Pedro y Juan ante el Sanedrín (Hechos 4:5-12)


 

“Aconteció al día siguiente, que se reunieron en Jerusalén los gobernantes, los ancianos y los escribas, y el sumo sacerdote Anás, y Caifás y Juan y Alejandro, y todos los que eran de la familia de los sumos sacerdotes; y poniéndoles en medio, les preguntaron: ¿Con qué potestad, o en qué nombre, habéis hecho vosotros esto? Entonces Pedro, lleno del Espíritu Santo, les dijo: Gobernantes del pueblo, y ancianos de Israel: Puesto que hoy se nos interroga acerca del beneficio hecho a un hombre enfermo, de qué manera éste haya sido sanado, sea notorio a todos vosotros, y a todo el pueblo de Israel, que, en el nombre de Jesucristo de Nazaret, a quien vosotros crucificasteis y a quien Dios resucitó de los muertos, por él este hombre está en vuestra presencia sano. Este Jesús es la piedra reprobada por vosotros los edificadores, la cual ha venido a ser cabeza del ángulo. Y en ningún otro hay salvación; porque no hay otro nombre bajo el cielo, dado a los hombres, en que podamos ser salvos”.

Hechos 4:5-12

INTRODUCCIÓN

                Después de aquel día donde los apóstoles, Pedro y Juan, habían testificado el mensaje del evangelio en el patio del templo, siendo respaldados por la sanidad del cojo de nacimiento, estos fueron puestos en prisión por los saduceos y principales sacerdotes de Jerusalén, ya que enseñaban al pueblo el mensaje del evangelio y todo esto provocó la conversión de 5,000 hombres. Ahora, al siguiente día, los apóstoles se presentan ante el Sanedrín, es decir, el máximo consejo de los principales lideres religiosos en Jerusalén, quienes les interrogaran acerca de todo lo sucedido, pero esto no va a intimidar a los apóstoles, antes, llenos del Espíritu Santo, darán un testimonio del nombre de Jesucristo con mucha valentía.

los-apostoles-ante-el-sanedrin
Pedro y Juan ante el Sanedrín

LOS GOBERNADORES Y LIDERES RELIGIOSOS

“Aconteció al día siguiente, que se reunieron en Jerusalén los gobernantes, los ancianos y los escribas, y el sumo sacerdote Anás, y Caifás y Juan y Alejandro, y todos los que eran de la familia de los sumos sacerdotes”.

Hechos 4:5-6

                 En estos versículos vemos la estructura organizativa del máximo consejo de los lideres religiosos judíos, el Sanedrín. La palabra Sanedrín proviene del griego Sunédrion (Συνέδριον), la cual literalmente significa, “sentarse juntos”, de hecho, Jesús usa esta palabra en Mateo 5:22 que Casiodoro de Reina la traduce como concilio: “Pero yo os digo que cualquiera que se enoje contra su hermano, será culpable de juicio; y cualquiera que diga: Necio, a su hermano, será culpable ante el concilio (Sunédrion-Συνέδριον); y cualquiera que le diga: Fatuo, quedará expuesto al infierno de fuego”, (Mateo 5:22). El Sanedrín constituía una asamblea de 71 personas, 70 representantes de las mas influyentes familias que incluía a los sacerdotes, saduceos y fariseos, más el sumo sacerdote. Según la tradición, el sanedrín se originó cuando Dios le pidió a Moisés que constituyera 70 hombres que le ayudarían con la función de dirigir al pueblo: “Entonces Jehová dijo a Moisés: Reúneme setenta varones de los ancianos de Israel, que tú sabes que son ancianos del pueblo y sus principales; y tráelos a la puerta del tabernáculo de reunión, y esperen allí contigo. Y yo descenderé y hablaré allí contigo, y tomaré del espíritu que está en ti, y pondré en ellos; y llevarán contigo la carga del pueblo, y no la llevarás tú solo”, (Números 11:16-17). Aunque Roma tenia el poder absoluto sobre Israel, le permitía al Sanedrín ejercer autoridad limitada en los asuntos de su religión, podían encarcelar por crimines relacionados a esto, pero no les permitían ejercer la pena de muerte, a excepción de aquellos gentiles que pudieran profanar el templo entrando en él, de hecho, se ha descubierto una inscripción de advertencia acerca de esto que se encontraba en el templo, la cual se conoce con el nombre de Inscripción de la Balaustrada del Templo o Inscripción del Sorag. En esta reza la siguiente manera: “Ningún gentil podrá entrar hasta la baranda alrededor del santuario ni a la parte interior de ella. Quienquiera que sea sorprendido quedará expuesto a ser castigado con la pena de muerte”. La cede del Sanedrín se encontraba en Jerusalén y solían encargarse de juzgar asuntos de importancia nacional, así vemos que fueron ellos los que juzgaron a Jesús: “Los que prendieron a Jesús le llevaron al sumo sacerdote Caifás, adonde estaban reunidos los escribas y los ancianos”, (Mateo 26:57). Ahora los apóstoles son llevados ante estos hombres.

Aquí se nos dice quienes eran los que conformaban el Sanedrín: Aconteció al día siguiente, que se reunieron en Jerusalén los gobernantes, los ancianos y los escribas.  En primera instancia se nos dice que se presentaron los gobernantes y esta palabra, gobernantes, se traduce del griego, árjon (ἄρχων), que hacía referencia una persona influyente y principal entre su pueblo con autoridad para juzgar algunos asuntos locales. También estaban los ancianos, palabra que se traduce del griego, presbúteros (πρεσβύτερος), la cual se aplicaba no solo a hombres de edad avanzada, sino, a aquellos que tenían un puesto de liderazgo o influencia dentro del pueblo. Por tanto, tanto los gobernantes como los ancianos eran personas muy influyentes que poseían cierta autoridad delante del pueblo. A parte de estos, estaban los escribas, los cuales eran maestros de la ley que se encargaban de hacer copias de los libros de la ley y demás escritos sagrados. La palabra, escriba, se traduce del griego, grammateús (γραμματεύς), y estos generalmente eran miembros de la secta de los fariseos. La palabra fariseo se traduce del griego farisaios (φαρισαι̂ος), una de las sectas religiosas de estos tiempos. Los fariseos fue una secta que surgió en el siglo II a.C., como una especie de oposición a Juan Hircano, un rey sacerdote de los asmoneos, a quienes apoyaban los saduceo. A diferencia de los saduceos, los fariseos no solo creían en la inspiración de los libros de la ley, sino también, en los libros proféticos y demás escritos sagrados, además creían en los ángeles y resurrección de los muertos. Esta secta era más numérica que la de los saduceos y tenían representantes en el Sanedrín. Además de todos estos, Lucas nos detallas otros miembros del Sanedrín que se presentaron aquel día: … y el sumo sacerdote Anás, y Caifás y Juan y Alejandro, y todos los que eran de la familia de los sumos sacerdotes. Aquí aparece el sumo sacerdote Anás, sin embargo, el sumo sacerdote en este tiempo no era Anás, sino su yerno Caifás. Anás fue uno de las personas que pasaron más tiempo fungiendo como sumo sacerdote en Jerusalén, desde 6 hasta 15 d.C., hasta que el procurador romano Valerio Grato lo depuso de su cargo y en su lugar, se le confió el cargo de sumo sacerdote a su Caifás, el yerno de Anás. Aunque Caifás era el sumo sacerdote, pero la influencia de Anás era tan grande que continuaba ejerciendo el poder detrás de su yerno, por eso vemos que aquí, en este versículo, lo presenta primero, con el titulo de sumo sacerdote, antes de Caifás. Esto no solo se ve aquí, por ejemplo, lo vemos en Lucas, cuando menciona quién era el sumo sacerdote: “… y siendo sumos sacerdotes Anás y Caifás, vino palabra de Dios a Juan, hijo de Zacarías, en el desierto”, (Lucas 3:2). También, cuando Jesús fue capturado para ser llevado delante del Sanedrín, antes de que lo viera Caifás se lo presentaron a Anás: “Y le llevaron primeramente a Anás; porque era suegro de Caifás, que era sumo sacerdote aquel año”, (Juan 18:13). Así que este hombre continuaba influenciado en el puesto de sumo sacerdote a través de su yerno Caifás. Aparecen aquí los nombres de Anás, Caifás, quien era yerno de Anás y sumo sacerdote, así como Juan y Alejandro. Muy poco se sabe acerca de los nombres aquí presentados, lo más seguro es que todos eran miembros de la secta de los saduceo ya que dice que todos eran parte de la familia de los sumos sacerdotes. Todos estos hombres se presentaron aquel día con el propósito de juzgar a los apóstoles por el milagro que había sido realizado y su enseñanza referente al evangelio de Cristo.

 

EL TESTIMONIO VALIENTE DE PEDRO

“… y poniéndoles en medio, les preguntaron: ¿Con qué potestad, o en qué nombre, habéis hecho vosotros esto? Entonces Pedro, lleno del Espíritu Santo, les dijo: Gobernantes del pueblo, y ancianos de Israel: Puesto que hoy se nos interroga acerca del beneficio hecho a un hombre enfermo, de qué manera éste haya sido sanado, sea notorio a todos vosotros, y a todo el pueblo de Israel, que, en el nombre de Jesucristo de Nazaret, a quien vosotros crucificasteis y a quien Dios resucitó de los muertos, por él este hombre está en vuestra presencia sano”.

Hechos 4:7-10

                  Fue ante la presencia del Sanedrín que los apóstoles fueron llevado y allí les interrogaron: ¿Con qué potestad, o en qué nombre, habéis hecho vosotros esto? Los lideres religiosos están interesados en cuestionar la autoridad o poder que se uso para sanar al cojo, además de que se les declara en nombre de quién hicieron tal cosa, no porque realmente están dispuesto a creer a la verdad, porque aun con las evidencias estos hombres permanecen inquebrantables de corazón, sino más bien, porque estas señales y enseñanzas que los apóstoles transmitían iban en contra de su anticuado y torcido sistema religioso, a parte de que sus intereses políticos estaban en juego. Esta clase de lideres religiosos sacaban mucha ganancia de sus posiciones, los saduceos tenían intereses políticos de lo cual se lucraban, de igual forma lo hacían los fariseos y principales familias de Jerusalén, les convenia mantener al pueblo inmerso en sus tradiciones religiosas, año con año se realizaban diferentes festividades, como la pascua, el pentecostés, la fiesta de los tabernáculos, la fiesta de las luces, entre otras, esto atraía a muchos judíos que vivían en otras naciones y el “comercio religioso” florecía. Para poder participar del servicio del templo y los sacrificios cada judío tenían que comprar un cordero, ahora, si este llevaba uno propio, había un comité de inspección para validar que el animal era apto para sacrificar y generalmente era rechazado ya que esto obligaba que los judíos compraran el cordero de los disponibles que estaban a la venta en el templo, el problema de esto es que el precio de estos corderos era mucho mayor de lo normal, y no solo eso, sino que para poder comprarlo tenían que pagar con moneda del templo, y obviamente los judíos extranjeros no lo tenían, para eso tenían que ir a los cambistas los cuales les cambiaban las monedas que llevaban, pero el precio de cambio era prácticamente un robo. Ahora, los responsables de montar este “negocio religioso” eran en su mayoría, los miembros del Sanedrín, en todo esto se ve cómo su verdadera intención era lucrarse. Por ello, cuando Jesús visita el templo para el tiempo de una de estas festividades se indigna en gran manera: “Estaba cerca la pascua de los judíos; y subió Jesús a Jerusalén, y halló en el templo a los que vendían bueyes, ovejas y palomas, y a los cambistas allí sentados. Y haciendo un azote de cuerdas, echó fuera del templo a todos, y las ovejas y los bueyes; y esparció las monedas de los cambistas, y volcó las mesas; y dijo a los que vendían palomas: Quitad de aquí esto, y no hagáis de la casa de mi Padre casa de mercado”, (Juan 2;13-16). A estos hombres religiosos les interesaba de que el pueblo continuara con sus tradiciones de las cuales se lucraban, eran los fariseos los que también los mantenían atados con ordenanzas de hombres que los sujetaban a un sistema religioso que no los conducía a la verdad de Dios; por ello, cuando los apóstoles comenzaron a anunciar la verdad del evangelio, se preocuparon de que sus estatus quo llegara a su final.

            Es increíble la valentía con la que Pedro les hablo y fue así porque el Espíritu Santo respaldaba su vida: Entonces Pedro, lleno del Espíritu Santo, les dijo…Si hay algo que resalta en el libro de Hechos, es la presencia y respaldo del Espíritu Santo en medio de su iglesia. No cabe duda de que, si la iglesia contemporánea quiere tener éxito en su tarea de predicar el evangelio, la llenura del Espíritu Santo es indispensable. Pedro estaba lleno del Espíritu Santo y aquí se hicieron realidad aquellas palabras que su Maestro le enseño cuando recién lo había elegido para ser su apóstol: “Mas cuando os entreguen, no os preocupéis por cómo o qué hablaréis; porque en aquella hora os será dado lo que habéis de hablar. Porque no sois vosotros los que habláis, sino el Espíritu de vuestro Padre que habla en vosotros”, (Mateo 10:19-20). Esta claro que esta promesa es para aquellos que son apresados por el testimonio del evangelio, no está alentando a no preparar nuestros sermones con responsabilidad, sino se refiere a aquellos que estando en esta situación, son llevados delante de los gobernadores y no tuvieron tiempo de planear sus palabras por lo imprevisto de todo, el Señor les promete que será su Espíritu que les dará el qué decir, y esto fue lo que paso con Pedro. A continuación, el apóstol les deja claro lo que había ocurrido: Gobernantes del pueblo, y ancianos de Israel: Puesto que hoy se nos interroga acerca del beneficio hecho a un hombre enfermo, de qué manera éste haya sido sanado, sea notorio a todos vosotros, y a todo el pueblo de Israel, que, en el nombre de Jesucristo de Nazaret, a quien vosotros crucificasteis y a quien Dios resucitó de los muertos, por él este hombre está en vuestra presencia sano. En estas palabras les dice sin temor alguno de que aquel Jesús, a quien ellos habían dado muerte, Dios lo había resucitado y por su nombre se había hecho semejante milagro lo cual fue algo notorio a todo el pueblo. Definitivamente estas palabras fueron respaldadas por el Espíritu Santo y dieron testimonio del nombre de Jesús.

 

LA SUPERIORIDAD DE CRISTO

“Este Jesús es la piedra reprobada por vosotros los edificadores, la cual ha venido a ser cabeza del ángulo. Y en ningún otro hay salvación; porque no hay otro nombre bajo el cielo, dado a los hombres, en que podamos ser salvos”.

Hechos 4:11-12

                A todo su valiente discurso, el apóstol Pedro agrega dos afirmaciones, la primera: Este Jesús es la piedra reprobada por vosotros los edificadores, la cual ha venido a ser cabeza del ángulo. Prácticamente aquí Pedro está citando un pasaje del Antiguo Testamento: “La piedra que desecharon los edificadores ha venido a ser cabeza del ángulo”, (Salmos 118:22). La piedra que sirve de cabeza del ángulo en una construcción determina la estabilidad de todo el edificio, prácticamente es la base firme sobre la cual el edificio se levanta, y en este sentido, Jesús es la piedra principal, es decir, el fundamento sobre el cual se ha construido la iglesia: “Porque nadie puede poner otro fundamento que el que está puesto, el cual es Jesucristo”, (1 Corintios 3:11). Más adelante, Pedro escribiría que nosotros los cristianos somos las pequeñas piedras que son erigidas sobre la piedra principal, que es Jesús, para conformar una sola casa espiritual: “Acercándoos a él, piedra viva, desechada ciertamente por los hombres, más para Dios escogida y preciosa, vosotros también, como piedras vivas, sed edificados como casa espiritual y sacerdocio santo, para ofrecer sacrificios espirituales aceptables a Dios por medio de Jesucristo. Por lo cual también contiene la Escritura: He aquí, pongo en Sion la principal piedra del ángulo, escogida, preciosa; y el que creyere en él, no será avergonzado. Para vosotros, pues, los que creéis, él es precioso; pero para los que no creen, la piedra que los edificadores desecharon ha venido a ser la cabeza del ángulo; y: Piedra de tropiezo, y roca que hace caer”, (1 Pedro 2:4-8). Como vemos en estos versículos de 1 Pedro, el apóstol vuelve a presentar a Cristo como la piedra principal que sirve de cabeza del ángulo, es decir, el fundamento de todo el cristianismo, ahora, esto realmente fue algo que nuestro Señor afirmo y que debió quedar en la memoria del apóstol a tal punto de que lo afirma en frente de los miembros del Sanedrín y queda escrito en su primera carta: “Pero él, mirándolos, dijo: ¿Qué, pues, es lo que está escrito: La piedra que desecharon los edificadores ha venido a ser cabeza del ángulo? Todo el que cayere sobre aquella piedra, será quebrantado; más sobre quien ella cayere, le desmenuzará”, (Lucas 20:17-18). Por tanto, basado en todas estas afirmaciones, no hay otro fundamento sobre el cual descanse la iglesia, no existe fuera de Cristo, otro hombre, líder religioso o institución que sea el fundamento de la iglesia. La segunda afirmación de Pedro acerca de la persona de Jesús es: Y en ningún otro hay salvación; porque no hay otro nombre bajo el cielo, dado a los hombres, en que podamos ser salvos. Definitivamente, fuera de Jesús no hay salvación, no existe hombre u organización que pueda perdonar pecados, solamente Cristo. El mensaje del evangelio enfatiza este hecho, porque solamente a través de la fe en Cristo es que cada persona puede alcanzar la vida eterna. Hoy en día el hombre necesita seguir escuchando esta verdad, porque muchos viven engañados que sus buenas obras o su religión es suficiente para salvarlos, pero como lo dijo Pedro, en ninguno otro hay salvación, solamente en Cristo. Con estas dos afirmaciones, Pedro coloca a Cristo como superior a todo hombre o institución religiosa de este mundo, ni siquiera el Sanedrín, el máximo consejo religioso de Jerusalén, estaba por encima de esta verdad.

 

2 comentarios:

  1. Le felicito mi hermano amado, porque creo que mejor no se pudo haber abordado éstos pasajes y queda claro como el escudriñar las sagradas escrituras siempre da excelente fruto, pero quisiera preguntarle si el estar lleno del espíritu Santo es igual a estar lleno de los frutos del espíritu y si se pueden lograr obtenerlo por completo ya que según el apóstol Pablo es la evidencia de la presencia o llenura delEspíritu Santo?

    ResponderBorrar
    Respuestas
    1. Dios lo bendiga hermano, muchas gracias por sus palabras, fíjese que la llenura del Espíritu Santo hace referencia a mantenernos llenos de ese revestimiento de poder que viene sobre el creyente, tal y como Jesús lo prometió allá en Hechos 1:8 cuando dijo que recibiríamos poder cuando el Espíritu Santo viniera sobre nosotros para capacitarnos para ser un fiel testigo de Cristo. Esta llenura es una capacitación sobrenatural que nos da autoridad y el respaldo de Dios para hacer su obra y vencer las tentaciones y dificultades, por otro lado, esta llenura nos mantiene delante de su presencia y abre las puertas para recibir sus dones espirituales, ser sensibles a su voluntad y producir el fruto del Espíritu Santo.

      Borrar