“Y he aquí que Booz vino
de Belén, y dijo a los segadores: Jehová sea con vosotros. Y ellos
respondieron: Jehová te bendiga. Y Booz dijo a su criado el mayordomo de los
segadores: ¿De quién es esta joven? Y el criado, mayordomo de los segadores,
respondió y dijo: Es la joven moabita que volvió con Noemí de los campos de
Moab; y ha dicho: Te ruego que me dejes recoger y juntar tras los segadores
entre las gavillas. Entró, pues, y está desde por la mañana hasta ahora, sin
descansar ni aun por un momento. Entonces Booz dijo a Rut: Oye, hija mía, no
vayas a espigar a otro campo, ni pases de aquí; y aquí estarás junto a mis
criadas. Mira bien el campo que sieguen, y síguelas; porque yo he mandado a los
criados que no te molesten. Y cuando tengas sed, vé a las vasijas, y bebe del
agua que sacan los criados. Ella entonces bajando su rostro se inclinó a
tierra, y le dijo: ¿Por qué he hallado gracia en tus ojos para que me
reconozcas, siendo yo extranjera? Y respondiendo Booz, le dijo: He sabido todo
lo que has hecho con tu suegra después de la muerte de tu marido, y que dejando
a tu padre y a tu madre y la tierra donde naciste, has venido a un pueblo que
no conociste antes. Jehová recompense tu obra, y tu remuneración sea cumplida
de parte de Jehová Dios de Israel, bajo cuyas alas has venido a refugiarte”.
Rut 2:4-12
INTRODUCCIÓN
Seguimos estudiando el libro de Rut,
este pequeño libro del Antiguo Testamento que tenemos en nuestras Biblia con
una maravillosa historia que continua en el capítulo 2 que ahora estamos
considerando. La última ocasión vimos los primeros 3 versículos donde pudimos
apreciar cómo la mano de Dios comenzaba a moverse a favor de aquellas dos
viudas desamparadas, ya que Rut llego a espigar en el campo de Booz, el
pariente cercano de su difunto esposo, esto era un rayo de luz donde se
vislumbraba la esperanza para estas dos mujeres.
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Refugiada bajo sus alas |
EL SALUDO ENTRE LOS HEBREOS DE ESTE TIEMPO
“Y he aquí que Booz vino
de Belén, y dijo a los segadores: Jehová sea con vosotros. Y ellos
respondieron: Jehová te bendiga”.
Rut 2.2
Este maravilloso libro no deja de
sorprendernos en cuanto a la riqueza literaria que posee ya que en este
versículo encontramos un ejemplo de la costumbre que los israelitas
tenían de saludarse entre ellos mismos: Y he
aquí que Booz vino de Belén, y dijo a los segadores: Jehová sea con vosotros. Y
ellos respondieron: Jehová te bendiga. En su saludo uno puede
encontrar su enorme devoción a Dios. Vemos cómo la devoción a Dios estaba
presente, tanto en el amo como en sus segadores. Por un lado, Booz les dice: Jehová sea con vosotros, palabras que en el texto
hebreo son Yejová im (יְהֹוָה עִם),
que literalmente significa “El Señor este cerca de ti en todo lo que
hagas”. Con esto se expresaba el deseo de que el Señor estuviera con la persona
en todo momento, yendo delante de él para darle su favor divino. Por otro lado,
los segadores le respondieron a Booz: Jehová te
bendiga, las cuales corresponden a las palabras en hebreo: Yejová
barak (יְהֹוָה בָּרַךְ), que
literalmente expresan la idea de desearle a una persona de que el Señor le
conceda su gracia y benevolencia. Si consideramos ambos saludos, vemos en ellos
que estos iban más allá que una simple costumbre de saludarse por cuestiones de
cortesía, más bien eran expresiones de bienestar que una persona le deseaba a
otra a través de su Dios. Dios es el único que puede bendecirnos, de allí
que solo su presencia en nosotros puede garantizarnos esto, especialmente
porque vivimos en un mundo de aflicciones e injusticias, pero si el Señor nos
respalda, siempre encontraremos en su gracia la fortaleza y bendiciones que
necesitamos. Por tanto, el saludo de los cristianos debe ser semejante
a este, debe salir de lo más profundo de nuestro corazón, entendiendo que como
hijos de Dios nuestras palabras pueden expresar un verdadero deseo de que el
Señor Todopoderoso bendiga la vida de aquellas personas a las que nos
dirigimos.
BOOZ PREGUNTA POR RUT
“Y Booz dijo a su criado
el mayordomo de los segadores: ¿De quién es esta joven? Y el criado, mayordomo
de los segadores, respondió y dijo: Es la joven moabita que volvió con Noemí de
los campos de Moab; y ha dicho: Te ruego que me dejes recoger y juntar tras los
segadores entre las gavillas. Entró, pues, y está desde por la mañana hasta
ahora, sin descansar ni aun por un momento”.
Rut 2:5-7
Después de que Booz saludo a los segadores, debió comenzar a revisar visualmente el campo de siega, identificando a cada uno de sus trabajadores, y debió observar la presencia de una mujer que le era desconocida lo que lo llevo a preguntar por ella: Y Booz dijo a su criado el mayordomo de los segadores: ¿De quién es esta joven? El texto nos sigue mostrando más de las costumbres y oficios de aquel tiempo. En primer lugar, tenemos que se encontraban en un campo donde los segadores trabajaban. La palabra segadores se traduce del hebreo catsár (קָצַר), la cual hace referencia a un hombre que se dedica a cosechar o segar. La cosecha o siega era el proceso final que las personas hacían en sus campos, consistía en recoger el grano o los frutos que la tierra les había dado, después de meses de trabajo que implicaban la preparación de la tierra, la siembra y cuidado de la mismas, todo esto aunado a la ayuda que la lluvia les proporcionaba, traía una abundante cosecha. Una de las principales actividades económicas de Israel era la agricultura, la ciega de granos como la cebada y el trigo eran muy importantes para ellos, tan importantes que confiaban en Dios para que mandara las lluvias tempranas y tardías que los bendijera con una abundante cosecha: “Si obedeciereis cuidadosamente a mis mandamientos que yo os prescribo hoy, amando a Jehová vuestro Dios, y sirviéndole con todo vuestro corazón, y con toda vuestra alma, yo daré la lluvia de vuestra tierra a su tiempo, la temprana y la tardía; y recogerás tu grano, tu vino y tu aceite. Daré también hierba en tu campo para tus ganados; y comerás, y te saciarás”, (Deuteronomio 11:13-15). El grano maduro se cortaba con la hoz las cuales eran instrumentos a forma de cuchillas curvas hechas de piedra, tiempos después se hacían de bronce o de hierro. A estas eran cuchillas curvas se les colocaban en pedazos de madera o quijadas de animales como agarraderos. Las hoces fueron y siguen siendo herramientas que se usan en el campo para estos trabajos en el área de la agricultura: “y cuando el fruto está maduro, en seguida se mete la hoz, porque la siega ha llegado”, (Marcos 4:29). En segundo lugar, la versión Reina Valera 60 nos habla del encargado de todos los segadores, criado el mayordomo. Las palabras, “su criado el mayordomo”, se traducen de una sola palabra hebrea que es náar (נַעַר), que hace referencia a una persona muy joven, entre la infancia y la adolescencia, y también, puede referirse a un sirviente. Era muy común en los campos que existiese un mayordomo que era como una especie de caporal o capataz que supervisaba el trabajo de los obreros en los campos, generalmente era un esclavo de muy grande confianza. Cuando José fue vendido a Potifar en Egipto, esto identifico el buen servicio que este hacia cada vez que se le asignaba una tarea y de cómo prosperaban las cosas que le delegaba, esto a tal punto que hizo que Potifar convirtiese a José el mayordomo de su casa: “Y vio su amo que Jehová estaba con él, y que todo lo que él hacía, Jehová lo hacía prosperar en su mano. Así halló José gracia en sus ojos, y le servía; y él le hizo mayordomo de su casa y entregó en su poder todo lo que tenía. Y aconteció que desde cuando le dio el encargo de su casa y de todo lo que tenía, Jehová bendijo la casa del egipcio a causa de José, y la bendición de Jehová estaba sobre todo lo que tenía, así en casa como en el campo”, (Génesis 39:3-5). En este caso, la palabra hebrea que se traduce como mayordomo en esta versión es sharát (שָׁרַת), una palabra que hace referencia a un tipo de administrador. Por tanto, aquel criado al cual Booz se dirige, es muy probable que era uno de sus esclavos, joven, por el tipo de palabra hebrea que se usa y el encargado de administrar los asuntos del campo de su amo. Finalmente, podemos decir que todo lo que se cortaba con la hoz o se segaba en el campo, se recogía en manojos, así, el grano cortado se junta bajo el brazo y se amarra en gavillas, y durante este proceso, algunas partes del grano recogido se caía a tierra y en la ley se prohibía recogerlas, porque se les dejaba a los pobres para que estos las recogiese y les sirviese para su sustento: “Cuando segareis la mies de vuestra tierra, no segaréis hasta el último rincón de ella, ni espigarás tu siega; para el pobre y para el extranjero la dejarás. Yo Jehová vuestro Dios”, (Levítico 23:22). Aquella joven que había llegado a segar a los campos de Booz era Rut, la cual, por ser una viuda desamparada, se amparaba a esta ley que permitía a los pobres un medio de subsistencia. Su criado le respondió a Booz al respecto de esta joven: Es la joven moabita que volvió con Noemí de los campos de Moab; y ha dicho: Te ruego que me dejes recoger y juntar tras los segadores entre las gavillas. Entró, pues, y está desde por la mañana hasta ahora, sin descansar ni aun por un momento. Con estas palabras se describe a Rut como una mujer de buen corazón, ya que con humildad y sencilles había pedido permiso a los segadores que le permitiesen segar detrás de ellos, todo esto, porque quería llevar el sustento para que ella y su suegra tuviesen algo de que comer. También vemos a una mujer trabajadora, ya que, desde la mañana hasta ese momento, bajo el sol de las primeras horas del día, había estado trabajando sin parar, una mujer muy esforzada.
BOOZ CONOCE A RUT
“Entonces Booz dijo a
Rut: Oye, hija mía, no vayas a espigar a otro campo, ni pases de aquí; y aquí
estarás junto a mis criadas. Mira bien el campo que sieguen, y síguelas; porque
yo he mandado a los criados que no te molesten. Y cuando tengas sed, vé a las
vasijas, y bebe del agua que sacan los criados”.
Rut 2:8-9
Después de las palabras de su
criado, el mayordomo, Booz mando a traer a Rut, porque quería conocer a aquella
joven con tan grandes cualidades, y le dice: Oye,
hija mía, no vayas a espigar a otro campo, ni pases de aquí; y aquí estarás
junto a mis criadas. Mira bien el campo que sieguen, y síguelas; porque yo he
mandado a los criados que no te molesten. Y cuando tengas sed, vé a las vasijas,
y bebe del agua que sacan los criados. No queda más que ver la
benevolencia de Dios en todas estas palabras, el Señor había conmovido
a Booz al ver el buen corazón de Rut al estar trabajando por amor a su suegra,
esto lo impulso a pedirle que no se fuera de sus campos porque nadie la molestaría
y hasta podía tomar de las vasijas de agua que sus criados sacaban. Realmente,
Dios es bueno y aun en los detalles más pequeños podemos ver su misericordia,
así le paso a Rut, una mujer extranjera, de una nación enemiga de Israel y aún
de Dios, como lo era Moab, pero aun así encontró benevolencia en tierra extranjera.
¿POR QUÉ TANTA MISERICORDIA PARA UNA EXTRANJERA?
“Ella entonces bajando su
rostro se inclinó a tierra, y le dijo: ¿Por qué he hallado gracia en tus ojos
para que me reconozcas, siendo yo extranjera?”.
Rut 2:10
Sin duda, Rut nunca imaginaba que un
extranjero le mostrara tanta misericordia a una mujer, pobre, viuda y totalmente
desamparada como lo era ella: Ella entonces bajando
su rostro se inclinó a tierra, y le dijo: ¿Por qué he hallado gracia en tus
ojos para que me reconozcas, siendo yo extranjera? Sin duda, su
elección de seguir a su suegra para no dejarla desamparada y convertirse al
Dios de Israel había agradado al Señor, esto nos muestra que realmente la salvación
siempre ha sido para todos aquellos que decidan creer en Él, no una salvación exclusiva
de una nación o etnia en particular, ni mucho menos, una bondad que pertenezca a
una religión en específico. Rut había hallado gracia a los ojos de Dios y en
este detalle se muestra perfectamente.
REFUGIADA BAJO SUS ALAS
“Y respondiendo Booz, le
dijo: He sabido todo lo que has hecho con tu suegra después de la muerte de tu
marido, y que dejando a tu padre y a tu madre y la tierra donde naciste, has
venido a un pueblo que no conociste antes. Jehová recompense tu obra, y tu
remuneración sea cumplida de parte de Jehová Dios de Israel, bajo cuyas alas
has venido a refugiarte”.
Rut 2:11-12
Booz reconoce delante de Rut sus
grandes virtudes y la obra de gran amor que había hecho por su suegra: He sabido todo lo que has hecho con tu suegra después de la
muerte de tu marido, y que dejando a tu padre y a tu madre y la tierra donde
naciste, has venido a un pueblo que no conociste antes. Lo
mejor que podemos hacer en la vida es practicar el bien y la misericordia, ayudar
sin esperar nada a cambio, sin promover públicamente lo que hacemos, porque
cuando es así, el mismo Señor se encarga de exaltarnos: “Alábete el extraño, y no tu propia boca; el ajeno, y no los
labios tuyos”, (Proverbios 27:2). Cuando somos personas fieles y
ayudamos desinteresadamente, es el Señor el que nos recompensa: Jehová recompense tu obra, y tu remuneración sea cumplida de
parte de Jehová Dios de Israel, bajo cuyas alas has venido a refugiarte.
Rut había llegado a Israel para refugiarse bajo las alas de Dios, y esto
es lo mejor que todos nosotros podemos hacer en la vida: “El que habita al abrigo del Altísimo morará bajo la sombra
del Omnipotente”, (Salmos 91:1).
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