“Haya, pues, en vosotros este sentir que hubo también en Cristo
Jesús, el cual, siendo en forma de Dios, no estimó el ser igual a Dios como
cosa a que aferrarse, sino que se despojó a sí mismo, tomando forma de siervo,
hecho semejante a los hombres; y estando en la condición de hombre, se humilló
a sí mismo, haciéndose obediente hasta la muerte, y muerte de cruz. Por lo cual
Dios también le exaltó hasta lo sumo, y le dio un nombre que es sobre todo
nombre, para que en el nombre de Jesús se doble toda rodilla de los que están
en los cielos, y en la tierra, y debajo de la tierra; y toda lengua confiese
que Jesucristo es el Señor, para gloria de Dios Padre”.
Filipenses 2:5-11
INTRODUCCIÓN
En la última ocasión estudiamos
estos versículos, pero solo presentamos comentarios referentes al himno que
aparece en estos versículos y que algunos han llamado el Salmo de Cristo, un
himno que muy probablemente los cristianos de la iglesia primitiva cantaban y
que Pablo introdujo en su carta para reforzar el tema que comenzó a desarrollar
al principio del capítulo 2. Ahora, el propósito de Pablo al introducir este
himno no fue hacer una defensa de la doctrina de Cristo, porque ciertamente
este himno posee una cristología alta, más bien quiere resaltar el hecho de que
como cristianos debemos buscar tener la misma actitud de humildad y sujeción de
Cristo a su Padre, lo cual le llevo a la exaltación.
El Salmo de Cristo (Parte II) |
EL EJEMPLO DE NUESTRO SEÑOR JESUCRISTO
“Haya, pues, en vosotros este sentir que hubo también en Cristo
Jesús”.
Filipenses 2:5
Recordemos que en los versículos
anteriores el apóstol exhortaba a los cristianos de Filipos a deshacerse de
aquellas conductas que rompen la unidad de la iglesia y por ello deben imitar
a Jesús, quien en obediencia y humildad se sujetó al Padre no aferrándose a un
sentimiento de superioridad, aun cuando era Dios, pero todo lo hizo por amor,
lo cual resulto en nuestra redención y exaltación de su santo ser: Haya, pues, en vosotros este sentir que hubo también en Cristo Jesús. Como el apóstol ya lo menciono,
cuando existen actitudes alimentadas por el ego, el interés propio o cualquier
sentimiento de superioridad, esto puede provocar divisiones en la iglesia, sin
embargo, nosotros debemos imitar a Cristo y recordar que aquellos que se
humillan, Dios los exalta: “El que es el mayor de
vosotros, sea vuestro siervo. Porque el que se enaltece será humillado, y el
que se humilla será enaltecido”, (Mateo 23:11-12). Al parecer, el
propósito de Pablo al introducir este himno era fortalecer su enseñanza de
desechar todas aquellas actitudes que dañan la unidad de la iglesia,
sin embargo, este himno que el apóstol cita aquí posee varios puntos
concernientes a la doctrina de Cristo. En teología existe una rama que
estudia todos aquellos temas doctrinales relacionados a Cristo, esto es, su
naturaleza divina y humana, su ministerio, su muerte y resurrección, su
encarnación, etc., esta es llamada, cristología. En cristología existen unos
términos técnicos que algunos utilizan y asocian con algunos libros del Nuevo
Testamento, estos son, cristología alta y cristología baja. Dichos términos no
enfatizan que dicho libro posea una teología referente a la persona de Jesús
buena o mala, sino el enfoque es el que sigue. Se dice que un libro del Nuevo
Testamento posee una cristología baja cuando en su relato presenta a Cristo
desde su lado humano, resaltando su encarnación, su nacimiento virginal, su
ministerio apoyado por el respaldo del Espíritu Santo, su dependencia del Padre
y obediencia a Él en la tarea que le encomendó. En este sentido, algunos opinan
que Marcos y Lucas poseen una cristología baja. Luego, una cristología alta es
aquella que muestra a Jesús como Dios, que resalta su exaltación hasta los cielos,
que habla de su preexistencia, que lo presenta como la segunda persona de la
Trinidad, como Sumo Sacerdote, según el orden de Melquisedec e intercesor. Si
esto es así, el evangelio de Juan y Hebreos posee una cristología alta. Ahora,
basado en esto, algunos opinan que este pasaje posee una cristología alta ya
que presenta a un Cristo exaltado hasta lo sumo. Estudiemos los aspectos
doctrinales referente a Cristo que este himno nos presenta.
JESÚS ES DIOS
“… el cual, siendo en forma de Dios…”
Filipenses 2:6
Lo primero que el himno resalta es
que Jesús es Dios: el cual, siendo en forma de Dios. Una de las doctrinas fundamentales
del cristianismo es que Jesús es Dios, algo que incluso los discípulos les
llevo tiempo entender durante el tiempo que estuvieron con su Maestro. Por
ejemplo, recordemos que a Pedro le fue revelado casi al final de los tres años
de ministerio de nuestro Señor Jesucristo: “Viniendo
Jesús a la región de Cesarea de Filipo, preguntó a sus discípulos, diciendo:
¿Quién dicen los hombres que es el Hijo del Hombre?... Respondiendo Simón
Pedro, dijo: Tú eres el Cristo, el Hijo del Dios viviente. Entonces le
respondió Jesús: Bienaventurado eres, Simón, hijo de Jonás, porque no te lo
reveló carne ni sangre, sino mi Padre que está en los cielos”,
(Mateo 16:13, 16-17). Luego, Tomás no creyó, sino hasta que vio a Jesús
resucitado: “Luego dijo a Tomás: Pon aquí tu dedo, y
mira mis manos; y acerca tu mano, y métela en mi costado; y no seas incrédulo,
sino creyente. Entonces Tomás respondió y le dijo: ¡Señor mío, y Dios mío!
Jesús le dijo: Porque me has visto, Tomás, creíste; bienaventurados los que no
vieron, y creyeron”, (Juan 20:27-29). Sin embargo, una vez creyeron
en Jesús como Dios, comenzaron a proclamar este mensaje de tal manera que las
iglesias creyeron en esta doctrina, pero, aun así, hubo personajes como
Cerinto, el hereje, que afirmaba que Jesús solo fue un hombre común y corriente
el cual recibió el espíritu de Cristo cuando fue bautizado, pero se apartó de
él cuando murió en el Calvario. También surgió una especie de “ciencia
religiosa” que buscaba dirigir al hombre a la salvación a través de adquirir el
conocimiento supremo que ellos llamaban gnosis, este movimiento se conoció como
gnosticismo y se combinó con principios cristianos para traer nuevas herejías
referentes a la naturaleza divina de Cristo. Fue por causas de estas herejías
que algunos autores del Nuevo Testamento, como Juan, escribieron su evangelio y
cartas: “Pero éstas se han escrito para que creáis
que Jesús es el Cristo, el Hijo de Dios, y para que, creyendo, tengáis vida en
su nombre”, (Juan 20:31). Durante los primeros cuatro siglos de la
iglesia, surgieron muchas herejías que negaban la naturaleza de Jesús como
Dios, así surgieron herejías como el ebionismo, que negaba la naturaleza divina
de Jesús; el arrianismo, que enseñaba que Jesús fue el ser más grande de todos
los creados, pero no era Dios; el adopcionismo, que afirmaba que Dios le otorgó
poderes a Jesús durante su bautismo, el cual nació siendo humano, pero después
lo adoptó como un Hijo. Todo esto deja ver el gran esfuerzo que Satanás ha
hecho por negar la naturaleza divina de Jesús, sin embargo, la iglesia fiel
sigue creyendo que Jesús es Dios.
Algunos
que se oponen a la doctrina de Cristo como Dios afirman que Pablo no está declarando en este versículo que no es Dios, sino alguien como Dios, pero no
Dios, ya que el texto de la Reina Valera 1960 dice: siendo en forma de Dios.
La palabra griega que Casiodoro de Reina tradujo como, “forma”, es morfé (μορφή), la cual denota una forma que no
cambia con el tiempo, si es así, esto implica que Jesús es la forma de Dios que
no cambia, porque Él es el Dios inmutable, que no cambia con el tiempo: “Toda buena dádiva y todo don perfecto desciende de lo alto,
del Padre de las luces, en el cual no hay mudanza, ni sombra de variación”,
(Santiago 1:17). Por ello, el autor de la carta a los Hebreos dice: “Jesucristo es el mismo ayer, y hoy, y por los siglos”,
(Hebreos 13:8).
JESÚS ES HOMBRE PERFECTO
“… siendo en forma de Dios, no estimó el ser igual a Dios como cosa
a que aferrarse, sino que se despojó a sí mismo, tomando forma de siervo, hecho
semejante a los hombres…”
Filipenses 2.6-7
Lo segundo que este himno resalta es
que Jesús es Hombre perfecto: siendo en
forma de Dios, no estimó el ser igual a Dios como cosa a que aferrarse, sino
que se despojó a sí mismo, tomando forma de siervo, hecho semejante a los
hombres. Siendo
Dios, Jesús no se aferró a su condición de Dios, sino que se despojó a sí mismo
de los privilegios de su naturaleza divina para hacerse hombre. La palabra
griega que se traduce como, “se despojó”, es kenóo (κενόω), la cual es un verbo de donde viene la palabra que
algunos relacionan con este pasaje que es kénosis (κένωσις),
la cual literalmente traduce como “vaciamiento”. Ahora, esto no significa que
Jesús se vació de su naturaleza divina y, que, por tanto, dejo de ser Dios
durante ese instante, sino, que se siendo Dios, vivió en su condición de
Hombre en esta tierra, sujeto a toda debilidad humana para enseñarnos cómo
nosotros los humanos también podemos vencer esta naturaleza pecaminosa,
porque Jesús en su condición humana fue tentado en todo, pero venció estando en
comunión y dependencia del poder que su Padre le otorgaba: “Porque no tenemos un sumo sacerdote incapaz de compadecerse
de nuestras debilidades, sino uno que ha sido tentado en todo de la misma
manera que nosotros, aunque sin pecado”, (Hebreos 4:15). Siendo
Dios soberano, Jesús se humillo y tomo forma de siervo para habitar en medio de
los hombres y esto nos habla de su encarnación: “Y el Verbo se hizo hombre y habitó entre nosotros. Y
hemos contemplado su gloria, la gloria que corresponde al Hijo unigénito del
Padre, lleno de gracia y de verdad”, (Juan 1:14). Considerando todo
esto, veamos entonces como otras versiones de la Biblia traducen estos
versículos. Veamos como lo traduce la Nueva Traducción Viviente de la Biblia: “Aunque era Dios, no consideró que el ser igual a Dios fuera
algo a lo cual aferrarse. En cambio, renunció a sus privilegios divinos; adoptó
la humilde posición de un esclavo y nació como un ser humano. Cuando apareció
en forma de hombre”, (Filipenses 2:6-7, NTV). La versión de la
Biblia, Nueva Versión Purificada, lo traduce así: “Quien,
existiendo en la forma Divina, no consideró darse a conocer en la forma Divina
como cosa a que aferrarse, sino que se denigró a sí mismo, tomando forma de
siervo (en subordinación), llegando a ser a semejanza de los hombres”,
(Filipenses 2:6-7, NVP). Por tanto, podemos ver la gran humildad que nuestro
Señor Jesús tuvo, el cual, siendo Dios, no se aferró a su condición divina,
sino se rebajó, encarnándose por medio de una mujer llamada María, la cual concibió
el santo ser por medio del Espíritu Santo: “Respondiendo
el ángel, le dijo: El Espíritu Santo vendrá sobre ti, y el poder del Altísimo
te cubrirá con su sombra; por lo cual también el Santo Ser que nacerá, será
llamado Hijo de Dios”, (Lucas 1:35). De esta manera, Jesús, quien, siendo
Dios, nació como un hombre y estuvo limitado y sujeto a las pasiones que luchan
dentro de nosotros, pero sin pecado alguno, nuestro Señor fue obediente a su
Padre para cumplir la misión que le había encomendado, la cual era morir por
nuestros pecados.
Así
como en los primeros cuatro siglos surgieron herejías que negaban a Jesús como
Dios, también surgieron otras que negaron la naturaleza humana de Él. Así
tenemos el docetismo la cual afirmaba que Jesús no se hizo Hombre, sino que
solamente sus apariciones corporales fueron un mero ilusionismo y sus
sufrimientos en la cruz del Calvario fueron fingidos. También surgió el apolinarismo,
el cual negaba la naturaleza humana de Jesús firmando que el cuerpo que uso era
un cuerpo sin alma, ya que consideraba que todo cuerpo con espíritu humano lo
volvía pecador, de tal forma que el Logos se apodero del cuerpo de Cristo
sustituyendo así su alma y lo uso como una especie de marioneta para hacer su
obra. Los evangelios nos enseñan que Jesús, quien, siendo Dios, se hizo
hombre y su naturaleza humana es descrita a lo largo de sus escritos, así,
por ejemplo, sintió hambre, (Marcos 11:12-13), tuvo necesidad de dormir, (Lucas
8:23), también experimento el cansancio físico y la sed, (Juan 4:6:7), de igual
forma, nuestro Señor experimento toda clase de sentimientos que son
característicos del ser humano como el enojo, (Marcos 3:3-5). el regocijo,
(Lucas 10:21), la compasión, (Mateo 9:36), la aflicción de espíritu, (Juan
12:27), y hasta lloró, (Juan 11:35). Jesús al ser un hombre con todas sus
debilidades, fue tentado en todo, pero nunca pecó, (Hebreos 4:15). Aun hubo autores
del Nuevo Testamento que escribieron sus cartas para defender la naturaleza
humana de Jesús: “En esto conoced el Espíritu de
Dios: Todo espíritu que confiesa que Jesucristo ha venido en carne, es de Dios”,
(1 Juan 4:2). De esta forma, la naturaleza humana de Cristo es defendida en la
Biblia.
LA MUERTE EXPIATORIA DE CRISTO
“… y estando en la condición de hombre, se humilló a sí mismo,
haciéndose obediente hasta la muerte, y muerte de cruz”.
Filipenses 2:8
Otro aspecto doctrinal importante en
cuanto a la persona de Cristo, y que este himno resalta, es su muerte
expiatoria. Definitivamente esta doctrina fue algo muy chocante en la
mente de aquellos que la oían, ya que, por un lado, los judíos no podían concebir
a un Mesías crucificado; mientras que para los griegos era inconcebible de que
un Dios viniese a esta tierra a morir por ellos, de allí las famosas palabras
de Pablo: “Porque la palabra de la cruz es locura a
los que se pierden; pero a los que se salvan, esto es, a nosotros, es poder de
Dios… Porque los judíos piden señales, y los griegos buscan sabiduría; pero
nosotros predicamos a Cristo crucificado, para los judíos ciertamente
tropezadero, y para los gentiles locura; más para los llamados, así judíos como
griegos, Cristo poder de Dios, y sabiduría de Dios”, (1 Corintios 1:18,
22-24). La muerte y la resurrección de Cristo es el tema principal del
evangelio, mensaje que desde el principio la iglesia ha anunciado: “Porque primeramente os he enseñado lo que asimismo recibí:
Que Cristo murió por nuestros pecados, conforme a las Escrituras; y que fue
sepultado, y que resucitó al tercer día, conforme a las Escrituras”,
(1 Corintios 15:3-4). Es gracias a su muerte expiatoria y
su resurrección que ahora nosotros, los que creemos, podemos ser
redimidos de nuestros pecados: “Y a vosotros
también, que erais en otro tiempo extraños y enemigos en vuestra mente, haciendo
malas obras, ahora os ha reconciliado en su cuerpo de carne, por medio de la
muerte, para presentaros santos y sin mancha e irreprensibles delante de él”,
(Colosenses 2:21-22). De esta manera y a través de otros muchos versículos la
Biblia testifica la victoria final de Cristo al derrotar al pecado por medio de
su muerte, y muerte en cruz, un sacrificio expiatorio y en sustitución de
nosotros, para que nosotros fuésemos hechos salvos de la condenación eterna.
LA EXALTACIÓN DE CRISTO
“Por lo cual Dios también le exaltó hasta lo sumo, y le dio un
nombre que es sobre todo nombre, para que en el nombre de Jesús se doble toda
rodilla de los que están en los cielos, y en la tierra, y debajo de la tierra;
y toda lengua confiese que Jesucristo es el Señor, para gloria de Dios Padre”.
Filipenses 2:9-11
Con su muerte en la cruz, Cristo se ofreció
a sí mismo como un sacrificio expiatorio en rescate de nosotros, pero a través
de su resurrección selló su victoria final, por ello, su Padre lo exalto a lo sumo:
Por lo cual Dios también le exaltó hasta lo sumo, y le dio
un nombre que es sobre todo nombre, para que en el nombre de Jesús se doble
toda rodilla de los que están en los cielos, y en la tierra, y debajo de la
tierra; y toda lengua confiese que Jesucristo es el Señor, para gloria de Dios
Padre. Este himno
nos dice la forma de cómo el Padre exaltó a Cristo, primeramente, le dio un
nombre que es sobre todo nombre. El nombre en los tiempos bíblicos
expresaba las características o dignidad de la persona que lo portaba. Así
podemos ver como en algunas ocasiones Dios les cambiaba el nombre a algunas
personas. Por ejemplo, a Abram, que significa, “padre exaltado”, le cambio el
nombre a Abraham, que significa, “padre de multitudes”. Si nos damos cuenta, el
nombre estaba relacionado incluso con el futuro o legado de la persona que lo
portaba. Así, Dios le otorgo a su Hijo, un nombre que esta sobre cualquier
nombre de honor en esta tierra, un nombre que trascenderá más allá de nuestra
historia humana. En segundo lugar, Dios exaltó a su Hijo dándole un
nombre sobre el cual toda rodilla se doblará en la tierra, en los cielos y
debajo de ella: “Porque escrito está: Vivo
yo, dice el Señor, que ante mí se doblará toda rodilla, y toda lengua confesará
a Dios”, (Romanos 14:11). Después de
haberse humillado hasta lo sumo, siendo obediente a su Padre al completar su misión
de redención hasta la muerte en cruz, Jesús fue exaltado y se le concedió
sentarse a la diestra del Padre concediéndole el dominio de todas las cosas a Él:
“… la cual operó en Cristo, resucitándole de los
muertos y sentándole a su diestra en los lugares celestiales, sobre todo
principado y autoridad y poder y señorío, y sobre todo nombre que se nombra, no
sólo en este siglo, sino también en el venidero; y sometió todas las cosas bajo
sus pies, y lo dio por cabeza sobre todas las cosas a la iglesia”,
(Efesios 1:20-22), y esto nos lleva al tercer punto de exaltación, Dios Padre
lo hizo Señor de todo: … y toda lengua confiese que
Jesucristo es el Señor, para gloria de Dios Padre. La palabra Señor se traduce del
griego Kurios (Κύριος), que hace
referencia no tanto a un título de nobleza o dignidad que se le suele dar a una
persona, sino va más allá de eso, más bien, es un título de grandeza, poder y
divinidad que se le atribuye solamente a Cristo. En el pasado los antiguos
césares romanos se adjudicaron este título, pero para los cristianos, solamente
Jesús era Kurios y al final, toda lengua tendrá que confesar que Jesús es el
Señor.
De
esta forma termina este himno, el cual contiene un gran contenido doctrinal
referente a la persona de Jesús y aunque el propósito de Pablo es decirles a
sus lectores que aprendan del ejemplo de Jesús, quien, siendo Dios, se humillo
y fue obediente a su Padre y por su obediencia ha sido exaltado, nosotros hemos
aprovechado para estudiar los aspectos doctrinales que el Salmo de Cristo presenta.
Le quiero felicitar en el Nombre de Nuestro Señor Jesucristo, por estos excelentes explicación de los pasajes que se encuentra en Filipenses 2:5-11 y que lleva como título el salmo de Cristo, le ánimo a qué Dios Padre y su Santo Espíritu siga guiando en éstos pasajes de gran riqueza espiritual y por medio de Nuestro Señor y salvador y sanador Jesucristo lo bendiga grandemente, y a todos los que escudriñamos las sagradas escrituras siempre. Amén 🙏🙏🙏
ResponderBorrarMuchas gracias hermano, que Dios lo bendiga.
BorrarExelencia esta meditación bendiciones mil
ResponderBorrarQue nuestro Señor Jesucristo! le continúe bendiciendo, guarde su Corazón y bendiga su Ministerio. Jesucristo El verdadero Dios y la Vida Eterna! Amen
ResponderBorrarCómo así que Jesús es Dios. Si hay padre .hijo y espíritu santo....Jehová Dios .. cristo jesus ..el hijo .y el espíritu santo. Que es enviado por Dios a traves del ruego que iso cristo al padre...para no dejarnos huérfanos aqui en la tierra....
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