrá ser salvo? Aunque los
discípulos no eran hombres ricos, pero ellos sabían que no necesariamente el
pecado podría ser el amar las riquezas, sino existen tantas cosas que nos
pueden alejar de Dios y donde el hombre puede estar esclavizado a tal punto que
a través de las fuerzas humanas es imposibles abandonarlas para seguir a
Cristo, de allí que ellos exclamaron: ¿Quién, pues, podrá ser salvo? Si por un momento pensamos en la
naturaleza humana, nos daremos cuenta que nuestra naturaleza pecaminosa muchas
veces gobierna nuestra vida a tal punto que se vuelve imposible pensar que un
hombre pueda abandonar sus pecados, y si es así, realmente no hay nadie capaz
de salvarse a sí mismo. La misma Biblia nos enseña que desde que el hombre
nace, aun desde el mismo vientre de su madre se revela en contra de Dios: “Se
apartaron los impíos desde la matriz; se descarriaron hablando mentira desde
que nacieron”, (Salmo 58:3). Y
su naturaleza es contraria a la voluntad de Dios a tal punto que el hombre es
visto espiritualmente como una podrida llaga: “¿Por qué querréis ser castigados aún?
¿Todavía os rebelaréis? Toda cabeza está enferma, y todo corazón doliente.
Desde la planta del pie hasta la cabeza no hay en él cosa sana, sino herida,
hinchazón y podrida llaga; no están curadas, ni vendadas, ni suavizadas con
aceite”, (Isaías 1:5-6). Con estas duras palabras
se describe la condición pecadora del hombre y esto lo destituye de la gloria
de Dios: “Por cuanto todos pecaron, y están destituidos de la gloria
de Dios”, (Romanos 3:23). Si esto es así,
entonces, ¿quién podrá salvarse?
PARA DIOS NO ES IMPOSIBLE QUE EL HOMBRE SE SALVE
“Y
mirándolos Jesús, les dijo: Para los hombres esto es imposible; más para Dios
todo es posible”.
Mateo
19:26
En otras palabras los discípulos dicen: ¿si
al hombre le es imposible dejar sus pecados para seguir a Cristo y salvarse a
sí mismo?, entonces, ¿quién podrá ser salvo? No obstante, Jesús les respondió: Para los
hombres esto es imposible; más para Dios todo es posible. Lo cierto es que la salvación del hombre
es un verdadero milagro, un hecho sobrenatural de Dios en el cual interviene
transformándolo y otorgándole una nueva naturaleza que lo capacita para
responder a su mensaje, abandone sus pecados y le siga; pero esto es una
intervención divina. En 2 Reyes encontramos un pasaje que de alguna manera nos
ilustra esto que estamos diciendo: “Después de esto aconteció que Ben-adad rey
de Siria reunió todo su ejército, y subió y sitió a Samaria. Y hubo gran hambre
en Samaria, a consecuencia de aquel sitio; tanto que la cabeza de un asno se
vendía por ochenta piezas de plata, y la cuarta parte de un cab de estiércol de
palomas por cinco piezas de plata. Y pasando el rey de Israel por el muro, una mujer le gritó, y dijo: Salva, rey
señor mío. Y él dijo: Si no te salva Jehová, ¿de dónde te puedo salvar yo?
¿Del granero, o del lagar?”, (2
Reyes 6:24-27). Israel estaba sitiada, la comida escaseaba y el hambre
amenazaba sus vidas, pero cuando la mujer vio al rey le grito diciendo: una
mujer le gritó, y dijo: Salva, rey señor mío; pero el rey le respondió una verdad que se aplica a
nuestra realidad espiritual: Si no te salva Jehová, ¿de dónde te puedo
salvar yo? El rey le decía que si Dios no la
salvaba, mucho menos él, un ser mortal y limitado que también necesita ser
salvado la podrá salvar. De igual forma, no hay religión u hombre de esta
tierra que pueda salvarnos, sino el único que puede salvarnos es Cristo: “Y en
ningún otro hay salvación; porque no hay otro nombre bajo el cielo, dado a los
hombres, en que podamos ser salvos”, (Hechos 4:12). Esta es la verdad que debemos
aceptar. El hombre no se puede salvar a sí mismo, por sus propias fuerzas jamás
logrará abandonar sus pecados para seguir a Cristo, sin embargo, lo que tiene
que hacer es correr a Cristo, hacerlo el Señor de su vida para que Él le de la
fuerza para que las cadenas de esclavitud que le impide dejar su pecado sean
rotas y así pueda vivir para Dios recibiendo por fe la vida eterna.
¿SE SALVÓ ESTE JOVEN RICO?
¿Se salvó este joven rico? Difícil seria
afirmar o no algo al respecto ya que la Biblia realmente guarda silencio y no
dice nada mas de este joven y lo último que de él registra es cuando se retira
triste ante la petición de Jesús de abandonar todas sus riquezas y seguirlo: “Oyendo
el joven esta palabra, se fue triste, porque tenía muchas posesiones”, (Mateo 19:22). Sin embargo, Ray C.
Stedman, un teólogo y autor cristiano en su obra: “Vida de Jesucristo”, basado
en el evangelio según Marcos, nos hace un comentario bastante interesante, que
al final es una suposición, pero creemos que es una bonita y edificante
suposición. Si consideramos la forma de como desarrolla esta suposición, él
hace referencia a un evento que paso cuando Jesús fue arrestado, y es la del
joven que seguía a Jesús cuando fue arrestado y solo estaba cubierto con una
sábana: “Pero cierto joven le seguía, cubierto el cuerpo con
una sábana; y le prendieron; más él, dejando la sábana, huyó desnudo”, (Marcos 14:51-52). Ahora bien, lo
curioso es que esta historia no se encuentran en Mateo y Lucas, solo Marcos lo
registra, pero ¿por qué? Bueno muchos comentaristas bíblicos dicen que este
acontecimiento tan privado es relatado solamente por Marcos porque ese joven
era Marcos. Ahora, bien, si este joven que seguía a Jesús cubierto su cuerpo
solo de una sábana era Marcos, ¿por qué le seguía en esta forma? ¿Por qué no
estaba vestido? Bueno hay un par de hipótesis al respeto, pero hoy queremos
considerar la de Ray C. Stedman. Según Stedman, Marcos se encontraba en esta
condición porque él era aquel joven rico que hemos estado considerando en
nuestro estudio y que después de meditado en las palabras de Jesús decidió
abandonar todas sus riquezas para segur a Jesús y esa noche estaba allí para
decirle a su Maestro que finalmente había obedecido su palabra y estaba allí
sin nada más que con su compromiso de seguirlo. Pero, ¿por qué Stedman afirma
semejante cosa? Bueno, se basa en un detalle de esta historia del joven rico
que se resalta en Marcos y no en los otros dos evangelios sinópticos. Se trata del
hecho de que Jesús amó a este joven, y esto solo se resalta en Marcos y no en
los otros evangelios: “El entonces, respondiendo, le dijo:
Maestro, todo esto lo he guardado desde mi juventud. Entonces Jesús, mirándole, le amó, y le dijo: Una cosa te falta:
anda, vende todo lo que tienes, y dalo a los pobres, y tendrás tesoro en el
cielo; y ven, sígueme, tomando tu cruz”, (Marcos 10:20-21). ¿Por qué Marcos afirma que Jesús
al mirar a este joven le amó? Bueno, dice Stedman que posiblemente este joven
era Marcos y cuando le hizo esta pregunta vio la mirada amorosa que Jesús le hizo,
y por eso al escribir esta historia quiso resaltar este hecho porque realmente
él sintió esa mirada de amor. Ahora bien, Juan Marcos, el autor del evangelio
según Marcos, provenía de una familia rica, ya que en Hechos vemos que los
discípulos se habían reunido en la casa de su madre, y según se ve era una casa
muy grande lo cual nos sugiere su posición económica: “Y
habiendo considerado esto, llegó a casa de María la madre de Juan, el que tenía
por sobrenombre Marcos, donde muchos estaban reunidos orando”, (Hechos 12:12).
Entonces,
si esta historia es real, eso significa que aquel joven rico era Juan Marcos,
el cual al principio no tuvo el valor de renunciar a todas sus riquezas y
seguir a Jesús, pero después de un tiempo reflexiono y abandonando todas sus
riquezas decidió seguir a su Maestro con tan solo una sábana que cubría su
cuerpo, en total pobreza, pero eso día prendieron a Jesús y lo llevaron a
Sanedrín donde seria juzgado y llevado a los romanos para matarlo. Sin embargo,
después de la muerte de Jesús se convirtió en un seguidor de Cristo y acompaño
a Pablo y Bernabé en su primer viaje misionero: “Y Bernabé y Saulo, cumplido su servicio,
volvieron de Jerusalén, llevando también consigo a Juan, el que tenía por
sobrenombre Marcos”,
(Hechos 12:25). Lamentablemente, al principio no era muy constante en sus
acciones y los abandono y cuando quiso reincorporarse Pablo estuvo en
desacuerdo lo cual provoco que Bernabé se apartara de él llevándose a Marcos
como su discípulo: “Después de algunos días, Pablo dijo a
Bernabé: Volvamos a visitar a los hermanos en todas las ciudades en que hemos
anunciado la palabra del Señor, para ver cómo están. Y Bernabé quería que
llevasen consigo a Juan, el que tenía por sobrenombre Marcos; pero a Pablo no le
parecía bien llevar consigo al que se había apartado de ellos desde Panfilia, y
no había ido con ellos a la obra. Y hubo tal desacuerdo entre ellos, que se
separaron el uno del otro; Bernabé, tomando a Marcos, navegó a Chipre”, (Hechos 15:36-39). Esta experiencia
debió haberle ayudado a madurar espiritualmente y con el tiempo se convirtió en
discípulo de Pedro: “La iglesia que está en Babilonia, elegida
juntamente con vosotros, y Marcos mi hijo, os saludan”, (1 Pedro 5:13). Y aun Pablo llego a
confiar en él: “Aristarco, mi compañero de prisiones, os saluda, y
Marcos el sobrino de Bernabé, acerca del cual habéis recibido mandamientos; si
fuere a vosotros, recibidle”,
(Colosenses 4:10). Y con la ayuda de Pedro escribió el primer evangelio que hoy
lleva su nombre y del cual tomaron referencias Mateo y Lucas al momento de
escribir el de ellos. De esta forma, Stedman nos narra cómo que joven después
de un tiempo renuncio a todas sus riquezas y decidió seguir a Jesús.
A
lo largo del tiempo esta historia bíblica y en especial el versículo que dice: “Entonces
Jesús, mirándole, le amó, y le dijo: Una cosa te falta: anda, vende todo lo que
tienes, y dalo a los pobres, y tendrás tesoro en el cielo; y ven, sígueme,
tomando tu cruz”, (Marcos 10:21),
ha impactado muchas vidas. por ejemplo, un hombre rico de época de la iglesia
imperial abandono todas sus riquezas y se retiró al desierto buscando estar
cerca de Dios y lejos de la contaminación que había corrompido el clero de su
tiempo, este hombre se conoció como Antonio el ermitaño, siendo un precursor de
lo que llegaría ser la vida monástica. También, Pedro Valdo, el cual se
estableció en Lyon, Francia, por el año 1152, llego a tener muchas riquezas
gracias a su vida como comerciante, pero un día buscando el camino para
acercarse a Dios recibió el consejo de un sacerdote que le cito el mismo
versículos de Marcos 10:21, y este obedeciéndolo renuncio a todas sus riquezas,
y parte de ella la utilizo para hacer volúmenes de la Biblia la cual enseñaba y
predicaba, rápidamente se separó de la iglesia católica la cual lo persiguió
por su obra de predicar el evangelio a la gente sencilla. Su vida y ministerio
impacto tanto que rápidamente muchos que lo oyeron se convirtieron al evangelio
y abandonaron a la iglesia católica, convirtiéndose un uno de los grupos más
importantes de esta época que se conoció con el nombre de los valdenses. Ahora
bien, a lo mejor el deseo de Dios quizás no es que nos entreguemos a una vida
de extrema pobreza como hicieron los monjes en los santuarios monásticos,
quizás no todos recibirán un llamamiento como el de Pedro Valdo, y quizás no
podríamos asegurar que la hipótesis de Ray C. Stedman es cierta y que Marcos
era aquel joven que finalmente abandono todas sus riquezas para seguir a Cristo
y convertirse en un gran servidor. Pero lo que si podemos asegurar es que esta historia
nos enseña que para seguir a Cristo debemos abandonar nuestros pecado y por fe
entregarnos a una nueva vida.
Bendiciones....
ResponderBorrarDe mucha bendición. Muchas gracias 😇
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