“Pero
después que sus hermanos habían subido, entonces él también subió a la fiesta,
no abiertamente, sino como en secreto. Y
le buscaban los judíos en la fiesta, y decían: ¿Dónde está aquél? Y había gran
murmullo acerca de él entre la multitud, pues unos decían: Es bueno; pero otros
decían: No, sino que engaña al pueblo. Pero ninguno hablaba abiertamente de él,
por miedo a los judíos. Más a la mitad de la fiesta subió Jesús al templo, y
enseñaba. Y se maravillaban los judíos, diciendo: ¿Cómo sabe éste letras, sin
haber estudiado? Jesús les respondió y dijo: Mi doctrina no es mía, sino de
aquel que me envió. El que quiera hacer la voluntad de Dios, conocerá si la
doctrina es de Dios, o si yo hablo por mi propia cuenta. El que habla por su
propia cuenta, su propia gloria busca; pero el que busca la gloria del que le
envió, éste es verdadero, y no hay en él injusticia. ¿No os dio Moisés la ley,
y ninguno de vosotros cumple la ley? ¿Por qué procuráis matarme? Respondió la
multitud y dijo: Demonio tienes; ¿quién procura matarte? Jesús respondió y les
dijo: Una obra hice, y todos os maravilláis. Por cierto, Moisés os dio la
circuncisión (no porque sea de Moisés, sino de los padres; y en el día de reposo
circuncidáis al hombre. Si recibe el hombre la circuncisión en el día de
reposo, para que la ley de Moisés no sea quebrantada, ¿os enojáis conmigo
porque en el día de reposo sané completamente a un hombre? No juzguéis según
las apariencias, sino juzgad con justo juicio”.
Juan 7:10-24
INTRODUCCIÓN
No olvidemos que desde el capítulo 6 se vienen
narrando algunos acontecimientos que se dieron durante el tercer año de
ministerio de nuestro Señor Jesús. Una de las peculiaridades de este evangelio
es que nos permite tratar de medir el ministerio de Jesús ya que nos presenta
tres diferentes pascuas por las cuales paso nuestro Señor. La primera la vimos
allá en el capítulo 2, cuando echo a los mercaderes del templo, la segunda
pascua la vemos en el capítulo 5, cuando sana al paralitico de Betesda y donde
se nos habla de una fiesta principal de los judíos, la cual muchos creen que se
refiere a la pascua, y la otra aparece en el capítulo 6 el cual acabamos de
considerar. Ahora aquí en el capítulo 7 se nos dice que estaba cerca la fiesta
de los tabernáculos la cual se celebraba 8 meses después de la pascua. Uno
puede ver como la oposición ha crecido en este año y se incrementara hasta la
siguiente pascua que se aproxima y con la cual culminaría su ministerio ya que
es donde sus enemigos le dan muerte. Esta oposición se verá reflejada en este
capítulo en las divisiones que Jesús causará entre las personas. Ya en los
versículos anteriores vimos cómo sus hermanos no creían en Él por lo que aún
las divisiones se dieron entre su propia familia terrenal, pero ahora veremos
las divisiones que causa entre los mismos judíos.
¿Jesús causa divisiones? |
¿JESÚS CAUSA DIVISIONES?
“Pero
después que sus hermanos habían subido, entonces él también subió a la fiesta,
no abiertamente, sino como en secreto. Y
le buscaban los judíos en la fiesta, y decían: ¿Dónde está aquél? Y había gran
murmullo acerca de él entre la multitud, pues unos decían: Es bueno; pero otros
decían: No, sino que engaña al pueblo. Pero ninguno hablaba abiertamente de él,
por miedo a los judíos”.
Juan 7:10-13
Pensar en Jesús como alguien que provocaba divisiones
es muy difícil, pero realmente las causo, pero, ¿por qué?, si su mensaje tenía
como propósito reconciliar al hombre con Dios y traer paz. Lo cierto es que
Jesús ha venido a traer la paz al hombre, pero también es cierto que Satanás levantara
personas inicuas que se opondrán y causaran que las personas rechacen el
evangelio. El mismo Señor lo dijo de la siguiente manera: “No penséis que he venido para traer paz a la
tierra; no he venido para traer paz, sino espada. Porque he venido para poner
en disensión al hombre contra su padre, a la hija contra su madre, y a la nuera
contra su suegra; y los enemigos del hombre serán los de su casa”,
(Mateo 10:34-36). Cuan ciertas son estas palabras que hasta el mismo Señor
Jesús lo sufrió al experimentar el rechazo de sus propios hermanos y ahora
veremos cómo su persona causa divisiones en las opiniones de las personas.
Aunque Jesús les había dicho a sus hermanos que no iba a ir a la fiesta, ahora
lo vemos que sube a ella en el momento que lo creyó conveniente: Pero después que sus
hermanos habían subido, entonces él también subió a la fiesta, no abiertamente,
sino como en secreto. Jesús se movía en secreto en medio de la gente
porque los judíos, es decir, los líderes religiosos lo buscaban para prenderlo:
Y le buscaban los
judíos en la fiesta, y decían: ¿Dónde está aquél? Definitivamente
estos hombres se habían constituido en sus enemigos, y aun la misma gente
estaba dividida en cuando a las opiniones que tenían de Él, ya que unos decían
que era bueno y otros que era un farsante que engañaba: Y había gran murmullo acerca de él entre la
multitud, pues unos decían: Es bueno; pero otros decían: No, sino que engaña al
pueblo. Podemos imaginarnos lo difícil que fue para nuestro Señor
esta etapa de su ministerio ya que si bien es cierto había personas que lo
admiraban y respetaban, otras estaban contra Él. Por un lado, los líderes judíos
buscaban la forma de prenderlo y de ser posible matarlo lo que lo obligaba a
esconderse ya que sabía que su tiempo no había llegado. Además, estaban las
personas que afirmaban que era solo un engañador y posiblemente era muy común
ver en Jerusalén discusiones y murmuraciones referentes a su propia persona.
Aun sus propios hermanos no creían en Él. Así Jerusalén estaba dividida en
cuanto a la opinión que tenían referente a su persona y muchos no se atrevían a
hablar abiertamente de Jesús porque les temían a los líderes religiosos: Pero ninguno hablaba
abiertamente de él, por miedo a los judíos.
LA DOCTRINA DE CRISTO CAUSA DIVISIONES
“Más
a la mitad de la fiesta subió Jesús al templo, y enseñaba. Y se maravillaban
los judíos, diciendo: ¿Cómo sabe éste letras, sin haber estudiado? Jesús les
respondió y dijo: Mi doctrina no es mía, sino de aquel que me envió. El que
quiera hacer la voluntad de Dios, conocerá si la doctrina es de Dios, o si yo
hablo por mi propia cuenta. El que habla por su propia cuenta, su propia gloria
busca; pero el que busca la gloria del que le envió, éste es verdadero, y no
hay en él injusticia”.
Juan 7:14-18
En estos versículos encontramos la razón por la
cual se creó la división de opiniones entre Jesús y estos judíos: su doctrina. El
texto nos dice que cuando era la mitad de la fiesta Jesús subió al templo a
enseñar y los judíos se maravillaban de su doctrina porque Jesús no había
estudiado en ninguna de sus escuelas: ¿Cómo sabe éste letras, sin haber estudiado? En
esta época los rabinos solían estudiar en sus escuelas rabínicas y al momento
de enseñar la palabra era costumbre citar los dichos de los antiguos que estaban
contenidos en el Mishná, y ningún maestro de la ley se atrevía a dar una
interpretación que no estuviera allí. Pero cuando Jesús vino fue diferente, ya
que se atrevió a desafiar los dichos de los antiguos y a citar la verdadera
interpretación tal y como lo vemos en Mateo: “Oísteis que fue dicho a los antiguos: No
matarás; y cualquiera que matare será culpable de juicio. Pero yo os digo…”,
(Mateo 5:21-22). Ahora bien, el hecho de que Jesús se atreviera a tal cosa era
algo completamente intolerable entre los líderes religiosos de los judíos,
aparte de que algunas de sus interpretaciones estaban en desacuerdo con lo que
ellos enseñaban. Esto provocaba rechazo al ministerio de Jesús. por tanto, uno
puede ver que el evangelio puede traer dos efectos, uno, la conversión de las
personas, y en consecuencia la vida eterna, y otra es el desacuerdo de personas
arrogantes que no aceptan el mensaje porque contradicen todo lo que ellos
creen, trayendo condenación. Por eso Pablo dice: “Porque para Dios somos grato olor de Cristo en
los que se salvan, y en los que se pierden; a éstos ciertamente olor de muerte
para muerte, y a aquéllos olor de vida para vida. Y para estas cosas, ¿quién es
suficiente?”, (2 Corintios 2:15-16). Jesús les decía que la doctrina
que enseñaba no era de Él, sino de Padre, y todo aquel que lo escucha obedece
al Padre: Jesús
les respondió y dijo: Mi doctrina no es mía, sino de aquel que me envió. El que
quiera hacer la voluntad de Dios, conocerá si la doctrina es de Dios, o si yo
hablo por mi propia cuenta. Si buscamos hacer la voluntad de Dios
encontraremos que la doctrina que Cristo es verdadera y que no buscaba su
propia gloria, sino la gloria del Padre: El que habla por su propia cuenta, su propia gloria busca;
pero el que busca la gloria del que le envió, éste es verdadero, y no hay en él
injusticia. De igual forma, cada uno de nosotros debemos buscar
exaltar de nombre de Dios a través de su palabra, y no nuestra propia gloria,
porque cuando lo hagamos así la gloria será solo para Cristo.
LA DOCTRINA DE CRISTO JAMÁS VA EN CONTRA DEL BIEN HUMANO
“¿No
os dio Moisés la ley, y ninguno de vosotros cumple la ley? ¿Por qué procuráis
matarme? Respondió la multitud y dijo: Demonio tienes; ¿quién procura matarte?
Jesús respondió y les dijo: Una obra hice, y todos os maravilláis. Por cierto,
Moisés os dio la circuncisión (no porque sea de Moisés, sino de los padres; y
en el día de reposo circuncidáis al hombre. Si recibe el hombre la circuncisión
en el día de reposo, para que la ley de Moisés no sea quebrantada, ¿os enojáis
conmigo porque en el día de reposo sané completamente a un hombre? No juzguéis
según las apariencias, sino juzgad con justo juicio”.
Juan 7:19-24
En estos versículos encontramos la razón por la
cual la doctrina de Cristo contradecía a la de los líderes religiosos de los
judíos y provocaba tantas divisiones. En primer lugar, Jesús predicaba un
mensaje que estaba en armonía con la ley de Moisés, pero estos judíos que
decían ser religiosos no la cumplían, y aún más deseaban matar a Jesús violando
el mandamiento de no matar: ¿No os dio Moisés la ley, y ninguno de vosotros cumple la
ley? ¿Por qué procuráis matarme? Sin embargo, estos lo negaron y lo
insultaron diciendo que demonio tenia, pero lo cierto es que a través de estas
palabras se mostraba su perversa hipocresía: Respondió la multitud y dijo: Demonio tienes;
¿quién procura matarte? A parte de su doctrina, las obras de Cristo
eran otra causa de división entre estos hombres: Jesús respondió y les dijo: Una obra hice, y
todos os maravilláis. Estos judíos estaban molestos porque Jesús
había sanado el día sábado, lo cual era prohibido por sus tradiciones, sin
embargo, la doctrina de Jesús enseñaba que la necesidad del ser humano estaba
por encima de sus tradiciones y reglas. Nuestro Señor les muestra lo absurdo
que son sus reglas religiosas que prohibían sanar a un enfermo en sábado, pero
por otro permitían circuncidar a los niños en el mismo, lo cual también era
considerado un trabajo: Por cierto, Moisés os dio la circuncisión (no porque sea de
Moisés, sino de los padres; y en el día de reposo circuncidáis al hombre. Si
recibe el hombre la circuncisión en el día de reposo, para que la ley de Moisés
no sea quebrantada, ¿os enojáis conmigo porque en el día de reposo sané
completamente a un hombre? Si un niño nacía este se circuncidaba al
octavo día, y esto era considerado un trabajo, pero si caía esta ceremonia en día
sábado, se permitía realizar la circuncisión por el orden de prioridad que esta
ley tenía sobre la otra. De forma similar, Dios prohibía realizar cualquier obra
en este día y tenían la responsabilidad de santificarlo, pero eso no
significaba que no debía dársele prioridad a la vida y bienestar humano: “Acuérdate del día
de reposo para santificarlo. Más el séptimo día es reposo para Jehová tu Dios;
no hagas en él obra alguna, tú, ni tu hijo, ni tu hija, ni tu siervo, ni tu
criada, ni tu bestia, ni tu extranjero que está dentro de tus puertas”,
(Éxodo 20:8, 10). El propósito principal estaba en apartar este día para Dios y
no dedicarlo a las faenas comunes de la semana, pero si había oportunidad de
hacer el bien, o incluso sanar a una persona, se podía hacer este día.
Lamentablemente estos hombres no entendían esto y lo único que hacían era
criticar y provocar divisiones, en lugar de evaluar a la luz de la palabra de
Dios las obras que Jesús hacia y darse cuenta de que verdaderamente estaban en
armonía con el reino de los cielos y por eso les dice: No juzguéis según las apariencias, sino juzgad
con justo juicio. El juicio errado de estos hombres provocaba
divisiones y murmuraciones que los condenaban, pero Dios espera que nosotros
evaluemos todo a la luz de su palabra y que nuestro juicio sea cabal.
No hay comentarios.:
Publicar un comentario