“Pablo y Timoteo, siervos de Jesucristo, a todos los santos en
Cristo Jesús que están en Filipos, con los obispos y diáconos: Gracia y paz a
vosotros, de Dios nuestro Padre y del Señor Jesucristo”.
Filipenses 1:1-2
INTRODUCCIÓN
En los primeros dos versículos de
Filipenses encontramos el tradicional saludo introductorio de Pablo a la
iglesia y en este caso saluda a la iglesia de Filipos, iglesia que fundo
durante su segundo viaje misionero como ya lo vimos: “Zarpando, pues, de Troas, vinimos con rumbo directo a Samotracia, y el
día siguiente a Neápolis; y de allí a Filipos, que es la primera ciudad de la
provincia de Macedonia, y una colonia; y estuvimos en aquella ciudad algunos
días”, (Hechos 16:11-12). A lo largo de la carta vamos a ver como se
desprende un sentimiento de verdadera amistad entre el apóstol y los miembros
de dicha iglesia, por ahora consideremos lo que podemos aprender de esta
maravillosa carta que el Espíritu Santo le inspiró a escribir.
LOS REMITENTES DE LA CARTA
“Pablo y Timoteo, siervos de Jesucristo…”
Filipenses 1:1
La carta inicia presentándonos los
remitentes, es decir, quiénes son sus autores y los que la envían: Pablo y Timoteo, siervos de Jesucristo. Aquí tenemos a Pablo, el apóstol
que fundo la iglesia de Filipo y su discípulo fiel, Timoteo, estos se
identifican a si mismos como “siervos de Jesucristo”.
Curiosamente Pablo no se presenta como apóstol, tal y como lo hace en otras
cartas, sino como un siervo de Jesucristo. La palabra siervo se traduce del
griego doulos (δου̂λος), la cual
literalmente significa esclavo y un esclavo era una persona totalmente privada
de libertad y de todos sus derechos que formaba parte de la clase social más
baja y menospreciable de su época. De allí, que nadie quería llamarse a sí
mismo esclavo, porque era un título que hacía a su poseedor despreciable; pero
los cristianos del primer siglo no lo vieron así, sino tomaron para sí mismo
este título, porque eso eran precisamente, esclavo del Señor Jesús, ya no se
pertenecían a sí mismos, ya no eran dueños de su propia voluntad, sino estaban
sujetos a Cristo. Por tanto, este título que era despreciable en esta época
cobra gran valor y honor para los cristianos, siervos de Jesucristo. Así vemos
a Santiago usar ese título para sí mismo: “Santiago,
siervo de Dios y del Señor Jesucristo…”, (Santiago 1:1); Pedro lo
combina con el título de apóstol: “Simón Pedro,
siervo y apóstol de Jesucristo…”, (2 Pedro 1:1); también lo hace
Judas: “Judas, siervo de Jesucristo…”,
(Judas 1). De esta forma, Pablo se introduce a sí mismo y a su joven compañero
y discípulo Timoteo, él no ve la necesidad de llamarse a sí mismo con el título
de apóstol, porque la iglesia a la cual estaba escribiendo lo conocía
perfectamente, su grado de amistad y confianza no lo demandaba y por ello se
consideraba solo un sirvo de Dios. Hoy en día todos deberíamos considerarnos
siervos de Dios en el sentido estricto de la palabra, no buscar ejercer una
autoridad de mando en la iglesia, ni amar ser llamados por algunos títulos que
estén de moda entre las congregaciones como para sentirnos superiores a los
demás, antes, todos somos siervos de Dios y de su pueblo.
LOS DESTINATARIOS DE LA CARTA
“… a todos los santos en Cristo Jesús que están en Filipos, con los
obispos y diáconos…”
Filipenses 1:1
La carta en su primer versículo presenta los destinatarios de esta carta: a todos los santos en Cristo Jesús que están en Filipos, con los obispos y diáconos. De estas palabras podemos resaltar un par de cosas, lo primero es que los miembros de la iglesia en Filipo son llamados santos. La palabra santo se traduce del griego jagios (ἅγιος), la cual a su vez corresponde a su equivalente en hebreo que es qodesh (קידֵשׁ), y en ambos idiomas hacen referencia a algo que ha sido sacado en medio, o algo que ha sido separado y puesto aparte para usos exclusivos de Dios. En este sentido, en el Antiguo Testamento se solían santificar objetos como el Tabernáculo y sus utensilios, algunos días y fiestas eran consideradas santas; pero en el Nuevo Testamento son los cristianos, los lavados con la sangre de Jesucristo los que son santificados en su nueva posición de Cristo Jesús: “En esa voluntad somos santificados mediante la ofrenda del cuerpo de Jesucristo hecha una vez para siempre”, (Hebreos 10:10). Como llamados por Dios, hombres y mujeres convertidos a Cristo, somos santos en función de nuestra nueva posición en Jesucristo, pero, por otro lado, también somos llamados a perfeccionar nuestra santidad a través de desechar toda inmundicia y perseverar en la obediencia a su Palabra y comunión con el Espíritu Santo: “Así que, amados, puesto que tenemos tales promesas, limpiémonos de toda contaminación de carne y de espíritu, perfeccionando la santidad en el temor de Dios”, (2 Corintios 7:1). Lo segundo que podemos resaltar de la parte final de este versículo es la organización que esta iglesia tenía: Obispos y diáconos. Aquí vemos dos tipos de servidores que fungían de diferente manera dentro de la congregación de Filipos, primeramente, nos habla de los obispos, y la palabra obispo se traduce el griego episkopos (ἐπίσκοπος), de donde proviene la palabra episcopal, que hace referencia a una supervisión dentro de la iglesia a través de pastores y ancianos. Era una costumbre de Pablo instituir ancianos u obispos en las iglesias que fundaba con el fin de que estos le ayudasen a cuidar espiritualmente de sus miembros: “Por tanto, mirad por vosotros, y por todo el rebaño en que el Espíritu Santo os ha puesto por obispos, para apacentar la iglesia del Señor, la cual él ganó por su propia sangre”, (Hechos 20:28). Lo otro en este versículo en cuanto a la organización de la iglesia de Filipo son los diáconos. La palabra diacono se traduce del griego diakonos (διάκονος) el cual literalmente significa servidor, y eso es un diacono, un servidor de la congregación. Los diáconos surgieron en la iglesia de Jerusalén con el fin de asistir a las viudas de los griegos y para apoyar a los apóstoles que tenían que enfocarse en la oración y en el ministerio de la palabra: “En aquellos días, como creciera el número de los discípulos, hubo murmuración de los griegos contra los hebreos, de que las viudas de aquéllos eran desatendidas en la distribución diaria. Entonces los doce convocaron a la multitud de los discípulos, y dijeron: No es justo que nosotros dejemos la palabra de Dios, para servir a las mesas. Buscad, pues, hermanos, de entre vosotros a siete varones de buen testimonio, llenos del Espíritu Santo y de sabiduría, a quienes encarguemos de este trabajo. Y nosotros persistiremos en la oración y en el ministerio de la palabra”, (Hechos 6:1-4). Hoy en día, muchas iglesias siguen este modelo de organización, donde se tiene al pastor de la iglesia, el grupo de ancianos que le ayudan en su labor ministerial y los diáconos, que son servidores en medio de toda la congregación.
Si
hablamos un poco de los diferentes tipos de organización en la iglesia, se han
definido al menos tres de ellas. La primera es el gobierno episcopal,
donde un obispo ejerce un gobierno casi autocrático sobre toda la congregación,
muy parecido al modelo que la Iglesia Católica sigue, donde el papa es el líder
principal y todos se rigen a lo que él y sus cardenales dictan. También tenemos
las iglesias ortodoxas orientales cotas y griegas que siguen el modelo
episcopal, así como también lo hicieron las iglesias luteranas, metodistas y
anglicanas en su momento y de igual forma, otras iglesias han decidido elegir
una persona como supervisor nacional de todas ellas quien representa la autoridad
máxima entre ellas, pero no es más que un gobierno episcopal. También tenemos el modelo presbiteriano,
muy parecido al que se definió en la iglesia de Filipo, con un pastor, ancianos
y diáconos, y hasta cierto punto, algo democrático, aunque existe la figura de
un pastor principal que tiene la dirección y visión de la congregación, así hoy
en día muchas iglesias de carácter pentecostés y presbiterianas siguen esta
organización. Luego, tenemos el modelo de gobierno congregacional,
las cuales conciben que la visión de la iglesia y su rumbo debe ser decidido
por consenso democrático de toda la congregación de santos y cada una en si es
autónoma con una especie de asamblea representativa, junto con el pastor de
dicha congregación, pero al final, la congregación tiene la última palabra.
Este modelo es propio de las primeras iglesias bautistas y congregacionalistas.
Ahora, ¿cuál modelo es el mejor? Bueno, consideramos difícil
responder esta pregunta, probablemente el modelo episcopal es el menos adecuado
ya que tiende a depositar todo el poder sobre un solo hombre y la verdad es que
los ministros no son más que servidores de Dios, luego, tenemos el modelo
presbiteriano y congregacional que es el que más se observa en las iglesias evangélicas,
sin embargo, hoy en día podemos encontrar gobiernos de iglesias que combinan el
modelo congregacional con el presbiteriano. Realmente, la iglesia no debe
olvidar que Cristo es su cabeza y que los ministros, llámese pastores, ancianos
y diáconos, y cualquier otro ministerio, han sido establecidos para servirle a
Dios y a sus santos.
GRACIA Y PAZ A VOSOTROS
“Gracia y paz a vosotros, de Dios nuestro Padre y del Señor
Jesucristo”.
Filipenses 1:2
Finalmente, encontramos el deseo del
apóstol para sus amigos: Gracia y paz a vosotros, de Dios
nuestro Padre y del Señor Jesucristo.
Pablo les deseaba gracias, es decir, que la bondad inmerecida de Dios siempre
estuviese con ellos y esta gracia trae la paz a nuestras vidas, la paz que jamás
encontraremos en el mundo. Hoy en día esto es lo que nos ofrece el evangelio,
gracia y paz por medio de nuestro Señor Jesucristo. Con estas palabras el apóstol
inicia su carta a los Filipenses.
Dios le bendiga mi hermano Walter Quadra, al leer este comienzo de los dos primeros versículos de la carta de filipenses, me pareció excelente, deseando con ansias la continuación del recorrido de esta epístola de filipenses. Amén
ResponderBorrarMuchas gracias por estudiar la Biblia, Dios lo bendiga.
BorrarBuenas noches Pastor. El Señor les Guarde. Hermosas lecciones. Para cúando la continuación? Muchas gracias.
ResponderBorrarDios lo bendiga, espera continuar con el estudio de Filipenses pronto, en la Sección de Estudio Bíblico, Filipenses puede encontrar la continuación de los comentarios al respecto de esta carta que hemos hecho, esperamos continuar pronto hasta finalizarla.
BorrarEso es así lamentablemente
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