“Por lo cual, siendo libre de todos, me he hecho siervo
de todos para ganar a mayor número. Me he hecho a los judíos como judío, para
ganar a los judíos; a los que están sujetos a la ley (aunque yo no esté sujeto
a la ley) como sujeto a la ley, para ganar a los que están sujetos a la ley; a
los que están sin ley, como si yo estuviera sin ley (no estando yo sin ley de
Dios, sino bajo la ley de Cristo), para ganar a los que están sin ley. Me he
hecho débil a los débiles, para ganar a los débiles; a todos me he hecho de
todo, para que de todos modos salve a algunos. Y esto hago por causa del
evangelio, para hacerme copartícipe de él”.
1 Corintios 9:19-23
INTRODUCCIÓN
A continuación el apóstol nos brindara una
importante lección de cómo usar nuestra libertad en Cristo sin dañar la
conciencia de los débiles a través de su ejemplo personal. No olvidemos que lo
que desencadeno todo este discurso fue la pregunta que los corintios le
hicieron a través de una carta referente a comer de lo sacrificado a los ídolos
ya que algunos creyentes que habían adquirido cierto conocimiento en cuanto a
que un ídolo no era nada y comían de esta carne, pero al mismo tiempo estaban
dañando la conciencia de los débiles hasta el punto de hacerlos tropezar de la
fe. Pablo concluirá con su ejemplo personal de cómo el cristiano tiene que
manejar su libertad con el fin de contribuir a la salvación de las almas y la
edificación de la iglesia.
La suprema meta de Pablo: Ganar muchos para Cristo |
SIENDO LIBRE SOY ESCLAVO DE TODOS
“Por lo cual, siendo libre de todos, me he hecho siervo
de todos para ganar a mayor número…”
1 Corintios 9:19
En este versículo Pablo retoma
el tema de la libertad que inicio al principio del capítulo. En los tiempos de
Pablo existían dos clases sociales bien diferenciadas, los esclavos y los
libres. Pablo por ser un ciudadano romano era un hombre libre y no estaba
sujeto a ningún tipo de servidumbre, y en estos tiempos era inconcebible ver a
un hombre libre trabajando con sus propias manos ya que esta tarea era
exclusiva de los esclavos. Sin embargo, por amor a la iglesia y por no poner
ningún obstáculo a su predicación, el apóstol había decidido renuncia a su
derecho de recibir una compensación económica por su servicio y trabajar para
auto sostenerse. En lugar de comportarse como un hombre libre había decido
convertirse en un servidor de la iglesia: Por lo cual, siendo libre de todos, me he hecho siervo de todos.
Con esta actitud el apóstol estaba cumpliendo con las palabras de Jesús a sus
discípulos de convertirse en el servidor de los demás: “Entonces Jesús, llamándolos, dijo: Sabéis que
los gobernantes de las naciones se enseñorean de ellas, y los que son grandes
ejercen sobre ellas potestad. Mas entre vosotros no será así, sino que el que
quiera hacerse grande entre vosotros será vuestro servidor, y el que quiera ser
el primero entre vosotros será vuestro siervo; como el Hijo del Hombre no vino
para ser servido, sino para servir, y para dar su vida en rescate por muchos”,
(Mateo 20:25-28). Con convertirse en el servidor de los demás Pablo sabía que
podía ganar más fácil la confianza de la gente y así anunciarles con mayor
efectividad el mensaje del evangelio. Todo esto era parte de su estrategia para
ganar a mayor numero personas para Cristo: para ganar a mayor número.
A LOS JUDÍOS COMO JUDÍO
“Me he hecho a los judíos como judío, para ganar a los
judíos; a los que están sujetos a la ley (aunque yo no esté sujeto a la ley)
como sujeto a la ley, para ganar a los que están sujetos a la ley…”
1 Corintios 9:20
A continuación el apóstol vuelve a hacer una
aplicación de como renuncia a su libertad de la ley por el conocimiento de la
gracia que había recibido y se sujeta a ella con tal de ganar a los judíos para
Cristo. Por nacimiento Pablo era un verdadero judío y como tal en el pasado
estuvo sujeto a la ley, pero al conocer la gracia de Cristo su perspectiva
cambio y se convirtió en un gran defensor de la salvación por gracia sin las
obras de la ley: “Sabiendo
que el hombre no es justificado por las obras de la ley, sino por la fe de
Jesucristo, nosotros también hemos creído en Jesucristo, para ser justificados
por la fe de Cristo y no por las obras de la ley, por cuanto por las obras de
la ley nadie será justificado”, (Gálatas 2:16). Sin embargo, en
ocasiones Pablo estaba dispuesto a cumplir con los requerimientos de la ley con
tal de ganar la confianza de los judíos y testificarles el mensaje del
evangelio. Cuando aquí se habla de ley, nomos
(νόμος) en griego, se refiere específicamente a la ley ceremonial
y civil que los judíos practicaban, tal y como la ley sabática, el lavado de
manos, los ritos de purificación como el de nazareo, la observancia a las leyes
dietéticas como no comer cerdo o el no entrar en casa de gentiles. Pablo sabía
que tales cosas ya no eran necesarias obedecerlas desde el momento que se viene
a Cristo, pero tampoco condenaban a alguien realizarlas, por lo que en
ocasiones estuvo dispuesto a hacerse a los judíos como un judío para ganarlos
para Cristo: Me
he hecho a los judíos como judío, para ganar a los judíos; a los que están
sujetos a la ley (aunque yo no esté sujeto a la ley) como sujeto a la ley.
Podemos verlo en la Biblia cuando por estrategia permitió que Timoteo, el cual
tenía sangre judía por parte de su madre,
fuera circuncidado y así alejar las murmuraciones de los judíos: “Quiso Pablo que
éste fuese con él; y tomándole, le circuncidó por causa de los judíos que había
en aquellos lugares; porque todos sabían que su padre era griego”,
(Hechos 16:3). También realizo un voto de nazareo en Corinto para expresar su
agradecimiento a Dios: “Mas Pablo, habiéndose detenido aún muchos días allí, después
se despidió de los hermanos y navegó a Siria, y con él Priscila y Aquila,
habiéndose rapado la cabeza en Cencrea, porque tenía hecho voto”,
(Hechos 18:18). Además acepto el consejo de Santiago y los ancianos de la
iglesia de Jerusalén de participar en una ceremonia de purificación y pagarles
el rito a 4 varones para no escandalizar a los judíos por su visita: “Haz, pues, esto que
te decimos: Hay entre nosotros cuatro hombres que tienen obligación de cumplir
voto. Tómalos contigo, purifícate con ellos, y paga sus gastos para que se
rasuren la cabeza; y todos comprenderán que no hay nada de lo que se les informó
acerca de ti, sino que tú también andas ordenadamente, guardando la ley”,
(Hechos 21:23-24). Todo esto lo hacía Pablo para ganar la confianza de los
judíos y poderles testificar del amor de Cristo y así ganar sus almas para
Dios: para ganar
a los que están sujetos a la ley. No obstante, muchas veces no logro
su objetivo ya que generalmente era rechazado por los de su propia nación.
A LOS GENTILES COMO GENTIL
“…a los que están sin ley, como si yo estuviera sin ley (no
estando yo sin ley de Dios, sino bajo la ley de Cristo), para ganar a los que
están sin ley…”
1 Corintios 9:21
Ahora el apóstol nos brinda un
tercer ejemplo de cómo hace uso de su libertad y el conocimiento pleno de las
Escrituras que tenía para acercarse a los que están sin ley: a los que están sin
ley, como si yo estuviera sin ley. La palabra griega anomos (ανόμος) se traduce aquí como sin ley y se refiere específicamente
a los gentiles. El ministerio de Pablo se enfocó principalmente en los gentiles
a tal punto que se ganó el título de apóstol de los gentiles: “Porque a vosotros
hablo, gentiles. Por cuanto yo soy apóstol a los gentiles, honro mi ministerio”.
(Romanos 11:13). Cuando dice que se comporta delante de ellos como si estuviera
sin ley: como si
yo estuviera sin ley, se refiere específicamente al cumplimiento de
la ley ceremonial y civil, y no a la moral. Los judío solían apegarse al
cumplimiento riguroso de una serie de rituales de purificación y días festivos
pero el apóstol había comprendido que en la gracia de Cristo esto ya no era
necesario por lo que no les exigía su cumplimiento. Una de las cosas que se vio
en el concilio de Jerusalén fue lo difícil que iba ser ponerles a los gentiles
convertidos al cristianismo estas imposiciones, algo que ni siquiera los mismos
judíos habían podido cumplir, y por tal motivo llegaron a la conclusión de no
hacerlo: “Y
cuando ellos callaron, Jacobo respondió diciendo: Varones hermanos, oídme.
Simón ha contado cómo Dios visitó por primera vez a los gentiles, para tomar de
ellos pueblo para su nombre. Y con esto concuerdan las palabras de los
profetas, como está escrito: Después de esto volveré y reedificaré el
tabernáculo de David, que está caído; y repararé sus ruinas, y lo volveré a
levantar, Para que el resto de los hombres busque al Señor, y todos los
gentiles, sobre los cuales es invocado mi nombre, dice el Señor, que hace
conocer todo esto desde tiempos antiguos. Por lo cual yo juzgo que no se
inquiete a los gentiles que se convierten a Dios, sino que se les escriba que se aparten de las
contaminaciones de los ídolos, de fornicación, de ahogado y de sangre”,
(Hechos 15:13-20). Sin embargo, muchas veces se ignoraron estas recomendaciones
a tal punto que se les imponían a los gentiles convertidos la observancia de la
ley algo que Pablo constantemente combatió: “¡Oh gálatas insensatos! ¿Quién os fascinó para no obedecer a
la verdad, a vosotros ante cuyos ojos Jesucristo fue ya presentado claramente
entre vosotros como crucificado? Esto solo quiero saber de vosotros:
¿Recibisteis el Espíritu por las obras de la ley, o por el oír con fe?... Y que
por la ley ninguno se justifica para con Dios, es evidente, porque: El justo
por la fe vivirá”, (Gálatas 3:1-2, 11). En algunas ocasiones tuvo
que contender contra la actitud de los judíos cristianos que querían judaizar a
los gentiles, tal y como lo hizo con Tito: “Mas ni aun Tito, que estaba conmigo, con todo y ser griego,
fue obligado a circuncidarse; y esto a pesar de los falsos hermanos
introducidos a escondidas, que entraban para espiar nuestra libertad que
tenemos en Cristo Jesús, para reducirnos a esclavitud, a los cuales ni por un
momento accedimos a someternos, para que la verdad del evangelio permaneciese
con vosotros”, (Gálatas 2:3-5). También reprendió a Pedro por su
actitud hipócrita ante los gentiles, ya que cuando estaba a solas con ellos
comía con los judíos, pero cuando llegaban los cristianos judíos se alejaba de
ellos: “Pero
cuando Pedro vino a Antioquía, le resistí cara a cara, porque era de condenar.
Pues antes que viniesen algunos de parte de Jacobo, comía con los gentiles;
pero después que vinieron, se retraía y se apartaba, porque tenía miedo de los
de la circuncisión. Y en su simulación participaban también los otros judíos,
de tal manera que aun Bernabé fue también arrastrado por la hipocresía de
ellos. Pero cuando vi que no andaban rectamente conforme a la verdad del
evangelio, dije a Pedro delante de todos: Si tú, siendo judío, vives como los
gentiles y no como judío, ¿por qué obligas a los gentiles a judaizar?”,
(Gálatas 2:11-14). Por tanto, Pablo nunca obligo a los gentiles a sujetarse a
estas leyes ceremoniales y civiles enseñándoles que en la gracia de Cristo esto
no es necesario para agradar a Dios, más que solo la fe. Ahora bien, esto no significa que el apóstol no
estuviese sujeto a ninguna ley, si lo estaba: no estando yo sin ley de Dios, sino bajo la ley
de Cristo. La ley a la que se refiere es la moral y como cristianos
estamos obligados a vivir en santidad obedeciendo los mandamientos y ordenanzas
que lo regulan. Al final todo esto lo hacía para ganar a Cristo a los gentiles:
para ganar a los
que están sin ley.
SIENDO FUERTE ME HE HECHO DÉBIL
“Me he hecho débil a los débiles, para ganar a los
débiles…”
1 Corintios 9:22
Ahora Pablo retoma el tema de
los cristianos de débil conciencia. No olvidemos lo que desencadeno toda esta
discusión. En Corinto existía un problema que se estaba originando entre la
iglesia del Señor ya que algunos que habían alcanzado cierto nivel de conocimiento
entendían que los ídolos no eran nada y por tanto, el comer de lo sacrificado a
ellos no los contamina; el problema era que no en todos estaba este
conocimiento y cuando uno de estos los observaba comer de lo sacrificado a los
ídolos su débil conciencia se perturbaba y en ocasiones los hacían tropezar de
la fe lo cual ya era muy grave. Obviamente el apóstol estaba entre el grupo de
los fuertes, pero hacia discreción de su conocimiento evitando comer de lo
sacrificado de los ídolos para no trastornar la conciencia de los débiles y de
allí que dice: Me
he hecho débil a los débiles, para ganar a los débiles. En su carta
a los Romanos insiste a los cristianos fuertes el tener consideración de sus
hermanos débiles: “Recibid al débil en la fe, pero no para contender sobre opiniones. Porque
uno cree que se ha de comer de todo; otro, que es débil, come legumbres. El que
come, no menosprecie al que no come, y el que no come, no juzgue al que come;
porque Dios le ha recibido. ¿Tú quién eres, que juzgas al criado ajeno? Para su
propio señor está en pie, o cae; pero estará firme, porque poderoso es el Señor
para hacerle estar firme. Uno hace diferencia entre día y día; otro juzga
iguales todos los días. Cada uno esté plenamente convencido en su propia mente.
El que hace caso del día, lo hace para el Señor; y el que no hace caso del día,
para el Señor no lo hace. El que come, para el Señor come, porque da gracias a
Dios; y el que no come, para el Señor no come, y da gracias a Dios. Porque
ninguno de nosotros vive para sí, y ninguno muere para sí”, (Romanos
14:1-7). Aquí Pablo se extiende un poquito más en su temática referente a los
fuertes y débiles y les exhorta a estos primeros a recibir a los débiles con
mucho cuidado evitando entrar en discusión por la práctica de algunas cosas que
no son determinantes para la salvación del alma. Muy probable que se dirige a
aquellos que se habían desligado por completo de la ley ceremonial que los
judaizantes enseñaban. El punto radica en no entrar en discusión por cuestiones
de dietas u observancia de días especiales, al final cada quien debe estar
plenamente convencido en su propia mente que lo que hace o no hace es para el
Señor y Él será quien habrá de juzgar cada una de nuestras obras. Al final, el
fuerte en la fe tiene mayor responsabilidad que el débil ya que por el conocimiento
que ha alcanzado se espera que sepa edificar en el amor de Cristo a sus
hermanos: “Así
que, los que somos fuertes debemos soportar las flaquezas de los débiles, y no
agradarnos a nosotros mismos”, (Romanos 15:1).
LA META FINAL RADICA EN SALVAR ALMAS
“…. a todos me he hecho de todo, para que de todos modos
salve a algunos. Y esto hago por causa del evangelio, para hacerme copartícipe
de él”.
1 Corintios 9:22-23
Pablo nos comparte la forma de como su pleno
conocimiento en las Escrituras y el amor lo llevaba a manejar su libertad para
alcanzar a los perdidos: a todos me he hecho de todo, para que de todos
modos salve a algunos. Con esto el apóstol no está diciendo que
toleraba prácticas mundanas o pecaminosas, sino cuestiones de opiniones que al
final no arrastran al infierno. Esto tampoco significa que su actitud podía
considerarse hipócrita ya que su único fin era compartir el mensaje del
evangelio y si algunas cuestiones teológicas podían estremecer la conciencia de
las personas recién convertidas o de aquellos que aún no habían alcanzado este
nivel, se mantenía a raya con tal de no poner una barrera entre ellos y Cristo.
Al final su lema era: Y esto hago por causa del evangelio, para hacerme
copartícipe de él.
Dios les bendiga, muy buena disertación sobre este tema a la verdad aprendí bastante y se me aclararon las dudas.
ResponderBorrarexcelente, Bendiciones!
ResponderBorrarque el señor le bendiga nos a edificado
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