“Dijo
Dios a Jacob: Levántate y sube a Bet-el, y quédate allí; y haz allí un altar al
Dios que te apareció cuando huías de tu hermano Esaú. Entonces Jacob dijo a su
familia y a todos los que con él estaban: Quitad los dioses ajenos que hay
entre vosotros, y limpiaos, y mudad vuestros vestidos. Y levantémonos, y
subamos a Bet-el; y haré allí altar al Dios que me respondió en el día de mi
angustia, y ha estado conmigo en el camino que he andado”.
Génesis 35:1-3
INTRODUCCIÓN
El deseo de Dios es restaurar la
vida de los hombres completamente. Esta restauración no solo implica perdonar
sus pecados, sino salvarlos de las consecuencias de ello. Muchos tienen sus
vidas completamente destruidas y parece imposible que tengan un final feliz, lo
más seguro es la muerte, pero el Señor tiene poder para rescatarlos de ese
inexorable destino. Estos versículos de la Biblia nos ubican en la época del
patriarca Jacob el cual para momento se había establecido en la tierra de
Canaán con sus hijos los cuales apenas acababan de cometer una terrible acción:
el homicidio de todo un clan. Debido a la deshonra de Dina por parte de Siquem
un príncipe heveo, los hijos de Jacob los engañaron pidiéndoles que se
circuncidaran si querían formalizar su relación con Dina, pero no solo él, sino
también todos los hombres de su pueblo, y cuando lo hicieron, Levi y Simeón los
atacaron matando a todos ellos. Cuando Jacob se enteró de este terrible pecado
exclamo con gran angustia: “Entonces dijo Jacob a Simeón y a Leví: Me habéis turbado con
hacerme abominable a los moradores de esta tierra, el cananeo y el ferezeo; y
teniendo yo pocos hombres, se juntarán contra mí y me atacarán, y seré
destruido yo y mi casa”, (Génesis
34:30). Muchas personas como los hijos de Jacob se encuentran en grandes
problemas por causa de sus pecados a tal punto que a veces hasta la vida
peligra. Pero cuando esto es así, Dios promete restaurarnos completamente, no
solo perdonando nuestros pecados, sino salvando incluso nuestra vida de las
consecuencias de los mismos. Veamos los pasos que tenemos que dar que nos
conducen a la restauración de nuestra alma.
Pasos hacia la restauración |
I.
PRIMER PASO: ACERCARSE MÁS A
DIOS.
“Dijo
Dios a Jacob: Levántate y sube a Bet-el, y quédate allí; y haz allí un altar al
Dios que te apareció cuando huías de tu hermano Esaú…”
Jacob se sentía preocupado por causa
del pecado de sus hijos y se angustiaba
en gran manera que los pueblos cercanos tomaran venganza por causa del pecado
de su familia, pero fue allí donde Dios le pidió regresa a Bet-el. Bet-el
significa casa de Dios y fue allí donde se le manifestó a Jacob cuando estaba
iniciando su viaje. De igual forma, todos los pecadores que se sientan
angustiado o se encuentren en gran dificultad por sus maldades deben acudir
humillados a Dios si anhelan la restauración de su alma. Muchos hacen todo lo
contrario, ya sea porque se sienten indignos de la gracia redentora o porque
piensan que es demasiado tarde deciden alejarse de Dios, pero esto es un error.
Eso fue lo que hizo la diferencia con David cuando cometió el pecado de
adulterio con Betsabé, aceptando su error se humillo delante del Señor. En el
Salmo 51 encontramos su oración de arrepentimiento:
“Ten
piedad de mí, oh Dios, conforme a tu misericordia; conforme a la multitud de
tus piedades borra mis rebeliones. Lávame más y más de mi maldad, y límpiame de
mi pecado. Porque yo reconozco mis rebeliones, y mi pecado está siempre delante
de mí… Crea en mí, oh Dios, un corazón limpio, y renueva un espíritu recto
dentro de mí… Vuélveme el gozo de tu salvación, y espíritu noble me sustente”.
Salmo 51:1-3, 10,12
Por tanto, lo primero que tenemos
que hacer para restaurar nuestra alma del pecado es acercarnos a Dios en
completa humillación, pidiendo perdón por todos nuestros pecados.
II.
SEGUNDO PASO: DESECHAR TODO
PECADO.
“Entonces
Jacob dijo a su familia y a todos los que con él estaban: Quitad los dioses
ajenos que hay entre vosotros, y limpiaos, y mudad vuestros vestidos”.
El segundo paso que conduce hacia la
restauración es desechar todo pecado. Eso significa cortar de raíz toda
conducta pecaminosa o circunstancia que induce al pecado. Jacob sabía que su
familia había pecado en contra de Dios y por eso era importante de deshacerse
de todo lo malo por lo que decidieron enterrar todos los ídolos que llevaban
consigo. El Salmo 1 nos hace un contraste entre las bendiciones que reciben
aquellos que se apartan del pecado y los que perseveran en él.
“Bienaventurado
el varón que no anduvo en consejo de malos, ni estuvo en camino de pecadores,
ni en silla de escarnecedores se ha sentado; sino que en la ley de Jehová está
su delicia, y en su ley medita de día y de noche. Será como árbol plantado
junto a corrientes de aguas, que da su fruto en su tiempo, y su hoja no cae; y
todo lo que hace, prosperará. No así los malos, que son como el tamo que
arrebata el viento. Por tanto, no se levantarán los malos en el juicio, ni los pecadores en la congregación de los
justos. Porque Jehová conoce el camino de los justos; más la senda de los malos
perecerá”.
Salmo 1:1-6
III.
TERCER PASO: COMENZAR A CAMINAR
CON DIOS.
“Y
levantémonos, y subamos a Bet-el; y haré allí altar al Dios que me respondió en
el día de mi angustia, y ha estado conmigo en el camino que he andado”.
En tercer lugar, el siguiente paso
que nos conduce a la verdadera restauración es el comenzar a caminar con Dios.
Lo siguiente que Jacob hizo fue levantarse y dirigirse al lugar donde sabía que
Dios lo escuchaba y levantarle un altar como símbolo de su completa adoración.
Así el pecador restaurado necesita acercarse cada día a Dios y no dejar de
caminar por sus caminos para no volver a cometer los pecados pasados. La Biblia
nos exhorta a ocupar nuestra mente y energía en las cosas buenas: “Por lo demás, hermanos,
todo lo que es verdadero, todo lo honesto, todo lo justo, todo lo puro, todo lo
amable, todo lo que es de buen nombre; si hay virtud alguna, si algo digno de
alabanza, en esto pensad”, (Filipenses 4:8). De esta manera nuestro
enfoque estará en prosperar nuestra vida espiritual y así experimentar una vida
libre de las consecuencias del pecado.
CONCLUSIÓN.
Por tanto, para poder alcanzar la
restauración de nuestra alma debemos:
1. Acercarnos a Dios en
arrepentimiento.
2.
Apartarnos
de todo pecado.
3. Comenzar a caminar con Dios
llevando una vida diferente.
Es de gran bendición a mi vida la reflexión de la palabra de Dios, me ha permitido ampliar mis conocimientos muy acertada la explicación.
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