¿Jesús causa divisiones? (Juan 7:10-24)


“Pero después que sus hermanos habían subido, entonces él también subió a la fiesta, no abiertamente, sino como en secreto.  Y le buscaban los judíos en la fiesta, y decían: ¿Dónde está aquél? Y había gran murmullo acerca de él entre la multitud, pues unos decían: Es bueno; pero otros decían: No, sino que engaña al pueblo. Pero ninguno hablaba abiertamente de él, por miedo a los judíos. Más a la mitad de la fiesta subió Jesús al templo, y enseñaba. Y se maravillaban los judíos, diciendo: ¿Cómo sabe éste letras, sin haber estudiado? Jesús les respondió y dijo: Mi doctrina no es mía, sino de aquel que me envió. El que quiera hacer la voluntad de Dios, conocerá si la doctrina es de Dios, o si yo hablo por mi propia cuenta. El que habla por su propia cuenta, su propia gloria busca; pero el que busca la gloria del que le envió, éste es verdadero, y no hay en él injusticia. ¿No os dio Moisés la ley, y ninguno de vosotros cumple la ley? ¿Por qué procuráis matarme? Respondió la multitud y dijo: Demonio tienes; ¿quién procura matarte? Jesús respondió y les dijo: Una obra hice, y todos os maravilláis. Por cierto, Moisés os dio la circuncisión (no porque sea de Moisés, sino de los padres; y en el día de reposo circuncidáis al hombre. Si recibe el hombre la circuncisión en el día de reposo, para que la ley de Moisés no sea quebrantada, ¿os enojáis conmigo porque en el día de reposo sané completamente a un hombre? No juzguéis según las apariencias, sino juzgad con justo juicio”.
Juan 7:10-24

INTRODUCCIÓN


               No olvidemos que desde el capítulo 6 se vienen narrando algunos acontecimientos que se dieron durante el tercer año de ministerio de nuestro Señor Jesús. Una de las peculiaridades de este evangelio es que nos permite tratar de medir el ministerio de Jesús ya que nos presenta tres diferentes pascuas por las cuales paso nuestro Señor. La primera la vimos allá en el capítulo 2, cuando echo a los mercaderes del templo, la segunda pascua la vemos en el capítulo 5, cuando sana al paralitico de Betesda y donde se nos habla de una fiesta principal de los judíos, la cual muchos creen que se refiere a la pascua, y la otra aparece en el capítulo 6 el cual acabamos de considerar. Ahora aquí en el capítulo 7 se nos dice que estaba cerca la fiesta de los tabernáculos la cual se celebraba 8 meses después de la pascua. Uno puede ver como la oposición ha crecido en este año y se incrementara hasta la siguiente pascua que se aproxima y con la cual culminaría su ministerio ya que es donde sus enemigos le dan muerte. Esta oposición se verá reflejada en este capítulo en las divisiones que Jesús causará entre las personas. Ya en los versículos anteriores vimos cómo sus hermanos no creían en Él por lo que aún las divisiones se dieron entre su propia familia terrenal, pero ahora veremos las divisiones que causa entre los mismos judíos.


divisiones
¿Jesús causa divisiones?

¿JESÚS CAUSA DIVISIONES?



“Pero después que sus hermanos habían subido, entonces él también subió a la fiesta, no abiertamente, sino como en secreto.  Y le buscaban los judíos en la fiesta, y decían: ¿Dónde está aquél? Y había gran murmullo acerca de él entre la multitud, pues unos decían: Es bueno; pero otros decían: No, sino que engaña al pueblo. Pero ninguno hablaba abiertamente de él, por miedo a los judíos”.
Juan 7:10-13

                Pensar en Jesús como alguien que provocaba divisiones es muy difícil, pero realmente las causo, pero, ¿por qué?, si su mensaje tenía como propósito reconciliar al hombre con Dios y traer paz. Lo cierto es que Jesús ha venido a traer la paz al hombre, pero también es cierto que Satanás levantara personas inicuas que se opondrán y causaran que las personas rechacen el evangelio. El mismo Señor lo dijo de la siguiente manera: “No penséis que he venido para traer paz a la tierra; no he venido para traer paz, sino espada. Porque he venido para poner en disensión al hombre contra su padre, a la hija contra su madre, y a la nuera contra su suegra; y los enemigos del hombre serán los de su casa”, (Mateo 10:34-36). Cuan ciertas son estas palabras que hasta el mismo Señor Jesús lo sufrió al experimentar el rechazo de sus propios hermanos y ahora veremos cómo su persona causa divisiones en las opiniones de las personas. Aunque Jesús les había dicho a sus hermanos que no iba a ir a la fiesta, ahora lo vemos que sube a ella en el momento que lo creyó conveniente: Pero después que sus hermanos habían subido, entonces él también subió a la fiesta, no abiertamente, sino como en secreto. Jesús se movía en secreto en medio de la gente porque los judíos, es decir, los líderes religiosos lo buscaban para prenderlo: Y le buscaban los judíos en la fiesta, y decían: ¿Dónde está aquél? Definitivamente estos hombres se habían constituido en sus enemigos, y aun la misma gente estaba dividida en cuando a las opiniones que tenían de Él, ya que unos decían que era bueno y otros que era un farsante que engañaba: Y había gran murmullo acerca de él entre la multitud, pues unos decían: Es bueno; pero otros decían: No, sino que engaña al pueblo. Podemos imaginarnos lo difícil que fue para nuestro Señor esta etapa de su ministerio ya que si bien es cierto había personas que lo admiraban y respetaban, otras estaban contra Él. Por un lado, los líderes judíos buscaban la forma de prenderlo y de ser posible matarlo lo que lo obligaba a esconderse ya que sabía que su tiempo no había llegado. Además, estaban las personas que afirmaban que era solo un engañador y posiblemente era muy común ver en Jerusalén discusiones y murmuraciones referentes a su propia persona. Aun sus propios hermanos no creían en Él. Así Jerusalén estaba dividida en cuanto a la opinión que tenían referente a su persona y muchos no se atrevían a hablar abiertamente de Jesús porque les temían a los líderes religiosos: Pero ninguno hablaba abiertamente de él, por miedo a los judíos.

LA DOCTRINA DE CRISTO CAUSA DIVISIONES


“Más a la mitad de la fiesta subió Jesús al templo, y enseñaba. Y se maravillaban los judíos, diciendo: ¿Cómo sabe éste letras, sin haber estudiado? Jesús les respondió y dijo: Mi doctrina no es mía, sino de aquel que me envió. El que quiera hacer la voluntad de Dios, conocerá si la doctrina es de Dios, o si yo hablo por mi propia cuenta. El que habla por su propia cuenta, su propia gloria busca; pero el que busca la gloria del que le envió, éste es verdadero, y no hay en él injusticia”.
Juan 7:14-18

                  En estos versículos encontramos la razón por la cual se creó la división de opiniones entre Jesús y estos judíos: su doctrina. El texto nos dice que cuando era la mitad de la fiesta Jesús subió al templo a enseñar y los judíos se maravillaban de su doctrina porque Jesús no había estudiado en ninguna de sus escuelas: ¿Cómo sabe éste letras, sin haber estudiado? En esta época los rabinos solían estudiar en sus escuelas rabínicas y al momento de enseñar la palabra era costumbre citar los dichos de los antiguos que estaban contenidos en el Mishná, y ningún maestro de la ley se atrevía a dar una interpretación que no estuviera allí. Pero cuando Jesús vino fue diferente, ya que se atrevió a desafiar los dichos de los antiguos y a citar la verdadera interpretación tal y como lo vemos en Mateo: “Oísteis que fue dicho a los antiguos: No matarás; y cualquiera que matare será culpable de juicio. Pero yo os digo…”, (Mateo 5:21-22). Ahora bien, el hecho de que Jesús se atreviera a tal cosa era algo completamente intolerable entre los líderes religiosos de los judíos, aparte de que algunas de sus interpretaciones estaban en desacuerdo con lo que ellos enseñaban. Esto provocaba rechazo al ministerio de Jesús. por tanto, uno puede ver que el evangelio puede traer dos efectos, uno, la conversión de las personas, y en consecuencia la vida eterna, y otra es el desacuerdo de personas arrogantes que no aceptan el mensaje porque contradicen todo lo que ellos creen, trayendo condenación. Por eso Pablo dice: “Porque para Dios somos grato olor de Cristo en los que se salvan, y en los que se pierden; a éstos ciertamente olor de muerte para muerte, y a aquéllos olor de vida para vida. Y para estas cosas, ¿quién es suficiente?”, (2 Corintios 2:15-16). Jesús les decía que la doctrina que enseñaba no era de Él, sino de Padre, y todo aquel que lo escucha obedece al Padre: Jesús les respondió y dijo: Mi doctrina no es mía, sino de aquel que me envió. El que quiera hacer la voluntad de Dios, conocerá si la doctrina es de Dios, o si yo hablo por mi propia cuenta. Si buscamos hacer la voluntad de Dios encontraremos que la doctrina que Cristo es verdadera y que no buscaba su propia gloria, sino la gloria del Padre: El que habla por su propia cuenta, su propia gloria busca; pero el que busca la gloria del que le envió, éste es verdadero, y no hay en él injusticia. De igual forma, cada uno de nosotros debemos buscar exaltar de nombre de Dios a través de su palabra, y no nuestra propia gloria, porque cuando lo hagamos así la gloria será solo para Cristo.

LA DOCTRINA DE CRISTO JAMÁS VA EN CONTRA DEL BIEN HUMANO


“¿No os dio Moisés la ley, y ninguno de vosotros cumple la ley? ¿Por qué procuráis matarme? Respondió la multitud y dijo: Demonio tienes; ¿quién procura matarte? Jesús respondió y les dijo: Una obra hice, y todos os maravilláis. Por cierto, Moisés os dio la circuncisión (no porque sea de Moisés, sino de los padres; y en el día de reposo circuncidáis al hombre. Si recibe el hombre la circuncisión en el día de reposo, para que la ley de Moisés no sea quebrantada, ¿os enojáis conmigo porque en el día de reposo sané completamente a un hombre? No juzguéis según las apariencias, sino juzgad con justo juicio”.
Juan 7:19-24

              En estos versículos encontramos la razón por la cual la doctrina de Cristo contradecía a la de los líderes religiosos de los judíos y provocaba tantas divisiones. En primer lugar, Jesús predicaba un mensaje que estaba en armonía con la ley de Moisés, pero estos judíos que decían ser religiosos no la cumplían, y aún más deseaban matar a Jesús violando el mandamiento de no matar: ¿No os dio Moisés la ley, y ninguno de vosotros cumple la ley? ¿Por qué procuráis matarme? Sin embargo, estos lo negaron y lo insultaron diciendo que demonio tenia, pero lo cierto es que a través de estas palabras se mostraba su perversa hipocresía: Respondió la multitud y dijo: Demonio tienes; ¿quién procura matarte? A parte de su doctrina, las obras de Cristo eran otra causa de división entre estos hombres: Jesús respondió y les dijo: Una obra hice, y todos os maravilláis. Estos judíos estaban molestos porque Jesús había sanado el día sábado, lo cual era prohibido por sus tradiciones, sin embargo, la doctrina de Jesús enseñaba que la necesidad del ser humano estaba por encima de sus tradiciones y reglas. Nuestro Señor les muestra lo absurdo que son sus reglas religiosas que prohibían sanar a un enfermo en sábado, pero por otro permitían circuncidar a los niños en el mismo, lo cual también era considerado un trabajo: Por cierto, Moisés os dio la circuncisión (no porque sea de Moisés, sino de los padres; y en el día de reposo circuncidáis al hombre. Si recibe el hombre la circuncisión en el día de reposo, para que la ley de Moisés no sea quebrantada, ¿os enojáis conmigo porque en el día de reposo sané completamente a un hombre? Si un niño nacía este se circuncidaba al octavo día, y esto era considerado un trabajo, pero si caía esta ceremonia en día sábado, se permitía realizar la circuncisión por el orden de prioridad que esta ley tenía sobre la otra. De forma similar, Dios prohibía realizar cualquier obra en este día y tenían la responsabilidad de santificarlo, pero eso no significaba que no debía dársele prioridad a la vida y bienestar humano: “Acuérdate del día de reposo para santificarlo. Más el séptimo día es reposo para Jehová tu Dios; no hagas en él obra alguna, tú, ni tu hijo, ni tu hija, ni tu siervo, ni tu criada, ni tu bestia, ni tu extranjero que está dentro de tus puertas”, (Éxodo 20:8, 10). El propósito principal estaba en apartar este día para Dios y no dedicarlo a las faenas comunes de la semana, pero si había oportunidad de hacer el bien, o incluso sanar a una persona, se podía hacer este día. Lamentablemente estos hombres no entendían esto y lo único que hacían era criticar y provocar divisiones, en lugar de evaluar a la luz de la palabra de Dios las obras que Jesús hacia y darse cuenta de que verdaderamente estaban en armonía con el reino de los cielos y por eso les dice: No juzguéis según las apariencias, sino juzgad con justo juicio. El juicio errado de estos hombres provocaba divisiones y murmuraciones que los condenaban, pero Dios espera que nosotros evaluemos todo a la luz de su palabra y que nuestro juicio sea cabal.


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